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El último beso - por Manel1984

Las sábanas dibujaban lineas suaves y caprichosas, armonizando a la perfección con los tímidos pliegues de la piel de aquellos cuerpos desnudos yaciendo en una vieja cama. Las curvas de las extremidades y de ciertas partes de sus cuerpos daban lugar a grisáceas sombras que denotaban una cierta dulzura y paz. Ambos cuerpos se hallaban perfectamente acoplados, en pleno e intenso contacto uno con otro, como si de firmes piezas arquitectónicas de un museo se trataran. Piel con piel, sombra con sombra, en un mar de extenso blanco.

Pude percibir la pureza de la unión de sus pieles blancas, como si de un solo cuerpo se tratara. Como dos copos gemelos de nieve en la intimidad.

Me dejé invadir por la paz que reinaba en aquella estancia cerrada con olor a hormonas concentradas. La luz de aquella mañana atravesaba las blancas cortinas, suavizándose a su paso, pero iluminando con gran intensidad la estancia. Era un día claro y luminoso y la hermosura de aquella escena era palpable como una obra artística majestuosa e inolvidable.

Continué observando a la pareja, sentado en aquella barroca y desgastada silla. Ambos lo sabían, pero no parecía importarles lo más mínimo que estuviera allí con ellos. La cosa había empezado como un juego sexual, pero llegado a cierto punto, se habían acostumbrado a mi presencia, y el efecto de las drogas y el cansancio, hicieron que se olvidaran de mí.

Muchos fueron los días que habían pasado ya, allí encerrados. Aquellos solo eran los vestigios de aquella aventura sexual. Pero a pesar de ese desgaste, le encontraba cierto encanto al hecho de observarles, pues era una pareja atractiva y magnética.
Para ellos era como un ritual, les gustaba dejar que sus cuerpos surcaran por un mar de sensaciones, jugando y riendo como niños, probando sabrosas y exóticas comidas y endulzándolas con algo de alcohol, haciendo el acto sexual con gran pasión varias veces y dejándose llevar por el vaivén de esas olas, con sus energías entrelazadas descendiendo en espiral. Era entonces ante esa típica falsa sensación de agotamiento, cuando les encantaba sentir el impulso de las drogas en sus venas para acabar siendo arrastrados con decrépita lascivia y cierto ahogo a la orilla, envueltos en el sosiego de la inconsciencia.

Y tras unas horas de perpetuo silencio dejaban que el sueño les visitara nuevamente, y así continuarían del mismo modo al día siguiente. Me habían descrito ese proceso una vez y desde entonces siempre había querido verlo.

Y por fin había llegado ese día. Era como algo divino, una comunión perfecta de seres que se amaban, en un viaje intenso hacia el agotamiento y el éxtasis, dibujando cuadros sobre la sábana con sus extrañas posturas, y en simbiosis con aquella luz maravillosa que reflejaba en sus tersas pieles.

Pero tras unas horas que pasaron como segundos, algo se torció discretamente. Las muecas de ella parecían romper aquella agradable paz, y con una tos quebrantó el profundo silencio. El compañero que estaba apoyado en su pecho, se sobresaltó de inmediato y con una parcialmente calmada extrañeza posó sus ojos en ella. No necesitaban hablarse para entender que algo malo ocurría. Entonces, ella, con un movimiento brusco se retorció llevando su cabeza hacia atrás y abriendo la boca, emitiendo un sonido como de ahogo. Empezó a moverse y retorcerse de dolor, con extremas y violentas convulsiones. Él se incorporó de un salto en la cama, y entonces fue cuando sus pensamientos parecieron sincronizarse con los míos. No podía tratarse de otra cosa, las drogas estaban pasándole factura a aquel cuerpo. Tanto él como yo le preguntábamos asustados, pero ella era incapaz de articular palabra. Ni siquiera había abierto los ojos. De alguna manera sabíamos que su final estaba cerca.
Permanecimos a su lado, intentando reanimarla y darle agua. Su malogrado cuerpo batallaba enfurecido entre extenuantes convulsiones y pareció quedarse casi sin aire. En un último esfuerzo, con sus músculos en tensión, abrió sus ojos verdes, y casi apenas de forma ininteligible pudo decirle a él que le quería.
Sus músculos pararon en seco, y sus movimientos cesaron por fin.

