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El último beso - por Sol Pagano

A fines de 1981, la dictadura militar, o “Proceso de Reorganización Nacional” como se hacía llamar, controlaba el país con puño de hierro. Después de acabar con el Ejército Revolucionario del Pueblo y con los montoneros dispersados, con dirigentes políticos, gremiales y estudiantiles encarcelados, la prensa censurada y la televisión intervenida, en la Argentina habíamos perdido las esperanzas de volver a la democracia.
El 2 de enero de 1833, en Puerto Soledad, se había izado la bandera inglesa iniciándose el período de usurpación de las Islas Malvinas. El 2 de abril de 1982, tropas argentinas desembarcaron en las Islas y se apoderaron por la fuerza de la capital Stanley, antes Puerto Argentino.
Cuando Diego se enteró de que tendría que ir a las Malvinas, vino directo a mi casa y me contó algo que yo ya suponía: no sabía cómo decírselo a su madre, habían afrontado juntos muchas adversidades, pero no creía que soportara una más, sobretodo porque con ésta tendría que hacerlo sola. Pero Diego se equivocaba, Estela era para mí otra madre, nunca la dejaría sola y si él ya no estaba para hacerla seguir adelante, estaría yo.
Charlamos un largo rato con Diego, aunque él partiría en cinco días, de alguna forma sabíamos que esa sería nuestra última tarde juntos. Tomamos mates y comimos torta fritas hasta reventar. Después, llegó el momento de ir a contarle la noticia a la mamá de mi mejor amigo. Yo vivía sólo y no lo pensé dos veces cuando le ofrecí a Diego irme a vivir con Estela para tenerla cerca siempre y cuidarla, ya que el accidente que le quitó a su marido y a su primer hijo, también le había arrebatado el sentido de la visión. Primero se resistió, diciendo que yo tenía mi vida y que no era necesario, pero al final lo convencí y no hizo falta un “gracias”, lo vi en sus ojos.
No hubo palabras, cuando llegamos a la casa de Diego y ella lo abrazó como siempre, notó las lágrimas que caían y supo lo que pasaba, después de todo era algo normal en ese tiempo. Los tres lloramos y nos abrazamos, no era incómodo estar entre una madre y su hijo, yo era parte de esa destrozada familia. Después de estar un rato así, le contamos a Estela que yo me mudaría con ella, sabía que no podría reemplazar a su hijo, tampoco es lo que quería, sólo necesitaba tenerla cerca tanto como ella a mí.
Me fui después de cenar. Lo vi a Diego todos los días que siguieron hasta su partida, pero ninguno fue como esa última tarde antes de contarle a su madre. Cuando llegó el último día, lo ayudé a llevar las pocas cosas que podía tener y fuimos caminando los tres, ayudando a Estela uno de cada brazo.
Teníamos esperanzas de que volviera, pero tres semanas después de que se fuera nos avisaron que había muerto, esa noche me acosté con los ojos rojos y la rabia carcomiendo mi ser, y me puse a pensar en ese último abrazo que me dio, mi mejor amigo, mi hermano. Y sobre todo, pensé ese beso de Estela, ese último beso de una madre a su hijo.

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9 comentarios

  1. 1. Minnie dice:

    Muy bien escrito, sobre todo desde que Diego se enteró que tenia ir a las Malvinas, antes de eso me parecía que leía notas de un periódico o de un libro de historia. Es una historia triste y repetitiva en tiempos de guerra lamentablemente. Me gustó como la narraste.

    Escrito el 18 enero 2016 a las 19:48
  2. 2. Earendil dice:

    Saludos, Sol Pagano.
    Eres el tercer relato posterior al mío que comento.
    Por la dureza y los pocos calificativos que has usado en la redacción, me “huelo” que tiene tintes de ser una historia real o basada en una. Si no es así, te felicito por haber conseguido que me lo pareciera.
    El texto está muy bien redactado, muy bien puntuado y sólo he visto una falta de ortografía, “torta fritas”, falta poner el plural a tortas.
    Respecto al contenido, ya te he dicho que me parece muy real, por lo que no voy a entrar en valoraciones.
    Me alegro mucho de haberme pasado por aquí. Si te apetece leer el mío, soy el 237. Espero tus comentarios.
    Un saludo

    Escrito el 19 enero 2016 a las 18:08
  3. 3. J. A. Cristian dice:

    Buen trabajo, Sol. Es una crónica muy bien relatada. Gracias a la excelente selección de palabras logra envolvernos en la narración. El desarrollo de la misma fue lógico y coherente. Te felicito.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 02:01
  4. 4. J.A.Cristian dice:

    Buen trabajo Sol. Es una crónica bien relatada. Gracias a la excelente selección de palabras logra envolvernos en la narración. El desarrollo de la misma fue lógico y coherente. Te felicito.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 02:25
  5. 5. J. A. Cristian dice:

    Buen trabajo. Es una crónica bien relatada. Gracias a la excelente selección de palabras logra envolvernos en la narración. El desarrollo de la misma es lógico y coherente. Te felicito.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 03:00
  6. 6. tavi oyarce dice:

    Hola Sol
    No sé si es bueno recordar esos años en que los pueblos latinoamericanos debimos soportar las atrocidades de las Dictaduras, que por absurda paradoja se hacían en nombre de la libertad y de Dios.
    Leí tu relato como si recordara los sufrimientos cercanos de familias que hasta el día de hoy , no superan esas dolorosas huellas.
    No tuviste necesidad de recurrir a palabras rimbombantes para emocionar, simplemente dejaste que la pluma o el teclado fluyera.
    Te felicito

    Escrito el 20 enero 2016 a las 16:04
  7. 7. Veronica Murillo dice:

    Muy buen relato, era de esperar que la propuesta nos llevara por recuerdos tristes y despedidas dolorosas, has aprovechado bien el recurso, te felicito por haber conseguido el reto opcional. Hasta la próxima.

    Escrito el 24 enero 2016 a las 19:08
  8. 8. Carme Bureu dice:

    Hola Sol.
    Me gusto como has redactado la historia. Y logras muy bien el reto propuesto.
    Felicitaciones.
    Saludos

    Escrito el 26 enero 2016 a las 10:40
  9. 9. Vespasiano dice:

    Hola Sol Pagano:
    Se suele decir que: “Cuando Mahoma no viene a la montaña, la montaña tiene que ir a Mahoma”.
    He leído tu relato (y a ti por primera vez) y ahora trataré de comentarlo y animarte a que comentes el mío.
    Tu relato sinceramente me ha emocionado, esa guerra te puedo asegurar que la hemos seguido casi como una retransmisión radiofónica en vivo y en directo. Eso sí, con mucha pena, porque gobernantes lunáticos (en este caso militares)llevaron la desgracia a muchas familias argentinas.
    También debo decirte que aunque todas las guerras son malas y perversas, yo estaba “torciendo” (palabra usada en Brasil para nominar a los hinchas de un club de futbol durante el transcurso de un partido cuando están “apoyando a muerte” a su equipo) para que el ejército argentino ganara de goleada. Los ingleses, para mí, siempre han tenido muy “mala baba”.
    Bueno yendo a tu relato me ha parecido que la introducción a tu historia es innecesaria, pues solo con nombrar Las Malvinas, se te planta delante de los ojos la figura esperpéntica del General Videla y de todas su hazañas tenebrosas.
    Sin duda esos recuerdos perdurarán en la mente de quién los haya vivido. Y tú por supuesto has sabido transmitirlo con mucha sensibilidad.
    Enhorabuena.

    Escrito el 28 enero 2016 a las 16:44

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