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El último beso - por A. Guadalupe

El autor/a de este texto es menor de edad

Ese beso, fue mágico, extraordinario. No sé si porque sabía que iba a ser el último o por qué razón, solo sé que fue especial, el mejor.
Yo estaba internada en un Hospital, hacía mucho calor, pero yo no lo sentía, yo tenía frío; estaba enferma. Por la noche, alguien entró a mi habitación, pensé que era una enfermera pero no era así. Ahí estaba él, parado frente a mí, mirándome y sonriendo, con su sonrisa torcida, tan perfecta. Me sorprendió verlo, siempre soñaba con estar cerca de él, hace 3 años, desde que tenía 15, pero nunca lo conseguí, y ahora, ahora que estaba por morir ese sueño se estaba cumpliendo, me hacía sentir bien y terrible al mismo tiempo, iba a poder tener eso que tanto anhelaba pero no iba a poder presumir de ello, contarlo, y es que aunque no parezca, el mundo gira en torno a eso: mostrar lo que posees, hacer que te envidien; es lamentable, pero inevitable.
El chico se acercó a mí, yo no podía hablar, tenía el respirador en mi boca, y aunque pudiera no sabría qué decir.
—Me dijeron que estabas aquí— su voz sonó preocupada— hace un tiempo que no te veía por ningún lado y me pareció extraño, así que averigüé con personas que te veía dialogar diariamente y me contaron que estabas aquí.
Traté de quitarme el respirador para poder decirle algo, no sé que le hubiera dicho, de todas formas el me impidió hacerlo, poniendo su manos encima de la mía. En esos segundos de contacto un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, era la primera vez que teníamos contacto físico.
— No quiero que te esfuerces y trates de hablar, no es bueno para ti. Mira, hace una semana que vengo aquí, pregunto cómo has estado, pero no tenía el valor de entrar, ¿Qué pensarías si un extraño viene a visitarte?, nunca habíamos hablado, solo te veía cuando pasabas hacia tu trabajo, que quedaba de pasada al mío, o en el colegio desde lejos. Pero cuando los doctores me dijeron que habías empeorado… bueno, me hice de valor y entré, ¿Qué podía perder?— sus nervios estaban a flor de piel, parecía un universitario a punto de graduarse, o un hombre que cobra su primer sueldo, y yo no entendía por qué. Siempre, me lo quedaba viendo en los pasillos del colegio, o cuando trabajaba en el Shopping, de vez en cuando se cruzaban nuestras miradas pero siempre pensé que era pura casualidad, por eso nunca fui hablarle. Y Justo ahora, cuando sé que no hay vuelta atrás él viene y me dice esas pocas palabras que forman una Revolución dentro de mí, no podía creer cómo era posible que los dos, sintiendo lo mismo en todo este tiempo no hayamos hecho más que mirarnos, ese fue, durante tres años, nuestro mejor y único diálogo.
No podía dejar pasar esta única oportunidad, me quité el respirador y con una voz entrecortada le dije:
—Hace tres años que espero este momento- hice una pausa y maldije a mis pulmones por estar tan jodidos —el momento de mantener una charla contigo. De todas las veces que lo imaginé en mi cabeza ninguna fue de esta manera— reí sin fuerzas—puede ser que ya no existía manera linda posible que no me haya imaginado, por eso me tocó ésta— hice otra pausa, me costaba tanto hablar, pero no iba a quedar callada— Para mí no eres un extraño, siento que te conozco más que a muchas personas que están a mi lado desde hace años, trato de entender cómo esto que siento y no puedo explicarte es posible, pero no he encontrado respuesta a todas esas preguntas que me hago— asintió, y me miró con una mirada tan intensa que percibí que ya sabía todo lo que sentía, que podía verlo dentro de mí, yo también lo miré de tal manera y de repente, nos fuimos acercando, los dos a la vez, hasta que nuestros labios estaban separados por centímetros, milímetros quizás. En ese momento me importó muy poco poder contárselo a alguien, hacer que me envidiaran, me di cuenta que lo único que me importaba era que ese poco espacio que nos separaba se esfumara, y lo hizo. No sé de dónde saqué tanto aire, pero ese beso duró, duró tanto como era necesario, así tenía que ser. Luego de dos horas y junto a él, me fui, con mi mejor y tan esperado último beso.

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3 comentarios

  1. 1. La Blasa dice:

    Hola Guadalupe,

    Por el contenido de tu relato se nota que eres una persona que vives con mucha intensidad todo lo relacionado con la temática amorosa.

    El lo referente al relato, si bien me gusta el contenido del mismo (me parece muy”auténtico”), creo que deberías intentar corregir un poquito la forma ya que, por una parte, la estructura del mismo es algo desequilibrada y por otra ayudaría estar descrito con un poco más de “calma”, pues en determinados momentos los cambios son algo abruptos.

    Desde mi humilde opinión, lo que menos me gusta del relato es el ritmo. Hay demasiadas comas que entorpecen la lectura, haciéndola muy densa y desarrollándose a trompicones, lo que rompe totalmente con el ritmo intenso del contenido, pasional y enérgico. Te recomendaría encarecidamente que ese aspecto lo trabajaras un poquito más para obtener así relatos aún mejores 🙂

    Escrito el 20 enero 2016 a las 01:02
  2. 2. Luis Ponce dice:

    Hola Guadalupe:
    Con la mejor intención y basado en mi propia experiencia me permito opinar lo siguiente:
    La hoja en blanco es un reto para quien se plantea dedicarse a la escritura, pero hay que cuidarla. No se trata de poner una idea abruptamente en el papel, necesitamos hacerlo con la convicción de que quien nos lee, nos busque y vuelva a hacerlo, por eso la necesidad de la auto-corrección antes de mandar un trabajo al taller.
    La idea no es mala, pero las contradicciones pueden despistar al lector: “hacía mucho calor, pero yo no lo sentía, yo tenía frío; estaba enferma”. Difícilmente si tenía frío podría saber que hacía mucho calor. Es más en los hospitales, una de las normas para conservar el ambiente sano es mediante el frío.
    “Una sonrisa torcida tan perfecta” los términos, por lo menos para mí son incompatibles.
    No es creíble el hecho de entrar a un hospital y dar un beso a una enferma con quien no tiene un nexo que justifique el sacrificio.
    Has abusado de las comas que cortan exceso el relato y le quitan uno de los valores que tú buscas al escribir: el ritmo.
    Cuando ingresé al taller padecía de problemas parecidos, la constancia, la lectura y los comentarios de los compañeros me han permitido ir aprendiendo de los que saben y corrigiendo mis propios errores. Una de las cosas que me costó aprender es a aceptar los conceptos de los demás y sus comentarios, pero de a poco lo voy haciendo. Toma esto como una opinión mía, puedo estar equivocado. Además cada uno va construyendo su estilo que es lo importante.
    Espero leerte el próximo mes.
    Saludos.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 16:58
  3. 3. A. Guadalupe dice:

    Tratare de trabajar en todo lo que me han dicho, muchas gracias por opinar 🙂 saludos

    Escrito el 24 enero 2016 a las 18:11

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