No podía creerlo. Nunca había presenciado una muerte así.

Él se levantó y se acercó a la ventana en medio de un silencio cruel y violento. Su gran tristeza no podía ocultarse en su sombrío rostro.

Se acercó con extraña lentitud y le dio un último beso.

“Adiós amor…” – le susurró al oído mientras le acariciaba la cara y sus lágrimas caían sobre las arrugadas sábanas – “…nos veremos pronto en la otra orilla.”

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7 comentarios

  1. 1. GAIA dice:

    Buena historia!! estoy en el 164

    Escrito el 20 enero 2016 a las 03:18
  2. 2. matkow dice:

    Hola Manel1984,

    Felicidades por el relato. Me ha gustado mucho y me parece muy interesante.

    Por otros relatos que has publicado veo que se éste sale de lo habitual y es bueno experimentar nuevas maneras de contar las cosas, caminos diferentes… eso hace que te enriquezcas como escritor.

    * Lo que más me ha gustado: la atmósfera que se consigue crear. consigues meter dentro al espectador y que sufra esa agónica escena. La frase final me parece un tierno y precioso final.

    * Lo que menos me ha gustado:Comentarte un detalle sin importancia: “Las sábanas dibujaban lineas suaves y caprichosas…” “lineas” va con acento.

    En la frase “Y por fin había llegado ese día..” como el párrafo anterior comienza con “y” también… creo que se podría omitir en éste y empezar: “Por fin había llegado..”

    ¡¡Felicidades por la historia!!

    Nos leemos 🙂

    Escrito el 21 enero 2016 a las 11:16
  3. 3. Javier Be dice:

    Hola Manel

    Me gustó mucho la forma de redacción que tienes, pudiste adentrarme en el lugar imaginando y sintiendo todo lo que ocurría.

    la parte de la muerte de la chica fue tan dramática como limpia, no traes más sentimientos a escena que los estrictamente necesarios.
    además dejas ese final en el que el lector debe imaginar qué pasará, si acaso se suicidará o que será.

    Buena lectura.

    Soy el 210 por si te interesa darme una buena crítica.

    Saludos y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 23 enero 2016 a las 20:57
  4. 4. beba dice:

    Hola, Manel:
    Muy bueno tu manejo narrativo, y de la expresividad. Muy logradas las imágenes.
    Me da mucha pena que la lujuria convierta al sexo en un pretexto para destruirse y perderse. No sé si es tu opinión, pero has logrado transmitir ese dualismo doloroso.Felicitaciones.

    Escrito el 25 enero 2016 a las 00:03
  5. 5. Diego Manresa Bilbao dice:

    Manel,
    Creo que utilizas muy bien los adjetivos para narrar, le dan un gran ritmo y melodiosidad al relato… Por otra parte, la frase final es sublime…
    En el debe, me parece que el narrador testigo esta metido un poco con calzador, y que hay poco conflicto…
    Pero un relato muy bueno, y muy bien escrito!!!
    Nos leemos!

    Escrito el 29 enero 2016 a las 19:53
  6. 6. Manel1984 dice:

    Gracias Beba,
    Si, quería expresar esa dualidad extrema entre placer lujurioso e intenso y la mortecina e inevitable destrucción del cuerpo por el exceso… Es como la calma que precede a la tormenta y luego esta que llega y lo destroza todo a su paso.

    Un saludo!

    Escrito el 3 febrero 2016 a las 19:33
  7. 7. Manel1984 dice:

    Hola Diego,
    Gracias por los puntos buenos. En cuanto a lo del testigo, no fue una decisión de última hora, lo pensé así desde el principio, para tratar el tema del voyeurismo como papel importante en los juegos sexuales. Pero quizás tendría que haber añadido más conflicto y que interactuara más con los personajes principales. Tomo nota.

    Nos leemos, un saludo!!

    Escrito el 3 febrero 2016 a las 19:36

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