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El último beso - por Luiçao

Álvaro era un chico normal, ni guapo ni demasiado listo… normal. Trabajaba en el aeropuerto, de operario cargando maletas. Había conseguido el puesto por mediación de un familiar que también trabajaba allí. Después de tres contratos temporales por fin le hicieron uno indefinido, le avalaba que nunca había dado problemas y el pasar desapercibido sumaba puntos.

No se le conocían novias, tampoco amigos, lo poco que se sabía de él era a través de su perfil de Facebook, en el que colgaba algún video musical de los grupos que le gustaban. Son las paradojas de las redes sociales, en la vida real era un autentico desconocido… todo lo contrario que su yo virtual, con cientos de “me gusta” cada vez que publicaba algo.

A Álvaro sólo se le conocía una afición, un hobby rozaba la línea roja entre el divertimento y la adicción. Era el leitmotiv por el que se despertaba todos los días.

Todo empezó cuando por motivos familiares, asiduamente debía realizar viajes en avión, en los momentos muertos esperando a embarcar se pasaba el tiempo inventando la vida de todos los que pasaban por delante suya. Disfrutaba fantaseando con todos sus defectos, virtudes y secretos, podía pasar horas administrando la vida de todas esas personas jugando a ser dios.

Ahora con el poder que le otorgaba su trabajo, había perfeccionado el método. A la hora de comer, cuando todos sus compañeros lo hacían, él aprovechaba para abrir las maletas de los viajeros en busca de artículos, prendas y demás en seres que le servían para confirmar la historia que había montado sobre ellos. Tras largos meses mejorando la técnica, había conseguido una perfección milimétrica abriendo maletas. Sustraía solo piezas pequeñas, poco reseñables para que al propietario le asaltara la duda de habérsela olvidado en el destino de donde venia, así nunca llamaba la atención, por lo que podría estar tranquilo y poder seguir practicando su “hobby” preferido.

Aquel día no tenía nada de especial. Se había levantado a la misma hora de siempre, desayunado lo mismo de siempre y cogido el mismo número de autobús de siempre, era un día normal… como él… normal. Eran las tres y como siempre se había quedado sólo en el almacén. Estaba científicamente probado –o eso quería pensar- que las maletas más llamativas, las más vistosas, eran las que menos cosas interesantes albergaban.

Las que tenía delante de él eran del vuelo que cubría la ruta Alicante – Túnez. Tuvo serios problemas para decidirse por una, todas eran insulsas, de un solo color. Maldijo aquella remesa de maletas, parecía que las hubieran puesto a posta para conspirar contra su persona. Agarro la gris de tamaño medio, saco el útil con el que las abría y con dos gestos el cerrojo cedió sin forzarlo, antes de tocar nada ojeo el contenido… no le gusto, tuvo una premonición y la cerró enseguida.

-¡Vamos Álvaro! Abre otra, no puedes quedarte sin tu tesoro.

Ya estaba otra vez esa molesta voz en off que siempre sonaba en su cabeza cada vez que estaba haciendo un “trabajo”.

-¡Aquella del fondo, la negra! –dijo la voz, apremiándolo a que lo hiciera rápido.

Hizo caso, siempre se lo hacía. Desde que hace unos años empezó a escuchar aquella voz dentro de él siempre los consejos que le daba habían surgido buen efecto.

Apresuro sus pasos a la esquina del almacén donde se encontraba el bulto, lo levantó y lo posó encima de otra, aunque no le hizo falta, dio un beso al útil, quizás el último beso, como siempre hacía –le daba suerte- con sólo tocar la cerradura se abrió. Ésta le gusto más, otra vez había acertado la voz. Registro los bolsillos y hurgo entre la ropa, sus dedos chocaron contra algo metálico…

-¡Si, si! ¡el tesoro! Te lo dije, en esa estaba el tesoro –retumbaba la voz en su cabeza.

Retiró todas las prendas y quedo al descubierto una caja metálica precintada con cinta aislante… la abrió… la deflagración derrumbo parte del edificio de logística, dejando el funesto bagaje de ocho muertos y quince heridos.

