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Gabriel - por Sheima

Web: http://lascosasdeshia.blogspot.com.es/

Si me hubieran contado lo que me iba a pasar, nunca les creería, o incluso, los hubiera tomado por locos. Todo aquello se escapaba de cualquier lógica que nos imponía la sociedad, creyendo que sólo podía ocurrir en las películas. Sí, así era yo, tan cerrada de mente como cualquier otra persona del planeta, porque estás cosas no pasan nunca, o al menos eso creía yo. Antes de que os cuente mi historia permitidme que me presente; Mi nombre es Amelia Gómez y tengo 17 años.

Todo empezó una noche. Las luces de neón de la ciudad me agobiaban tanto como el ir y venir del tumulto de gente. Echaba de menos la tranquilidad del campo, la brisa en mi cara cada mañana cuando salía a ver el atardecer, todo eso ya se había perdido y ahora me encontraba en una ciudad ruidosa.
Era lo único que llegaba a través de la ventana, ruido, asqueroso e insufrible ruido. De vez en cuando escuchaba la campana de tranvía que circulaba por la calle. La ciudad nunca dormía.

Cerré con fuerza la ventana y me dejé caer sobre la cama. Comencé a dar vueltas en ella, estaba tan frustrada que no era capaz de conciliar el sueño.
Resoplé con tanta fuerza que un pequeño papel que tenía en mi mesilla de noche salió volando, me moví para cogerlo, y al verlo no fui capaz de leer lo que estaba escrito, no porque no supiera leer, sino porque estaba escrito en un idioma que ni siquiera existía. Traté de descifrarlo, aunque mi subconsciente me gritaba que no lo conseguiría, había algo misterioso en aquel trozo de papel y en su escrito, ya lo había visto antes, pero no recordaba donde. Tampoco sabía cómo había llegado hasta mi mesilla.
Intenté quitarle importancia, dejándolo de nuevo donde estaba, dándome la vuelta tratando de dormir.

Muy entrada la noche una fuerte sacudida me despertó, miré a todos lados aturdida, contemplando como todos los muebles de mi habitación se movían de un lado a otro con violencia.

«¿Un terremoto?» Pensé.

Me levanté al escuchar un fuerte ruido del exterior, a la misma vez que una cegadora luz bañaba el cielo haciendo que se volviera de día durante unos segundos.
Salí al pasillo y llamé a mis padres, pero no me respondieron. Avancé con torpeza hasta su habitación, con la intención de que saliéramos de allí, antes de que la casa se nos caería encima.
Cuando entré en el cuarto de mis padres, ninguno de los dos estaba, los volví a llamar, y seguí sin obtener respuesta.
Una explosión me hizo caer al suelo, golpeándome la cabeza contra él, pude notar como la sangre comenzaba a brotar de mi sien, aparté un mechón de mi cabello pelirrojo que tapaba mi visión y traté de incorporarme, pero mi cuerpo no reaccionó.

No entendía nada de lo que me estaba sucediendo, grité el nombre de mi madre, y luego el de mi padre, desesperada, evitando que mis más negros pensamientos me nublaran la poca cordura que me quedaba.

Cuando todo dejó de tambalearse, los sonidos de unos pasos llegaron a mis oídos, y de pronto alguien me estaba cogiendo en brazos, levantándome del suelo. Por unos instantes pensé en la posibilidad de que fuera mi padre, pero lo que descubrí hizo que mi mente se quedara completamente en blanco.
En aquel momento no hubiera sido capaz de deciros si quien me levantaba era humano o no, pero sí sabía deciros que no pertenecía a la tierra; era un chico, unos cuantos años mayor que yo, su aspecto sí era como el de una persona corriente, pero de su espalda, nacían unas enormes alas blancas, y sus ojos eran de color dorado, se cruzaron con los míos, teniendo que apartarlos cuando salí del aturdimiento.

«Estoy soñando, esto es un sueño» pensé cerrando mis ojos con fuerza con la esperanza de que así me despertara.

— No, no estás soñando —Me dijo con una sonrisa—. He venido a por ti.
—¿Qué?
—He venido para llevarte conmigo, te necesitamos Amelia.
—¿Cómo sabes mi nombre? ¿Y quién demonios eres tú?
—Soy Gabriel y sé tu nombre porque te conozco desde hace mucho.

Negué con la cabeza, tratando de pensar con claridad. Vi como Gabriel se arremangaba la camisa, enseñándome, marcadas en su antebrazo, las mismas letras que había encontrado escritas en papel en mi mesita de noche.
No tenía ni la menor idea de que significaba aquello, y menos aún de qué la conocía.

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5 comentarios

  1. 1. Frida dice:

    Hola Sheima, comienzo diciéndote un par de cosillas.
    *estás se acentua cuando lo usas como verbo, pero no cuando lo usas como pronombre o determinante.
    *caería, en la frase que usas : “antes de que la casa se nos caería encima”, la forma verbal que deberías usar es cayese.

