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Crunky. - por Biophilia

No pensaba abrir la puerta de su taquilla. Aquél día no pensaba darle ese gusto al bromista perturbado que desde principios del curso escolar le dejaba siniestros sobres naranjas por doquier, incluido el buzón de casa.
A pesar de todo, cuando el timbre que anunciaba que la hora del almuerzo había llegado, Victoria no pudo evitar que le diera un vuelco a su adolescente corazón.
Debido en parte a su nerviosismo cada vez mayor y a su carácter rebelde tan inherente a la pubertad como también lo eran sus granos de la frente, determinó que se saltaría el resto de las clases de la tarde y se echaría una siesta monumental en cuanto llegara a casa.
Así pues, aprovechó todo el bullicio de los pasillos y el despiste habitual del viejo conserje para colocarse bien la mochila y marcharse, rumiando una y otra vez cada una de las situaciones en los que había recibido uno de aquellos sobres de aquél demente que se hacía llamar ‘’Crunky’’ y que aparentemente la conocía demasiado bien.
En un principio todo aquello se le antojaba hilarante y divertido e incluso llegó a creer que era una broma pesada de Betty, su mejor amiga..No obstante, cuando ésta le aseguró no ser la responsable y mucho menos con aquella estilizada ortografía, Victoria empezó a entrar primero en cólera y finalmente en pánico.
Fuese quien fuese el remitente de aquellas cartas cada vez más amenazadoras, conocía dónde vivía, el colegio al que iba, sus miembros familiares, el nombre de su gato y hasta sus más íntimas manías.
‘’Deberías llevar alguno de esos sobres a la policía’’ dijo la voz en off de Betty en su cabeza. Entonces Victoria resopló y puso los ojos en blanco. Aquello era una verdadera estupidez, no pensaba hacerlo. Su caso no era como aquellos que salían en el telediario de sobremesa, en el que hablaban de un preadolescente que había acabado al borde del suicidio por culpa del bullying sufrido a manos de varios de sus compañeros. No, claro que no. Además, seguro que aquél imbécil se cansaría pronto.
Mientras caminaba hacia casa barajando posibilidades sobre lo que hacer, se dispuso a abrir el bolsillo de la mochila y sacar su almuerzo. Los sandwiches vegetales de mamá quizá no la inspirarían en absoluto, pero al menos callaría de una vez las súplicas de su estómago. Se paró en seco cuando tocó la fiambrera y lo que parecía un papel al lado.
Otro sobre naranja. Victoria maldijo a voz en cuello durante unos segundos y continuó caminando.
La misma pulcra y estilizada letra, los mismos comentarios denigrantes sobre cómo iba a rebanarle el cuello y blablabla. Más que terror, todo aquello se le estaba empezando a antojar desmesuradamente anodino. Arrugó la carta hasta hacer una bola de papel, la arrojó al suelo y realizó el resto del trayecto dándole patadas mientras apresuraba con gula cada bocado de su almuerzo.
‘’Hola?’’ susurró ya en la entrada, dispuesta a asumir una bronca (de las que cada vez era más asidua) por parte de su madre. Silencio. Con suerte, mamá había ido a hacer la compra y podría ir a dormir directamente sin riñas de por medio.
Así pues subió a su habituación mientras se descalzaba por el camino para contemplar con horror como el suelo del pasillo de la planta de arriba estaba completamente repleto de sobres naranjas. Victoria volvió a maldecir, esta vez aterrada más que enfadada.
El suelo de su habitación no era diferente al del pasillo, apenas distinguía el parqué.
‘’¡Mierda, mierda, mierda!’’susurró para sí misma. Y de pronto se acordó de Bizcocho, su gato. Decidió llamarlo varias veces en un afán absurdo de sentirse más valiente al lado de aquella bola de pelo tricolor pero el animal no respondió a ninguna de sus demandas.
Cuando desistió, comenzó a oír ruidos: primero el crujido de las escaleras mientras alguien subía y posteriormente un sibilante sonido procedente de a saber qué.
Victoria quiso cerrar la puerta pero se percató de que estaba paralizada. Transcurrieron unos segundos hasta que ésta, de espaldas a la puerta pudo percibir una respiración acompasada.
‘’¿Es esta cosa lo que buscas?’’.-Entonces, como si aquella persona hubiera pulsado un interruptor para devolverle la psicomotricidad, se giró para vislumbrar a un sangriento y yaciente Bizcocho de la mano de un rostro demasiado familiar..

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5 comentarios

  1. 1. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Hola Biophilia, tu relato es escalofriante. Ciertamente me sentí atrapado denro del torbellino de la historia pero tanto como curiosidad por saber lo que pasaría después creo que no. la lectura es fácil de seguir. el titulo de la historia bastante parecido a Chucky, el muñeco infernal creo que demes ser primos cercanos. El desarrollo de tu trabajo me gustó pero no lo leería dos veces.

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 00:20
  2. 2. Eguzkia dice:

    Hola Biophilia
    Estructuralmente tu relato creo que es muy correcto.
    El tema tratado realmente da miedo y a mi si que me gustaría seguir leyendo, me gustaría saber dónde estan los padres y por supuesto quién es el psicópata.
    Me ha enganchado.
    Enhorabuena

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 19:12
  3. 3. Thelma López Lara dice:

    Osvaldo muy buen relato. Tiene sonoridad, buen trama, hay intriga, historia. Ese suspenso excelente. Quedé con ganas de leer más. Gracias por leer mi capítulo.
    Saludes.

    Escrito el 20 febrero 2016 a las 04:28
  4. 4. Biophilia dice:

    Principalmente, gracias por las críticas, de veras que las agradezco.

    Osvaldo, entiendo que creas que hay una semejanza entre el nombre del psicópata de mi historia y el muñeco diabólico pero creo que la historia en sí no tiene nada que ver con dicho personaje.

    Eguzkia, me alegra que te haya gustado mi relato :D.

    Thelma, creo que te has equivocado al comentar.

    Un saludo :D.

    Escrito el 20 febrero 2016 a las 15:59
  5. 5. Don Kendall dice:

    Hola Biophilia, Me gusta el relato. No sé si te lo,planteas como primer capítulo. Es una forma de escribir en torre tema la que has elegido que no me echó fuera en ningún momento. Hay alguna frase como eso del “carácter inherente…” que me enfrían un poco pero en conjunto me gusta. Se deja leer en voz alta y cumple perfectamente el reto de este mes. Gracias por compartir tu trabajo

    Escrito el 20 febrero 2016 a las 23:35

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