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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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El último beso - por Robert W. Peterson

Web: http://www.escrites.com

Tomó unas tablillas y tensando unas telas construyó un barco para un día hacerse a la mar. Su destino el horizonte, vivir, el precio a pagar; su equipaje: un anhelo, un suspiro y poco más.

El hijo del tabernero se deshizo en una tímida sonrisa cuando una fulana, que frecuentaba el negocio de su padre, le dedicó un beso al aire en la inmediatez de un cruce de miradas. Cualquiera habría jurado que el muchacho adolecía de escorbuto, su dentadura parecía las teclas de un piano viejo.

Niño aún para comprender lo maternal de aquel gesto, a punto estuvo de dejar caer la jarra a medio fregar que sostenía entre sus dedos. Respiró aliviado; su cuerpo era ya patrimonio del mal humor de su padre. «Me casaré con ella», fantaseó inocente.

Los canticos marineros y el alboroto acostumbrado de las primeras horas de la noche se iban disipando como espuma de cerveza. Ante la distraída mirada de sus progenitores, el joven observaba apoyado en la barra cómo el torrente inicial de parroquianos coagulaba en pequeños grupúsculos ávidos de conversación.

Por azar, su atención recayó en un atípico corrillo de marineros. Aunque entonces no comprendió nada de lo que allí sucedía, la charla tomaba un cariz trascendental en medio del cotorreo trasnochado de la taberna. Uno de los hombres, que por su porte parecía un aristócrata o un acaudalado comerciante, cogió aire y, tras una pausa dramática, dijo con pretendido pesar.

─Quién pudiese… ─se lamentó, mientras jugaba a imaginar─ condensar en una gota todo el salitre del mar; atrapar en pocos versos cien viajes a ultramar… cuando el alma tiene hambre, sólo el arte la ha de saciar.

Las miradas socarronas se dispararon en todas direcciones interrumpiendo su discurso; un viejo pescador tomó la palabra.

─¡Tonterías! ─exclamó, y añadió en tono jocoso─: ¿Alimento para el alma? ¡Es del estómago la única ley! Se siente un hombre dichoso cuando tiene para comer. Pues no hay fortuna mayor… ¡Las redes bien llenas y una mujer en el colchón!

La piel de su cuello vibró como el contrafoque de popa en un día ventoso. Todos celebraron el acierto de sus palabras y brindaron por su ingenio. El poeta, abochornado, se apartó del grupo unos metros y señaló con el dedo índice a la jarra vacía. El mozuelo lo miraba con picardía. Lejos de darse prisa, se demoró todo lo que pudo; alguien debería dejarle claro la clase de hombres que eran bien recibidos en su taberna. Cuanto antes se enterase, ¡mejor para todos!

Imitando el paso de una gallina se acercó hasta el aristócrata, y comenzó a servirle sin dejar de mover la cabeza; arriba y abajo, «clo-clo-clo…», cloqueó. Los que se percataron de la comicidad de la escena aplaudieron con entusiasmo la travesura. Muy orgulloso, y animado por la confianza que le infundía su reciente confraternidad con aquellos lobos de mar, decidió quedarse cerca para escuchar mejor la charla.

Desde la corta distancia, pudo distinguir a otro de los hombres: un capitán de la armada inglesa ─a jurar por sus galones─ que permanecía en silencio, distante, pero atento a la conversación. Era alto, de unos cuarenta años, y ocultaba su ojo derecho tras un parche; el ojo sano se movía de un interlocutor a otro, guiado por cada intervención, como si de un faro se tratase; o de la mismísima Osa Mayor.

Walter agachó rápidamente la mirada; el inglés esbozó una cálida sonrisa y, con ademán sereno, se acercó y colocó la mano sobre su hombro. El muchacho temblaba de vergüenza iluminado por la luz intermitente de la estrella. Sintió el aliento del capitán cerca de su oreja.

─Yo con menos me conformo ─le susurró─: en el arrebol del tiempo, mirar donde antes hubo tierra y navegar. Acuérdate siempre, la vida es un tesoro y el mar es su lugar.

Cuando el fuego de la artillería española abría brecha en el casco de su amado barco; muchos años después, cuando el agua se filtraba entre las maderas rotas y empapaba su cuerpo ensangrentado; fue en aquel preciso instante, cuando Sir Walter habría de rememorar lo vivido aquella noche perdida en su memoria. Lo recordó nítido, como si el mismo capitán encarnado ahora en la muerte susurrante le anunciase desde el otro lado:

«Deja en puerto lo que sobra: una pena, una duda y nada más».

