Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El último beso - por Demetrio Vert

Lo supe una tarde de calor agosteño. Mi padre estaba durmiendo la siesta. Mi madre encendió la radio antes de empezar a zurcir una cantidad enorme de ropa lavada a mano por ella. Olía a limpio, a lejía.
En tardes tan tórridas nos sentábamos junto a la ventana abierta para que nos refrescara la brisa marina. Conversábamos mientras la ayudaba.
—¡Si lo hubiera sabido no me hubiera casado!
Mi madre suele soltar esa frase cuando mi padre eleva la voz con malhumor, lo que sucede a menudo. Mi padre tiene ‘mal genio’; agarra unos berrinches de cuidado cuando algo falla. Sin embargo es un hombre adusto, trabajador incansable. No toma alcohol; solo un poco de vino en las comidas. Entregado a su familia, procura el bien de todos. Siempre ayuda en las tareas domésticas, aún cansado.
Y sin embargo es un hombre insoportable, de difícil convivencia. Lo malo de él es su manía perfeccionista. De ahí las quejas de mi madre.
—No la creo —le respondí—. Usted lo quiere.
Ella se quedó pensativa y contestó.
—No te diría yo que no. Tal vez tengas razón.
—Seguro. Nadie aguanta a nadie sin cariño.
—Los tiempos fueron muy difíciles, hija. Primero la guerra, después la posguerra. Mucha hambre y mucho miedo.
—Lo sé. Pero aún así, siempre hay quien tira por el camino de enmedio.
—Yo no puedo. Es mi carácter. Nunca podría ser desleal a tu padre, ni mucho menos haberos abandonado a vosotros, mis hijos.
Ensimismada, medité unos instantes.
—Se casó muy mayor para la época, madre. En la posguerra, treinta años eran ya muchos para casarse. En las fotos de entonces se le ve guapa, alegre, divertida. ¿Nunca tuvo novio?
Ella sonrió suavemente. Dio unas puntadas y dijo.
—¿Te acuerdas del señor que vino el mes pasado?
—¿El que llegó trajeado y oliendo a rosas?
—Sí, ese mismo. Se llama Rafael. Fue mi novio.
Sorprendida, pregunté.
—¿Qué pasó?
—La guerra, hija. La guerra, que todo lo trastoca.
Yo callé, mirándola con ansiedad.
—Rafael era del pueblo vecino —prosiguió—. Nos quisimos mucho. A punto de casarnos estalló la maldita guerra. Lo enviaron al frente, muy lejos. Demasiado lejos.
Y su rostro dibujó un toque de melancolía.
—Pero volvió. Está vivo —insistí.
—Sí, volvió. Por desgracia… ¡No me hagas caso —se desdijo rápida—. Solo digo tonterías! Me alegro de que esté vivo, claro. Durante la guerra, la incertidumbre me angustiaba sobremanera. Una angustia incesante, inclemente. Fue verle y sentir de nuevo la vida.
Alegre, continuó.
—De pronto lo vi parado como un tonto ante la puerta de mi casa; flaco, desaliñado. Apenas podía sujetar la bicicleta en la que había venido. Le brillaban los ojos, de las lágrimas. Los míos, mucho más lagrimosos, también debieron brillar; de felicidad, por supuesto. Después supe que sus gotas eran de pesar.
Mientras zurcíamos mi madre me contó, como quien cuenta cualquier anécdota, que Rafael había preñado a una muchacha allá por los pueblos del frente. Me contó que lloraron como nunca. Me contó que los dos aceptaron con lealtad el nuevo compromiso.
—Hizo lo que debía —enfatizó—. Casarse con la chica embarazada.
—¿Y usted?
—¿Yo? ¿Qué podía hacer yo? Por aquel entonces ser madre soltera era una gran deshonra, una enorme desgracia para las mujeres y para la criaturas.
—¿Tuvo celos?
Sin dejar de coser, volvió a sonreír.
—Yo era celosa, como cualquier chica. Pero en este asunto no lo fui. En absoluto. Creí morir, eso sí. Perdía a quien más amaba. Sin embargo él debía cumplió como un hombre. De no haberlo hecho, le hubiese dejado de querer.
—Y entonces usted se casó con mi padre.
—Eso fue años después. Todos me animaron. Yo ya entraba en la soltería. Tu padre era un buen hombre al que siempre le gusté.
—¿Alguna vez se enamoró de él?
—Le he tenido cariño. Es bueno y generoso, pero ¡tan regañón! Tal vez con algunas copitas de más le brotara alguna alegría —dijo burlona—. Mas no. Imposible. ¡Es tan recto!
Dejé la aguja y callamos. Ella siguió remendando. En la radio seguía la radionovela. Al rato, pregunté.
—¿Qué quería Rafael?
Desorientada, inquirió.
—¿Cuándo?
—Cuando ha poco vino a verle como si fuera a pedirle la mano.
—Hija, ya no tengo edad para pasiones —respondió chispeante.
—¿Qué quería?, —insistí.
Con ojos serenos, melancólicos, respondió.
—Un último beso.
—¿Se lo dio?
Mi madre me miró divertida.
—Ese es mi secreto, hija. Rafael pudo ser tu padre.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

