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La guarida de Sísifo - por Mayca Nasan

¿Conocen la historia de Sísifo? Según la mitología griega, Sísifo fue un hombre que destacó por su extraordinario ingenio y astucia. Era un tipo listo este Sísifo. Hasta que en algún momento se pasó de frenada. Quizás el exceso de confianza o su ego inabarcable le hicieron pecar de idiota. Podríamos incluso pensar que él se lo buscó, por ser tan atrevido como para osar burlarse de los dioses del Olimpo. El caso es que el insensato provocó la ira del mismísimo Zeus, padre de todos los dioses y hombres. El castigo debía ser ejemplar, y no se hizo esperar.

Ya sabemos como se las gastan los dioses, y el desgraciado de Sísifo fue condenado por Zeus, el gobernador del Universo, a ser enviado al inframundo donde se vería privado del sentido de la vista. De esta guisa, se vio forzado a empujar montaña arriba una enorme roca hasta alcanzar la cúspide. Y en este punto llegamos a la parte más abominable del castigo: cada vez que hombre y roca llegaban arriba, ésta emprendía el descenso hacia el valle, y de nuevo nuestro héroe debía comenzar a arrastrar penosamente la roca hacia la cima.

Así una y otra vez, por toda la eternidad.

La primera vez que escuché hablar de Sísifo fue en una clase de filosofía durante el bachillerato. En general aquellas clases eran tediosas, y pasaba la mayor parte de la jornada garabateando arabescos en los márgenes del manual de turno o mirando con disimulo a mis compañeras de clase. Supongo que esto es lo normal cuando uno tiene diecisiete años y su cabeza está en otros temas, y eran pocas las veces en que el profesor conseguía captar mi atención. Pero aquel día lo logró. Tanto me impresionó el simbolismo de la historia, que hizo penetrar poderosamente en mí la figura de aquel héroe caído en desgracia y condenado a perpetuidad a realizar una tarea inútil y sin fin.
Mi cabeza terminó registrando el mito como una metáfora de la historia de la humanidad y del sentido de la existencia, y concluí que aquel castigo generaba una situación terriblemente absurda. Igual que nuestras vidas, abocadas a un fin irremisible.

Años después, mi actitud me convertiría en el tipo idóneo para la adjudicación del papel de Sísifo contemporáneo. Los reveses de la vida y mi incapacidad para asumirlos me transformaron en un individuo resentido con todo y todos que para colmo, no dejaba de pensar en lo inútil de nuestros apegos vitales. Fueron meses pasando los días con estudiada indiferencia mientras habitaba un mundo que para mí era incomprensible y extraño. Y lo peor: no podía abandonar aquella idea obsesiva acerca del destino miserable que nos aguarda y que culmina en ese momento cruel en que todos morimos.

Párense un momento, y piénsenlo. ¿No es la certeza absoluta de la muerte una idea aciaga y deprimente? Nos aferramos a la esperanza de que habrá un mañana, pero por mucho que lo queramos obviar, lo único seguro es que cada nuevo día nos acerca inexorablemente a una muerte de la que nadie puede escapar.

Durante aquella etapa lúgubre tales razonamientos oscurecieron mi ánimo, hasta el punto de que terminé convertido en poco más que una sombra de lo que había sido, y desde luego, muy lejos del hombre que quería llegar a ser, pero ¿saben qué? Cuándo llegas al fondo después ya solo queda levantarse. Y yo no me había vuelto loco, si acaso había estado enfermo de realidad.
Quizás resulte irónico, pero la evidencia del absurdo de la existencia y la ausencia total de esperanza acerca del futuro fueron los que finalmente me hicieron sentir liberado por primera vez en mi vida.
Una vez eximido del lastre que suponía aquella necesidad atávica de creer en la eternidad, comencé a disfrutar de verdad, aceptando lo bueno y lo malo dentro del aquí y ahora. Me costó tiempo, dolor y muchas lágrimas, pero al final, aprendí a vivir libre de miedos y ataduras mentales.