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19 comentarios

  1. 1. Robert W. Peterson dice:

    Adorados y queridísimos tallarines, talleristas y compañeros del taller:

    Les comunico que he realizado algunos cambios de última hora sobre esta versión del relato (nada, dos comas y tres o cuatro palabras). Si desean leer la que considero como definitiva sólo pinchen sobre el enlace que verán a continuación:

    http://www.escrites.com/escritos/entry/el-ultimo-beso

    Prometo devolver todos los comentarios; ahora bien, no sé cuando dispondré de tiempo para poder hacerlo. Tengan paciencia.

    Un saludo y espero que les guste el relato.

    Escrito el 18 enero 2016 a las 18:04
  2. 2. DreamxAlchemist dice:

    Me encantó la “tiradera” poética a medio relato, en verdad muy buena y amena, creo que es lo que más destaca de tu escrito. No he pillado del todo la conexión entre el título y el relato, pero no es algo que importe mucho. Gran trabajo, ¡Saludos!

    Escrito el 18 enero 2016 a las 18:47
  3. 4. Earendil dice:

    Saludos, Robert W. Peterson.
    No voy a leer la versión extendida de tu relato, de momento, primero voy a comentar el que has presentado en el taller, que es lo que importa.
    Me ha gustado mucho el aire marinero que le has dado, que me recuerda a los poemas decimonónicos del romanticismo español, con José Espronceda a la cabeza, con su “Canción del pirata”. Aunque no hayas escrito exactamente un poema, el lenguaje que utilizas y los versos que vas intercalando a lo largo del relato, así me lo ha parecido.
    Casi estoy respirando el aire rancio de esa taberna, el olor agrio de la cerveza derramada y, tal vez te ha faltado el humo asfixiante de una pipa.
    Sólo he observado una falta de ortografía, cánticos, va acentuado. En cuanto a la puntuación, no tengo nada que añadir.
    Tal vez, por encontrar algún pero, no veo mucha relación con el título exigido. Tal vez, El último beso, podría ser el nombre del barco que se construyó en el primer párrafo.
    Poco más puedo añadir. Siento la tristeza del poeta del bar ridiculizado y abochornado por una panda de necios e incultos.
    En cuanto a la estadística que estoy realizando sobre tu pronóstico de los porcentajes, voy a contabilizar el tuyo en la categoría de los románticos, por el aire melancólico que destila.
    Si te apetece leer el mío, estoy en el 237. Espero tus comentarios.
    Un saludo

    Los canticos marineros

    Escrito el 19 enero 2016 a las 19:35
  4. 5. La Blasa dice:

    La verdad que no deja de sorprenderme la calidad de algunos de los relatos participantes.

    Me ha encantado. Me ha gustado por varios motivos:

    – El cambio de estilo entre la prosa y el verso está muy bien ejecutado, resultando muy natural.

    – la recreación del ambiente es muy acertada y la división de las acciones perfectamente encuadrada.

    – El contenido tiene fuerza y un toque pícaro y desenfadado que invita a seguir leyendo.

    Nada que achacar a la forma. Se nota que lleva años escribiendo y que se desenvuelve como pez en el agua , jugando con sinónimos con frecuencia para no caer en la repetición y estructurando con gran soltura y acierto la historia.

    El pero lo comparto. El “ultimo beso” es meramente anecdótico, pues apenas se hace mención al mismo pero se le perdona ante semejante historia tan bien contada. Magnífico, mi más sincera enhorabuena.

    Mi relato es el 112, por si le apetece echarle un ojo, que tal y como escribe su opinión tendría mucho valor para mí.

    Un saludo.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 08:54
  5. 6. Robert W. Peterson dice:

    Muchas gracias por comentar, compañeros. Me alegra que os gustase.

    Me temo que en esta ocasión mi comentario va hacerse esperar. Por motivos académicos no dispondré de tiempo hasta pasado el día 6 de Febrero. Tengo un examen vital para mí en esa fecha y acostumbro a extenderme en los comentarios, de modo que no tendréis noticias mías hasta entonces. Lo siento de veras.

    Yo lo encuadraría en muerte trágica, Earendil, aunque tiene un poco de todo.

