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El último beso - por Eva

De vez en cuando ella se giraba para mirarme de soslayo. Era una mirada muy breve, como para cerciorarse de que yo aún seguía ahí, bien acomodada en el asiento de atrás, con mi Luisa bajo el brazo.
—Que linda muñeca! Te la han traído por tu cumpleaños?
Afirme con la cabeza.
—No se puede quejar esta pequeñaja –me sonrió mi hermano por el espejo retrovisor—. Hoy la llevo a ver el puerto, ¿eh? Como se lo había prometido.
—Entonces no tenías por qué haber pasado a recogerme.
—No es molestia si, total, vamos todos al mismo sitio.
La señora enarcó una ceja. Mi hermano no dijo nada más. La señora abrió la boca un par de veces pero no dijo nada, como si le faltara el aire. Me volvió a mirar de reojo.
—Ahí está el puerto —anuncié en cuanto que vi a las primeras gaviotas sobrevolando las chimeneas de los transatlánticos. Y mi hermano y la señora suspiraron.
—Este sitio no está bien, muy lejos… en este no cabe…. este no me gusta, muy apartado…—Mi hermano paseó el coche por todo el aparcamiento hasta que dio finalmente con un sitio de su agrado. Se metió en la plaza despacito, echó para adelante, después para atrás, después dijo que no lo había encuadrado bien y lo volvió a sacar, lo volvió a meter. A cada maniobra la señora parecía que se iba a echar a llorar.
—¿Me puedo bajar ya? Me aburro —dije.
En cuanto paró el motor la señora abrió la puerta rápidamente y se dirigió hacia la parte trasera del coche para recuperar su maleta. Mi hermano salió raudo y se abalanzó a abrir el compartimiento antes que ella.
—Ante todo, un caballero.
—Siempre.
—No tienes por qué.
—Sí tengo por qué.
—¿Puedo salir ya?
—Espera, en seguida.
—Me aburro.
—Voy a bajar la maleta primero y ahora te saco, ¿de acuerdo? Quietecita ahí si es que quieres ver el puerto — y mi hermano abrió la baca.
Algo muy pesado aterrizó en el empedrado del aparcamiento.
—Te lo llevaré hasta la pasarela —oí decir a mi hermano tras la puerta abierta del maletero.
—No lo hagas.
—¿Por qué?
—Ya lo sabes.
—No, no lo sé.
—No me lo pongas más difícil.
—¿Soy yo el que te lo pone difícil? ¿Cómo crees que me quedo yo aquí, tirado como una bolsa de basura?
—Por favor.
Mi hermano se quedó en silencio. La voz de la señora había sonado como si le diera mucha pena. Miré a mi Luisa, apretada a mi regazo.
—Es hora de irme. No alarguemos más esto. Lo sabes tan bien como yo.
—Mundo de mierda —espetó mi hermano. Parecía muy enfadado. Oí un golpe seco en la carrocería. Abracé a Luisa. No quería que se asustara.
—¿Me escribirás? –Mi hermano parecía más controlado.
—No lo sé…
—No me atormentes.
—No creo que sea lo mejor para ti.
—¿Y para ti?
—Tú tienes más que perder que yo.
—No me dejes así. Dame algo con lo que sobrevivir.
—No te acerques.
—Entonces apártame, si eso es lo que realmente quieres.
—Nos verán, yo….
Les oí respirar profundamente. El coche tembló un poco. Y las respiraciones se aceleraron.
—No me hagas esto —dijo la mujer con voz entrecortada.
—Es lo que debería haber hecho hace mucho tiempo.
—Me pierdes…. Para…
—No. Hoy no.
Y empezaron los gemidos.
—BASTA —gritó ella al cabo de un rato. Sus tacones se apartaron del coche y empezaron a arrastrar la maleta.
—Te ayudo —dijo mi hermano con un hilo de voz.
—No. Esto no tiene remedio. Me voy.
—Te seguiré algún día.
—No digas sandeces.
Y la maleta se fue alejando trabajosamente.
Solo un buen rato después osé asomar la cabeza tímidamente por encima del asiento. La cabeza de mi hermano se alzaba tras la puerta abierta del maletero. Tenía la mirada perdida en un punto muy lejano.
Finalmente se metió en el coche y arrancó.
—¿Y el puerto? ¿No me lo enseñas?
Con un respingo dio un frenazo en plena marcha atrás. Y me miró por el espejo retrovisor como si acabara de despertarse de una pesadilla.

