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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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El último beso - por Cesar A. Martin

Reconozco que en mi profesión es fácil sucumbir al complejo de Dios, que los éxitos y las felicitaciones van desgastando nuestra humildad hasta hacernos creer sanadores infalibles. Pero es entonces cuando la enfermedad aparece y nos abofetea con nuestras propias limitaciones y nos obliga a recordar nuestra frágil naturaleza.

Por desgracia, el último caso que me enfrentó a esta verdad tan cruda fue el de la familia Sacks.

Hace más o menos un año, entraron por primera vez en mi consulta. Margaret guiaba a su marido, Oliver. Parecía desorientado y confuso. Lo sentó, luego ella tomó asiento y esperó educada a que le diera pie.

-Usted dirá -le animé.

-Mi marido no es capaz de recordar -Ambos lo miramos y él nos devolvió la mirada sin entender el motivo de nuestra interés-. Pero lo peor de todo -continuó-, es que ha perdido los últimos treinta años de su vida.

Me explicó con más detalle que Oliver creía tener veintitrés años, que de ahí en adelante no recordaba nada, y que encima era ajeno a esa perdida de memoria.

Al principio pensé en algún tipo de demencia asociada a la edad. Le rogué que nos dejase a solas, que quería hacerle algunas pruebas.

Su inteligencia era normal, capaz de responder y solucionar problemas prácticos sin dificultad, siempre y cuando no se extendiesen en el tiempo. Lo que más me llamó la atención fue su incapacidad de fijar acontecimientos más allá de unos minutos, todo lo que hubiese ocurrido antes para él no había tenido lugar; los espacios en blanco y lagunas mentales las rellenaba con los datos que obtenía observando a su alrededor, y cuando algo se le escapaba o no le encontraba explicación, levantaba los hombros y sonreía.

Cuando Margaret volvió a entrar, Oliver se puso en pie, y le preguntó si era familia de su novia porque tenían un enorme parecido.

-Sí, soy su tía -le contestó con resignación, aquella explicación parecía satisfacer a Oliver.

Margaret me contó que no les quedaba mas remedio que disfrazarle la realidad, que también sus hijos participaban en aquella pantomima y se hacían pasar por primos lejanos. De lo contrario se ponía hecho una furia, creía que lo querían engañar o enloquecer. Tuvieron que esconder viejas fotografías y espejos porque le provocaban ataques de pánico y ansiedad, por suerte su memoria no permitía que estos episodios durasen muchos.

Sin embargo cuando hablaba de su juventud era capaz de rememorar con nitidez y detalle. Se le encendían los ojos y le invadía la vitalidad. Su tema preferido era Margaret, se atropellaba cuando se refería a ella.

-La última vez que la vi, -me contaba-. Estaba muy enfadada, no le gusta que beba ¿sabe?. Ni si quiera me miraba y no quería darme un beso de despedida. Entonces le pellizqué el trasero -se reía-. Cuando se dio la vuelta para insultarme se encontró con mis labios.

Aquella sintomatología se acercaba bastante a la amnesia histérica, aunque nunca había visto un caso tan grave. Algún suceso traumático le podía haber bloqueado los recuerdos, como un mecanismo de defensa que le evitaba revivir experiencias desagradables. Margaret decía que salvo las discusiones que provocaba la debilidad por el coñac de Oliver no recordaba ningún incidente digno de mención. Intenté romper el bloqueo mediante la hipnosis, pero Oliver no podía asimilar un proceso tan largo. Entonces recurrí al Amical Sódico, un suero de la verdad que acabaría con cualquier resistencia, pero nada. Oliver no tenía secretos, le habían robado media vida y ni siquiera era consciente. Su vida transcurría en unos pocos segundos; sin futuro, ni pasado. Sólo sus años de juventud le daban una identidad y un origen, un ancla que impedía que se perdiese a la deriva.

Finalmente las pruebas revelaron que Oliver padecía el Síndrome de Korsakov, una degeneración neurológica de los cuerpos mamilares causada por el alcohol. Un mal orgánico para el que no existía rehabilitación.

La familia lo encajó con gran entereza y enseguida asumieron que la situación sería permanente. Fue Margaret la que se llevó la peor parte. Se había quedado sola, como único testigo de tantos años de intimidad.

Poco después Margaret volvió a mi consulta. Me confesó que la simple idea de olvidar le angustiaba; quería unas sesiones de hipnosis:

-No puedo soportar que el último beso que él recuerde se me haya olvidado a mi.

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20 comentarios

  1. 1. Javier Be dice:

    Simple y sencillamente

    Genial.

    No tengo más palabras.

    Me ha encantado el relato.
    Fácil lectura, engancha desde las primeras líneas, un bagaje cultural amplio y me gusta que a pesar de no especificar la profesión del narrador, se entiende que es psiquiatra.

    No tengo más.

