El último beso - por Adriana Sorbik

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Su espalda se llenó de escalofríos al sentir el roce de sus manos, ambos se miraron por un instante, ella devolvió la mirada al frente y contuvo la respiración, él simplemente volteó su rostro y se inclinó para besarla.

Sin poder saborear sus labios, su cuerpo se encontraba tendido sobre la cama, confundido se dio cuenta de un pequeño cuerpo que llenaba de calor la parte izquierda de su cuerpo, era ella, tendida en su cama con el cabello sobre su rostro, él retiró la melena, comenzó a trazar líneas sobre ella y sin contenerse acercó sus labios para besarla, ella saltó lejos de él y salió de la habitación corriendo sin dirección alguna.

El corrió detrás de ella, al cabo de un rato no podía sentir sus piernas, su corazón latía rápido y el cansancio no le permitía respirar, ella bajó la intensidad y él logró jalarle el abrazo, volteándola y atrayéndola hacia él, tomó su rostro entre sus manos y sus labios encontraron los de ella.

O al menos así lo creyó, ella simplemente desapareció.

Se encontraba solo en un bar, con unos vaqueros rotos y un suéter amarillo, su cabello color cereza caía sobre su frente, llevaba lentes de sol y todos solían acercarse y llamarle “señor J”, la multitud se amontonaba pero su mirada estaba fija sólo en la chica de cabello marrón que se encontraba al fondo del bar. Logró saltarse a la multitud y fue directo al fondo, ella no subió la mirada al sentir el cuerpo de él posarse a su lado, sólo podía sostener firmemente la cerveza que tomaba mientras intentaba tranquilizar su respiración, él lo notó y no pudo hacer más que reírse, dio unos pasos y se colocó frente a ella, encerrándola entre sus brazos y la pared, se mordió el labio inferior e intentó encontrar sus labios con los de la joven, “esta vez no” dijo ella y desapareció. El pobre señor J sintió como el sudor bajaba por su frente directo al cuello, no estaba seguro por qué sudaba, comenzó a sentir cómo sus mejillas se calentaban y su mirada de adolescente juguetón se transformó en la de un hombre que ya se había cansado de los juegos y que estaba decido en alcanzar lo que quería, los gritos se escaparon de su boca, comenzó a golpear cuanta cosa se atravesaba en su camino mientras salía del bar, una vez fuera no pudo hacer más que correr.

Comenzó a correr, pasando por todos los lugares en los que había estado con ella. Vio el parque en donde intentó besarla, la tienda de disfraces, la heladería, el edifico en donde se encontraba su oficina, lugares de besos que no eran concretados, en cada esquina podía verla alejándose de él, la persiguió con todas las fuerzas que quedaban en su cuerpo, finalmente la alcanzó, rodeándola con sus brazos.

El frío que invadía su cuerpo le hizo despertar de un salto, su cuerpo estaba en una bañera llena de hielos y agua, sobre él estaba ella, fría y sin pulso, él retiró el cabello de su rostro y le dio el último beso mientras la abrazaba y hundía sus cabezas bajo el agua.