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El último beso - por Lalaith

Web: http://incompletas.blogspot.com

Era una mañana de invierno como cualquier otra: fría, gris y cargada de añoranza. Llegué a la estación a las 8:30 y, como cada día, me senté a una de las mesas situadas frente al gran ventanal y me dispuse a observar el mundo exterior.

Era ésta una actividad que estaba resultando más efectiva de lo que jamás hubiera imaginado: cada día desde hacía 7 meses me levantaba temprano, me vestía y salía a desayunar en la cafetería de la estación. Tras la muerte de mi querida Berta, sin un trabajo al que acudir ni hijos o nietos a los que atender, era una manera de ocupar la mente con otras historias y liberarme por un momento de la gran pena que me afligía. Así que cada mañana, mientras tomaba un delicioso café con tostadas, observaba a la gente que venía a esperar a sus seres queridos en el andén, emprender nuevas aventuras o despedirse de familiares y amigos por los más diversos motivos. Desde mi silla imaginaba las vidas de esas personas, sus sueños, sus ambiciones, sus temores; y aprendí a leer sus miradas, sus sonrisas e incluso sus lágrimas, que escondían alegrías, secretos y traiciones. En definitiva, era un simple pasatiempo que hacía mi desdichada existencia más llevadera.

Aquella mañana, como decía, llegué a mi puesto, pedí mi desayuno y me dispuse a mirar por la ventana a ver qué emociones me depararía la jornada. Una joven pareja pronto llamó mi atención: ella, con una sonrisa que no lograba ocultar la tristeza de sus ojos, se aferraba a las manos de él, como queriendo retenerlo. Él se mostraba más sereno: en sus ojos también había tristeza pero mezclada con esperanza, y parecía hablar con infinita dulzura. Tras unos segundos se fundieron en un amoroso abrazo que, por alguna razón, hizo que me estremeciera y que por primera vez me sintiera un intruso, un ladrón de intimidades ajenas. Al separarse de nuevo, me fijé en una niña de unos 2 o 3 años, en la que no había reparado antes por encontrarse oculta tras sus padres. Sus ojos mostraban sobre todo sueño: era muy pequeña para estar tan temprano en la estación, pero su padre salía de viaje y no había quedado más remedio que madrugar. Su padre se agachó para estar a su altura, le dedicó unas palabras, le acarició el pelo, y ambos se fundieron en un abrazo. Después, con el semblante más serio y lágrimas asomando a sus ojos, el padre le dio a la niña un gran beso en la frente. No sabría explicar por qué, pero aquel beso contenía toda la ternura del mundo y sintetizaba el más profundo amor que un padre puede sentir por su hija: era como si la quisiera proteger de todo mal que pudiera acecharla, de cualquier pena o miseria que la pudiera sobrevenir. Pensé que tendría que partir por mucho tiempo, seguramente por trabajo, y separarse de su familia le resultaba más duro de lo que había pensado. A sus espaldas el tren estaba listo para salir así que cogió su bolsa y subió. Al arrancar, madre e hija corrieron al lado del vagón hasta que perdieron de vista al padre. Después, ambas abandonaron la estación para regresar a casa.

Pasaron varias semanas, diría que 5 o 6. Tras muchos cafés, muchas tostadas y muchos reencuentros y despedidas, un martes a primera hora, desde mi puesto, volví a ver a la mujer. Vestía de negro de la cabeza a los pies y tenía la mirada perdida y vacía. Al cabo de un rato llegó un tren del que bajó un oficial del ejército, perfectamente uniformado. La mujer se echó a llorar en cuanto lo vio, y apenas pudo mantener la compostura cuando éste se le acercó y empezó a hablarle. Desde el fondo de la cafetería, la televisión anunciaba la muerte de varios soldados en la guerra, cinco procedentes de nuestra zona. Volví a mirar a la mujer, y entonces lo comprendí todo.

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7 comentarios

  1. 1. Basilisa Nogales dice:

    Hola, Lalaith:
    Como Literautas ha recomendado que comentemos a los tres siguientes y voy antes que tú, te ha tocado mi comentario.
    Has cumplido el reto. Aunque con algún fallito mínimo. Dices: “Ambas abandonaron la estación para regresar a casa”. Lo de que vayan a regresar a casa es mucho suponer. El narrador testigo no puede saber a ciencia cierta lo que van a hacer la madre y la hija después de despedir al padre. Puede que la casa le parezca insoportable a la madre y prefiera ir a la de su suegra para pasar los próximos meses allí; o puede que tenga un amante, deje a la cría con la abuela materna y se largue a vivir con él. Solo puedes contar lo que estás presenciando. Si haces conjeturas sobre lo que ves, tienes que aclarar que se trata de conjeturas.
    Los números deben ir con letra. Te sugiero que leas el post correspondiente que hizo Iria en Literautas. Está muy claro.
    Los pronombres demostrativos no deben llevar tilde. Tienes: “ésta” y “éste”.
    Yo reduciría los posesivos “mi”, “mis”, “su”, “sus”. Aparecen demasiadas veces.
    Las palabras “ojos” y “padre” están repetidas en el mismo párrafo en varias ocasiones. Convendría reducirlas algo.
    Hay algún laísmo: “pena o miseria que la pudiera sobrevenir”, habría que poner “le”.
    El texto está muy bien. Me ha gustado un montón. El beso de despedida, que al final descubrimos ha sido el último de su vida, emociona.
    Te invito a que pases por mi relato y me des tu opinión.
    Un saludo.