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6 comentarios

  1. 1. Nic-Is dice:

    Hola Eva. Te ha quedado muy bien. El manejo de los diálogos es bueno, y el narrador testigo es perfecto para la historia. Me gustó mucho. Te invito a pasarte por el mío. Es el 184.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 04:14
  2. 2. Cryssta dice:

    Hola Eva, tu relato me ha gustado, refleja bien el estado en que se encuentra el hombre enamorado que le hace olvidarse de todo, en este caso de la niña, su propia hermana.

    Has conseguido además meter bien en el texto al narrador testigo.

    Ahora paso a decirte lo que yo creo que se puede mejorar, lo hago por orden de aparición en el texto:

    – Los signos de admiración y de interrogación debes ponerlos al principio y al final de la frase, es así cuando se escribe en castellano.
    – “Afirmé” lleva tilde por ser aguda acabada en vocal.
    – Antes de “me sonrió mi hermano” va un guión largo
    – Dices dos “no dijo nada” muy seguidos, sustituye uno de ellos.
    – En “anunció en cuanto que vi” sobra el “que”
    – En “Y mi hermano y la señora suspiraron” sobra el “Y”
    – Tras “muy apartado…” iría un punto y aparte.
    – Repites dos veces “después” y dos “lo volvió”, mejor si sustituyes para no repetir.
    – En el diálogo, cuando habla la niña y dice “—¿Puedo salir ya?” deberías poner a continuación “—pregunté”, porque así se distingue del diálogo que mantienen los otros.
    – Quedaría mejor si pusieras “Miré a mi Luisa, apretada en mi regazo” queda mejor y no repites “a mi”.
    – Sería “Me pierdes… ¡Para! al menos yo entiendo que quiere que pare, como lo has puesto no parece verbo sino preposición.
    – Es “¡Basta!” con signos de exclamación y en minúscula, la mayúscula para gritar se utiliza cuando se chatea con alguien por internet.
    – Repites “la cabeza” dos veces muy seguidas.

    Espero haberte ayudado y leerte en el próximo taller.

    Si quieres leer mi relato está justo encima del tuyo. Un abrazo.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 08:54
  3. 3. María José Triguero Miranda dice:

    Hola Eva!
    Gracias por tu comentario.
    Tu historia me ha parecido de una gran ternura. No te hablaré de la forma porque ya te han hecho las observaciones pertinentes y no creo que deba abundar en lo mismo.
    El relato, si bien tiene un argumento cotidiano, es curioso cómo puede transformarlo la forma narrativa; en este caso el narrador testigo es una niña que percibe cada momento con un dramatismo y una sensibilidad exquisitos. Algo que me ha gustado especialmente es el recurso que empleas de dotar a la muñeca de personalidad propia, por ejemplo cuando dices: “Abracé a Luisa. No quería que se asustara.” Me ha encantado. Enhorabuena.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 10:23
  4. 4. Alejandro Bon dice:

    ¡Cómo me gustan estos relatos! vas leyendo hacia abajo, como cayendo por las escaleras, sin control, y cuando llegas al final, quieres más. Me salto las cuestiones estructurales; pobre chaval enamorado, y la niña…pienso cuando sea mayor y entienda lo que había ocurrido dentro del auto; en cuanto a las tías: ¿Por qué se van así? La verdad, dilo, porque ya no nos quieren, jajajaja!

    No hay peor miserable que el hombre que pretende un amor que jamás le corresponderá.

    Felicitaciones, Eva!

    Escrito el 21 enero 2016 a las 13:49
  5. Concuerdo en todo con Cryssta. Lo único que añadiria es que de vez en cuando, pusieras el nombre de quien habla en los dialogos. Se entienden bastante bien pero siempre es bueno señalarlo para los lectores como yo, que a veces se despistan, je je.

    Me gustó la historia. Aunque no dices el porque de la separación, uno se queda pensando que pudo haber hecho que ellos se separaran. Eso es muy bueno. Ademas, se imagina perfectamente toda la escena en el puerto y hasta el auto. Muy buen relato. Me gustó mucho.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 18:44
  6. 6. Eva dice:

    Muchísimas gracias por vuestros comentarios. No os podéis imaginar lo que los aprecio. Os devuelvo la visita. Un abrazo.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 21:08

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