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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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ENSEÑAME - por Echos

Web: http://www.fuertecomounleón.blogspot.com.mx.

Corrían las 5 de la tarde aquel miércoles, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, los tenues rayos de sol atravesaban las persianas como jinetes en plena competencia, en el azulejo del suelo parecían tener reunión los contrastes de los coloridos uniformes del personal, las diferentes escalas de verdes, blancos, amarillos y azules se antojaban variadas, ningún reflejo era claro todos se distorsionaban al movimiento de su respectivo dueño, era tiempo de cambio de turno: los que terminaban corrían por irse y los que llegaba por no estar tarde…
Lejos de todo ese bullicio se encontraba la habitación 45, un lugar más allá de todo, incluso de la misma muerte o al menos eso pensé durante mucho tiempo, se sentía la más especial, no por contener algún paciente con un padecimiento peligroso o extraño, sino porque allí se encontraba la Señora Alejandra una mujer con una historia verdaderamente peculiar; yo conocía prácticamente a todo los pacientes del piso y los días de guardia era la habitación que procuraba atender primero, allí parecía no existir el tiempo y cada minuto estaba conformado por algo más que 60 segundos. Todo eso gracias al señor Leonardo un hombre ya entrado en la sexta década de vida la cual se reflejada en las arrugas de su rostro, el cansancio en su postura, el encorvamiento de su complexión robusta y en el cabello tan blanco como el uniforme de enfermería, poseía una mirada que se reflejaba serena a través de sus intensos ojos azules como el cielo y profundos como el mar, este gran hombre era el responsable de la sorprendente historia que estoy a punto de describir y no me refiero a sus glorias pasadas o a sus logros personales sino en la manera en que transformaba el amor y sufría; expresando en conversaciones extensas, la convalecencia del motor de sus días…
1. Inconsciencia…
Caminaba como de costumbre por la mañana, esta vez se trataba de medicina interna uno de los lugares que más emocionaba mi corazón al inicio del año, con solo pronunciar el nombre se me erizaba la piel, me encantaba todo lo allí recibido, pacientes con padecimientos difíciles que necesitan manejo por tiempos prolongados hasta lograr un diagnóstico certero o padecimientos que nadie ha podido diagnosticar más que los grandes eruditos de aquel servicio (así se hacían llamar ellos mismos), no pensaba que el primer día mi vida en aquel servicio cambiaría mis intereses.
-Buenas tardes, voy a ser su médico interno los siguientes días- explique mientras daba un vistazo general en la habitación y extendía la mano para saludar al familiar del paciente.
-Buenas tardes doctor- Respondió aquel hombre extendiendo la mano, sin quitar los ojos de su familiar.
-¿Cómo se encuentra hoy la señora…?- preguntaba mientras hojeaba el expediente en busca de la ficha de identificación.
-¡Alejandra!- respondió el familiar rápidamente sin darme tiempo de encontrar mi objetivo, mientras acariciaba la mano de la paciente.
-Muy bien señor, ¿Cuál es su nombre?- pregunté observando con detenimiento a aquel hombre que parecía no reaccionar a mi presencia.
-¿Yo?, soy Leonardo Doctor- respondió nuevamente sin cambiar la posición inicial.
Aquel hombre parecía esculpido en cera, embelesado con la bella durmiente que yacía bajo sus ojos mientras la luz de la habitación la tatuaba en sus pupilas, había entrado y salido en más de 3 ocasiones pero se encontraba en pleno trance, no escuchaba pasos, no atendía siluetas, no veía colores; al acercarme para observar detenidamente, quise describir la escena, un nudo se me formó en la garganta, y en este momento mientras escribo siento escalofríos que recorren mi espalda: El hombre blanco de manos cansadas, piel despintada por el vitíligo y arrugas entre los pliegues de los dedos, tomaba la mano de la mujer inclinando su rostro hacia ella con una lagrima condensándose en sus parpados, apretaba los ojos fuertemente mientras le susurraba cosas que no podía entender por la distancia y por que las ondas sonoras de su voz chocaban para disolverse con el rugido del ventilador que oxigenaba artificialmente esos pulmones además del llanto del monitor cardíaco, el cual indicaba que ese corazón aun latía…
Aquella lagrima nacía de la cuna que formaba con los parpados apretados, se deslizaba lentamente sobre las mejillas cortando el aire y destrozándose igual que un cristal al caer contra la mano de la mujer que al parecer no podía expresarse pero absorbía cada sentimiento a través de sus poros