21 comentarios

  1. 1. Féli Eguizábal dice:

    Hola Demetrio , me alegra volver a leerte. Una prosa intachable, con un ritmo musical que te conduce por un relato dialogado muy bien construido hasta llegar a un desenlace tan misterioso como inesperado. Tengo dudas sobre el narrador. No distingo bien si es testigo o solo lo es en algunos pasajes. No tengo muy bien definido a este narrado y a veces lo confundo. Espero tus comentarios y nos seguimos leyendo. Un abrazo.

    Escrito el 18 enero 2016 a las 22:18
  2. 2. Leonardo Ossa dice:

    Demetrio, en mi opinión has cumplido con creces el reto de contar la historia usando un narrador testigo. Considero que allí hay un valor adicional, muy bien ganado, cuando decides darle voz femenina al personaje que narra. Esa feminidad se lee con naturalidad, aporta credibilidad, no se percibe forzada, y lo más importante, no adquiere protagonismo dentro de la historia. Ella, a quien intenté compararla físicamente con su padre, para luego mirar su aspecto junto a Rafael, me transmitió desde sus intervenciones en el texto la vitalidad del personaje que encarna. Es un personaje sin el cual no habría sido posible la confidencia, pues todo habría quedado en la intimidad de la madre protagonista. La hija, transmite serenidad y comprensión ante la confesión de su madre, sin mostrar angustia, ni desencanto, es solidaria y nos hace participes de la historia sin dejos rencorosos o melancólicos.
    Creo pues, que el reto ha sido cumplido. Tienes acá una testigo de excepción, casi palpable, a través de la cual nos brindas las historias de una pareja de novios separados por la guerra.
    Pero no todo acaba allí. Tus personajes, enmarcados en un número limitado de palabras, nos cuentan de los recovecos de la vida y los amores que los rondan. Hay un hombre al que sabemos dormido y advertimos en la vigilia como padre recto, pero regañón progenitor de varios hijos. También hay una madre, que sobrelleva con algo de resignación su condición familiar, dejando entrever su responsabilidad, su rol de madre, y claro está: su fibra humana. De Rafael hemos sabido otro tanto, le ha tocado asistir a la guerra, le ha tocado ser padre y luego esposo en tierra ajena. Además ha tornado años después por algo importante, por un último beso. Ese detalle tan humano me hizo ver de manera muy real la historia que nos presentas, y eso, indica la madurez de tu escritura. ¡Felicitaciones!
    Puedo decir, que tu texto nos ha creado una imagen panorámica de varios personajes, donde solo “Fue verles y sentir de nuevo la vida”.
    Un abrazo.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 04:51
  3. 3. Demetrio Vert dice:

    Gracias Féli. Gracias Leonardo.
    Aclaro un par de cositas.

