La luna no es la unica que nos mira. - por Sofi

El autor/a de este texto es menor de edad

Esa noche todo parecía ir bien, el bosque se encontraba vacío excepto por nosotros, las ramas de los árboles se movían un poco por culpa de la brisa y la luna llena iluminaba con esa luz tan particular que solo se puede describir como mágica.
Los novios estaban sentados en una manta que habían colocado sobre el suelo, recostados el uno sobre el otro entrelazando sus manos. Ella se mordía la uñas y miraba a todos lados y él le acariciaba el pelo, la escena romántica que se quebró cuando intentó besarla
— ¿Qué te pasa Ali? ¿Por qué no quieres besarme? — se quejó Erick después de que su novia le corriera la cara.
— Alguien podría vernos, tú sabes lo que pasaría.
— Por eso venimos aquí, a un bosque oscuro donde solo alumbra la luna, para que nadie pueda vernos, pero yo si pueda admirarte a ti.
— Erick es enserio, si nos descubren…
—Ya se, ya se, me quedo sin trabajo y tal vez vaya a la cárcel, lo sé desde que empezamos a salir. — Dijo Erick tratando de volver a entrelazar su mano con la de ella— Lo sé, y no me importa.
— No te enojes. Solo trataba de ser precavida, uno de nosotros debe serlo— dijo Ali abrazándolo por lo hombros mientras el miraba serio hacia otro lado del bosque.
— Esta bien tu ganas, me relajare— volvió a decir Ali al ver que Erick estaba haciéndose el ofendido.
Lentamente ella empezó a acercarse aunque el mantenía su rostro serio, roso su nariz con su boca, luego roso su cuello, hasta que por fin termino en sus labios para lograr el tan ansiado beso que ambos esperaban hace semanas. Ese que no podían darse en la ciudad, ni en la escuela, ni mucho menos en la clase de algebra donde Erick o el Señor Robles era su profesor.
Estuvieron otro rato ahí sentados, hablando de cómo serían sus vidas si Ali tuviera diez años más o Erick diez años menos, soñando en voz alta mientras miraban las estrellas y tomaban ella jugo y el vino.
— ¡Podríamos ir juntos al baile! Tendríamos de esas fotos como pareja, tal vez nos escogerían rey y reina.
— Podría conocer a tus padres y tú a los míos, ir juntos al bar o al cine.
— ¿Hablas de si tu tuvieras mi edad o si yo tuviera la tuya?
— Cualquiera de los dos casos serviría— hubo un momento de silencio y luego Erick busco en su mochila una caja alargada y se la entregó a Ali.
— ¡Qué lindo espejo, me encanta!¬— dijo Ali cuando abrió la caja y vio el espejo de mano, tenía bordes curvilíneos y rosados, parecía desgastado y llevaba de adorno un montón de piedrecitas de colores.
— Es para que si algún día nos descubren, y yo ya no estoy aquí para hacerte sentir hermosa, puedas recordarlo por ti misma.
—Es hermoso, no sé qué voy a decir cuando me pregunten quien me lo dio, tal vez a mis amigas les diga que fueron mis padres y a mis padres que fueron mis amigas, pero si se topan…
— ¿Por qué siempre lo complicas todo? ¡Es solo un regalo! — rio Erick.
Volvieron a besarse antes de que ella pudiera seguir pensando en el regalo. Cada cierto rato ella miraba a su alrededor para corroborar que no hubiera nadie y el la miraba a ella, con una sonrisa insuperable y la mirada fija en esos pequeños detalles que solo notaría alguien realmente enamorado.
Y mientras ellos se besaban yo tomaba fotografías, se verían muy lindos en el periódico escolar mañana, Ali tendría que usar ese espejo mucho antes de lo que esperaba.