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El niño fuera del bosque - por J.A. Cristian

Cuando regresó al bosque encontró de nuevo la sonrisa que había perdido en la gran ciudad. Era una sonrisa contagiosa, con la fuerza magnética de atraer hacia él a todo el que le conocía por primera vez. Fue así como conoció a Roberto, cuando este fue parte de una excursión que el colegio había organizado para llevar a los alumnos a conocer el bosque central del país.
Se llamaba Jesús. Y aunque solo tenia once años de edad, hablaba con una inteligencia que sorprendía aun a los maestros. El día que el autobus llegó a la aldea con los niños que pasarían un fin de semana en el campo, alli estaba Jesús, a la entrada de la casona que el colegio había alquilado para que los niños pudieran descansar y dormir. Estaba descalzo y con el pelo desaliñado, pero la calidez de su sonrisa hacía que nadie se fijara en su apariencia externa. Se ofreció a servirle de guía al grupo, pues conocía el bosque como nadie mas podia conocerlo. Y aunque al principio los maestros se opusieron, tuvieron que ceder ante el clamor de los niños que querían llevarlo con ellos. Lo cierto es que en su interior los dos maestros que acompañaban a los niños querían que Jesús fuera con ellos, pues pensaban que con su sonrisa contagiosa y sus palabras llena de gracias, este niño podia hacer que fueran mas agradables las agotadoras caminatas en el interior del bosque.
Mientras caminaban, Jesús se acercó a Roberto, pues notaba que se rezagaba al andar y parecía no disfrutar el viaje. Roberto era quizas el que mejor vivía de todo los jovencitos. Era hijo único de padres acaudalados quienes vivían en un dúplex en uno de los edificios mas caros de la ciudad. Tenia todo lo que quisiera tener, pero su rostro reflejaba una insatisfacción
que rara vez le permitía sonreír.
—¿Te sientes bien? —le pregunto Jesús.
—Si, ¿por qué me preguntas? ¿Me veo mal? —le replicó Roberto, con una expresión de incomodidad.
—No sé —le dijo Jesús, pero parece que no está contento.
—Tu no me conoces a mi, —le dijo Roberto. ¿Como puede saber si estoy o no contento?
—Perdona, no te quiero molestar. Solo que todos los niños aquí en el campo somos felices y siempre sonreímos, pero a ti no te he visto sonreír ni una sola vez.
Parecía que algo estaba quemando a Roberto por dentro pues su rostro se estaba poniendo rojo. Jesús pensó que era mejor dejarlo tranquilo.
A pesar de que no hablaron mas durante el día, Roberto no dejaba de pensar en Jesús y quizás como recompensa por su brusquedad lo invitó a pasar varios días con él en su casa. Logró comunicarse con sus padres por teléfono y estos accedieron al deseo de Roberto.
Cuando llegó a la ciudad, algo extraño se apoderó de Jesus,
algo que le hizo perder su sonrisa. En la casa de Roberto estaban todas las comodidades que un ser humano podia tener. Roberto le enseñó todo lo que el tenia en su inmensa mansión, pero nada impresionaba a Jesús. Lo único que llamó su atención fue un inmenso espejo, pues al pasar frente a él vio a tres personas, Roberto, él y un ser extraño que le pareció conocer pero que nunca había visto. En el bosque, Jesús nunca había visto un espejo, por eso Roberto tuvo que convencerlo de que esa tercera persona era el doble de él. Esa noche Jesús no pudo dormir pensando en el espejo y el bosque y entonces entendió porqué Roberto nunca podia sonreír. Temiendo que el mal de Roberto pudiera ser contagioso pidió que lo sacaran de ese ambiente sofocante y tenso, y así regresó a su bosque querido,
al llegar, encontró la sonrisa que por un momento creyó ya había perdido.

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5 comentarios

  1. 1. Dianet dice:

    Hola J.A. Cristian
    ¡Tu relato me gusta!, aunque no entiendo muy bien lo del doble cuando se mira al espejo, vendría bien que lo dejarás más claro en la historia…

    los “más” con acento 😉

    Saludos.