Según fuentes del ministerio del interior, la maleta contenía una bomba casera con 400 gramos de amonal, que iba a servir para reventar el avión en pleno vuelo, sesgando la vida de 154 pasajeros. Álvaro se convirtió en un héroe por evitar tal masacre, nunca más sería un chico del montón, nunca más sería normal.

…si el pobre Álvaro levantara la cabeza.

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4 comentarios

  1. 1. Caciba dice:

    Hola, Luiçao.

    Uf…, qué idea tan original has tenido. Desde luego has logrado que “el último beso” no haya sido romántico.
    Me ha gustado mucho, he estado interesada desde el principio por este muchacho tan raro y el final ha sido una sorpresa auténtica. Me ha parecido muy bueno.
    Cuando me falte algo en la maleta voy a acordarme de Álvaro, jaja, ¡y no es tan descabellado!

    Te paso a comentar algunas cosas en el aspecto formal:

    Yo creo que enviaste el relato deprisa y no le has dado una última vuelta, pues se te han pasado algunas tildes:

    -me había fijado en que “video” lo pusiste sin tilde y he buscado información. Veo que en España sí se pone tilde pero en América no. Solo es un comentario.

    -auténtico, agarró, sacó, ojeó, quedó.

    -Dios, la inicial con mayúscula.

    -enseres

    -Yo pondría alguna coma o punto más:

    “Ahora, con el poder…”
    “Sustraía solo piezas pequeñas, poco reseñables,…”
    “Todo empezó cuando por motivos familiares, asiduamente debía realizar viajes en avión. En los momentos muertos…”

    -Sobre el reto del narrador…, no estoy segura…Espero que algún compañero te pueda decir.

    Mi opinión: muy buen relato, tanto la idea como la narración. Me ha sorprendido mucho todo.

    Enhorabuena

    Un saludo

    Escrito el 19 enero 2016 a las 18:02
  2. 2. Luiçao dice:

    Gracias Caciba por el comentario.

    Tienes toda la razón, siempre hay que darle un último vistazo al texto para que salga correcto (a veces ni eso)… es obvio que yo no lo hice. Me quedó con que te ha gustado la idea y la narración.

    Un saludo.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 17:36
  3. 3. Mª Luisa Pérez dice:

    Hola Luiçao. Tu relato me sorprendido mucho, sobre todo al final. No sabía donde iba aparar este chico tan “normal” (¿qué es ser normal”) y tiene un desenlace muy original.
    Como Caciba ya ta ha dicho muchos pequeños errores, yo solo te digo que hay que repasar los textos varias veces (a mi también me lo digo)
    Lo que sí que encuentro que es “inadmisible” es que te hayas incluido en la opción de narrador testigo, porque el tuyo no lo es en absoluto. El testigo sólo narra lo que ve y no puede opinar, ni oír voces en off ni recordar lo que antes ha hecho el personaje. Él está viendo una escena puntual y es lo que tiene que contar.
    Gracias por tus comentarios. ¡Nos leemos!

    Escrito el 20 enero 2016 a las 23:36
  4. 4. Fernando Caporal dice:

    Hola Luiçao, de tu relato, que me ha gustado mucho leer, resalto algo que es muy preente, bastante real, la diferencia de caracter entre la persona física y virtual, lo que pasa en el “cara a cara” y el mundo de las redes sociales. Y sin embargo, esa dualidad se hace tan cierta hoy que el personaje envuelve un aura de credibilidad más enfatizada. Quizá lo “normal” de Alvaro esté bastante fundamentado en ésta manera de él, de ser algo alienado en lo personal y algo más participativo en redes sociales, en el contacto No-Personal.
    De la formalidad, Caciba te ha indicado algunas cosas, y del reto del narrador, María Luisa también lo ha hecho, no tengo nada que agregar ni quitar.
    En cuanto a contenido, excelente, me pareció muy bueno y muy original, y el desenlace me sorprendió, creo que un relato cuyo final sorprende, puede saberse como bueno.
    ¡Felicitaciones!

    Escrito el 26 enero 2016 a las 23:21

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