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El último beso - por Sandra

La miró de soslayo una vez más. No quería ceder a sus encantos porque algo de aquella mujer le daba mala espina, la percibía fría, oscura… se le erizaba la piel de la espalda cada vez que intuía que estaba cerca y aún así, debía reconocer que estaba fascinado. Se sentía intensamente atraído por ese cuerpo, por ese vaivén que aligeraba el aire a su paso, y por alguna razón que no podía explicar, la presencia de aquella mujer lo dejaba sin respiración.
Varios días llevaba rondándole con su ir y venir meloso y elegante aunque no habían cruzado aún una sola palabra. Quería afrontar aquello, pero se sentía sin fuerza, atrapado, como sin capacidad de reacción… en cuanto ella se acercaba sentía los músculos agarrotarse, las palmas de las manos comenzaban a sudar y el corazón parecía incluso perder ritmo… ¿Qué era todo aquello?
Mientras se preguntaba cuánto tiempo más podría soportar aquella tensión, algo frío recorrió su brazo y le llegó hasta el cuello, para luego extenderse por su pecho y sus entrañas. Perdió por un momento la orientación y el cuerpo se le aflojó a medida que comenzaba a respirar rítmicamente y entraba en un estado de profunda calma.
Se vio envuelto por la claridad gris del día y a pesar del suave repiqueteo de las gotas de una fina lluvia sobre la frente se sintió más animado y se dejó llevar por sus propios pasos. Al fin parecía haber dejado atrás a aquella extraña mujer y caminaba tan ligero como no recordaba haberlo hecho nunca… al fin libre después de tanto tiempo…
No tardó en llegar. María, su compañera, su amor, su amiga, la madre de sus hijos… aquel regalo que la vida le había puesto entre las manos fregaba los cacharros de la cocina como en las grandes ocasiones, “quizás llegue a tiempo de participar en la celebración…” se dijo. Sin aspavientos, como si hiciera solo unos minutos que no se veían, se acercó a ella y la abrazó desde atrás. Se apretó contra ella y aspiró su aroma… que bien volver a casa.
Los niños entraron persiguiendo una pelota de goma que rebotó unas cuantas veces en armarios y cajones. “¿Hasta cuándo tendré que decirles que no anden descalzos por casa?” pensaba mientras se daba cuenta de cómo les había echado de menos todo ese tiempo…
Y sí, efectivamente el salón estaba lleno de gente, Nati y Tomás, Conchita, María y otro de sus novios de pelo engominado… su hermana Ana repartía el brazo de gitano que había comprado en la panadería de Javi:
—Hay que ver las manos que tiene este chico para los pasteles, ¿verdad?
La abuela Carmela buscaba unas ramitas de menta en la terraza para preparar el té, pero su mirada estaba perdida en alguna parte, parecía no entender quien se empeñaba en hacer que todos se fueran antes que ella…
—Esta gente con el té y el brazo de gitano no saben lo que es bueno ¿eh? — su tío Evaristo le acercó un plato mientras saboreaba una copa de vino tinto —. Cógete un taquito de jamón hombre…
De repente se siente agotado de nuevo… Aunque lo intenta no puede hablar, tirita, le fallan las piernas… se encuentra solo, aislado del mundo y se deja caer no sabe hasta dónde…
“¡No puedo más que alguien me saque de este sueño estúpido! Creía que no volvería jamás a tomarme un vino con el tío Evaristo, mis hijos ya no juegan con pelotas y Javi hace ya años que se marchó a Gambia a construir pozos y sembrar huertos de artemisa para combatir la malaria… ¿y qué son estos escalofríos que me recorren el brazo?”
Cerró los ojos aturdido, volvía a respirar con dificultad, cada vez estaba más nervioso… y entonces ella de nuevo, a su lado, más cerca que nunca… se fijó en su tez pálida, fina, perfecta, casi transparente. Su ropa oscura se ceñía a su cuerpo bello, estilizado, atemporal… sintió su olor a ceniza y a incienso.
Manuel se estremeció y en ese momento lo comprendió todo. Había tenido la oportunidad de volver a casa por última vez.
Al otro lado de la cama le esperaban su padre, Antonio, su hermano pequeño, la abuela… ellos hicieron ya el viaje que a él ahora le tocaba. Sus expresiones sonrientes lo tranquilizaron y sólo entonces tuvo fuerza para mirarla a los ojos. Y ella no perdonó. Se acercó y le robó el último beso.

