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EL ÚLTIMO BESO - por TATATA

Puedo decir que fue un privilegio, hasta cierto punto, el haber conocido a esos chicos, cuyos nombres nunca supe, mientras trabajaba como mesero en un pequeño restaurante cercano a una plazoleta de mi barrio.
Un día de primavera los ví entrar con cierta timidez al local. Era una pareja de adolescentes que, al parecer, por primera vez entraban a un restaurante. No se sentaron en una de mis mezas por lo que no fui yo quién los atendió. Y nunca los atendí porque se acostumbraron a esa mesa del rincón romántico.
Estoy convencido que ese día se dieron su primer beso. El vacilar, la timidez y lo fugaz del beso así lo indicaba.
Los ví crecer mientras iban al local. Pasaron como estudiantes con uniforme, como universitarios con muchos libros y como profesionales jóvenes. En ese tiempo observé cierto ritual en ellos: luego de pagar su cuenta y antes de levantarse se besaban como agradeciendose el momento compartido.
Así fue que un dia divisé cómo él extraía de su bosillo una pequeña cajita, la abría ante ella, murmuraba unas palabras y obtenía de vuelta una risa, llanto y un gran beso, el primero de muchos antes del último del día.
Pasó mucho tiempo sin verlos, hasta que un día entraron conduciendo un coche de bebés con uno muy bello en su interior. Ya eran clinetes del restaurate por lo que todos nos acercamos a alabar esa criatura. Ese día, el último beso pareció ser una autocongratulación por lo bello que estaban logrando.
Vimos crecer no solo a ese pequeño sino que a dos más. Llenaban de vida el restaurante cuando almorzaban allí los domingos. Celebraron la graduación de la secundaria de dos de sus hijos y la unversitaria de uno. Cada vez, el último beso de agradecimiento nos complacía más a todos.
Un día de otoño, convertidos ya en adultos (lo que me parecía increible), llegaron solos. Sus semblantes nos preocuparon. Fue una charla silenciosa, algunos signos de ira y llanto contenido, luego silencio.
Después de un momento en que intercambiaron miradas fugaces para luego voverlas a la meza,donde se podían ver sus platos apenas tocados, se pusieron de pie y, sin besarse, se dirigieron a la puerta de salida. Una vez salieron se detuvieron a tan solo unos metros y allí, bajo una suave llovizna, se dieron el último beso.

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3 comentarios

  1. 1. C.S López dice:

    Hola, el reto lo lograste, hiciste muy bien a un narrador testigo.
    Cabe decir, que vi un error mortal de ortografía “Meza” , y otro que fue probablemente producto de escribir rapido. “clinetes”.
    En cuanto al contenido , me parecio muy bien, con vocabulario simple.
    Pero, ¿El mesero trabajo practicamente toda su vida alli, verdad? Por que si es asi, encuentro la palabra “mientras” como para algo mas temporal que para toda una vida.

    En fin, aún asi, una buena escena. Sigue practicando, y pendiente a la ortografía. Exito.

    Por cierto, mi escena es la 219, sería un honor que pasaras por ella.

    Escrito el 20 enero 2016 a las 03:27
  2. 2. Iago dice:

    Me gustó mucho tu relato,aunque como dicen en el comentario de arriba hay que tener cuidado con la ortografía. Y co algunos detalles ya que al principio se da a entender que el camarero trabajó en el restaurante un tiempo pero a lo largo del relato se entiende que trabajo más de media vida en él. Sigue trabajando y mejorando.

    Un saludo

    Mi relato es el 199 por si te gustaría pasarte.

    Escrito el 21 enero 2016 a las 09:25
  3. 3. Miriam Torres dice:

    Hola TATATA

    Lo primero de todo, agradecerte el comentario en mi relato. Ahora voy a hacer lo mismo.

    Coincido en las valoraciones de los otros dos compañeros en cuanto a la ortografía y en la revisión del texto a la hora de transcribirlo. También observo expresiones incompletas como “estoy convencido DE que” o “alabar A esa criatura”; y palabras que se repiten muy seguidas como “(…) no fui yo quien los atendió. Y nunca los atendí.” o “(…) ese día se dieron su primer beso (…) y lo fugaz del beso así lo indicaba.”

    Salvando esos detalles, el texto es muy real. Cuenta una historia bastante común, lo que hace que sea fácil de entender. Una pareja jóven que pasa más de media vida juntos, creando una familia, y de pronto se desgasta y muere. Se dice que si los lugares hablasen contarían miles de historias de este tipo y este es uno de esos casos. Muy bien redactado el paso del tiempo, comprimido en este microrrelato.

    Si trabajas los detalles y la gramática, obtendrás muy buenos resultados, porque la redacción y la concisión la tienes de sobra.

    Ánimo!!!

    Escrito el 22 enero 2016 a las 23:09

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