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El último beso - por Lucas Giménez Pachado

Ese día, el 15 de febrero de 1942, quedará para siempre en mi mente. Aquel día fue el que definió que quería ser en mi vida.Recuerdo estar sentado en el balcón de mi casa. Recuerdo verlo a él, a Michael, aquel traidor que se hizo llamar "Mi amigo". Caminaba por aquellas muertas calles de Sicilia, mientras el radiante sol de la tarde le daba de frente, como si estuviese recibiendo el merecido castigo divino por meterse con mis pertenencias.
La ciudad siempre organizaba un festival para el 14 de febrero. Sicilia, a pesar de ser una ciudad coloridamente muerta, tenía sus fiestas. Siempre había música, y buenas comidas de las que disfrutar. La fiesta empezaba a las 13:00. Yo, como siempre, estaba allí desde las 12:40. Tenía una mala costumbre de llegar temprano a todos lados, un defecto que me molestaba por sobre todos los demás. Pero ese día debía estar temprano, ese día iba a hacer muy importante para mi.Llegaron mis amigos (Entre ellos Michael) y empezamos a debatir a quienes íbamos a sacar a bailar. Y entonces llegó ella, irradiada con los suaves destellos del sol de aquella tarde. Fiorella, mi bella signora, mi amore impossible. Venía con sus amigas, pero ella destacaba entre todas por ese vestido carmesí que le daba una vida única a la ciudad. Por unos segunos, me quedé paralizado hasta que sus ojos celestes se pusieron sobre mi saludándome.
– ¡Ciao, Santino! – Dijo, con su inconfundible voz de ángel.
-¡Ciao, Fiorella! Estaba asustado de que no vinieses. Digo, sabés que él va a venir.
Bajó un poco la cabeza, observando sus pies. Quería esconder su borrada sonrisa
-No voy a dejar que me interrumpa el buen momento, son cosas del pasado- Dijo, mientras me sonreía otra vez, Eso me tranquilizó. Y se fue con sus amigas.
Cuando eramos chicos, solíamos jugar juntos. Siempre ibamos a las plazas, andar en bicicleta… Y una única vez jugamos en mi casa. Teníamos 8 años. Estábamos jugando con unos muñecos de tela, cuando de repente, escuchamos aquel grito. Ese grito que probablemente podría romper un vidrio, el de una persona sufriendo de una manera indescriptible. Venía del fondo, y por allí venía acercándose mi padre. Sentía los pasos de mi padre, Vincent Mancini, o Don Mancini, como le decían algunos. Nos pidió si podíamos ir a jugar a la casa de Fio, mientras nos miraba con unos ojos vacíos y esbozaba una sonrisa que no transmitía felicidad . Era una perversa sonrisa que me hizo sentir cosas malas de mi padre, aunque yo sabia que era un buen hombre. ¡Siempre demostró amor por su familia!Desde ese día Fio nunca puso un pie en mi casa otra vez, aunque seguíamos jugando. Esa sonrisa había hecho que viese a mi padre como un monstruo.
Ahora, en 1942, 10 años mas tarde, no quiero jugar más con ella. Quiero pedirle casamiento, y ser feliz con ella. Yo sabía que hoy era mi día, que hoy iba a marcar el camino de mi adultez, aquel empedrado camino que estaba seguro que no iba a pasar solo. Pero cuando ella vio a mi padre bajarse del coche, salió corriendo. Michael, al estar más cerca, fue el primero que la siguió para tranquilizarla (Aunque él no sabia que pasaba). Cuando yo llegué a donde estaban ellos, me percaté de algo que luego, según mis amigos, hizo que mi mirada se tornara vacía. Michael estaba tratando de tranquilizarla, pero no de la manera de la que yo esperaba. Estaba forcejeando porque ella no quería besarlo. Cuando nos vio llegar, salió corriendo como un presa que ve a su cazador. Entonces, después de meditarlo todo el día, decidí no usar ese día para pedirle casamiento a Fiorella. Decidí pedirle casamiento a la muerte. Yo sabía que ella iba a ser mi mejor amiga, que me iba a ayudar cuando lo necesite.
Así que acudí a la oficina de mi padre, Don Mancini para explicarle la situación. Cuando terminé, puso su mano sobre mi hombro, y me dijo:
-Hijo, decíle a tu amigo que mañana venga a almorzar. Tendrá un gran banquete- Y su cara se transformó en la de hace 10 años.
Ese 15 de febrero, vi desde mi balcón como Michael recibió su último beso de un extraño con sombrero en la calle. El beso de la muerte. Cuando este se dio vuelta para mirarlo, su camisa blanca se convirtió en un carmesí que le daba una vida única a la ciudad.

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5 comentarios

  1. 1. J. Colmarias dice:

    Lo que más me ha gustado ha sido el final, sobre todo la última frase en la que juegas con la referencia al vestido de Fiorella.

    Como consejo te diría que revisaras de nuevo el relato ya que vas a encontrar errores gramaticales.

    Un saludo y a seguir escribiendo!

    Te dejo mi relato por si le quieres echar un vistazo:

    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-31/4678

    Escrito el 19 enero 2016 a las 22:38
  2. 2. GAIA dice:

    El final, buenísimo
    Mi relato es el 164
    Saludos!

    Escrito el 22 enero 2016 a las 23:27
  3. 3. Sara Ley dice:

    Sí, a mí también me ha gustado el final. No me extraña que Fiorella salga corriendo cuando ve a Don Mancini.

    Respecto al texto en sí, veo muchas repeticiones. En una frase dices una cosa, y repites la misma idea en la siguiente. Por ejemplo: “…mientras nos miraba con unos ojos vacíos y esbozaba una sonrisa que no transmitía felicidad . Era una perversa sonrisa que me hizo sentir cosas malas de mi padre, aunque yo sabia que era un buen hombre. ¡Siempre demostró amor por su familia!Desde ese día Fio nunca puso un pie en mi casa otra vez, aunque seguíamos jugando. Esa sonrisa había hecho que viese a mi padre como un monstruo”. Repites en tres frases la idea de que no era una sonrisa buena.

    Este párrafo lo veo un poco confuso: “. Yo, como siempre, estaba allí desde las 12:40. Tenía una mala costumbre de llegar temprano a todos lados, un defecto que me molestaba por sobre todos los demás. Pero ese día debía estar temprano, ese día iba a hacer muy importante para mi”

    Escrito el 23 enero 2016 a las 01:14
  4. 4. Diego Manresa Bilbao dice:

    Lucas,
    La historia es interesante, con ese nada velado homenaje a “El Padrino” pero lo he notado un poco confuso, no se sabe muy bien porque le tiene tanto miedo al padre, y por que se asusta tanto al verle, si debia ser una figura reconocible del pueblo.
    El final, eso, si, esta muy logrado.
    P.D. Sicilia no es una ciudad, es la isla completa

    Escrito el 23 enero 2016 a las 19:14
  5. 5. beba dice:

    Hola, Lucas: Tu relato, en la línea de “El Padrino” es una historia muy sencilla y sentimental; pero me parece que le falta elaboración de detalles que expliquen algunas reacciones de los personajes. Me da la sensación de que hay un “bache”entre la infancia y la muerte de Michael.
    Vale la pena que lo revises porque es una historia prometedora, y tienes buen manejo del lenguaje.

    Escrito el 24 enero 2016 a las 23:19

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