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La Justicia de los Injustos - por Juan Francisco

La noche era tormentosa, la luna luchaba por hacerse ver, mientras las nubes descargaban su furia sobre los tejados.
De entre todos los edificios uno destacaba por su brillante cartel en el que, se leía perfectamente "bar-café".
Solo habían dos hombres en el interior.
Diego era un hombre alto y delgado, de pelo castaño. En la cara las arrugas empezaban a aparecer. Su ropa era la del misterioso detective privado que por un buen puñado de euros te destapa la vida de cualquiera.
En frente suya estaba su compañero: David Zarza Prado, un principiante en su primer día. David era más joven y su forma de vestir era más colorida que la de Diego.
David comenzó a hablar para matar el tiempo.
–Y… ¿Como sabes que va a venir aquí? –preguntó.
–Intuición– contestó Diego secamente.
–O sea, que no lo sabes.
–¿Quien tiene más experiencia? –soltó Diego sin inmutarse.
–Tu.
–Pues eso.
Entonces alguien más entró en el lugar. Un hombre con pantalones caídos dejando los calzoncillos a la vista, y con una sudadera amarilla.
Otro hombre entró en el local, y sin decir una sola palabra disparó al primer hombre.
Diego se levantó rapidamente, saco su arma y la dirigió al asesino. David no se había movido del sitio y estaba muy pálido
–Tira el arma –vociferó Diego, y al mirarle a la cara descubrió que este llevaba una máscara blanca. Solo pudo verle los ojos verde esmeralda.
Sin pensarselo el encapuchado salió corriendo.

2 días antes

Una mujer de 37 años llamada Eva Cruces Fernández estaba en su despacho con una pequeña televisión portátil que le habían prestado 20 minutos antes.
–No debes ver la tele en el trabajo.
La concentración que Eva había puesto en la pantalla se esfumó en un sobresalto. Diego Escolano estaba en la puerta. Eva tenía en estima a aquel hombre, él había resuelto algunos casos difíciles a pesar de no trabajar en la oficina. Ella le había ofrecido trabajo de investigador varias veces pero el siempre lo rechazaba.
–¿A qué vienes? –inquirió Eva.
–¿Tu que crees? –preguntó Diego a modo de respuesta
–Te pasas más tiempo aquí que algunos de mis empleados, ¿no tienes clientes?
–Ahora mismo ser detective privado es un poco complicado… y aburrido; últimamente mis clientes son sólo gente que creé que le están poniendo la cornamenta o aburridos crónicos que quieren averiguar los trapos sucios de sus propios vecinos.
Tras unos segundos Eva se levantó abrió un cajón y sacó una carpeta, y dijo:
–Solo te voy a dar esto.
–¿Atrapar a un ratero? ¿No tienes nada más interesante? –protestó Diego.
Eva negó.
–Sabes que esto es ilegal, tienes suerte de que te deje siquiera mirar los archivos… Por cierto, hay una condición.
–¿Es algo fácil?– dijo Diego.
–Tienes que llevar un compañero. Ha llegado un investigador novato y quiero que vaya cogiendo experiencia –explicó Eva.
Alguien llamó a la puerta y pasó sin dar tiempo a reaccionar.
–Hablando del rey de Roma –dijo Eva–. Aquí tienes a tu compañero.
Un nervioso e inexperto David asomaba por la puerta…

Un coche avanzaba por la calle ya en su tercera vuelta en la gran aventura de encontrar un lugar para aparcar el coche en la ajetreada ciudad. A medio camino de la calle consigue encajar el vehículo en un lugar. Un hombre bastante delgado y pálido sale del vehículo y entra en el edificio. Su buzón tiene cartas.
–Que sorpresa… –dijo el hombre.
No tenía ganas de cogerlas, pero terminó llevándoselas. Cogió el ascensor hasta el 6° piso y abrió la puerta justo para ver como uno de su vecinos salía y evitando su mirada bajó a toda prisa por las escaleras. Al entrar a su casa tiró lo que quedaba de las cartas a una papelera. Él no necesitaba leerlas, ya había leído bastantes insultos esa semana.
Un sobre asomó por debajo de la puerta. Esta no tenía remitente y eso captó su atención del hombre, y al final la curiosidad pudo con él y abrió la carta algo nervioso:
"Sabemos lo que hiciste y lo único que queremos es que te marches, sino habrá consecuencias, cabrón."
Cabrón… Esa última palabra resonó en la cabeza de Miguel Angel. Las manos le temblaban. Rompió el folio con rabia, se arrojó al sofa y se puso ambas manos en la cara.
–¿Por qué nadie comprende mi arte? –suspiró.
Tras un rato se dijo a sí mismo:
–¿A donde debería ir ahora?

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3 comentarios

  1. 1. Midas De Vose dice:

    Diego y David, detective veterano y novato, intentan atrapar a un ratero que es asesinado por un justiciero justo delante de sus narices. En una tercera escena se nos narra una escena que, aparentemente, no guarda relación con lo acontecido anteriormente.
    La narración es correcta y no contiene defectos de forma, salvo por algún ligero despiste/error en el uso de las comas y alguna tilde extraviada (tu vs. tú).
    El flashback en el que se narra cómo David entra a formar parte del “equipo” de investigadores no tiene utilidad práctica, ya que la misma escena podría haberse narrado de forma lineal sin cambio aparente en el contenido.
    Por otro lado, en la última escena narrada, creo que habría que revisar el tiempo verbal de alguna acción (se mezcla narración en presente y pasado).
    La descripción de los personajes es quizá un poco vaga/ligera ya que no cambia su condición: no los hace más atractivos o detestables (no cambia nuestra percepción sobre ellos; nos hace quererlo u odiarlos, por ejemplo).

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 16:01
  2. 2. Juan Francisco dice:

    Gracias por tu opinión Midas, intentaré mejorar los aspectos mencionados para la proxima vez.

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 09:06
  3. 3. Noemi dice:

    Hola Juan Francisco,tienes una aguda sensibilidad para la novela negra, pero como ya sabes ésta necesita ser muy dinámica para impactar, y yo creo que tu te entretienes demasiado en los detalles, repites la información y das información que no significa nada para la historia pero que la lastran quitándole fuerza.Yo creo que tu texto ganaría siendo más directo. Aquí te pongo algunos ejemplos de lo que me parecen inútiles lastras:
    “Solo habían dos hombres en el interior.En frente suya estaba su compañero David comenzó a hablar para matar el tiempo.Su ropa era la del misterioso detective privado que por un buen puñado de euros te destapa la vida de cualquiera.Un hombre con pantalones caídos dejando los calzoncillos a la vista, y con y pasó sin dar tiempo a reaccionar.una sudadera amarilla.que le habían prestado 20 minutos antes. eso captó su atención del hombre y al final la curiosidad pudo con él y lo único que..”
    Espero que te ayude releerlos. Un error común: habían dos hombres dos hombres es el acusativo,el verbo es impersonal y debe ir en singular había dos hombres. Espero haberte servido de ayuda, me gustaría saber cómo sigue la novela porque la pareja promete. Saludos, si quieres verme estoy en el 110.

    Escrito el 21 febrero 2016 a las 18:31

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