    La clave está en el último párrafo, es lo que le da significado a la escena. Walter, el muchacho, convertido ahora en un general de la armada naval inglesa pierde su barco en una batalla contra los españoles. Y es en el momento de su muerte cuando regresa a esa noche vivida en la taberna de sus padres, donde ese antiguo capitán le anima de alguna forma a echarse a la mar. Ahora es la muerte la que le está hablando desde el otro lado, aunque él la siga viendo en los hábitos del capitán. El mensaje esta vez es diferente: que no le tema a la muerte, que no dude y que mucho menos sienta tristeza.

    Mi idea para el relato era mostrar diferentes facetas de la vida. Algunos se refugian en lo intelectual, otros en lo mundano, y algunos pocos deciden echarle verdaderamente coraje y vivir realmente su existencia.

    El último beso es un guiño al beso que le lanzó la fulana años atrás. Es el último que va a recibir antes de su muerte, aunque sea desde una evocación o un espejismo creado por su mente.

    El final es sutil, me hago cargo.

    Muchísimas gracias por comentar. Y tengan paciencia, me pasaré, lo prometo.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 10:06
  6. Excelente relato. Me parece muy buena y acertada la ambientación. La parte del poeta me hizo gracia. El final, aunque triste, fue buenisimo. Tengo curiosidad en como describirias esa batalla en la que muere Walter. Sería interesante.
    Excelente relato.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 19:00
  7. 8. Manoli VF dice:

    El ambiente de la taberna está muy bien descrito, Robert. Los versos, aunque inusuales, le dan un aire épico. La redacción es buena, aunque no acabo de ver el argumento, están en una taberna, con un narrador testigo que también me parece acertado, pero hay saltos en el tiempo, y no entiendo bien lo que narras (el nudo) al final saltas directamente hasta la muerte del personaje, ¿Qué ha pasado con la barca que quería construir? ¿Era utópica? lo he leído dos veces pero me han quedado muchas preguntas en el aire, quizás una segunda parte como te ha dicho Ryan estaría bien.

    Un saludo.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 13:02
  8. 9. Robert W. Peterson dice:

    No he empleado un narrador testigo, es un narrador en tercera de lo más normal. La casilla del reto no está marcada (si te fijas).

    La distribución del tiempo es complicada, sí, pero yo veo los relatos del taller como un laboratorio sobre el que ensayar cosas nuevas. Me interesa más tratar de hacer algo diferente que construir un buen relato; me da igual que no guste o quede cojo, para que mentir. Mientras se entienda.

    Sería algo tal que así.

    1. La escena real ocurre y el niño toma la decisión de hacerse marino.

    2. La narración arranca sin mencionar la parte anterior (que realmente no es la que se narra), con un primer párrafo que es la toma de contacto del muchacho con el mar.

    3. Hay una elipsis temporal grande en su vida hasta el momento justo de su muerte.

    4. La escena de la taberna que se esta narrando ocurre ahora, pero en la cabeza de Walter, como una reminiscencia justo antes de morir. Ha hecho carrera como marino y ahora es general de la armada inglesa. Obviamente el primer barco que construye con unas tablillas no es el que destruyen los españoles.

    5. Se acaba la reminiscencia y se describe la cruda situación y el relato adquiere una nueva dimensión temporal.

    6. Odio tener que dar estas explicaciones.

    Gracias a ambos por comentar; me pasaré por los vuestros.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 13:46
  9. 10. earendil dice:

    Hola de nuevo:
    Después de tus explicaciones he visto mejor el encuadre.
    Efectivamente, he entendido a la perfección la última escena, cuando el protagonista ve a ña muerte cara a cara.
    Respecto a la estructura temporal de tu relato, está claro que no estoy a la altura de tu sutileza.
    En tu lugar, yo hubiese escrito la última escena la primera y así, hacer una reminiscencia a la escena de la taberna que tanto marcó su vida, sobre todo si ese es su recuerdo más preciado, ya que le voene a la mente a punto de morir.
    Pero claro, eso es lo que hubiese escrito Earendil no tu, si no ya no serias Robert W. Peterson, al que tanto admiro.
    Eres muy inteligente, buen filósofo y con buen sentido del humor, por eso me ha extrañado ese tufillo a resentimiento que destilas en las palabras de tu último comentario.
    Los demás comentaristas no te han dicho nada al respecto, por lo que entiendo que han entendido tu escrito a la perfección.
    Nos leemos.
    Un saludo.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 16:48
  10. 11. Robert W. Peterson dice:

    Hola de nuevo Earendil, ¿qué hay?

