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El último beso - por Jose Luis

Llamadme Ismael.

Móvil en mano, estaba a punto de borrar para siempre de mi lista de contactos el número de teléfono de Petronila, ahogado en la pena de la desesperanza, cuando en ese preciso momento entraron en el bar ella misma y su novio Atanasio. Para que no me viera ninguno de los dos, pues en aquel momento no tenía ganas de hablar con nadie, me escondí en el lado más alejado posible del establecimiento. Me senté en un taburete al fondo de la barra y me oculté detrás de un hombre corpulento enfrascado con un asqueroso periódico deportivo de marca conocida. Petronila y Atanasio tomaron asiento en la barra, cerca de la puerta.

Nunca entendí por qué los del polígono la apodaban “La Exagerá”. Ella estaba tan guapa como siempre: con su rizoso pelo teñido de rubio cardado como el de una oveja y esos pendientes hechos con plumas azules y amarillas… También me gustaba el aro dorado que tenía enganchado en una de las fosas nasales, así como esa pequeña bolita metálica que decoraba la parte superior de su barbilla. Le sentaba de maravilla la chaquetilla de cuero negro con el logotipo impreso en fosforito de una famosa banda de rock duro, porque pegaba con el amarillo chillón de las uñas de sus manos. Petronila no calzaba sus habituales zapatillas deportivas de color rosa, sino unas botas militares negras con suelas de cuatro centímetros de grosor. En cambio, a su lado, Atanasio parecía un bardal que no sabía vestirse como es debido. Porque su pelo teñido de azul, que parecía la cresta de un gallo, todavía tenía un pase… ¿Pero quién va por ahí con sandalias marrones, calcetines azules, pantalones de chándal color verde fosforito, camiseta negra de manga corta de AC/DC y llevando en el cuello un collar de perro decorado con chinchetas plateadas? Sinceramente, nunca pude imaginar por qué Petronila se había liado con semejante elemento…

La pareja se mostró ante los parroquianos tan acaramelada como siempre, actuando como si estuvieran ellos solos en el mundo; abrazándose, besándose y metiéndose mano el uno a la otra todo el rato mientras encargaban un par de cafés al camarero, quien puso cara de circunstancias…

—Cari, ¿has hecho eso que te dije? —preguntó Petronila, con ese encantador tono de voz característico suyo, como de jilguero puesto hasta arriba de farlopa.

—¿El qué, guapa? —contestó Atanasio, dándole un sorbo a su café. La voz grave de este tío se asemejaba mucho a la de Louis Armstrong, el famoso ciclista que ganó tantas Vueltas a España.

—¡Pues comprarle el regalo a mi madre! Pronto va a ser su cumple.

—¡Ay, osita mía! ¡Se me ha olvidado! —dijo Atanasio, intentando darle un abrazo de disculpa a su chica. Pero ella no se dejó apaciguar.

Entonces algún avispado, no recuerdo quién, apagó la televisión… Sin que la parejita se percatara, todo el mundo, incluido el tipo del periódico, se puso a observar la incipiente discusión.

—¡Pero bueno! Si llevo diciéndotelo una semana.

—Lo siento.

—¿Qué pasa, Atanasio? ¿Es que mi madre no es importante para ti?

—Petro, en mi vida tú eres lo más.

—O sea, ¡que mi madre te importa una mierda! —gritó ella.

Otra persona, tampoco recuerdo quién, repartió unas bolsas de pipas entre la divertida concurrencia.

—Cari, no saques de contexto mis palabras. Sólo digo que es a ti a quien quiero.

—Y a mi madre no, ¿verdad? ¿Qué te ha hecho ella para que te pongas así en su contra?

—¡Nada! Te lo juro.

—¡Algo te habrá hecho si la odias tanto!

¡Los parroquianos se lo estaban pasando pipa!

—Ya estás poniendo boca a las palabras que no he dicho —terció el novio.

—No imaginaba que fueras así, Atanasio. Cuando te enrollaste conmigo ya sabías lo que te tocaba. Mi madre entra en el lote.

—¡Perdóname, Petro!

—Me has hecho daño. ¡Hemos terminado!

—Jo, cari… No dejemos esto tan bonito —suplicó Atanasio—. ¡A tu lado he pasado la mejor semana de mi vida!

—¡Vete a cagar!

Pero Atanasio no se largaba. Se quedó mirando a Petronila con ojos de carnero estrangulado y tal vez eso le ablandó a ella el corazón. Se dieron un beso de tornillo mientras el bar, en agradecimiento por el gran —aunque breve— espectáculo que habían proporcionado, estallaba espontáneamente en aplausos.

A mí eso no me importó en absoluto. Yo sabía que no se iban a reconciliar. ¡Por fin iba a tener mi oportunidad con Petronila, la mujer de mis sueños!

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12 comentarios

  1. 1. Wolfy27 dice:

    ¡Está genial!Me gusta la manera de hablar de los personajes, que te permite conocerlos en apenas unas líneas y su peculiar manera de vestir. Dentro de mis conocimientos no he encontrado faltas ortográficas.
    ¡Sigue escribiendo!

    Escrito el 18 enero 2016 a las 20:33
  2. 2. agueda varillas dice:

    Me parece uno de los relatos más completos que he leído. Narras, sitúas, describes y empleas el diálogo, todo con mucha soltura.
    ¡Felicidades!

