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El último beso - por Carmen Alagarda

EL ÚLTIMO BESO

Llegué al hospital bien entrada la noche, mi viaje había sido largo y triste, desde que me avisaron que se moría apenas podía pensar en otra cosa, despedirme del gran amor de mi vida.
Recorrí el pasillo envuelto en un silencio solo quebrado a lo lejos por un murmullo, de sollozos ahogados, mis pasos retumbaban delatando mi presencia. Llegué a la puerta que debía traspasar para verla, seguramente sería nuestra última cita. Me armé de valor y abrí el picaporte.
La habitación se encontraba en penumbra y una máquina bombeando, imitaba los latidos de su corazón que se resistía a pararse. Su rostro estaba pálido como la nieve y su pelo blanco enmarañado, se aferraba a la almohada como una hiedra. Sus ojos hundidos y cerrados quisieron abrirse y me miró como el que mira a un desconocido, imitó una sonrisa leve y los volvió a cerrar, sin fuerza. Sus labios no tenían ese color sonrosado, que siempre habían tenido y, la tez de su rostro se descolgaba entre arrugas, mientras sus delgados brazos, llenos de marcas y moratones, asomaban debajo de las mangas del camisón, perdidos, llenos de piel que semejaba vacía, solo huesos y unas venas grandes azuladas que parecían más prominentes que nunca.
De pronto como secuencias de una película, las imágenes en mi mente se sucedieron. Momentos que vivimos juntos, que nos hicieron aprender, reír y llorar. Compartimos nuestro primer beso, nuestra primera caricia y, cada instante que robábamos a nuestras vidas. Era un amor sigiloso, prohibido, clandestino…
Nos unió en nuestro camino, la soledad de nuestras perfectas vidas estructuradas, donde todo estaba estudiado y las emociones se perdían. Ahora, en este momento, todo estaba de más, solo quedaban esos maravillosos instantes que eran nuestros recuerdos. Me vinieron sabores, olores y colores a mi mente… me sentía pleno cuando recordaba todo aquello. El sudor de nuestros cuerpos fundidos en uno, nuestras conversaciones sin fin, las miradas cómplices llenas de deseo y ternura. Le cogí una mano con las mías, quise asirla para siempre y mis ojos se llenaron de lágrimas que empezaron a rodar por mis mejillas, llegando a mi boca y notando su sabor salado. Mis balbuceos se convirtieron en un llanto que no podía parar, me dolía el respirar, me dolía que no fuera yo quien estuviese en esa cama postrado y moribundo. Este era el dolor más grande que podía sentir, el vacío que quedaba, era irreemplazable.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo que me hizo estremecer. A través de la ventana a lo lejos se reflejaban las luces anaranjadas de las sirenas rodando sobre sí mismas, jugando con las sombras de la habitación. Algún chasquido de las camillas y voces aceleradas llegaban a mis oídos. Sentía frío.
Desde que fui a trabajar al extranjero, mi única compañía era saber que ella estaba en este mundo y, aunque la distancia existía nunca dejamos de hablar y sentirnos; era mi complemento perfecto. Su mirada con esos ojos grandes de mirar profundo y su cuerpo menudo y bello, hacían de mí un hombre fuerte y seguro. La seguía amando tanto.
Quería que mi momento se acabase ahí en ese instante, mi peor castigo era este, por el mal que pude hacer, por mis mentiras y secretos… y recé con su mano en mi boca que mojé con mis lágrimas y babas, a la vez que la besaba.
De repente, aquella maldita máquina empezó a pitar con un chirrido crispante y continúo. Levanté mis ojos enrojecidos hacia ella mirándola con odio. No podía entender lo que pasaba.
No veía…
Sentí como su vida se había acabado, y la mía junto a ella.
De pronto entró una enfermera y mirando aquel armatoste, clavó sus ojos en los míos y negó con la cabeza. Le quitó el tubo de su brazo y, un latigazo penetrante salió de mi pecho. Ella siguió con su ritual de finiquitar lo que la había llevado allí.
Seguía el ajetreo de personas a mí alrededor y volví a sentir ese zumbido ensordecedor, mi ser empezó a levitar, a despegarse del suelo. Allí en el asfalto estaba mi cuerpo rodeado de gente que habían intentado ayudarme a sobrevivir, la ambulancia, la policía y el coche hecho añicos.
Lo último que oí, fue…
Ha muerto.
Y mirando al cielo le envíe el último beso…

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10 comentarios

  1. 1. Guiomar de zahara dice:

    Hola Carmen:
    Sorprendente final ¡Enhorabuena!
    Quizá, bajo mi punto de vista, recreas demasiado todo el escenario. Quitar unos cuantos adjetivos, creo aligeraría la historia. Eso nos ocurre a todos. Yo tardé mucho, muchísimas horas en aprender a escribir y borrar (aún lo sigo haciendo)
    Pero también he aprendido que cada uno recrea sus historia como en el fondo le gustan.
    Tu historia es muy buena.
    ¡Enhorabuena!