    Confieso que cada vez que alguien escribe mi seudónimo completo, “Robert W. Peterson”, me suena como si un elefante entrase en una cacharrería. Soy sólo Rober, o Tito como diría mi abuela. Creo que debo cambiar algo a ese respecto.

    ¿Te ha sonado a resentimiento? No hay nada de eso, lo prometo. A veces puedo sonar un poco brusco porque soy directo y voy al grano. Son las limitaciones de este medio, es demasiado impersonal.

    Por otra parte, si no se entiende lo que propongo o no conecta con el lector, soy yo el que fracasa en la labor de narrador, y no al revés.

    En teoría de la comunicación hay una analogía muy elegante para ilustrar esto:

    En un concierto de rock o en una boda, cantante y novia lanzan un ramo de rosas al público movidos por la emoción. Se están “expresando” y poco importa que el ramo se desarme en el camino y a cada persona le llegue sólo una parte de éste.A algunos les llegará un tallo, a otros el capullo, una rosa entera, en definitiva: un fragmento del mensaje completo.

    Cuando se trata de “comunicar” lo esencial es que el mensaje llegue íntegro a su destinatario, en el mejor estado posible. Como cuando un novio le regala un ramo de rosas a su amada; se lo entrega con mimo y cuidado.

    Contar una historia tiene un poco de ambas cosas. Sirve para que el autor nos lance su mundo interior, pero, al mismo tiempo, es una condición imprescindible que el mensaje llegue en buenas condiciones al lector.

    Por este motivo, me frustra un poco cuando no logro transmitir lo que me proponía. Si quisiera expresarme únicamente, abriría un blog nihilista y me quedaría tan ancho hablándole a la pared. Se trataba de escribir un relato, no de desentrañar un jeroglífico.

    Tienes razón en lo de colocar el último párrafo el primero, se ganaría en claridad, aunque el final perdería contundencia.

    La parte en la que dices que me admiras y me echas todos esos piropos no me ha gustado. Se me queda muy grande y me coloca a un nivel incómodo, para el que no creo haber hecho ningún merito.

    Me vale con caerte bien, o medio bien. O incluso “muy bien”, porque de ser así ya estaría siendo reciproco.

    Nos leemos. 🙂

    Escrito el 22 enero 2016 a las 18:21
  11. 12. Earendil dice:

    ¡Hola, Rober!
    Ahora soy yo la que me he expresado mal, pues no te ha llegado bien el mensaje. Nada de piropos vacíos ni de “hacer la pelota”. Es verdad todo lo que he escrito, pero no voy a entrar en una batalla dialéctica. Me encantan tus comentarios en el blog: son graciosos e inteligentes, y que sepas, que estoy haciendo una estadística intentando cuadrar los textos que leo para poder meterlos en los cuatro grupos que propusiste.
    Espero que no contestes esta entrada, será señal de que todo ha quedado aclarado.
    ¡Eso, sí! Espero tu comentario a mi texto.
    Saludos.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 18:58
  12. 13. L.M.Mateo dice:

    Hola Rober:

    Un placer volver a leerte. Por la versión extendida me pasaré tarde ya que estoy como tú: entre cursos, trabajo y lo que he atrasado durante el mes de vacaciones, voy de cabeza.

    Ya te han apuntado la palabra “cánticos”, y tú mismo has comentado el cambio de algunas comas, así que no voy a entrar ahí.

    Sin embargo, no concuerdo con lo que te han dicho sobre la estructura narrativa. En tus últimas frases queda bastante claro que es una simple reminiscencia de un moribundo, y que no tiene por qué desarrollarse más. ¿Cuántas veces hemos oído un sonido, una voz, nos ha llegado un olor o hemos visto una pequeña acción que nos teletransporta por unos instantes a un momento exacto de nuestro pasado? Creo que muchas, a veces sin que apenas nos demos cuenta, y eso lo has reflejado con maestría.

    Me ha gustado mucho el tono del relato y el uso de los versos, ya que le dan dinamismo y ritmo.

