El bosque de los espejos - por pato

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-Visitaremos el “Bosque de los espejos”, donde van los mentirosos.
-¿Y qué hay en ese bosque?
-Ya lo verás.
El “Bosque de los espejos” es una habitación que tengo en la consulta, está completamente vacía. Es una sala pintada de blanco de piso a techo, por no haber no hay ni donde sentarse. En realidad esta sala cambia de nombre según las necesidades de cada paciente: el tren de regreso, el desierto frio, la casa de tus abuelos, hoy será el “Bosque de los espejos” porque Armando necesita enfrentarse consigo mismo y eso solo es posible en un lugar en el que no tenga otro remedio.
Me llamo Carolina, soy Psicóloga. Algunos colegas critican mis métodos porque no son muy ortodoxos pero a mis pacientes les funcionan en parte porque la sorpresa los desarma, me gusta sorprenderlos, es muy útil para la terapia y en parte porque confían en mí. La confianza resulta imprescindible, sin ella es imposible la hipnosis.
Armando tiene cuarenta y dos años, divorciado recientemente, desempleado hace poco y con unas relaciones muy desgastadas con sus padres y sus hijos por no hablar de su ex mujer , a un paso de perderlo todo. El causante de sus problemas son las mentiras. Es un mentiroso patológico, un mitómano. Al final todo su entramado de mentiras se ha caído para todo el mundo menos para él, a eso vamos al “Bosque de los espejos” para que se vea.
-Es imprescindible que confíes en mí, Armando, más que en ti mismo porque si no esto no va a funcionar. Si no crees en mí, nada de esto tiene sentido.
-Vale, creo en ti. –Accede.
-Tienes que tenerme fe incluso por encima de ti mismo, lo que yo diga estará por encima de cualquier cosa que tu hayas sabido o creído hasta ahora.
-¡Hostia, Carolina! No pides nada.
-No seas malhablado Armando. Esto es así. De todas formas tampoco te queda mucho que perder, ¿no crees?
-Vale, vale, creo en ti por encima de todo.
-Perfecto, allá vamos.
Vendó sus ojos, a veces para poder ver tenemos que cerrar los ojos, él no se resiste pero está tenso, le hablo suave, despacio, la hipnosis no consiste en dormir a alguien para luego ordenarle que haga el pino sobre una mano. Focalizas la atención del paciente de una manera tan intensa en un punto determinado que todo lo demás desparece, es un proceso de concentración muy profundo. Tardo unos veinte minutos en llevarlo al estado de atención necesario. Normalmente se tarda menos pero Armando es duro de pelar. Lleva viniendo a mi consulta seis meses y me ha costado un mundo llegar hasta él. Viene obligado, Sus padres le permiten vivir con ellos a condición de asistir a la terapia, así que al principio me odiaba, poco a poco fue abriéndose, las primeras sesiones fueron muy suaves, sin profundizar, a pasitos se fue soltando. Todo fue bien hasta que un día lo enfrenté de verdad a sus mentiras por primera vez, cuando se dio cuenta cabal que yo había descubierto su secreto perdió el control. –Sabía que eras un puta conspiradora, como todos los demás. –Me gritó fuera de sí y se marchó. Al día siguiente llamó arrepentido pidiéndome perdón, rogándome que siguiéramos con la terapia. Lo dejé un par de semanas con la duda y luego lo acepte de nuevo. No hubo más incidentes. Pero cada vez que hablábamos de sus mentiras él se cerraba por completo. Total que como estamos estancados decidí pasar a la hipnosis.
Una vez vendado e hipnotizado lo cojo de la mano y lo llevo hasta la sala, cuando entramos en la sala me coloco delante de él, le pido que ponga su mano en mi hombro y que deje que yo lo guíe. Mientras caminamos, yo delante de espaldas a él y él detrás dando vueltas por la habitación le voy describiendo el “Bosque de los espejos”.
-Aquí estamos solos Armando, nadie te ve ni te escucha, ¿qué ves?.
-Nada Carolina, tengo los ojos vendados. –contesta.
-Armando: antes no te conté que estos espejos son mágicos. Te ven por dentro, reflejan lo que piensas, si mientes lo sabré. Pero no te preocupes porque nadie va a saber lo que pase dentro de este bosque.
-Claro que nadie lo va a saber ¡zorra! –contesta.
Me vuelvo, él se ha quitado la venda y encuentro una mirada que da fe de su locura, en la mano derecha lleva un espejo roto, ¿de dónde lo sacó?…