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El último beso - por Chochu

El autor/a de este texto es menor de edad

Jamás una distancia tan corta me había parecido tan insalvable ni un hilo tan grueso, tan fácil de cortar. Unas manos invisibles me oprimían el corazón, lo estrujaban hasta que su dolor subía hasta hacer un nudo en mi garganta y crear lágrimas en mis ojos, hasta convertirse en mi propio dolor. O tal vez salían de ese dolor propio las manos que lo torturaban, lo mismo da. Cuanto más observaba su figura lejana más sentía que algo en mí iba a estallar de sufrimiento; sin embargo, me esforzaba por permanecer impasible.
La implacable luz del sol y el celeste del cielo se contraponían a mis emociones y parecía adrede, parecía una broma, una ironía cruel que el día pudiese ser tan hermoso y yo me sintiese tan horrible. Al otro lado del cemento de la ruta que, por efecto del calor, parecía brillar, él me miraba con la misma emoción contenida, con las mismas lágrimas escondidas tras su semblante frío. Y pese a esa frialdad, pese a la falta de sentimientos que se adivinaba en su rostro, su dolor llegaba a sumarse al mío tanto como, estaba segura, el mío se sumaba al suyo. Esto no podía ser, nunca iba a poder ser, y esas palabras eran las que me arrancaban todas las ganas de vivir, las que retorcían el alma hasta provocar gritos de pena que tenía que esforzarme terriblemente por ocultar, por contener. Ya lo mismo daba.
Sus ojos se clavaban en los míos sin darme ni un segundo de tregua, su mirada salvaba los larguísimos pocos metros que nos separaban y examinaba la mía, buscaba dentro, escrutaba mis emociones tan bien como podía yo escrutar las suyas. ¿Eran lágrimas las que caían por sus ojos y hacían brillar el sol en sus mejillas? ¿Eran lágrimas las que nublaban mi visión y mojaban mi piel? No les había dado permiso para salir pero, de todas maneras, era inútil cualquier esfuerzo; brotaban sin que yo las sintiera, sin que pudiera pararlas. Brotaban tan dispuestas a detenerse como el dolor que me abrasaba por dentro y no me dejaba respirar.
No sé quién dio el primer paso, no importa tampoco. Pero de la nada nos acercábamos, de la nada él caminaba hacia mí, de la nada mis piernas se movían solas y, de la nada, la necesidad de acabar con la distancia que nos separaba pasase lo que pasase se volvía inaguantable. Ninguno de los dos aceleramos nuestros pasos, pero la velocidad a la que nuestros cuerpos se juntaban parecía tanta y a la vez tan poca… No existía la gente, no existían los árboles, el viento, el infernal calor, la luz, el piso…, no existía nada más que nuestros pies en movimiento, nuestro dolor, nuestra necesidad de de encajar perfectamente en los brazos del otro. Esto no puede ser, nunca iba a poder ser.
Pero fue en cuanto estuvimos uno frente al otro. Finalmente fue cuando la decisión fue tomada, ya sea por nosotros o por alguien más, y sus brazos estrecharon mi cuerpo y mi cuerpo estrechó sus brazos y nos apretamos, nos fundimos hasta que mi dolor fue su dolor, hasta que el amor que hacía estallar mi pecho se hizo uno con el suyo y provocó algo increíble, algo eterno. Definitivamente lo fue aún cuando me soltó para mirarme a los ojos, cuando su rostro bañado en lágrimas se acercó a mi cara sollozante, cuando se inclinó para alcanzar mi boca con la suya y cuando, sin pensar en nada, me besó. Su boca cosquilleo en mis labios y, pronto, hizo temblar mi cuerpo, me sacudió el alma, solidificó ese amor doble que se acababa de crear, ese amor infinito y que no moriría nunca.
No podía ser, pero lo fue aún cuando el camión hizo sonar su bocina demasiado tarde y, por una decisión que habíamos tomado nosotros o alguna otra persona, no nos separamos, no nos movimos, entrelazados como estábamos en un último beso. Lo fue cuando todo terminó sin terminar, cuando nuestros cuerpos fueron apartados a la fuerza con un golpe seco que los convirtió en lo que estaban destinados a ser: recipientes vacíos. Finalmente y después de tanto, lo fue cuando el amor que nos unía dejó de estar atado y fue libre, y fue eterno, y fue hermoso.

