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Más allá de la vida - por Jordán

Web: https://www.facebook.com/jordanreflexiones

Me desperté en posición fetal. Mis pestañas se movían al ritmo de los latidos de mi corazón y mis párpados se despegaban de la base de mis ojos como si hubiera estado durmiendo eternamente. Me incorporé lo suficiente como para ver el camino que se iba dibujando más allá del horizonte. A los lados, una frondosa vegetación repleta de árboles.

Estaba en un bosque y las piedras del camino me habían dolorido el costado izquierdo. Me estiré, igual que cuando me estiro al despertar para ir al trabajo. Seguidamente me levanté no sin antes respirar profundamente.

Al incorporarme, un espejo dorado cayó de mi bolsillo trasero. El marco estaba decorado con volutas victorianas -cualquiera podía haber dicho que ese espejo pertenecía a la reina de Inglaterra-. Examiné el espejo y al girarlo apareció ante mis ojos un papel que decía “Sigue el camino y encontrarás lo que buscas”. Tras leer y releer varias veces la nota, decidí guiarme por ella. Al fin y al cabo, era la elección más razonable que podía tomar -a pesar de todas las dudas que ello me generaba-.

Caminé alrededor de cuarenta y cinco minutos. Agotado, me senté en uno de los bordes del camino para descansar. El camino no era difícil, pero si cansaba ver todo el rato lo mismo.

Mientras descansaba apoyado en uno de los matorrales, vi como de entre las sombras de los árboles, aparecían dos personas. La primera era una mujer con el pelo cano, un collar de perlas y unos pendientes a juego que adornaban su cuello y los lóbulos de sus orejas. La segunda persona era un hombre; aparentaba más de cincuenta y parecía tener una cierta complicidad con la mujer. Ambos me indicaron que mirará el espejo.

Al sacar el espejo de mi bolsillo, pude ver mi rostro reflejado en él. Había algo diferente. Una cicatriz, en el pómulo izquierdo, había aparecido de la nada. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo.

Tras levantar la cabeza del espejo, y con las dudas creciéndome a un ritmo exponencial, vi como las dos personas habían desaparecido; así que decidí seguir con mi camino y ver hacia dónde me llevaba.

Al pasar uno de los repechos y descender por el otro lado, me detuve para contemplar un cerezo que había a mi lado derecho. Cada vez me cansaba más y ese cerezo era como si me diese el aire que necesitaba para respirar. Que buenos recuerdos me traen los cerezos. Mi abuela tenía uno en el jardín de su casa y todas primaveras, mi hermana y yo solíamos recoger las flores.

Una bandada de pájaros salieron de la copa del árbol. El ruido que había hecho al llegar, los espantó. Eso sí, yo seguía más cansado que de costumbre. Me dio por mirar de nuevo al espejo y mi pelo se había caído. La cabeza me brillaba como si fuera la bola blanca del billar.

Seguí el camino y cada vez me costaba mucho más andar. Encorvado y sin saber distinguir nada entre la vegetación me desplomé en mitad del camino. Antes de cerrar los ojos pude ver mi rostros reflejado en el espejo y vi a un señor mayor. No me reconocía. Que me había pasado. Perdí el conocimiento.

Lo último que recuerdo era una habitación de hospital, rodeado de gente, ninguno con bata y todos con flores. Los ojos se me cerraron para siempre.

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5 comentarios

  1. 1. Alejandro Bon dice:

    Dios! qué miedo me has metido en el cuerpo.

    Un relato estremecedor y raro, raro, raro…diría uno que ya se ha ido también, jajaja!

    No he entendido muy bien la secuencia del camino del bosque para llegar a ese final. Digo, si el tema hubiese sido “Los siete mares”, ¿hubiésemos llegado al mismo final, pero en la cubierta de un barco?

    Tal vez le falte algo de conexión entre el bosque y lo que le ocurre al personaje; aunque el final está muy bien, deja muchas puertas abiertas…y muchos “por qué”.

    Podemos interpretar que se hacía viejo y que eso se lo reflejaba el espejo, mientras él se sentía joven. Esas cosas pasan, uno cree que al morir va a dejar cosas en el tintero.

    También debemos rescatar el tope de las 750 palabras. A mi también me parecen pocas y todo se me termina por apelmazar la final.

    Creo que si le das una vuelta al texto y logras conectar el recorrido con los personajes y lo que le sucede, sería ideal, pero no toques el final!!!

    Nos leemos!

    Escrito el 18 diciembre 2015 a las 02:50
  2. 2. Manoli VF dice:

    Pues opino como Alejandro, Jordán. El relato inquieta, pero no acaba de resolverse. Al parecer el personaje avanza por el “camino de la vida” y ese paso se advierte en el reflejo de su persona en el espejo, ahora bien lo raro es que el personaje no recuerde nada de lo que pasa. Por ejemplo con la cicatriz del rostro que no sabe cómo se la hizo. Te ha faltad algo que ligue ese avance con lo que se refleja, al principio pensé que se trataba de un sueño, quizás así tuviese más sentido.

    Nos seguimos leyendo (el mío es el 38). Felices fiestas.

    Escrito el 18 diciembre 2015 a las 18:37
  3. 3. Oda a la cebolla dice:

    ¡Hola, Jordàn! Un relato que tensiona y te mantiene en vilo conforme avanzas en su lectura. Quizà se eche en falta alguna pincelada explicativa en algùn momento, algunas tildes y comas. Al menos para mì, creo que los guiones narrativos no favorecen mucho. Pero, aùn asì, me pareciò bastante interesante. Sigue asì. Te invito a que pases por el mìo, el nùmero 85. Gracias, saludos y ¡Felices Fiestas!

    Escrito el 20 diciembre 2015 a las 23:27
  4. Opino como Alejandro y Manoli. Aun así, es un relato que hace reflexionar sobre la vida y lo que hacemos con ella. Y da un poco de miedo, claro que sí. Me parece muy bien narrado e intrigante. Como ya te dijeron, creo que un poco mas de explicación aquí y allí, fuera del límite de 750 palabras seria de mucha ayuda.
    En fin, eso no quita mérito alguno.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 23 diciembre 2015 a las 16:57
  5. 5. Jesús Bravo dice:

    Hola Jordán.
    Genial reflexión sobre la vida y sobre lo que debemos o no debemos hacer para echar a perder el tiempo del que disponemos.
    Aunque alguna coma furtiva ha tratado de hacerme salir de la lectura cómoda, personalmente no he tenido ningún problema mayor. Se lee bien, tiene un buen argumento y te hace reflexionar. ¿Qué más se puede pedir?

    Muchas gracias por tu relato.
    Un saludo 🙂

    Escrito el 23 diciembre 2015 a las 18:43

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