    Escrito el 18 enero 2016 a las 23:52
  3. 3. Ramón Jiménez dice:

    Me pareció muy bueno el tono irónico del relato. También es interesante como con el diálogo se va hacia el descarrilamiento del final.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 17:03
  4. 4. Tania L:C nº 107 dice:

    Me gusta la descripción que haces de los chicos protagonistas y luego el diálogo que revela el carácter de cada uno y de la relación tan banal que mantienen.También el tono irónico del narrador testigo.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 01:01
  5. Todo me parece muy acertado en tu relato. Lo mas que me gustó fue el narrador testigo, un “stalker” que esta siempre al acecho de la muchacha. Muy comica la conversación de la parejita pero mas aun, la conducta de todos los demas que hasta apagan el televisor para no perderse la discusión. Creo que despues de esa, el narrador testigo descubrió porque le dicen “la Exagerá”.
    Muy bueno el relato.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 18:52
  6. 6. Lemo dice:

    Hola Jose Luis:

    Que relato mas divertido, me gustó mucho el ambiente, ese toque irónico ensalzando la vestimenta de ella y denigrando la de él. Esos nombres sacado del baúl de los recuerdos. Me encantó. Formalmente lo veo perfecto.
    En cuanto al reto , voy bastante perdido en todas mis lecturas y no he acabado de verlo totalmente. No digo que esté mal, sino que a mi me resultó difícil apreciarlo al empezar el relato con tanta descripción e implicación por parte del narrador para luego asistir al dialogo. Cuánto me falta por aprender !!

    En definitiva relato maravilloso, casi podía oler el aroma del café y el murmullo típico de los bares de polígono, y asistir como un cliente mas a la escena.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 11:08
  7. 7. Don Kendall dice:

    Hola José Luis
    Un relato redondo. Y el narrador testigo funciona entre la primera y la tercera persona sin estridencias. Para que no sean solo parabienes , ya que se entiende que estamos en un taller 😉 , hay un par de cosas que pueden romper la marcha ligera del relato y del narrador.
    1 – La referencia Louis Amstrong resta ligereza a mi entender.
    2 – En el penúltimo párrafo la frase «.y tal vez eso le ablandó a ella el corazón» si fuese sustituída por una descripción de las que tú sabes (expresiones, lenguaje corporal etc..) dejaría el tema planchado.
    Gracias por compartir tu trabajo

    Escrito el 22 enero 2016 a las 17:00
  8. 8. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Hola Jose Luis, Ignoro de donde sacaste los nombres de los protagonistas, pero le van al pelo con la descripción que plasmaste en el papel; los vestiste a tu antojo no se si buscando comicidad pero a mi me hizo reir. Te felicito.

    Escrito el 23 enero 2016 a las 03:20
  9. 9. Basilisa Nogales dice:

    Hola, Jose Luis:
    Es un texto divertido, gracioso.
    Está impecable.
    Yo quitaría las exclamaciones en: “¡Los parroquianos se lo estaban pasando pipa!” y en: “¡Por fin iba a tener mi oportunidad con Petronila, la mujer de mis sueños!”
    No he entendido lo de “Llamadme Ismael”. Si ese es el nombre del narrador testigo, ¿qué importancia tiene para la historia?
    Me ha gustado el tono.
    Agradecería que te pasaras por mi relato, el 102, y me dijeras qué opinas.
    Un saludo.

    Escrito el 24 enero 2016 a las 16:29
  10. 10. Isan dice:

    Hola José Luís:

    Un texto fresco y con fino humor. Creo que el marrador está tan colgao como la pareja. Me ha hecho gracia. Destacaría “ahogado en la pena de la desesperanza”, pero especialmente me ha hecho reir lo de la voz grave ¡del ciclista!

    Tal vez lo de “sacar de contexto” me parece impropio del lenguaje de estos personajes, pero lo digo sin certeza.

    Me ha parecido genial.

    Escrito el 28 enero 2016 a las 00:14
  11. 11. Laia Gabue dice:

    Hola Jose Luis!

    Como ya han comentado los demás me parece un relato entretenido y divertido. Me ha gustado mucho la descripción de los personajes.
    No soy ninguna experta en puntuación, pero ha habido un par de párrafos que has acabado con puntos suspensivos, y a mi se me ha hecho raro, creo que acabarlos con punto y aparte sería más correcto.
    El diálogo también está muy bien, pero en algunas ocasiones me ha dado la sensación que un chico como el que has descrito no diría según que cosas, como por ejemplo…”osita mia”. No se, yo imagino que para vestir como visten no son nada convencionales y deben ser super atrevidos, y a veces el lenguaje a mi parecer no acompañaba.
    De todos modos, ¡está genial!

    ¡Enhorabuena!

    Escrito el 28 enero 2016 a las 21:36
  12. 12. Laia Gabue dice:

    José Luis muchisimas gracias por tus comentarios ha mi relato. ¿Al tener varios me preguntaba si son todos tuyos o hay algún otro Jose Luis por ahí que no logro encontrar en el listado? Más que nada es por poder devolver los comentarios realizados. Gracias!

    Escrito el 7 febrero 2016 a las 10:52

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