    Escrito el 19 enero 2016 a las 10:35
  2. 2. Novel dice:

    Creo que es una descripción muy correcta. El final sorprende. Por decirte algo, simplemente te mencionaría la necesidad de que revisaras un poco la puntuación del texto; en concreto, el uso de las comas. Me parece que en algunos sitios no están bien. También veo alguna repetición del tipo: ” me vinieron sabores, olores y colores a mi mente”.

    En cualquier caso quiero felicitarte por el texto.
    Un cordial saludo.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 18:02
  3. 3. Liliana dice:

    Me encantó, un relato on un final sorprendente
    La adjetivación podría minimizarse, ya que con tantos adjetivos, el relato se hace un poo denso
    Pero aun así me gustó la historia.
    Felicitaciones
    Lily

    Escrito el 19 enero 2016 a las 19:30
  4. 4. Carmen Alagarda dice:

    Muchas gracias por vuestros comentarios, me anima mucho que os haya gustado. Seguiré aprendiendo en la forma que me decís, y en cualquier otra. Me queda mucho trecho por recorrer en este camino sin fin.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 19:35
  5. 5. Vespasiano dice:

    Hola Carmen:
    Es la primera vez que te leo y por tanto también la primera vez que te comento.
    Espero poder ayudarte dentro de mis limitaciones.
    El relato a pesar de estar identificado con la “R”, no lo veo narrado por un narrador testigo ya que está contando sus propios sentimientos y vivencias.
    “…seguramente sería nuestra última cita.”. Aquí la palabra “cita” no me encaja, dado el estado terminal en que se encontraba la enferma, no creo que hubiera sido ella la que concertara esa visita. Máxime cuando anteriormente has escrito: “…desde que me avisaron que se moría”. Si hubiera sido ella sería: “…desde que ella me avisó que se moría”.
    Además si miramos el diccionario vemos que:
    Cita:
    Reunión o encuentro entre dos o más personas, previamente acordado.
    “…y cerrados quisieron abrirse y me miró”. Aquí tampoco me suena bien lo de “quisieron abrirse”. Si lo miró es porque sus ojos se abrieron.
    “…asomaban debajo de las mangas del camisón, perdidos, llenos de piel que semejaba vacía”. Aquí lo mismo que antes, me parece que has querido poetizar el relato al describir el cuadro clínico y para mí sobra lo de ”perdidos” ya que si los brazos asomaban debajo de las mangas del camisón, no estaban “perdidos”. Tampoco me encaja “semejaba vacía”. Creo que está un poco rebuscado, yo creo que sería mejor “parecían vacías”.
    “Compartimos nuestro primer beso, nuestra primera caricia y, cada instante que robábamos a nuestras vidas”. Veo un párrafo sin mucho sentido. Todo lo que describes formaba parte de sus vidas. Podría ser “robábamos a nuestras horas de estudio” o cosa parecida.
    “…el vacío que quedaba, era irreemplazable”. . Aquí me parece que el tiempo verbal está cambiado. Como está narrado en presente y hasta ese momento no se ha producido ningún desenlace fatal, no hay ningún vacío. “…El vacío que quedaría, sería irreemplazable”. Eso me parece más correcto.
    “Su mirada con esos ojos grandes de mirar profundo”. Aquí hay una redundancia, “mirada y mirar”. Habría que buscar un sinónimo para evitar eso.
    ”…un latigazo penetrante salió de mi pecho”. Aquí veo una contradicción entre penetrar y salir:

    Si vamos al diccionario vemos.
    Penetrante:
    Del ant. part. act. de penetrar.
    1. adj. Que penetra.
    2. adj. Que entra mucho en algo
    El final lo veo un poco confuso. No me queda claro cuando se produce el cambio de escenario del hospital para el asfalto. No sé si el zumbido que escucha es referente al choque que tuvo en el momento del accidente o ese zumbido se produce en el hospital. “Seguía el ajetreo de personas a mí alrededor y volví a sentir ese zumbido ensordecedor, mi ser empezó a levitar a despegarse del suelo.
    Porque si es así, la oración: “Allí en el asfalto…” debe ser escrita después de un punto y aparte “…después del suelo”. Además porque muestra un escenario diferente al del hospital.
    “…de gente que habían intentado ayudarme a sobrevivir”. Si seguimos narrando en presente debe ser: “…de gente que estaban intentado ayudarme a sobrevivir”.
    En el relato veo mucha descripción de lo que está sintiendo el protagonista, pero me quedo sin saber cómo ese gran amor que parece ser inmenso, no ha podido ser vivido plenamente.
    La historia en líneas generales me ha parecido emotiva y bien descrita.
    Felicidades y a seguir en la brecha.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 20:32
  6. Después del analisis de Vespasiano, con el cual estoy cien por ciento de acuerdo, solo me queda mencionar que me chocaron un poco la gran cantidad de comas. Y es que, como te dice Novel, muchas podrían cambiarse por un punto y seguido. Las pausas son buenas pero en mucha cantidad, detienen la lectura.
    En fin, la historia es triste y el final sorprendente. Me parece muy bien narrada.
    Gracias por tu comentario en mi relato.
    Felicitaciones.
    Nos leeremos el mes que viene.
    Saludos.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 21:08
  7. 7. María José Triguero Miranda dice:

    Hola Carmen,
    Me ha gustado mucho tu relato, sobre todo el final completamente inesperado. Me sorprendió al principio la puntuación: “quebrado a lo lejos por un murmullo, de sollozos “, pero decidí pasar de la forma y concentrarme en el contenido para poder disfrutarlo. No voy a abundar en lo que ya te han comentado de la puntuación, los acentos, etc. Quizás podrías haberlo contado con menos palabras y no le hubiera faltado intensidad. “Esos maravillosos instantes que eran nuestros recuerdos”… “Algún chasquido de las camillas y voces aceleradas llegaban a mis oídos”… Yo siempre recuerdo lo que comentaba un escritor: “Si dices que hay un clavo en la pared, que ese clavo sirva para que al final el protagonista se cuelgue de él”; o también: “Di lo que tengas que decir y después cállate”.
    También podrías quizás buscar otras palabras menos corrientes que: “maravilloso, bello, amando tanto…” para enriquecer el texto, por lo demás, me ha encantado. Enhorabuena. Te invito a pasarte por el mío, es el número 61.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 10:58
  8. 8. Rinconillo y Cortadete dice:

    Hola, Carmen. Me ha gustado tu relato, es muy emocionante por esa historia de amor de toda una vida a pesar de la separación.
    El final me ha sorprendido, y desde luego, aporta mucho interés al relato. Está muy bien ese primer párrafo donde dice el protagonista: “desde que me avisaron que se moría apenas podía pensar en otra cosa”. Es una frase ambigua que aporta una “linea de distracción” para sorprender con el final de la historia; que me ha parecido muy romántica y bien llevada. !Enhorabuena¡

    Escrito el 23 enero 2016 a las 12:02
  9. 9. marazul dice:

    Hola Carmen
    Lo primero felicitarte porque creo que este relato te ha salido muy de dentro. Así me lo parece a mí, como si hubieras vivido una historia parecida o alguien cercano a tí. Me he metido en la piel de tu personaje y como soy muy sentimental pues, claro, casi…casi que echo la lágrima.
    Es que este tipo de historias son reales, pueden ser reales. De hecho pasan. La vida está llena de argumentos para nuestros relatos.
    Me gusta tu estilo directo y claro al escribir y espero seguir leyéndote.
    Es verdad que me quedó la duda del final. Entiendo que al salir del hospital el protagonista tuvo un accidente en el coche. Si es así, al fin juntos en ese último beso.
    Enhorabuena, Carmen

    Escrito el 24 enero 2016 a las 22:29
  10. 10. Isolina R dice:

    Hola, Carmen:
    Ya te han dicho muchas cosas Vespasiano y otros compañeros y estoy de acuerdo con ellos. Así que no voy a repetirlas.
    Pero sí voy a decirte algunas otras.
    Me hace ruido tanto posesivo: “mi”, “mis”, “su”, “sus”, “nuestro”, “nuestra”, “nuestros”, “nuestras”. Creo que muchos son innecesarios. “Sus ojos se abrieron” podría ser: “Abrió los ojos”. Las partes del cuerpo, las prendas de ropa… no necesitan posesivos. Para mi gusto has usado más de la cuenta.
    Respecto a los signos de puntuación, mi sugerencia es que estudies el uso de la coma, el punto y coma y el punto. Has abusado de la coma, como ya te han dicho, y en muchas ocasiones donde la has puesto debería ser o un punto o un punto y coma.
    Has puesto alguna tilde de más (“mí alrededor”) y has cambiado otra de sitio (“envíe”, deber ser “envié”).
    En: “y recé con su mano en mi boca que mojé con mis lágrimas y babas” yo quitaría “babas”, no queda nada poético.
    Procura no utilizar comparaciones y metáforas gastadas por el uso: “Su rostro estaba pálido como la nieve”.
    No me quedó claro el final.
    Ánimo y a seguir. Lo que escribes emociona.
    Nos leemos.
    Espero que mis sugerencias te sirvan.
    Saludos.

    Escrito el 30 enero 2016 a las 20:33

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