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El último beso - por Darío Lana

La campanilla de la puerta tintineó y don Federico y yo levantamos la vista al mismo tiempo. El sonido seco de unos tacones anunció la entrada de una mujer. La tenue luz del local la dibujó envuelta en un abrigo de piel marrón oscuro. Buscó a alguien con la mirada y cuando sus ojos se cruzaron con los de don Federico, sonrió mostrando una dentadura perfecta, enmarcada por unos sugerentes labios rojos como fresas maduras.

Don Federico se levantó ágil a su encuentro y la besó en la mejilla, la ayudó a quitarse el pesado abrigo y con un gesto amable, la invitó a sentarse frente a él. Siempre me divertía ver a don Federico en acción.

En aquel tiempo yo era un camarero de tres al cuarto, y para mí él era un ejemplo vivo de elegancia y éxito. Era un caballero de los de traje italiano y bigote fino a lo Clark Gable. Solía frecuentar el Café Solera y aunque no podía decir que lo conocía en profundidad, había estudiado bien todos sus gestos, sus palabras y silencios. Le observaba desde detrás de la barra y, en días tranquilos como aquel mientras secaba copas, me permitía aprender del maestro.

Don Federico me hizo un gesto casi imperceptible. Dejé el trapo y salí de la barra con diligencia.
—Sácanos dos tónicas —dijo él. Su voz sonó anormalmente áspera.
—En seguida don Federico.

Preparé dos tónicas decorando el vaso con unas rodajas de limón, y mientras lo hacía miraba de reojo, sin perder detalle de la conversación. Desde la barra no podía oír qué decían, pero había sido testigo de los escarceos amorosos de don Federico demasiadas veces y comprendí que aquella mujer no era una más. No se parecía en nada a las modistillas con aspiraciones que solía traer al bar, que aunque hermosas y jóvenes, carecían de los modales y el aplomo que demostraba ella.

Saqué las bebidas y unas aceitunas en la bandeja y las serví. Primero a la dama y luego a don Federico. Aproveché el momento para hacerle un guiño, al que él respondió con una mirada glacial, que me hizo comprender que mi proximidad había estado de más. Ruborizado, me retiré como un animal herido y me refugié tras la barra deseando no haberme tomado tanta confianza.

Don Federico se encendía un cigarrillo tras otro mientras la mujer hablaba. Sus manos enfatizaban las palabras con movimientos elegantes. De vez en cuando, se detenía y daba un sorbo a su tónica. Entonces ambos quedaban en silencio, abstraídos, casi sin mirarse. Él aún no había tocado su bebida.

Aquella cita estaba resultando un auténtico fracaso para el hombre, acostumbrado a salir triunfante. Cuando traía a alguna muchacha a cenar, don Federico solía pedir el vino más caro y casi siempre, hacia la mitad de la botella, ya había conseguido que la chica le diese un beso de esos que cortan la respiración. Rara vez tenía dos citas con la misma mujer, y las veces que lo hacía, era seguro que no habría una tercera.

El sonido de la campanilla de la puerta me devolvió a la realidad. Luciano y los demás ancianos habían terminado su partida de dominó y volvían a casa a tiempo para la cena. Una corriente de aire recorrió el Solera y sentí un escalofrío.
Distraído por los ancianos no me fijé en qué momento don Federico se había levantado, pero para cuando lo volví a mirar, estaba ayudando a su acompañante a colocarse las pieles.

La mujer se acercó y tras vacilar un segundo se besaron. Él la abrazaba con fuerza y ella se dejaba llevar. Fue un beso largo y de tal intensidad, que al terminar a don Federico se le veía algo aturdido. Desde la puerta, lo miró con ternura y sonrió justo antes de salir del bar.

Don Federico se arrastró hasta la barra.
—Muchacho, ponme un whiskey y sírvete tú otro.
Cogí dos vasos de chupito y los llené hasta el borde.
—Al final ha triunfado —Me arrepentí según hablaba.
—Tranquilo, es mi mujer —dijo él abatido—. Aunque estoy seguro de que tiene las maletas hechas.
—¿Qué? —No había habido gritos ni reproches, aunque a la mujer le sobrasen motivos— ¿Cómo sabe que le va a dejar?
—Ha sido ese beso… —Se bebió el chupito de un trago— sin duda, era un beso de despedida.