    Hay una errata en el texto, donde dice, “Sin embargo él debía cumplió como un hombre”, debe decir, “Sin embargo él debía cumplir como un hombre”. Cosa de los duendes.

    En cuanto al narrador. No me planteé eñl reto. Simplemente escribí el relato. Al ir a mandarlo me dí cuenta que cumplía con el requisito. Dudé y lo comprobé. Yo diría qué es un narrador interno (participa en la historia)y testigo (no la protagoniza). Creo que esas son las dudas de Feli. (He tenido que volver a repasar los apuntes ahora). En cualquier caso, no me importa el reto. Podemos desclasificarlo. Me importa escribir un buen relato, y es lo que siempre intento.

    Gracias por vuestra amabilidad.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 19:09
  4. 4. Juana Medina dice:

    Y es un buen relato, Demetrio. Me ha gustado mucho la vitalidad, el lenguaje de confidencia entre madre e hija ya grande, me ha gustado todo lo que se cuenta tanto de Rafael como de “tu padre”. Por reparar en algo iba a señalarte la errata, pero ya lo has hecho tú. A mí me pasó algo parecido.
    Te agradezco un relato tan bonito. Ando por el 149, si te quedan ganas
    Un saludo

    Escrito el 20 enero 2016 a las 18:24
  5. 5. Marazul dice:

    Hola Demetrio
    Leo tu relato y pienso: “esta historia es de las mías”, ” de las que a mi me gusta contar” jajajajaj……no sé si me has leído alguna vez, Demetrio, pero precisamente soy de las que se inspira en este tipo de hechos. Y siempre digo lo mismo. Hay historias que nunca se sabrán, y otras que alguien se molesta en contar.
    Me encanta esa madre que se sincera con su hija y que seguramente calla mucho para no herirla. ¡Cuanto puede recordar mientras zurce, mientras lava…!
    ¡Qué hay detrás de unos ojos cansados, chispeantes o tristes!
    La forma es impecable y por poner algún pero solamente quitaría alguna repetición de “mi padre”, ” mi madre”
    Me ha encantado tu estilo y la historia tan real que nos cuentas

    Escrito el 20 enero 2016 a las 23:39
  6. 6. Karen Katina dice:

    Hola Demetrio.
    Gran relato, me parece un texto fluido, natural, tan cotidiano que de alguna manera nos hace testigo como lector de las confidencias entre madre e hija.
    Me gusto todo, el ambiente creado, el lenguaje utilizado e incluso cada personaje que en relato tan solo conversan ellas dos no se puede ignorar que los otros dos personajes tienen su propia personalidad bien definida.
    Excelente, felicitaciones.
    Este mes no participe, pero estoy pasando a dejar comentarios a algunos compañeros.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 04:22
  7. 7. Demetrio Vert dice:

    Hola Maraazul y Karen.

    Muchas gracias por vuestros amable comentarios.

    En otro orden de cosas parece que en mis comentarios de este mes estoy siendo un Pepito Grillo.

    Por supuesto no es esa mi intención sino la de corresponder respetuosamente y con gran devoción a los esfuerzos de los compañeros. A veces uno tiene diferentes puntos de vista. Siempre intento ser sincero y respetuoso, cosa que algunas veces es difícil de interpretar.

    Repito, agradecido de vuestro interés.

    Por cierto, aprovecho para sugerir a todos los compañeros que lean el relato de Brenda. Los pesos pesados del blog ya tienen muchos seguidores y no hace falta recomendarlos.

    Saludos.

