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El último beso - por Leo Lecourbe

"Recuerdo como sus labios se alejaban de mí. Eso sí que lo recuerdo. Rojos, brillantes, contrastaban con el azul claro que rellenaba esa imagen desenfocada que se grabó en mi memoria. No recuerdo el color de sus ojos, ni el tacto de su piel, ni su olor, solo recuerdo su boca. Su boca y sus labios."

Llegué a primera hora de la mañana, puntual. Ella aún no me conocía y quería darle una buena impresión. A esa hora del día la playa estaba desolada. Solo una mujer de pelo oscuro esperaba sentada sobre la arena. Me acerqué y me presenté. Se llamaba Marta.

Después de charlar un rato y detallarme las tareas que debíamos hacer durante el día, salimos en Zódiac a modo de reconocimiento. Lejos de la costa, el mar nos mecía agitadamente. La verdad es que hubiera preferido un día de sol para empezar mi nuevo trabajo. Pero me sentía seguro con Marta que miraba concentrada el pasar de las olas. Parecía inquieta… De pronto, empezó a hablarme sin apartar la mirada y con voz seria y serena se sinceró conmigo.

Marta nació en un pueblo pesquero de la costa cantábrica. Desde pequeña había jugado con el mar como si se tratara de otro niño. Unas veces se amaban y otras se discutían, incluso podía que se pelearan. En una ocasión Marta estuvo a punto de ahogarse en el agua salada. La salvó un anciano que se paseaba en barca por la zona. La recogió en alta mar, inconsciente. Ese día cambió su vida y su visión sobre ese amigo de infancia tan peculiar. Desde entonces tiene claro que el mar no es lo que parece. Es traicionero, nos acecha e intenta seducirnos para caer entre sus líquidas garras. Se juró que trabajaría para prevenir a la gente de esos ataques y para reanimarla en caso de urgencia. Yo la observaba atentamente mientras hablaba, era una bella mujer, misteriosa. De pronto, nos cruzamos la mirada y sonrió. Se quitó la camiseta y saltó de cabeza al agua.

Marta se alejaba de la Zódiac nadando con destreza. Se notaba que era su medio. El motor estaba parado y solo se oía el ruido del viento y de las olas al golpear la superficie de la embarcación. Parecía que Marta se divirtiera en esa situación cada vez más peligrosa. No llegaba a entender su comportamiento tan imprudente. Nadie diría que era la misma persona que hacía unos instantes me hablaba de precauciones y responsabilidades.

La distancia que nos separaba se incrementaba progresivamente por efecto de la marea. Era como si el océano estuviera esperando este momento, una segunda oportunidad para cobrarse la vida de Marta. Sentí que el tiempo se aceleraba cuando vi a Marta mover los brazos a lo lejos, rodeada de pinceladas de espuma que aparecían y desaparecían. Entonces, una ola con malas intenciones golpeó nuestra barca con fuerza y perdí el equilibrio. No tardé en darme cuenta que estaba sumergido en el agua. Me dolía la cabeza y estaba desorientado. La sensación de asfixia se apoderaba de mi cuerpo y la percepción de mi alrededor acuático se desvanecía a medida que mis músculos dejaban de responder a mis estímulos.

Quizás era yo y no Marta la persona que le hacía al mar, la boca agua.

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4 comentarios

  1. 1. escritores anónimos dice:

    Hola Leo! No voy a basarme en faltas ortográficas, léxico o puntuación, no al menos con tu relato. He de decir que he tenido que leerlo dos veces, ya que no sabía muy bien dónde se encontraban, buenas descripciones, ingeniosa idea, parece, por como describes al mar, que lo conoces bien.
    Adoro completamente la última frase. A lo único que pongo pegas es al reto, no creo que hayas logrado el narrador testigo, me explico, según lo que me he documentado (leyendo en Literautas el apartado de narradores) es que el narrador testigo debe ser un mero observador y aquí yo le veo como claro protagonista, en algunos momentos si que puedo vislumbrar la figura de este difícil narrador, pero en muchos otros no. Por lo que tal vez, te pondría un 6 en este reto.
    No entiendo que tiene que ver el título “el último beso” con la historia después narrada (esto es una pregunta debido a que antes de juzgar hay que preguntar y tal vez si se lo explicas a esta pobre principiante en el apasionante mundo de la escritura lo entienda).
    Solo eso, espero que prosigas con tu crecimiento como escritor, logres historias como esta:
    Mi más sincero respeto

    Escrito el 19 enero 2016 a las 21:57
  2. 2. Leo Lecourbe dice:

    Muchas gracias por tu comentario, aprecio mucho las críticas.

    La verdad es que he tenido algunas dificultades para escribir un relato en modo narrador testigo. He hecho varios intentos y tenía la impresión que en éste, Marta podría llegar a jugar el rol de protagonista. Está claro que tengo que seguir practicando las técnicas narrativas.

    En cuanto a la historia, te puedo explicar lo que quería transmitir yo, aunque soy partidario de las libres interpretaciones. La historia es narrada por un aprendiz de socorrista que explica la vida de Marta, su tutora. En un momento dado, éste se ahoga –pasando de ser narrador testigo a protagonista– y ella representa que le salva. La primera frase es lo que el chico ve justo después de recuperar el conocimiento. El último beso es pues el boca-boca.

    Acabo de pensar que si el pensamiento con el que comienza el relato fuera de Marta, es decir, fuera ella la que acaba ahogándose, quizás reforzaría mi intención de hacerla protagonista de la historia. Creo que estudiaré si esta opción mejora el relato.

    ¡Muchas gracias de nuevo por tu comentario!

    Escrito el 19 enero 2016 a las 23:40
  3. 3. David dice:

    Me gusta la historia y la marcha del relato, en algunas ocasiones me perdí y tuve que releer ciertas partes me parece una buena descripción.

    Escrito el 22 enero 2016 a las 22:20
  4. 4. beba dice:

    Hola, Leo:
    Un narrador testigo es alguien asomado a una ventana, que nos narra el atraco en la vereda de enfrente; sólo interviene dando pistas de su posición. En tu cuento, podría ser una gaviota la que narrase la historia.
    Muy lindas imágenes.
    Acerca de la historia, a mi modo de ver, ha quedado muy poco clara y deshilvanada;la boca de la protagonista no tiene mucha importancia para el relato; su arranque de tirarse al mar, después de contar su historia, tampoco. ¿Tal vez buscabas suspenso y te han resultado pocas las 750 palabras?
    Un saludo.

    Escrito el 23 enero 2016 a las 17:32

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