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7 comentarios

  1. 1. Saulo dice:

    Hola Sandra, buen relato. Te comento algunas cosas que espero que puedan ayudarte. En ocasiones me ha resultado un poco confuso. Está todo en pasado y, de repente, pasa la presente… y me resulta confuso.
    Creo que es evidente que hablas de ella como de la muerte. Pero no queda tampoco muy claro. Al final, ella, es posible que se sepa quien es. Tampoco me queda claro qué es lo que le recorre el brazo.
    He visto algún problema de puntuación: “Se vio envuelto por la claridad…”
    Por lo demás, me ha resultado muy imaginativo.
    Muchas gracias.

    Escrito el 19 enero 2016 a las 10:59
  2. 2. Lesly Bosco dice:

    Me ha gustado tu relato y tu forma de escribir.
    Me gusta como describes la situación de la muerte.
    Lo único que has utilizado un narrador omnisciente y no el testigo que requería el reto.

    saludos

    Escrito el 21 enero 2016 a las 14:38
  3. 3. Iraide dice:

    ¡Hola, Sandra!

    Me ha gustado cómo describes las escenas del relato, y la variedad de personajes, pero es cierto que resulta un tanto confuso y no queda claro que estés hablando de la muerte. Por otro lado, como ha comentado Lesly, no has empleado el narrador testigo.

    En cualquier caso, ¡felicidades por la originalidad de tu historia! 🙂

    Escrito el 21 enero 2016 a las 20:47
  4. 4. Borboleta dice:

    ¡Hola Sandra! Tu relato desde el punto de vista imaginativo me resulta fantástico, es muy de mi estilo, a mi también me encanta darle unos finales impresionantes a mis relatos y sin duda lo mejor del tuyo es el final. La única duda que tengo es que no se exactamente si es que está delirando el hombre.

    Mi consejo es que todo lo “raro o extraño” que escribas a lo largo del relato le des una explicación al final. Por ejemplo, puedes decir al final antes de donde pone “en ese momento lo comprendió todo”: “esos difusos momentos en los que se sentía tan débil, esa mujer, ese reencuentro con su vida diaria … no era más que un recuerdo, un deseo de volver a vivir, un delirio en parte delicioso y en parte aterrador.Ahora toda aquella locura cobraba de repente sentido.”
    Eso hubiese disipado cualquier tipo de duda. Es un ejemplo de lo que te quería decir, espero que te ayude a organizar y terminar de forma maestra un genial relato.
    Te seguiré leyendo con gusto si sigues escribiendo esos maravillosos finales y esas preciosas descripciones ;).

    Un saludo, y, me alegro de encontrar a alguien con mi forma preferida de construir un relato: sorprendiendo. =)

    Escrito el 24 enero 2016 a las 18:22
  5. 5. Carmen Alagarda dice:

    Buenos días me ha gustado mucho tu relato, está muy bien descrito y me parece muy original y de alto nivel.
    Espero que nos sigamos leyendo.
    Felicidades.
    Un saludo.

    Escrito el 28 enero 2016 a las 10:55
  6. 6. Isabel dice:

    Hola Sandra,

    En primer lugar agradecerte tu paso por mi relato.
    Respecto al tuyo en cuanto a forma, omitiría ” como ” de la frase ” como sin capacidad de reacción. Es sólo una sugerencia, pero creo que suena mejor. Por lo demás, me ha gustado mucho la forma en cómo lo has escrito. El lenguaje empleado y el vocabulario muy variado. Suena muy bien.
    Sin embargo, me ha pasado como a algunos compañeros, que en cuanto contenido me parece confuso, pues creo que no queda claro qué es lo que realmente le pasa al protagonista.

    La historia muy original y bien escrita.

    Nos leemos en la próxima.

    Saludos

    Escrito el 30 enero 2016 a las 23:59
  7. 7. Sandra dice:

    Gracias a todos por vuestras notas.

    Veo que sois varios los que coincidís en sentiros un poco confusos con la historia… creo que tenéis razón, en mi afán por cumplir la máxima de “mostrar mejor que contar” me he quedado un poco en tierra de nadie… jejeje… creo que debería explicar al final en un par de lineas que ciertamente, al hombre le ronda la muerte y ha tenido la oportunidad de volver a casa para despedirse…

    Y también me he dado cuenta de que he usado un narrador omniscente en lugar de un testigo, entendí bien la diferencia entre los dos al leer otros relatos.

    Gracias de nuevo y ¡hasta la próxima!

    Escrito el 7 febrero 2016 a las 19:58

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