    Un abrazo.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 21:33
  13. 14. Peter Walley dice:

    Buenas Rober,

    Es muy difícil escribir un relato con este estilo poético, pero a ti te ha quedado muy natural, enhorabuena. Me parecía estar viendo a Cyrano de Bergerac (ya sé que no tiene nada que ver, pero me lo ha recordado).

    Tengo que decir que en una primera lectura no me quedó claro el final, pero volviendo a mirarlo es más bien culpa mía.

    Saludos

    Escrito el 22 enero 2016 a las 21:44
  14. 15. Bastián Robinson dice:

    Hola Robert,
    Acabo de por tu relato. Ha sido una lectura interesantísima que paso a comentarte. Ante todo te pido que tengas en cuenta que soy un comentador muy novato y que mi idea es aportar el máximo posible de manera constructiva. Como ya estamos muy avanzados en el taller, intentaré no repetirme demasiado.
    En cuanto al contenido, me ha encantado. La ambientación marinera me ha trasladado a “La isla del tesoro”, y mezclado con el aire poético, le da el toque literario perfecto a mi gusto. Yo también creo que al lector hay que darle solo “pinceladas” de la historia, para que él las reconstruya en su mente, y llegue a la misma idea que anida en la cabeza del escritor. Esto es muy difícil, pero para eso estamos en este taller, para intentar las cosas “chungas”. En este caso, creo que alguna pista más para entender la conexión entre las diferentes partes, hubiera sido positivo. La que me dejó un pelín más descuadrado fue el salto entre el primer párrafo y la taberna, aunque en la segunda lectura me queda clarinete.
    En lo que se refiere a la forma, espectacular. Poco más me añadir. La prosa fluye con una belleza que alcanza el equilibrio (casi inalcanzable) entre lo “hiper” y lo que en interpretación se llama “tirar texto”. Me quito el sombrero
    En general y como impresión global, una valiente utilización del tiempo narrativo anacrónico, en uno de los mejores relatos que he leído en el taller.
    Espero que mis comentarios te puedan ayudar en algo y servir de acicate para seguir escribiendo. Muchas gracias por compartir tu arte.
    Si cuando acabes los exámenes tienes tiempo para pasarte por mi relato (aunque sea en febrero o marzo), es el 117. Te agradecería mucho el comentario.
    Enhorabuena ESCRITOR/A, y gracias.

    Escrito el 24 enero 2016 a las 06:43
  15. 16. Robert W. Peterson dice:

    ¡Hola a todos!

    ¡Qué bueno que te pasases a comentar L.M.Mateo! Se te echaba mucho de menos por el taller. No obstante, estaba más o menos al tanto de las dificultades; los primeros y los últimos meses del año siempre son complicadillos. Eso sí, espero poder leerte en la siguiente escena. No faltes. 🙂

    Peter Walley, graciaspor comentar; tengo pendiente tu relato, siempre me sorprendes con algo fresco y entretenido. Espero poder pasarme lo antes posible.

    ¡Hola, Bastián! En mi cabeza siempre había pronunciado tu nombre como Bástian, es curioso. Encantado de recibir tus amables palabras. Iré sacando un hueco para comentaros a todos, lo prometo.

    ¡Muchas gracias de nuevo, chicos!

    Escrito el 25 enero 2016 a las 07:55
  16. 17. Marcelo Kisi dice:

    Hola Rober!!
    Nuevamente agradezco tu generosísimo comentario a mi ejercicio de este mes. Se valora mucho.
    A mí me gustó tu cuento así como está, yo estoy más en la línea de L.M.Mateo, no hace falta explicar la elipsis en el tiempo. Me pareció un relato poético, romántico a su modo, lleno de sentimiento, de épica y de aventura. Y con un lenguaje finísimo que, paradójicamente, puesto en boca de bucaneros y pescadores, no suena desfazado. Al contrario, lo hace diez veces disfrutable.
    Me quito el sombrero!

    Escrito el 27 enero 2016 a las 12:40
  17. 18. Wolfdux dice:

    Una historia muy bien descrita, las imágenes que has conseguido crear en mi cabeza me han llevado a una taberna de lo más interesante. El par de cosillas que había visto ya te las han comentado los compañeros, así que solo me queda felicitarte por el relato.

    Un saludo y que vaya bien ese examen. ;·)

    Escrito el 27 enero 2016 a las 16:31
  18. 19. Robert W. Peterson dice:

    Gracias a los dos por leer y comentar. 🙂

    Escrito el 1 febrero 2016 a las 16:00

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