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Del otro lado - por Mónica Kofler

Web: http://dialogandoconmisombra.blogspot.com.ar

No tenía pensado abrir la puerta. Esconderme de las visitas y los vecinos chusmas seguía siendo mi especialidad. Tengo la capacidad de simular que nada pasa, mientras el ruido del timbre se hace cada vez más insistente, hasta que finalmente llega a un punto cumbre y desaparece por completo. Pero ese día era diferente, sabía que el timbre seguiría sonando hasta que me decida a abrir la puerta. Por un momento quise convertirme en aire y desaparecer.
Imaginé lo que sucedería si no abría la puerta. No sabía quién era en realidad, quién estaba del otro lado, pero estaba segura de que era alguien tremendamente preocupado por mi salud mental. Era obvio que era así, ya que era el día tremendo que todos temen, ese que sigue después del entierro, cuando todos se van a su casa, cuando se calman los murmullos, cuando desaparece el tumulto, cuando cesan los abrazos y se esfuma la compañía, cuando esa persona que murió, realmente muere, porque desaparece para siempre, se va… ese día en el que te quedas solo en el lugar en el que antes estabas acompañado, en ese lugar lleno de sus cosas, de sus voces, de su silencio. Y entonces amanece y aprietas fuerte los ojos antes de despertar a la conciencia de los despojos de tu vida, como si esa fuerza te llevara a otra dimensión: una en la que todo haya sido solamente una pesadilla. Pero es la realidad. Y entonces suena el timbre. Suena el timbre porque el teléfono se cansó de sonar, porque no contestaste ni un solo llamado, ni un solo mensaje.
Supe que si no abría la puerta, ese alguien que tocaba el timbre con tanta insistencia desaparecería, pero solo lo haría por un momento, porque pronto volvería acompañado por la policía y entraría a la fuerza solo para comprobar si yo seguía viva, si no había cometido una locura. No podía exponerme a semejante tortura, a todo lo que seguiría después, a que ese alguien preocupado asumiera la responsabilidad de sanarme emocionalmente, a que todo el mundo creyera que me volví loca y no vuelvan a darme el derecho de quedarme sola.
La otra opción tampoco me parecía atractiva: abrir la puerta y dejar entrar a mi oscuridad a alguien que tratara de sacarme sonrisas por la fuerza, de distraerme de este dolor que era lo único que podía sentir ahora, lo único que quería sentir, porque era lo único que me acercaba a vos. Alguien que viole mi paz moribunda, mis ganas de no estar, para así poder seguir estando en este limbo que alguna vez compartimos, alejados del resto del mundo. Alguien que venga a contaminar mi aire y mis recuerdos con sus instrucciones de cómo debería seguir viviendo ahora que no estás.
El timbre volvió a sonar… por décima vez. Me acerqué a la puerta paso a paso, como quien no quiere llegar nunca. El pasillo oscuro parecía más largo bajo mis pies descalzos. Justo cuando estaba a punto de ganarme el desgano, llegué a la puerta. Di la primera vuelta a la llave y el timbre dejó de sonar. Suspiré, deseando que no haya nadie del otro lado. Giré la llave por segunda vez y di un paso hacia atrás. El picaporte bajó, se abrió la puerta casi milimétricamente. Esperé que alguien entrara, pero solo esperé. Volví a acercarme y la abrí completamente. Ahí estabas.

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4 comentarios

  1. 1. Cryssta dice:

    Hola Mónica, con tu primer párrafo creo que has cumplido lo que se pedía en este taller. Destaco además la ausencia de faltas de ortografía en todo el texto.

    En cuanto a lo mejorable te diré que:

    -dices cinco “cuando” muy seguidos, están bien el primero y el último, los demás mejor quitarlos
    -cambias de tiempo verbal
    -tras “se abrió la puerta” falta un “lentamente” o un “poco a poco”
    -para darle más dramatismo o intriga creo que “Ahí estabas” iría mejor tras un punto y aparte, a mí me entrarían más ganas de pasar al siguiente capítulo.

    Espero haberte ayudado. Un abrazo.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 12:03
  2. 2. Baltasar dice:

    Hola, Mónica:
    Creo, por el voseo que en una ocasión utilizas, y ciertos localismos, «ni un solo llamado; de ganarme el desgano», que seas argentina.
    Quizá por ello hay ciertos errores en la utilización de los tiempos verbales: «*no haya nadie, por no hubiera nadie».
    Hay repeticiones de palabras demasiado próximas: «era así, ya que era; quién era, qué era; desaparece, desaparece».
    En un solo párrafo, el condicional se repite hasta en seis ocasiones: «abría, desaparecía, haría, volvería y seguiría». Incluso en este mismo párrafo se da la consonancia entre «locura y tortura».
    Me parece que es cuestión de releer un poco más. Seguro que lo mejoras.
    Hablando de repeticiones, he dejado a propósito un párrafo en el que abunda la palabra «cuando» hasta en cinco ocasiones. A mí me parece que es un momento en el que el tema pide el énfasis de la anáfora; la repetición enfática de ese «como» al principio de cada frase. Extraordinario.
    El tema no solo cumple con la propuesta, si no que me parece muy bien resuelto.
    Personalmente al «Ahí estabas» le quitaría la «s», puesto que si constantemente le evocas, en ningún momento te diriges a él, pese a ese «a vos».
    Un cordial saludo.

    Escrito el 20 febrero 2016 a las 22:22
  3. 3. Kaiku dice:

    Buen relato aunque se me hizo un poco lento leerlo. Eso sí, está bien resuelto.
    ¿Errores? Únicamente he visto que a veces no utilizas el tiempo verbal que corresponde.

    Escrito el 21 febrero 2016 a las 12:06
  4. 4. monica kofler dice:

    Hola, gracias a todos por sus comentarios. Sus observaciones son acertadas e indiscutibles. Concuerdo con todas las críticas. Es obvio que faltó lectura y corrección de mi parte, prometo trabajar más. Saludos a todos.

    Escrito el 22 febrero 2016 a las 17:05

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