    Escrito el 18 diciembre 2015 a las 18:24
  2. 2. drow_jack dice:

    Hola J.A. Cristian

    Es un relato bastante curioso y me ha dejado desconcertado para bien. Me ha gustado la idea de demonizar el lujo y la comodidad en comparación con la naturaleza. El relato infunda un valor muy noble. En ese aspecto tienes mi aprobación.

    En el aspecto formal tengo otras cosas que decir. No me ha gustado para nada la presentación de los protagonistas. Me ha resultado de lo más confusa. Cuando introduces a Roberto no sé si hablas del que ha ido al bosque o del que tiene la sonrisa contagiosa. Y luego acto seguido presentas a Jesús. Luego sigues leyendo y lo comprendes todo, pero a primeras no entiendes nada. No mola.

    Te felicito en el sentido de que has respetado en todo momento el tiempo verbal y no has escrito ninguna oración aparatosamente larga. Pero en el diálogo te he visto fallar.

    El diálogo en si no me parece gran cosa, me ha chocado en especial este “—Tu no me conoces a mi, —le dijo Roberto. ¿Como puede saber si estoy o no contento?”
    ¿Tu no me conoces a mi? yo escribiría “Tú no me conoces” a secas, con acento en Tú.
    Luego en el inciso suprimiría el “le” porque ya se sabe que habla con Jesús. “—dijo Roberto.” Y tras el inciso me encuentro esto “¿Como puede saber si estoy o no contento?” Yo interpreto que al estar escrito en presente, es una reflexión de Roberto. En ese caso yo la introduciría entre estos signos “<>” “<> Pensó”

    Conclusión:

    —Tú no me conoces —dijo Roberto.
    <> Pensó.

    Si no quieres que la reflexión quede de esta manera, cambia el tiempo verbal al mismo que la narración.

    —Tú no me conoces —dijo Roberto. ¿Como podía saber si estaba o no contento?

    Esta es mi aportación. Te espero en el próximo taller.

    Escrito el 19 diciembre 2015 a las 16:43
  3. 3. Majose dice:

    Hola! A mi parecer, es un texto fluido, las descripciones justas sin excesos. Los personajes para mi está bien delimitados.
    En mi opinión, hay dos frases que se me hacen largas a la lectura:
    “cuando éste fue parte de una excursión……” y “el día que el autobús……descansar y dormir”
    Me gusta mucho como has empezado: evocado las historia de cómo perdió la sonrisa.
    Felicidades

    Escrito el 21 diciembre 2015 a las 17:42
  4. 4. Earendil dice:

    ¡Hola, J. A. Cristian!
    En primer lugar gracias por pasar por mi relato y por tu amable aportación.
    Tu relato me ha gustado más en el contenido que en la forma.
    La historia me gusta, en principio porque es una de las pocas que he leído que tiene un final feliz; y en segundo lugar porque has hecho prevalecer el gusto de la vida rural frente al lujo de la gran ciudad.
    Coincido con Drow_jack en la presentación de los personajes. Lo he tenido que leer dos veces para entender exactamente de cual de los dos hablabas.
    En cuanto a las faltas de ortografía, he visto bastantes, casi todas de tilde. Pero no voy a enumerarlas de una en una. Supongo que si copias el texto en un corrector te aparecerán marcadas.
    Algunos frases son muy largas y redundantes:”Lo cierto es que en su interior los dos maestros que acompañaban a los niños querían que Jesús fuera con ellos, pues pensaban que con su sonrisa contagiosa y sus palabras llena de gracias, este niño podia hacer que fueran mas agradables las agotadoras caminatas en el interior del bosque”.
    Sólo en esta frase hay dos faltas de ortografía “podia” y “mas” llevan tilde. Hubiese quedado mejor: “En su interior, los dos monitores pensaron que la presencia de Jesús harían más agradable las agotadoras caminatas en el bosque. Su sonrisa y sus palabras llenas de gracia serían una buena compañía”.
    Es una historia estupenda, aunque estas correcciones no la desmerecen para nada.
    Espero leerte en otras ocasiones. Felices fiestas y buen año.

    Escrito el 21 diciembre 2015 a las 19:54
  5. 5. Tilly dice:

    Hola, tu relato me ha parecido original y como una bella fabula. Me gusta la idea de la sonrisa en la naturaleza. Enhorabuena Tilly

    Escrito el 21 diciembre 2015 a las 21:11

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