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5 comentarios

  1. 1. Saldivia dice:

    Hola Chochu, tu relato retrata muy bien ese torbellino emocional que, desde tiempos inmemoriales, abunda en la adolescencia. Lo sentì muy autèntico, casi autobiogràfico (obviamente con otro final, ya que de lo contrario no podrìas escribirlo), y allì radica su mèrito principal a mi criterio. Yo le mejorarìa algunas repeticiones de palabras al principio (esos “tan”, esos “hasta”, esos “sumaba”, etc); estoy seguro que el relato no perderìa su esencia por ello. Yo, que tambièn escribo de forma espasmòdica, como producto de un estado emocional, entiendo muy bien ese 2escribir como sale”, sien embargo siempre es ùtil dejar reposar el relato un par de dìas y luego releerlo, ya maduro, para optimizar esos detalles. Èxito!

    Escrito el 18 enero 2016 a las 20:58
  2. 2. Lesly Bosco dice:

    Creo que la forma de narrar la historia es súper bonita, están muy bien expresados los sentimientos de la narradora y hace que el lector se ponga en su lugar y se le remueva algo. La form de describir el escenario hace que se visualice perfectamente.
    Lo único que veo, en esta parte: la frease “mi cuerpo estrechó sus brazos” no tiene sentido físico, yo podría se dejó estrechar, o algo parecido.
    No sé si he entendido muy bien lo que pasa, entiendo que se iban a dejar o algo a´si y al final llega el camión y les atropella, supongo.
    De todos modos creo que se entiende perfectamente y la lectura es fluida y te va desgranando lo que va a pasar.
    Me ha gustado muchísimo, espero leer más relatos tuyos.
    Un saludo

    Escrito el 19 enero 2016 a las 17:08
  3. 3. Irene Pérez dice:

    A mi parecer, tu texto esta muy bien elaborado y las metáforas están muy logradas.
    El único punto a mejorar seria el de las repeticiones, ya que hacen pesadas ciertas partes del textos.
    En general, me ha gustado el relato, me has hecho disfrutar con un género que normalmente no me atrae.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 19:45
  4. 4. Fabián dice:

    Coincido con el tema de las repeticiones. Por lo demás está muy bien escrito, te expresas muy bien.
    Todo queda bastante claro y está escrito de una forma muy bonita, y eso que no me suelen gustar las cosas “pastelosas”.
    Lo único que desencaja un poquito en el relato es el desenlace, ese camión que sale de la nada y rompe totalmente la escena y todo el ambiente que habías creado, y no lo rompe de una forma positiva, que añada algo interesante al relato, sino que yo creo que le va un poco en contra al relato ¿Qué hacían en medio de la carretera?

    La escena en sí tiene un ritmo muy lento, no es que se vean los dos personajes y corran a abrazarse el uno al otro y acaben en medio de la carretera sin darse cuenta, sin darle tiempo de reacción a un camión que pasaba y acaba atropellándolos. Es todo bastante mas lento, pausado, se ven, se acercan poco a poco, etc. Por lo tanto yo creo que un camión los vería de lejos con la distancia suficiente para frenar. ¿No hay nadie mas en el entorno en ese momento? ¿No pasaba nadie por allí como para llamarles la atención por estar en medio de la carretera?
    Si, lo sé, estoy sobreanalizando la escena, y seguramente no pretendías otra cosa que plasmar los sentimientos de la protagonista y poco más. Pero planteate esas cuestiones.

    Yo creo que si quieres mantener la muerte de los dos personajes sería mejor que todo sucediera en las vías de un tren expreso, es mucho más complicado de que no pueda hacer nada para evitar atropellarlos. También podrías dar alguna pista del motivo por el cual se quieren suicidar juntos, pero solo indicios, sin dar todo mascado. Así el desenlace quedaría mejor hilado.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 21:25
  5. 5. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Hola Chochu, decir que tuve algún problema de lectura con tu relato sería mentir; la historia me llevó sin ningún tropiezo hasta el final pero dejó en mí muchas preguntas: ¿Serian los protagonistas amantes? ¿Acaso una versión moderna de Romeo y Julieta? ¿Los llevaría a esta desición un arrepentimiento? Por lo demás tu redacción me parece clara y muy descriptiva. Enhorabuena.

    Escrito el 24 enero 2016 a las 18:03

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