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El último beso - por Tenshys

Llegaban y se sentaban en el mismo lugar, lo habían hecho así por lo menos los últimos 40 años. Todos y cada uno de esos días los he visto sin faltar ni tan siquiera en días festivos. Pregúntenmelo a mí que les cobré la merienda por esa misma cantidad de años; soy la dueña de la cafetería.

Cuando los vi por primera vez, Doña Elvira era menudita, rubia, ojos azules y de un carácter más bien serio; hoy es un poco más rellenita y su cabello ya es blanco, ha envejecido con mucha gracia. Don Joaquín era alto y moreno, de porte orgulloso pero al mirarla a ella su semblante se suavizaba y sus labios se curvaban en una sonrisa, hoy lleva gafas y su cabello es más gris que oscuro pero lo que no cambia es el amor por su mujer.

Ellos no me lo dicen, de hecho a penas si cruzamos palabra, pero se nota en la manera en que él saca la silla para que la doñita se siente o la forma tan tierna en que ella le habla… hasta parecen novios.

No duran mucho en la cafetería, apenas una hora en lo que les servimos su café con leche y degustan el pan dulce (siempre del día, aquí no servimos cosas “de ayer”). Los veo platicar y a veces ella sonríe y coquetea con él, sí, a sus sesenta y pico aún se le da bien a Doña Elvirita eso del pestañeo y el sonrojo, entonces Don Joaquín parece pavorreal, se sienta más erguido y la toma de la mano besándola… ¡Ah, el amor, el amor!

A veces quisiera haberles sacado plática pero nunca me animé, se miraban tan bien ellos dos solos, a veces tomados de la mano y sonriendo, que luego se me pasaban las ganas de interrumpirlos. Se me figuraban una pintura o una portada de esas de revistas rosas, quien los conoce no puede negar que en ellos el amor si es para siempre.

Antes de irse, invariablemente Don Joaquín besaba en los labios a Doña Elvira, apenas un casto piquito, pero con una dulzura y delicadeza que a una se le derrite el corazón.

Antier se quedaron un poco más por aquí, pareciera que no querían irse; los vi tomarse de las manos y acariciarse las mejillas, no sé si me equivoque pero creo que la doñita tenía lágrimas en sus ojos, quizá fuera la luz, que está un poco más opaca (debo recordar mandar a Manuel a limpiar la mica de la lámpara).

Luego vino el beso, ¡madre mía! Eso beso no fue el de costumbre; verán, él tomó el rostro de ella entre sus manos y posó sus labios ansiosamente sobre los de ella, la doñita le correspondió abrazándolo por la cintura y apretándose a su cuerpo. Algo dentro de mí tembló al verlos y todavía más cuando salieron abrazados como si no quisieran separarse nunca.

Ayer por primera vez en 40 años no se dieron cita. Fue extraño mirar su mesa vacía. Los demás parroquianos respetaron su lugar por un rato y después lo ocuparon; la noche siguió con normalidad.

Esta mañana al llegar a la cafetería y esperar a los primeros clientes he dado un repaso al periódico, (a veces es bueno tener tema de conversación) y he visto la noticia:

“Elvira Mendoza de Fernández, esposa del empresario Joaquín Fernández y Arteaga, falleció la tarde de ayer en el Hospital San Judas al no resistir una cirugía para extraer un cálculo biliar…”

No quise seguir leyendo; con un nudo en la garganta mandé a Manuel que cambiara la disposición de las mesas.

Creo que les voy a extrañar.

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6 comentarios

  1. 1. Mariví Alonso dice:

    Muy entrañable la historia. El narrador testigo resulta muy verosímil y aunque se adivina el final, no deja de ser tierno.
    La mía es la 130 por si quieres comentarla.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 23:57
  2. 2. María Gabriela Sanchez Vallejos dice:

    Hola Mariví: Es una historia de amor muy tierna, la descripción de como va pasando el tiempo me gusta mucho, lograste crear una atmósfera cotidiana pero interesante de leer para conocer un final oculto que esconde el relato, me gustó.
    Seleccioné tu cuento sin mayor interés, pensando que al igual que yo tienes un sólo comentario, pero me sorprendiste. saludos y felicitaciones, espero comentarte más adelante.Rayen soy el 124

    Escrito el 21 enero 2016 a las 16:50
  3. 3. Tenshys dice:

    Hola María Gabriela… el relato comentado en este post no es de Mariví sino de Tenshys, o sea mío. 😀

    Pasaré por el tuyo y gracias por comentar.

    ¡Saludos!

    Escrito el 21 enero 2016 a las 20:29
  4. 4. Nuria GR dice:

    Hola Tenshys. Coincido en la ternura que provoca tu relato. Resulta emocionante pensar en dos ancianos que han envejecido juntos y mantienen su amor intacto, como el primer día, y tú consigues plasmar muy bien esa emoción en la descripción de tu escena.
    Lo único que he observado son pequeños fallos gramaticales, aunque creo que son más bien descuidos, como por ejemplo, “a penas si cruzamos una palabra”, “el amor si es para siempre” o “eso beso”.
    Aprovecho para agradecerte que pasaras por mi texto.
    ¡Hasta pronto!

    Escrito el 21 enero 2016 a las 21:48
  5. 5. Clau Cruz dice:

    Hola Tenshys

    Me pareció un relato muy tierno y a la vez triste… compartir toda una vida con la persona amada es un privilegio, pero la parte triste es pensar exactamente en ese terrible momento en que uno marche antes del otro…
    En cuanto al relato, me ha gustado la manera de narrarlo, creo que has sacado muy bien el reto, en especial esas partes donde el narrador combina la historia contada con su momento actual…
    por ejemplo: “quizá fuera la luz, que está un poco más opaca (debo recordar mandar a Manuel a limpiar la mica de la lámpara)”

    ¡Bien hecho Tenshys!
    seguimos por aqui… Bendiciones

    Escrito el 23 enero 2016 a las 20:30
  6. 6. Tenshys dice:

    Nuria:

    Muchas gracias por tus observaciones… tanto repasa uno sus propias letras que se le escapan esos errorcillos; tendré en cuenta tus observaciones.

    Escrito el 25 enero 2016 a las 22:57

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