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El último beso - por Tania L:C

Web: http://comentalecturas.blogspot.com

El último beso

Quedamos para la despedida de solteros en una casa rural de la Sierra de Calderona. Sin embargo la boda se celebraría el fin de semana siguiente en un antiguo palacio barroco del centro de la ciudad, aunque Marcia y José Luis, la pareja, ya convivían desde hacía dos años.
Mi amistad con José Luis y Daniel creció paralela al sistema escolar, solo que entre ellos la complicidad se acrecentó al cursar los dos Ingeniería de Telecomunicaciones y yo decantarme por Derecho.

Recordaba a José Luis como un chico expansivo y locuaz. El típico listo, pero demasiado activo para concentrarse en algo que no fuese lo que le interesaba de verdad, que en realidad era no quedar nunca en ridículo, sobre todo ante chicas de carácter como la que luego sería su novia, Marcia.
Daniel había sido un niño enclenque y feucho, pero con un cerebro brillante que le reportó un excelente expediente escolar y una carrera universitaria sembrada de matrículas de honor. Durante años José Luis se jactó de aprobar sin apenas estudiar, aunque todos sabíamos que contaba con la ayuda de Daniel. Al que, por otra parte, todas nuestras amigas adoraban, incluida Marcia que al terminar los estudios les propuso compartir piso, puesto que los tres se marchaban a buscar empleo a Londres. Sin embargo, Daniel se excusó diciendo que no se lo tomasen a mal, pero que prefería vivir solo.

Marcia lucía perfecta, la chica que cualquier hombre desearía tener por novia. Morena, de ojos verdes, alta, delgada, con buen tipo. Además, simpática y, por supuesto, inteligente ya que había conseguido un puesto directivo en la internacional Sony.

El fin de semana prometía. Habíamos alquilado tres furgonetas Mercedes y comprado comida para pasar dos días juntos. Después de acomodar los veinte equipajes en los dos pisos con que contaba la casa, empezamos a recoger leña por el monte cercano.
—Vamos a encender, ya son las dos.
Romeu ejercía de chef de la pandilla. Le salían las paellas y los guisos de chuparse los dedos. Pronto el fuego crepitó con ganas, mientras él partía el pollo y el conejo.
—¿Quieres que te ayude?—me brindé yo.
—No te preocupes, esto está hecho.—Mejor mira a ver si hay que limpiar la sartén y si acaso díselo a las mujeres.
—¿Las mujeres? Mejor lo hago yo. Déjalas que se harten de hablar.
—¿Qué criticándonos?—Se acercó Marcia en plan displicente y risueño.
—¡Qué va mujer, algo tenemos que decir! Disfruta que es tu fiesta de soltería.
—La mía y la de vuestro amigo, por lo menos eso quiero creer—añadió socarrona
—José Luis dejó de ser un calavera cuando te conoció—apuntó Antonio que azuzaba la lumbre.
—Bueno, si tiene algún secretito, no creo que me lo vayáis a decir vosotros.

En eso llegaron a la vez el novio y Daniel.

—¿Qué cómo va el sofrito? ¿Puedo ayudar?—aunque yo apenas si cocino, además Marcia no quiere comer por no engordar…
—¿Tan perezosos os habéis vuelto que se os olvida lo buena que está la comida casera?—Preguntó Romeu.
—¿Pero qué dices? Que no te mientan, no pasan más de quince días que no coman juntos. ¡Fíjate que hasta me hacen pensar mal!—respondió ella jocosa.
—Yo por una comida de Dani soy capaz de matar. ¿Qué hay de malo en que recordemos viejos tiempos?—dijo echándole el brazo por los hombros— y además Robert, su pareja, está muy enamorado.
Dani se ruborizó y se deshizo del abrazo
—¡No decís más que tonterías! Me voy a poner la mesa.

Empalmamos la sobremesa con la cena. Comimos hasta hartarnos y seguimos bebiendo al hilo de las conversaciones y entre bromas y chanzas que corrían de boca en boca. Luego, bailamos hasta agotarnos al compás de toda una batería de música moderna y canciones representativas de nuestra primera juventud.

Pasada la medianoche a alguien se le ocurrió decir que por qué no jugábamos a la “gallinita ciega”. Me tocó a mi que me vendasen los ojos, entre risas me dieron varias vueltas y después de contar cincuenta me puse a buscar. Recorrí a tientas las habitaciones del primer piso hasta que llegué a la escalera que subía al segundo. Allí, percibí murmullos y respiraciones ahogadas. Contento por haber encontrado al nuevo pagador, me quité la venda y entonces los vi. Agazapados bajo el hueco se hallaban José Luis y Daniel, que en ese momento separaba los labios de los de su amigo.

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5 comentarios

  1. 1. Lalaith dice:

    Guau, me ha sorprendido el final, hacia la mitad del texto se iba mascando la tragedia y pensaba que alguien iba a morir, jaja!

    Está muy bien escrito, es un texto fluido que se hace ameno y el desenlace no es previsible, es toda una sorpresa.

    Sólo he encontrado esto que no me cuadra:

    “—No te preocupes, esto está hecho.—Mejor mira a ver si hay que limpiar la sartén y si acaso díselo a las mujeres.”

    Creo que el segundo guión sobre, ¿no? Es el mismo personaje diciendo las dos frases…

    Me ha gustado mucho tu relato, ¡enhorabuena!

    Escrito el 20 enero 2016 a las 01:17
  2. 2. Jose Luis dice:

    Hola, gracias por pasarte por mi cuento.
    Has escrito un buen cuento, ameno y entretenido, con final sorprendente.
    Y has cumplido con el reto. Muy bien.
    Un saludo.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 14:45
  3. 3. Beth dice:

    Me ha gustado mucho tu forma de escribir los diálogos, me ha resultado una narración de fácil lectura con un buen ritmo. animo y continua así!

    Escrito el 25 enero 2016 a las 18:05
  4. 4. Tania L:C dice:

    Gracias a los tres: Lalaith, Jose Luis y Beth por leer y comentar mi relato. Estaría bien que pusierais el número que se tiene en la lista, así es más fácil localizarnos, porque a ti Beth no te he encontrado. Un saludo

    Escrito el 28 enero 2016 a las 15:38
  5. 5. Laia Gabue dice:

    Hola Tania,

    Me ha gustado tu relato. Las descripciones están bien hechas y utilizas muy bien el diálogo. Me ha parecido fácil de leer y entretenido.
    En cuanto al contenido, tengo que decir que hacia la mitad ya intuía que esos dos iban a estar liados, no se si esa era tu intención, porque me ha dado la sensación que así era cuando Marcia ha empezado a tirar tiritos sobre su relación.
    A mi personalmente me gusta que los relatos acaben con algo sorprendente que quede medio abierto, así que en ese aspecto el tuyo me parece genial!

    Por si te apetece pasarte por ahí mi relato es el 101.

    ¡Enhorabuena! Nos leemos.

    Escrito el 28 enero 2016 a las 21:32

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