    Muy buena.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 08:22
  2. 2. Candi Fuentes Arroyo dice:

    Me ha gustado tu relato. Describes con acierto una situación estremecedora como es la de los problemas mentales y sigues, a mi parecer, pues no soy ninguna experta, el esquema básico de todo relato: planteamiento-nudo-desenlace.
    Solo le he encontrado alguna pega en la puntuación:
    1) En los diálogos creo que utilizas el guión en vez de la raya (yo siempre la tengo en Ctrl+ñ y así es fácil de escribir)
    2) Detrás de ? no se escribe punto.
    3) Detrás de: -Le contestó con resignación-, yo no pondría una coma a no ser que quieras crear algún efecto especial. Se entendería mejor con un punto. Después seguirías: Aquella explicación parecía satisfacer a Oliver.
    4) En el párrafo: La última vez que la vi -me contaba-. Estaba…
    Aquí rompes la frase separando con punto y seguido el sujeto del predicado. Sería así: La última vez que la vi -me contaba- estaba muy enfadada.
    El inciso está marcado por las rayas.

    Espero que te sirva. Por lo demás me ha encantado.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 14:14
  3. 3. Cesar A. Martín dice:

    Muchas gracias candi, lo peor de todo es que se me han colado y no es la primera vez. Tendré que poner mas cuidado en la ultima corrección.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 14:35
  4. 4. José M Quintero dice:

    Hola Cesar.
    Es una historia sencilla, pero que engancha desde el primer momento.
    Aunque el reto…, yo hubiera dejado al doctor como otro personaje y no como el narrador, aunque entiendo lo de él es un simple testigo en la vida de sus pacientes.
    Aun asi la trama es increible. Felicitaciones.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 15:23
  5. 5. marazul dice:

    Hola César
    Una narración impecable. Clara y con un ritmo muy acertado. No sobra ni falta nada.
    En cuanto al sentido me parece que tratas el tema con mucha sensibilidad y, desde el punto de vista del médico, con profesionalidad. A pesar de que es un tema duro no dramatizas ni exageras, lo humanizas.

    Me ha encantado el final tan…tan realista porque le das una nota romántica a la narración.
    Me ha gustado mucho…..mucho
    Un saludo
    Marazul

    Escrito el 19 enero 2016 a las 23:06
  6. Tu relato me hace pensar en lo malo que seria perder la memoria o tener familiares que esten en ese proceso. Lo has escrito de manera magistral, retratando muy bien esos momentos y los personajes que me parecen muy reales. El final me sorprendió aunque me entristeció de igual manera pues llegue a pensar que podría haber una cura, aunque eso en vida real es dificil.
    Excelente relato.
    Felicitaciones y saludos.

    P.D. Gracias por leer y comentar mi relato.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 16:51
  7. 7. Peter Walley dice:

    Buenas César,

    Según lo leía pensaba que al final algún hecho traumático había provocado la amnesia, probablemente provocado por su mujer (se nota que veo demasiadas películas de media tarde), pero la verdad es que el final que le has dado tú está mucho mejor. Lo único que me saca un poco de la historia son los nombres en inglés, no me parece que aporten mucho en este caso.

    Y una tontería: según leí la primera frase entendí ‘los éxitos y ls felaciones van desgastando nuestra humildad’. Hubiera dado para un relato muy diferente 😉

    Escrito el 20 enero 2016 a las 22:40
  8. 8. Cesar A. Martín dice:

    Hola Peter,
    Muchas gracias por tus comentarios y tambien se lo agradezco a los otros compañeros.
    Se que los nombres pueden parecer artificiosos pero esconden un homenaje a Oliver Sacks, que entre otras muchas cosas fue quien me descubrió el Síndrome de korsakov.
    Por cierto, ese nuevo principio es realmente sugerente, sobre todo para nuestra humildad.
    Un saludo.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 00:47
  9. 9. Paola dice:

    Cesar, precioso!
    Me ha encantado la frase final. No me la esperaba y es de una gran ternura. Con todo lo que tendrá que soportar la pobre mujer lo que más le duele es no tener el recuerdo de algo tan bello.No sé si a los hombres os pasa pero las mujeres, por lo general, somos así,has logrado captar nuestra esencia.

    Nos leemos

    Escrito el 21 enero 2016 a las 12:18
  10. 10. L. Sianel dice:

    Hola Cesar,

    A diferencia de los otros comentarios, el mío creo que no va ser de gran ayuda. No puedo corregir nada, porque no estamos al mismo nivel. Tu historia es brillante. Tratas un tema muy complejo con una dosis de sensibilidad muy alta. La frase del final me ha conmovido.
    No añadiría nada más, salvo que espero leer más escritos tuyos.

