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El espejo sabio - por omunicio
El bosque pareció cobrar vida. Las ramas se agitaban. Erik miró hacia arriba, y una lluvia de hojas de colores ocres inundó su visión. Sabía que se avecinaba el tiempo frío y la escasez de alimentos.
A pesar de su corta estatura, trepaba fácilmente por los árboles. Llevaba haciéndolo desde pequeño. Tenía grabado en su memoria cuando lo vio hacer a su padre por primera vez. Se quedó con la boca abierta, mientras su padre sonreía, encaramado a un árbol de grueso tronco. Se emocionó al recordarlo y unas lágrimas brotaron de sus ojos, resbalando por sus rosados mofletes.
Una ráfaga de viento, le devolvió a la realidad. Brincó y con movimientos rápidos y ligeros fue subiendo por aquel enorme árbol.
—¡Oh no! —exclamó en voz alta— los gnomos del sur han estado aquí.
No había ninguna bellota. Lo intentó en otros árboles pero no consiguió ver un sólo fruto.
Mientras miraba apesadumbrado a los árboles a su alrededor, advirtió un destello en lo alto de uno de los árboles. De repente, desapareció. Erik se quedó inmóvil.
—«Juraría haber visto algo» —pensó.
Unas ramas se movieron y unos rayos de sol se filtraron traviesos entre intersticios de las hojas, y el destello volvió a producirse. Erik trepó por el árbol y asombrado vio un pequeño espejo. Era precioso, dorado y con gemas blancas nacaradas. Se miró en él y vio el paso del tiempo en un gnomo de 300 años. Sonrió.
Guardó el espejo en su alforja y volvió de camino a casa.
Se encontró con Frost, el leñador. Era un gnomo tosco y de pocas palabras. A pesar de ello, le saludó:
—Buenos días, espero que estés teniendo un buen día —dijo Erik.
—¿Buen día? —gruño Frost—, llevo todo el día trabajando, más de 10 horas, y todavía me queda recoger toda esta leña. No puedo entretenerme contigo.
—Lo lamento —dijo Erik sobrecogido—. Tampoco estoy teniendo un buen día. Me temo que los gnomos del sur pasaron por aquí, no quedan frutos.
— Ummm —dijo Frost—, no sabes buscar, ve abajo, hacia el riachuelo, tras las encinas, los sureños no se atreven a cruzar el río, ¡¡busca!! —dijo bruscamente y se dio la vuelta ignorándolo.
A Erik, la sugerencia le pareció absurda, —«allí no hay nada» —pensó.
Siguió su camino, el sol empezaba a caer. Vio a lo lejos a su buen amigo Merk, y lo saludó animadamente. Merk era un tipo agradable con don de gentes, resuelto, alto y según las hembras, muy atractivo. Vestía bien y su gorro de terciopelo azul era el más bonito que Erik había visto. Se abochornaba al mostrar el suyo, roído y desgastado.
—¿Cómo va el día mi buen amigo? —dijo Merk.
Erik le explicó lo que le ocurría y Merk le comentó dónde podía encontrar comida, y que le pidiera ayuda si tenía problemas. A cada frase que decía Merk, la alforja vibraba.
Cuando se despidió, sacó el espejo, y vio sorprendido como varias gemas del mismo emitían una luz roja.
Las siguientes semanas fueron duras, Erik hizo lo que le dijo Merk, pero no encontró comida. Era curioso ver cómo cuando hablaba con ciertas personas, las gemas del espejo emitían luz blanca, roja o una mezcla de ambas. Al fin, desesperado acudió a su amigo Merk.
Al acercarse a su casa, la vio cerrada, llamó a la puerta pero no hubo respuesta. Un vecino se acercó y le dijo que Merk se había ido al sur, se había aprovechado de otros gnomos pagándoles una miseria por la recogida de frutos y vendiéndoselos a los gnomos del sur.
—Es un mentiroso compulsivo —dijo el vecino—. No te fíes de él.
Las gemas del espejo emitieron una intensa luz blanca.
Erik no se esperaba eso, le dolió más que nada. Tras superar el instante inicial, se acordó del lugar que le dijo Frost. Sin dudarlo partió hacia allí. Cruzó el riachuelo y al alcanzar la otra orilla, se le iluminó la cara.