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5 comentarios

  1. 1. Paracelsus dice:

    Algunos comentarios:
    En el fondo, la historia me fue difícil de entender y lograr empatía con los personajes. Por ejemplo, Mencionas: “Señora Alejandra una mujer con una historia verdaderamente peculiar” y no creo que aparezcan detalles respecto a “esa historia”, y que la hace peculiar.
    En la forma: Creo que comprendí que te gustan las descripciones relativamente extensas y detalladas. A mí, me gustan cortas, precisas y absolutamente funcionales a la historia, pero eso es tema de gustos. Si funciona…Funciona

    ¡Animo!

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 01:49
  2. 2. David dice:

    cada uno tiene su forma de explicar sus historias muchas gracias por el comentario esta es solo un fragmento de la historia para conocer la peculiaridad de la señora debes leer la historia completa, cabe mencionar que esta historia fue escrita en un momento de mi juventud en la que no tenia suficiente madurez literaria, gracias por el comentario me ayudara a crecer.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 16:54
  3. 3. Maria Kersimon dice:

    A mi son precisamente las descripciones detalladas lo que más me ha gustado de tu texto, por ejemplo la de la baldosa, la de la lágrima que se estrella como un cristal (por cierto no emplearía el verbo destrozar), la del ventilador y el monitor cardíaco, aunque queda larga. Quizás la cortaría. Las frases cortas son más ágiles, dejan respirar. Podrías trabajar las des ripciones y pulirlas un poco pero hacen interesante el texto y denotan sensibilidad. Ayudan a visualizar la escena.
    No estoy segura de que hayas acertado con el reto pero bueno, no se puede estar en todo.
    En cuanto a forma, embelesado por, no con.
    Me ha gustado leerte. Un saludo.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 22:36
  4. 4. charola dice:

    ¡Hola David! Me gustó tu relato que no sé si cumplió el reto. Creo que no; mas bien, pareció ser una parte del primer capítulo, pero me gustó. Quizás porque comprendí las descripciones que haces de un ambiente de hospital y sus ajetreos, porque pertenecí a ese gremio. Decididamente, pienso que las descripciones son tu fuerte y me gustan, son poéticas, un poco largas, pero con mucho sentido y es de eso que yo adolezco. Por ello ¡Felicitaciones! me satisfizo leerte. No lograste plasmar por qué Alejandra era una mujer muy peculiar, eso quedó en el aire y no entiendo por qué ennumeraste “Inconsciencia…”
    Para los diálogos tienes que utilizar la raya y no el guión corto y además están mal utilizados. Aquí hay explicación de cómo usarlos: https://www.literautas.com/es/blog/post-10363/como-representar-un-dialogo-graficamente/
    Algunas tildes te faltaron: expliqué, dos veces en lágrima y dos en párpados. Faltó la “n” en llegaban y la “s” en todos.
    Me encantaría la continuación, promete ser una buena historia. Felicitaciones. Si puedes pásate por el mío #5.

    Escrito el 20 febrero 2016 a las 18:21
  5. 5. Guiomar de zahara dice:

    Hola: Las descripciones de tu relato me gustan. El lenguaje de la prosa poética, es mi debilidad.
    Pero creo que aquí sobran algunas frases. Me parece que este primer capítulo no crea la suficiente tensión.
    Es mi opinión.
    Te seguiré leyendo.

    Escrito el 27 febrero 2016 a las 13:49

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