Mi padre siempre decía que en la vida sólo hay dos tipos de personas: aquellas que se pasan la vida soñando, y las que deciden dar vida a sus sueños. Yo estuve muchos años en el grupo de los primeros, limitándome a soñar y dándome por vencido antes de dar siquiera el primer paso. Hasta el día en que dije basta, y decidí abandonar mi letargo y comenzar a ser creador y actor de mis propios sueños.

Me llamo Pau, y esta es mi historia.

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5 comentarios

  1. Bien narrado, me recuerda mucho a los Apuntes del subsuelo de Dostoievski, cuyo personaje llega a reconocer el dolor como mecanismo necesario para sentirse vivo.
    La interpretación de las imágenes en los conocidos mitos de Sísifo y Tántalo, como castigos eternos, es un poco forzada, es más bien la historia de la rivalidad entre clanes distintos contada por el vencedor. Sísifo ha tenido tantas versiones como pensadores se han aproximado a su figura, la alegoría de la lucha del hombre por la existencia, mito solar, castigo por la carga que hay que soportar, al final me quedo con la idea positiva de Camus de que lo que importa es alcanzar la cima de la montaña.
    Enhorabuena por tu inicio.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 21:32
  2. 2. Luis Ponce dice:

    Mayca Nasan: muy bien escrito, el léxico apropiado, la redacción estupenda, da gusto leer trabajos como el tuyo. La mitología es una interminable fuente de recursos y ayuda mucho a refinar el idioma, ese es el aporte de los clásicos. Por eso vale la pena leerlos. tu aporte es de las cosas positivas de esta escena.
    Te felicito.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 23:43
  3. 3. Marcelo Kisi dice:

    Hola Mayca!
    De nuevo gracias por pasarte por mi relato y comentarlo con generosidad! 🙂
    En cuanto al tuyo, lo que más me gusta de tu escritura es tu estilo, juvenil, desenfadado. Me encantó la forma en que te dirigís a los lectores, como si los tuvieras enfrente, rompiendo de alguna manera la barrera virtual entre el que está sobre el escenario y los que miran desde la platea.
    Me costó, eso sí, encontrar la relación entre el protagonista y Sísifo, supongo que apuntás al pecado de la soberbia o algo así. Y supongo también que para averiguarlo mejor tendré que leer tu novela 🙂
    Felicitaciones!

    Escrito el 23 febrero 2016 a las 21:23
  4. 4. Juan Chukofis dice:

    Hola Mayca me pareció excelente la interpretación que hacés del mito y la relación con el personaje y la historia. La lectura me parece muy llevadera y atrapa, pero lo único que no me termina de convencer son los dos últimos párrafos. Creo que están demás y adelantan demasiado de la historia sobre todo si se tiene en cuenta que se trata de un primer capítulo. Lo de “aceptando lo bueno y lo malo dentro del aquí y ahora” y “hay dos tipos de personas: aquellas que se pasan la vida soñando, y las que deciden dar vida a sus sueños” me parecen lugares muy comunes. En mi opinión si fueras directamente de “sentir liberado por primera vez en mi vida.” al final cuando dice “Me llamo Pau…” me parece que quedaría mucho mejor. Saludos y muchas gracias.

    Escrito el 29 febrero 2016 a las 13:46
  5. 5. Lauro dice:

    Hola Mayca Nasan…es la primera vez que entro en esta página y de los muchos textos que he leído el suyo es el que más me ha impactado y gustado…quizás sea por motivo de que soy un gran aficionado a la mitología griega y su texto de Sisifo, me ha llamado la atención. Me ha encantado el modo en que desarrolla dicho mito y lo bien que lo asocia al personaje principal de su relato. Es usted un gran o una gran narradora de historias… Mis más sinceras felicitaciones…se ha ganado en mi un admirador… Espero en un futuro seguir disfrutando de su talento. Enhorabuena!!!

    Escrito el 2 marzo 2016 a las 12:23

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