    Demetrio.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 12:39
  8. 8. Miranda dice:

    Hola Demetrio:

    Una bonita historia de amor inmortal. Un fiel reflejo de una época en la que los valores estaban por encima de los deseos.
    Cuando ella dice que si él no hubiera cumplido con la embarazada habría dejado de quererlo, recoges toda una filosofía de vida de una época no tan antigua, pero si muy lejana y distinta al pensamiento actual.

    En cuanto a la forma me encanta tu dominio de los diálogos, tan fluidos y naturales y como has desenvuelto el reto del narrador, que para mí esta muy conseguido.

    Felicitaciones. Seguiré leyéndote para aprender.

    Un saludo.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 01:51
  9. 9. Lemo dice:

    Hola Demetrio:

    Me ha gustado mucho el relato, algunos me requieren cierta concentración para acabarlos en cambio tu relato se degusta con toda tranquilidad y llegas al final en un suspiro.
    Como dicen otros compañeros viajas a un pasado que con unos valores que a la juventud de hoy choca. Lástima no conservemos apenas un quinto de los de entonces.

    En cuanto al reto que ya sé que no te quita el sueño, me interesó tu explicación sobre el mismo, ya que a mí como a Féli me costó verlo. Y no hablo de critica si está conseguido o no, sino de yo como lector saber identificar en este caso el tipo de narrador. La verdad es que me ha costado bastante ver la diferencia del narrador testigo y confesiones o descripciones de algunos relatos. Incluso el mío dudaba si lo hacía bien.
    Es lo bueno del taller , que te obliga mas allá de intentar escribir buenos relatos profundizar en el conocimiento de la forma.

    Después de este pequeño tostón, felicitarte de nuevo por tu relato que leí con sumo gusto.

    Un abrazo

    Escrito el 22 enero 2016 a las 10:05
  10. 10. Manoli VF dice:

    Me ha encantado, Demetrio, y mira que es difícil sostener un relato con un diálogo datado en la época en que lo haces con la consecuente distancia entre madre e hija, acentuada por el “usted”, y, no obstante, transmitiendo tanta intimidad que haces que el lector sienta que está “espiando” de alguna manera la conversación de esas dos mujeres…

    ¡Realmente magistral! Mi enhorabuena más sentida.

    Únicamente quitaría lo de “agosteño” primera vez que lo oigo y no me gusta como suena. Por lo demás tu prosa y los diálogos los veo impecables.

    Te sigo leyendo te invito a pasarte por el mío y comentarme (67) me gustaría saber tu parecer.

    Un saludo.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 16:38
  11. Excelente historia y ambiente pero lo mas que me gusta es la facilidad con la que manejas los diálogos, que fluyen de forma natural. Ese final me parece perfecto.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 16:45
  12. 12. Miriam Torres dice:

    Hola Demetrio!!

    Me ha encantado tu relato, pero me toca hacer de “poli malo” (tranquilo, el “poli bueno” sale mejor parado). Además de la sugerencia del espaciado doble por cuestiones de formato del blog, hay alguna cosilla sin importancia en la transcripción del texto. Por ejemplo: “Por aquel entonces ser madre soltera era una gran deshonra, una enorme desgracia para las mujeres y para la criaturas.” (falta la s) o alguna repetición: “Sin embargo es un hombre adusto, trabajador incansable (…) Y sin embargo es un hombre insoportable”. Hasta aquí la crítica.

    Ahora vienen los halagos muy merecidos porque es un relato precioso y tierno. Muy bien estructurado y fluido, con buen ritmo de lectura. Me ha resultado muy sencillo imaginar la escena y esa intimidad que se crea entre madre e hija, en gran parte por los diálogos, bastante buenos y diferenciados; y a los personajes, especialmente a la madre, que para mi es la protagonista absoluta del relato.

    Enhorabuena!!!