—¡Siii! —gritó. Había un montón de nueces, bellotas y otros frutos.
Lo entendió todo, el espejo. Fue a sacarlo de su bolsa, pero no estaba. Había desaparecido… Daba igual.
Erik caminó feliz a su casa. Una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en su cara. Había conseguido una buena reserva para el invierno, y una gran enseñanza que le acompañaría el resto de su vida. Nunca más prejuzgaría a nadie sin conocerle de verdad. Para bien o para mal.
Hola Omunicio, está claro en tu texto que el bosque es determinante en tu historia, lugar dónde se desarrolla la misma, lo que no consigo entender muy bien es el papel del espejo, si bien es cierto que emitía diferente luz ante la verdad o mentira de lo que escuchaba, no parece haber tenido un papel determinante porque Erik ni siquiera se dio cuenta de ello y el espejo desapareció antes de tener un papel protagonista.
La redacción me parece correcta, has usado adecuadamente los diálogos, el texto suena bien, pero a mi me ha faltado ese “impacto”, “sorpresa” o “interés” que esperamos cuando leemos un relato.
Saluditos y buenas fiestas.
Hola, Omunicio:
Es cierto lo que señala Carmelilla; el relato tiene buen manejo del vocabulario, no presenta errores notables; están dados todos los elementos, pero falta “sorpresa”; falta- a lo mejor- un diálogo de Erik con el espejo para enterarse de sus capacidades.Hay cosas que distraen sin aportar, como que vea una imagen de un gnomo de X años.
Espero haber sido útil para que lo recompongas, si te interesa.
Un saludo. Buenos augurios para las Fiestas.
Hola Omunicio. Veo que te has decantado por la fantasía que parece que la mayoría hemos evitado, y que has introducido la figura del mentiroso. Reto conseguido. Por lo respecta a la forma, poco que objetar, excepto el uso de guión y comillas al mismo tiempo para los incisos, tienes un buen dominio del vocabulario y las frases están bien construidas. En cuanto al fondo, coincido con las compañeras en que el espejo te ha quedado “desaprovechado”. De repente desaparece sin que lleguemos a saber como, ni cual era la razón de que estuviera allí. Ha faltado cierta chispa, aunque también es cierto que la limitación a 750 caracteres no ayuda a acabar de redondear la historia.
Un saludo y mis mejores deseos para estas fiestas.
Muchas gracias por vuestros comentarios. Realmente es mi primer cuento o relato, así que seguro que tendré que mejorar en muchos aspectos, esa “chispa” de la que habláis para que haya un elemento de sorpresa. La verdad es que la longitud inicial era muy superior y tuve que recortar, quizá no pude aprovechar más “el espejo”. Pretendí proporcionar una moraleja o enseñanza, aunque no pudiera redondear la historia.
Buenas fiestas a todos. Un saludo
Felicidad para este año y todos los venideros Omunicio.
Es cierto que parece un relato “recortado” de otro más largo, pero eso nos ha pasado y nos pasa a todos.
leyendo entre líneas se comprende perfectamente.
¡¡¡Enhorabuena!!!
Gracias Guiomar de Zahara!! Igualmente!! Que este sea un buen año en todos los sentidos.
Un abrazo.
Hola, omunicio:
Perdona que haya venido tan tarde. Por un problema familiar no he podido comentar como hubiera deseado. Pero como no quiero ser descortés con los que me comentasteis a mí, aquí estoy.
Estoy de acuerdo con los comentarios anteriores.
Aparte de lo que ya te han dicho, que no voy a repetir, creo que te conviene repasar los usos de la coma, porque a veces sobra: “Erik miró hacia arriba, y una lluvia de hojas de colores ocres inundó su visión”, “Una ráfaga de viento, le devolvió a la realidad”.
Y otras veces falta: “Erik trepó por el árbol y, asombrado, vio”, “ resuelto, alto y, según las hembras, muy atractivo”, “—¿Cómo va el día, mi buen amigo?”, “Al fin, desesperado, acudió”.
Procura no repetir palabras, sobre todo si es muy cerca. Yo revisaría “árboles-árbol” y “días-día”.
Sigue escribiendo, cuanto más practiques más mejorarás.
Espero que mis sugerencias te sirvan.
Saludos.