    Un saludo

    Escrito el 21 enero 2016 a las 15:33
  11. 11. Luis Ponce dice:

    Hola César: aprecio muchísimo tu comentario en mi relato,al principio yo también pensaba que el límite de palabras era un problema, hasta que me dí cuenta de que funciona como un dique: para el taller tengo que reducirme a las 750 palabras, pero afuera, las palabras me fluyen fácilmente y puedo explayarme sin la preocupación del límite. Luego me toca recortar de todas maneras, pero lo que voy logrando es lo que debe quedar. Para mi el Taller es una gran escuela semi pública, porque no nos leemos sino entre nosotros y esa es otra gran ventaja, porque estamos en igualdad de condiciones, no es lo mismo que enfrentar a un crítico que sólo hace eso: critica. Pero no escribe.
    En cuanto al tuyo me parece un trabajo perfecto con la necesaria dosis de investigación (no se si eres médico), el uso concreto de términos profesionales para no recargar al lector y más que nada una carga espiritual que muchas veces es desdeñada por lo jóvenes.
    Lo de los nombres, aunque suficientemente explicado, me parece irrelevante, porque está relacionado con la memoria íntima del escritor: -“tú tienes cara de Eduardo dijo la madre cuando conoció al novio de su hija”-
    -No mamá, se llama Alberto.
    -Puede ser, pero tiene cara de Eduardo.
    Gracias otra vez, nos leemos.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 19:07
  12. 12. Pato Menudencio dice:

    Creo que la frase final le da potencia a todo el relato.

    Te salió muy buena.

    Saludos.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 22:21
  13. 13. Carolina dice:

    La verdad que me ha encantado tu relato, una trama muy psicológica que te entretiene hasta el final que se descubre la patología. También me ha hecho reflexionar sobre la importancia de nuestra memoria para nuestra vida e identidad.
    Excelente trama!

    Escrito el 22 enero 2016 a las 01:43
  14. 14. Marcelo Kisi dice:

    César, se extrañaba tu prosa aplomada, algo melancólica, pero siempre exacta. Me encantó!
    De nuevo gracias por comentar mi relato, nos leemos!!

    Escrito el 22 enero 2016 a las 20:06
  15. Hola César, muy bien narrado, a mi me ha gustado mucho. Ha conseguido mantener mi atención constante, deseando llegar al final para saber como acababa y ese final …muy bueno.
    El tema está tratado con mucha sensibilidad y hacer reflexionar sobre el papel tan importante que tienen en nuestra vida los recuerdos y ese miedo intenso a perderlos por una enfermedad.

    Los guiones que utilizas, tal y como te han comentado no son los adecuados para marcar un diálogo. También tengo algunas dudas sobre la puntuación de los diálogos, te pongo un ejemplo:

    -La última vez que la vi, -me contaba-. Estaba muy enfadada, no le gusta que beba ¿sabe?.

    Hay una coma después de vi y después de ese me contaba, un punto. No sé si algún experto en puntuación puede decir si eso es correcto así porque la coma apunta lo que piensa el personaje. A mi me generaba dudas igual que ese punto después del interrogante de sabe? Solo puedo apuntarlo, porque igual es correcto y te estoy liando, no soy experta en puntuación, es más acostumbro a tener algunos problemillas, pero me ha sonado raro.

    Un saludo y gracias por comentar mi relato.

    Escrito el 23 enero 2016 a las 09:45
  16. 16. Fabián dice:

    Cuando alguno de los personajes es un doctor suelo agarrarme a la silla, esperando un lenguaje técnico y aburrido. Por suerte no fue el caso. Lo narras todo muy bien, y en vez de ponerle deberes al lector enviándolo a la wikipedia para entender términos, lo redactaste todo de una manera muy sencilla de leer y con un ritmo ideal para que no se haga muy largo. Eso siempre se agradece.

    El narrador testigo está mas que conseguido, claramente el protagonismo se lo llevan la pareja que van a la consulta del doctor.

    Muy buen trabajo.

    Escrito el 23 enero 2016 a las 11:14
  17. 17. Diego Manresa Bilbao dice:

    Cesar,
    Muchas gracias por tu comentario…
    Muy bonita historia, ademas me parece genial la ultima frase! Le da todo el sentido a una historia bien contada pero algo anodina hasta ese momento.
    Nos leemos!
    Enhorabuena!

    Escrito el 23 enero 2016 a las 18:56
  18. 18. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Hola Cesar, tu texto es de una impecabilidad sobria. Me sentí confuso con tu primer párrafo: porque el mencionar a Dios, llevo mi mente hacia un mundo parroquial. En lugar de eso, dusfrutó un relato lleno de conocimientos y soberbio en su contenido. Felicidades. El final arrancó de mi lectura una sonrisa, porque posee una profundidad aderezada de buen humor; magnífica pincelada.

    Escrito el 24 enero 2016 a las 07:03
  19. 19. José Torma dice:

    Que tal Cesar, tarde pero aqui estoy, regresando visitas.

    Fijate que tu relato es tan bueno, que aun sin saber ni jota de enfermedades mentales, lograste mantener mi atencion. Hace poco vi una pelicula donde un accidenta le habia robado la emoria a un tipo, no recordaba nada, se la mantenia escribiendo notas y grabando eventos para poder recordar cada dia quien era.

    Muy bien llevado y yo que soy un sentimental empedernido, me enganche y me encanto el final.

    Muchas felicidades. El narrador no lo comento porque me parece que esta en primera persona, pero eso no quita lo bueno que esta.

    Saludos.

    Escrito el 27 enero 2016 a las 03:53
  20. 20. Wolfdux dice:

    Gran relato. Hace poco me leí “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” de Oliver Sacks. Solo he echado en falta la tilde en “perdida”, pero por lo demás… Magnífico. Un saludo.

    Escrito el 2 febrero 2016 a las 00:32

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