    PD: Si quieres, pasa por el 203 😉

    Escrito el 22 enero 2016 a las 21:01
  13. 13. Wanda Reyes dice:

    Hola Demetrio, me gusto mucho tu relato. Tus dialogos son muy naturales y fluidos algo con lo que he tenido que luchar pero creo estar mejorando. Creo que un buen dialogo hace una historia mas entretenida. Te hace conocer mas a fondo un personaje por como se expresa.
    Saludos, y espero leer algo tuyo en otra ocasión.

    Te invito a que leas mi relato es el 147.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 22:39
  14. 14. Marcelo Kisi dice:

    Cuando todos se van a dormir, se hace el silencio en la casa, me preparo una bebida caliente, y es momento de celebración: leo el relato de Demetrio.

    ¿Cómo haces, astuto amigo, para manejar un lenguaje elevado, que ennoblece al idioma castellano, sin perder la naturalidad y la verosimilitud? Te leo para disfrutar, para aprender, para vibrar con tus personajes, tu sabiduría y tu erudición.

    Las pulidas ya te las marcaron. Yo solo te agradezco este momento de felicidad estética que nos has regalado, una vez más.

    Escrito el 23 enero 2016 a las 02:57
  15. 15. Demetrio Vert dice:

    Gracias Miranda, Lemo, Manoli, Ryan, Manoli, Wanda y, como no, Marcelo.

    A Miriam, “la poli mala”. Gracias por tus advertencias. Debo poner más atención.

    A los aprendices de escritor nos encanmta que alguien nos diga que nos lee para disfrutar. ¡Oh, sublime homenaje! Si además estas palabras vienen de un Maestro como el compañero y amigo Marcelo, te hacen palpitar el corazón.

    Repito, gracias a todos y, por supuesto ire leyendo vuestros cuentos.

    Saludos.

    Escrito el 23 enero 2016 a las 18:08
  16. 16. Demetrio Vert dice:

    Observaréis que no aprendo. Arriba doy las gracias a Manoli por duplicado (que se las merece) y se me escabulle Miriam, cuando es ella la que me advierte de los fallos. Sufriré el castigo con estoicismo.
    Por supuesto, a Miriam le estoy tambien doblemente agradecido, como a todos.

    Escrito el 23 enero 2016 a las 18:14
  17. 17. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Hola Demetrio, me encantó la historia narrada desde unas labores puramente femeninas ante un escenario de otros tiempos, vividos por muchos, donde la mujer tenía tareas que cumplir mientras el padre tomaba su siesta. La comunicacion abierta entre madre e hija me metió de lleno en la historia y precipitó que unas lágrimas vertieran de mis ojos para después despertar un sentimiento de simpatia por Rafael.¿Y lo del beso? Genial.

    Escrito el 24 enero 2016 a las 20:46
  18. 18. Wolfdux dice:

    Hola Demetrio, un relato muy bien escrito. Como las dos cosillas que había visto ya te las han comentado me limitaré a felicitarte por el relato. Un abrazo.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 1 febrero 2016 a las 22:51
  19. 19. Cryssta dice:

    Hola Demetrio, por fin pude pasarme a leer tu relato. No sé si es que no tienes fallos en él o que yo ya he corregido tantos relatos que ya no soy capaz de ver nada. En cualquier caso siempre es un gusto leerte, textos como los tuyos me permiten relajarme y disfrutar de la lectura sin ponerme a analizar si algo cuadra o no cuadra.

    Por favor, no dejes de escribir, espero leerte en el próximo taller.

    Un abrazo.

    Escrito el 3 febrero 2016 a las 18:55
  20. 20. Demetrio Vert dice:

    Gracias Cryssta por ser tan amable.

    Nos leemos.

    Escrito el 3 febrero 2016 a las 19:46
  21. 21. Demetrio Vert dice:

    Osvaldo, Woldfux. Ya estoy mareado. Disculpad, pero por supuesto os agradezco haber leido y por las lisonjas inmerecidas que me habéis dado. Pero se agradecen.

    Un abrazo y feliz escritura.

    Escrito el 3 febrero 2016 a las 19:50

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.