    Por un momento me he sentido como si estuviese leyendo el mago de Oz,pero hacia el final, es como si estuvieses narrando una transición entre la vida y la muerte, aunque claro, como me he quedado con el gusanillo, no sé bien si decantarme por esta posibilidad, o si por el inicio de una aventura de magia, con seres mitológicos que no son lo que siempre nos han contado.

    Escrito el 17 febrero 2016 a las 21:08
  2. Estimada Sheima, aquí te dejo mis comentarios que espero sean de utilidad y te los tomes de la manera más constructiva.

    La historia en sí, el comienzo, tiene gancho, es una buena idea. Algo de extraterrestes y ciencia ficción puede ser muy comercial, el problema es que no encuentro la redacción bien desarrollada. Al margen de algunas faltas de ortografía y conjugación de verbos que trastocan un poco la lectura, hay unos saltos un poco raros que no me acaban de encajar, también los puntos y a parte que empleas me parece que no ayudan a la buena lectura tampoco. Te pongo algunos ejemplos:

    En el principio yo hubiese obviado el primer párrafo, presentar la historia de esta manera puede parecer que engancha pero es algo obvio ya que, a priori, nadie cree en este tipo de cosas. Creo que “malgastas” este espacio que debe enganchar al lector dando alguna vuelta de más sobre el tema que no es muy relevante. Quizá hubiese empezado con algo más de acción directamente o, no sé, de otra manera.

    “Resoplé con tanta fuerza que un pequeño papel que tenía en mi mesilla de noche salió volando, me moví para cogerlo, y al verlo no fui capaz de leer lo que estaba escrito, no porque no supiera leer, sino porque estaba escrito en un idioma que ni siquiera existía. Traté de descifrarlo, aunque mi subconsciente me gritaba que no lo conseguiría..” En esta parte me sobra lo de que no sabía leer, pues con 17 años es una información que está demás. Quizá me hubiese recreado más en este punto que era el gancho misterioso, el tatuaje de la criatura del final. En estos espacios tan reducidos de texto (750 palabras) considero que hay que aprovechar al máximo los datos que damos. Obviamente si el idioma no existe el subconsciente -y el consciente también- le dicen que no lo va a descifrar, me parece una frase empleada sin sentido.

    “Una explosión me hizo caer al suelo, golpeándome la cabeza contra él, pude notar como la sangre comenzaba a brotar de mi sien…” ¿Quién es él? Si él es la criatura del final creo que está muy lejos en la narración como para referirnos a él. A parte de darse un golpe contra alguien y hacerse esa herida me parece exagerado.

    En general eso es todo Sheima, espero que no te tomes a mal los comentarios, sinceramente la idea es buena pero creo que hay que trabajarla un poco más, seguro que poco a poco lo consigues.

    Un saludo y enhorabuena

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 04:09
  3. 3. Sheima dice:

    Gracias por vuestros comentarios, me han ayudado mucho y para la próxima revisaré mas de una vez el texto, hay cosas que se haberle prestado más atención posiblemente no hubiera cometido esos errores. Muchas gracias y un saludo.

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 13:35
  4. 4. werchy lam dice:

    Hola Sheila,
    Efectivamente los primeros párrafos son innecesarios y quitan agilidad al texto. Ve directamente a “cerré la ventana” porque hay es donde empieza el meollo. No hace falta que nos presentes el nombre de la protagonista, ya lo harás, tienes tiempo de sobra en los siguientes capítulos o incluso al final cuando Gabriel dice, te necesitamos Amelia, ya nos lo estás diciendo.
    Yo creo que Amelia se ha dado contra el suelo pero si borras golpeándome contra él, eliminas esa duda. Directamente:.. una explosión me hizo caer al suelo. Pude notar como un reguero de sangre comenzaba a brotar por mi sien..
    Todo este párrafo “En aquel momento no hubiera sido capaz de deciros si quien me levantaba era humano o no, pero sí sabía deciros que no pertenecía a la tierra; era un chico, unos cuantos años mayor que yo, su aspecto sí era como el de una persona corriente, pero de su espalda, nacían unas enormes alas blancas, y sus ojos eran de color dorado, se cruzaron con los míos, teniendo que apartarlos cuando salí del aturdimiento” Trabájalo de otra manera, no da una buena sensación.
    En cualquier caso, sigue no pares de darle vueltas a la historia.
    Yo estoy en el 228, por si quieres leerme.

    Escrito el 22 febrero 2016 a las 14:05
  5. 5. werchy lam dice:

    ahí, no hay. Lo ves?. Todo el día corrigiendo. 🙂

    Escrito el 22 febrero 2016 a las 14:07

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