Sentí lástima por él. Don Federico había roto demasiados corazones y bien sabría cuándo un beso era el último.

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7 comentarios

  1. 1. Cam dice:

    Hola Darío! Fue un completo placer leer tu relato, a mi nunca se me ocurriría escribir algo así, y eso me hace pensar ¿De dónde te abrá venido la inspiración? Bueno ese no es el punto. Me gustó la manera en que describís las cosas, es bastante particular. Ahora… ¿El “don” no va con mayúscula? La verdad es que no lo sé, en mi país no se usa el don para casi nada, y no estoy familiarizada con el concepto.
    Despues en la parte que dice…
    —Tranquilo, es mi mujer —dijo él abatido—. Aunque estoy seguro de que tiene las maletas hechas.
    Creo que sería así…
    —Tranquilo, es mi mujer —dijo él abatido. —Aunque estoy seguro de que tiene las maletas hechas.
    Ahí cambiaste de lugar el guion y el punto.
    Lo demás con respecto a los diálogos creo que esta muy bien.
    Parece que prestaste mucha atención al tema (cosa que yo no hice).
    Me encantó tu relato, espero poder leer más cosas hechas por ti.

    Escrito el 18 enero 2016 a las 22:58
  2. 2. beba dice:

    Hola, Darío:
    Una buena historia. Me gustó , especialmente, el mozo meterete con su suficiencia. Genial el desenlace.
    Muy bueno tu manejo del lenguaje. No encontré errores notables. Un saludo.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 04:23
  3. 3. Luis Ponce dice:

    Hola Darío:
    Gracias por tus comentarios en mi relato.
    El tuyo quedó pintado. Me gustan los personajes, los diálogos y el ritmo.
    Quizás dos expresiones excesivamente localistas o usadas menos en otros rumbos: “Sácanos dos tónicas” y “modistillas”.
    Me ha encantado leerte, bien por el reto del narrador.
    Nos leemos.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 16:30
  4. 4. Leonardo Ossa dice:

    Hola Darío, me ha sorprendido el desenlace, no me lo imaginaba. He disfrutado la lectura de tu escrito, las descripciones me parecieron suficientes y acertadas. La creación de la atmósfera ha sido precisa. Todo me ha parecido muy bien. ¡Felicidades!
    Un saludo.

    Escrito el 23 enero 2016 a las 04:48
  5. 5. Ismael Tomas Perez dice:

    Hola Dario:
    Gracias por pasarte por mi relato, siempre es de gran ayuda la opinión de los compañeros. Respecto al tuyo, tengo que decirte que me ha gustado mucho. Es una historia plana pero bonita y bien contada. Para mi gusto esta bien escrito, te falta alguna coma pero sin importancia. ¡Felicidades!

    Escrito el 25 enero 2016 a las 17:02
  6. 6. Jordi Lafuente dice:

    Muy bien Darío. Me ha gustado mucho. La lectura muy agil y muy bien jugado el personaje cámara. Tambien me gusta el uso justo que haces de los tropos (se suele abusar).

    Solo un comentario. En mi opinión, al final te haces excesivamente explicativo. Cuando dices “sin duda, era un beso de despedida.Sentí lástima por él. Don Federico había roto demasiados corazones y bien sabría cuándo un beso era el último.” Estás dando una información que estaba implicita en todo lo anterior. Una vez una persona sabia me dijo que “siempre borrase” la última linea …

    Espero que te sirva, felicidades.

    Escrito el 29 enero 2016 a las 13:46
  7. 7. Darío Lana dice:

    ¡Gracias a todos por vuestros comentarios!
    Tomaré nota de vuestros consejos, especialmente del de Jordi. Me dio problemas ese final, y con tu comentario confirmas mis sospechas.
    Gracias

    Escrito el 31 enero 2016 a las 15:32

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