    Escrito el 18 enero 2016 a las 23:52
  2. 2. Lalaith dice:

    ¡Gracias por tu comentario!

    No me había dado cuenta del detalle de regresar “a casa”, es verdad que el narrador realmente no sabe a dónde van… quizá debería dejarlo en “ambas abandonaron la estación”. Gracias por la observación.

    Es la segunda vez que participo en el taller, y en la otra ya me dijeron lo de las repeticiones, se ve que es algo en lo que tengo tendencia a caer… creo que he mejorado respecto de la otra vez, pero seguiré fijándome en ello para mejorar más. Con lo de los acentos en los pronombres a veces me lío, creo que hubo alguna regla que cambió hace años con respecto a esto y yo nunca la asumí, jaja. Debería darle un repaso… Lo del laísmo es común en la zona de donde vengo, ya sé que es incorrecto, y sinceramente en este texto no me había dado cuenta de ello pero a veces lo hago aposta… si chirría demasiado también debería prestar más atención y contenerme, al menos cuando escribo…

    Bueno, gracias otra vez por el comentario, ha sido muy completo y útil 🙂 ¡Me pasaré por tu relato!

    Un saludo.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 00:40
  3. 3. Mara dice:

    Hola Lalaith

    ESTRUCTURA: te comento dos cosas, una es que me ha parecido una larga introducción, pero un corto desenlace, emotivo eso sí, pero rápido para mi gusto. La otra cuestión es en cuanto a los diálogos, quizás me repito en esto pero creo que le dan un ritmo diferente al escrito cuando los utilizamos, mostramos mejor las reacciones.

    FORMA: yo también he detectado el hecho de los números, ya sabes tienes que escribirlos. Ha veces se te ha ido el dedo cuando has hablado desde el narrador, ya te comenta Basilisa la frases donde has hecho conjeturas.

    CONTENIDO: es una bonita y triste historia de amor que emociona.
    Hay algo que no me ha quedo claro y es la cantidad de información que das sobre el narrador, yo esperaba que nos sirviera a lo largo del relato y en algunos momentos esperaba una explicación, como cuando dice: “por alguna razón, hizo que me estremeciera”
    Creo que si no nos iba a aportar nada era mejor omitir este tipo de explicaciones.

    Bueno espero seguir aprendiendo mutuamente y volver a leerte el mes próximo

    Escrito el 20 enero 2016 a las 14:21
  4. 4. Lalaith dice:

    ¡Hola Mara!

    Respecto al tema de los números, leí el post que publicaron al respecto en Literautas, ya que siempre que escribía y aparecía alguna cifra tenía dudas. Me leí el post y, a pesar de ello, lo he vuelto a hacer mal, prestaré más atención a ello en el futuro.

    Me parece interesante lo que dices de dar demasiados datos del narrador que parece que no van a ninguna parte… no había pensado en eso. Creo que voy a reescribir el relato teniendo en cuenta lo que me habéis dicho, a ver si lo mejoro 🙂

    ¡Gracias por el comentario!

    Escrito el 20 enero 2016 a las 16:39
  5. 5. Tania L:C dice:

    Hola Lalaith! Ante todo gracias por leerme y por tu comentario.
    Respecto a tu texto comparto casi todas las sugerencias de Basilisa Nogales y de Mara, es verdad que das demasiada información sobre el narrador testigo que luego no se usa. También soy de la opinión de que hay que dejar que los personajes actúen y se muestren a sí mismos a través de los diálogos. La historia es bonita y emotiva.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 17:53
  6. 6. Laia Gabue dice:

    Hola Lalaith!
    Las compañeras han hecho muy buenos comentarios en los que por lo general coincido, así que voy a intentar no repetirme.
    Hay un par de frases: “…. me senté a una de las mesas….” y “lágrimas asomando a sus ojos” en las que yo en vez de a utilizaría en. Desconozco si gramaticalmente se puede usar el a o si es alguna cosa de tu dialecto pero a mi me suena mejor en.
    En referencia a lo que te comenta Mara sobre los diálogos. Aquí discrepo con ella, tu narrador se encuentra dentro de una cafetería y los personajes estan fuera por lo que no tendría sentido que este los estuviera escuchando, a mi me parece interesante que todo sea imaginación o deducción del narrador, no creo que sean necesarios en tu texto.
    También me gusta la forma en que se desarrolla, en mi opinión está bien acabar con algo sorprendente que te deje algo inquieto, que te remueva.
    Quizás me ha faltado saber porque le apetecía al narrador explicar esa historia aunque no eso no sea lo más importante.
    Me ha gustado mucho tu relato, es una historia muy conmovedora.
    ¡Felicidades!

    Escrito el 20 enero 2016 a las 18:49
  7. 7. Sandra Adrian dice:

    Hola Lalaith, sobre el texto poco podría comentar, he llegado tarde, las compañeras han hecho hincapié en los errores que he visto, de modo que no machaco más.

    Para mi gusto es un relato precioso, emotivo 200% jajaja, me ha encantado, de verdad.

    La verdad es que no me tocaba leer tu relato, pero tu nombre me ha incitado a ello por dos razones: Lalaith es un personaje creado por el magnífico escritor Tolkien. Por otra parte, en la novela que voy a publicar un personaje muy secundario se llama Laith, en su honor.

    Si te apetece pasarte por el mío estaré encantada de recibir tus críticas, estoy en el 92, saludos.

    Escrito el 24 enero 2016 a las 20:02

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