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K. Barcelona - por Endika

El martes 24 de septiembre, Rosa, la peluquera de la calle Duque de Tamames, fue a trabajar como todas las mañanas, sin saber que a partir de ese día su vida no volvería a ser igual.
Manuel, su marido estaba en paro, se quedaba esperándola en casa, incluso le hacía la comida, y sus hijas. una en Zaragoza y otra en Cádiz estudiaban sus carreras ajenas a la vida de sus padres.

Cuando entró a la peluquería, recogió sin pensar los sobres que se acumulaban al otro lado de la puerta, casi todas las mañanas el cartero llegaba con publicidad y facturas de proveedores, Rosa los cogía, los dejaba encima del mostrador y pasaba a cambiarse. Tan acostumbrada estaba hacerlo que no se cercioró de que entre las facturas había una carta escrita a mano, una carta a la antigua, la dirección estaba escrita con una caligrafía muy bonita y delicada y el sobre era de un papel más delicado de lo habitual.

Pero Rosa estaba cambiándose de ropa y en ese momento no prestó atención a la correspondencia, era un pequeño defecto que se reconocía a si misma, posponer los trabajos que no le gustaban o le resultaban incómodos. Pero que le iba a hacer, esas pequeñas manías son lo que acaban definiendo la personalidad de cada uno, se consolaba Rosa.

Eran las dos menos cuarto cuando Rosa se sentó a tratar por fin de ordenar la correspondencia, aunque aborrecía hacerlo, no le gustaba que se acumulara de un día para otro, lo que haría la tarea más incómoda todavía.

Fue entonces cuando vio el sobre, le llamó la atención el papel del que estaba hecho, le trajo un vago recuerdo, un chispazo en su memoria, de hacía mucho, mucho tiempo "¿Que?" " No puede ser" se dijo a si misma, sobresaltada apartó el resto de las cartas, vació la mesa y se dedicó unos segundos a contemplar el sobre, el papel le era conocido, "¿Pero?" Estaba desconcertada, a su cabeza venían recuerdos muy diversos, buenos y malos, pero el sabor de boca empezaba a ser amargo…
Comprobó de nuevo la dirección, la carta era correcta, admiró la caligrafía y se estremeció al reparar en que fuera quién fuera el remitente se dirigía a ella con su nombre completo "Rosa Adriana Alejandra García García". ¡El remite, claro! Le dio la vuelta al sobre con urgencia, en el remite soló ponía:

K.

Barcelona

Sintió un escalofrío al reconocer el remitente, dios… ¿Que estaba sintiendo? ¿era júbilo? ¿era miedo? ¿alivio? ¿estaba enfadada? Ni ella misma podía decirlo, el teléfono debía de llevar sonando un rato y le sacó de su ensimismamiento "Rosa… ¿todavía estas en la peluquería?…  ¿Pero no venías a las dos?" Era su marido, "Hola cariño… perdona… Si, es que me ha salido un encargo a última hora… tengo para un rato… Ya, ya lo se, si te iba a llamar ahora… No, no se a que hora llegaré, ¿te importa comer tú?… venga, lo siento, un beso"

Ahora si sabía lo que sentía, culpabilidad, se sentía culpable de mentir a su marido, de engañarle después de tantos años, se sentía muy disgustada consigo misma de dejar que K. volviera a manipularla en la distancia. ¿Por qué? ¿Por qué no dijo "Cariño… Perdona es que ha llegado una carta… ¿Puedes venir?…" ? ¿Por qué no se lo contó a su marido? 
Hubiera sido tan fácil… Más dudas, de nuevo la sensación de incertidumbre que K. le transmitía. Siempre con medias verdades, de paso, siempre con prisa, luego te llamo, hoy no puedo, perdona, perdona, disculpas a destiempo, y sin embargo, tan cercano, tan tierno, amable, ardiente…
Empezó a llorar, había mentido a su marido y además, le renacían sentimientos de simpatía hacia K.
¿Cuantos años hacía? Empezó a calcular, si su hija mayor tenía 19, hacía exactamente 23 años… ¿Quién lo diría? ¿Cuanto puede una persona tardar en rehacer su vida? Rosa se lo llevaba preguntando hacía 23 años, "¿Cuanto tiempo necesitaré para ser una persona normal, ordinaria, sin traumas, sin malos momentos, cuanto tiempo se tarda en empezar de cero?"

Intuyó que la respuesta a la pregunta estaba en el sobre ¿Había conseguido su propósito? ¿Había conseguido olvidar ese pasado? La conciencia le jugó una mala pasada cuando, con la boca pequeña le preguntó ¿Había conseguido ser feliz?

Con las manos temblorosas abrió el sobre, y empezó a leer la carta, era martes 24 de septiembre y la vida de Rosa Adriana Alejandra García García ya había empezado a cambiar. 

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4 comentarios

  1. 1. Frida dice:

    Hola Endika. Empezaré hablándote de los detalles a mejorar que he visto.
    -Cuando Rosa piensa, creo que sus pensamientos deberían ir entre comillas. Me ha desconcertado un poco porque no sabía si es el narrador el que habla por ella, en cuyo caso no harían falta, o si es la propia Rosa la que maquina todos esos pensamientos en su cabeza, en cuyo caso las comillas harían falta.
    -le hacía la comida, y sus hijas. una en Zaragoza y otra en Cádiz estudiaban. En esta frase, creo que estaría mejor decir: le hacía la comida y, sus hijas, una en Zaragoza y otra en Cádiz, estudiaban.
    -Tan acostumbrada estaba hacerlo que no se cercioró de que entre las facturas había una carta escrita a mano, una carta a la antigua, la dirección estaba escrita con una caligrafía muy bonita y delicada y el sobre era de un papel más delicado de lo habitual. En este párrafo, creo que repites innecesariamente la palabra escrita y también delicada. Sonaría mejor decir: Tan acostumbrada estaba a hacerlo que no se cercioró de que en tre las facturas había una carta a la antigua, la dirección estaba escrita con una caligrafía muy bonita y delicada y el sobre era de un papel más sutil/exquisito de lo habitual.
    -que se reconocía a si misma. Aquí el sí debería ir con tilde.
    -dios… ¿Que estaba sintiendo?. Sería Dios…¿Qué estaba sintiendo?
    -Si, es que me ha salido. Este si afirma, por tanto lleva tilde, Sí.
    -no se a que hora. No sé a qué hora. Pues es sé del verbo saber, no una preposición o el símbolo del Selenio. Y que, aunque no vaya entre interrogación plantea una duda, por lo tanto también lleva tilde.
    -Ahora si sabía. Aquí el sí plantea la misma cuestión que anteriormente, es afirmación, es por lo tanto sí.
    -¿Cuantos años hacía?. ¿Cuántos años hacía?, pues cuantos va entre interrogación.
    -¿Cuanto puede una persona tardar en rehacer su vida?. Aquí cuanto está en la misma posición que en la frase anterior.
    -“¿Cuanto tiempo necesitaré para ser una persona normal, ordinaria, sin traumas, sin malos momentos, cuanto tiempo se tarda en empezar de cero?” Y los dos cuantos de esta frase, plantean el mismo problema, van sin tilde cuando deberían llevarla.
    -con la boca pequeña le preguntó ¿Había conseguido ser feliz?. Esta frase me crea incertidumbre, ¿a quién le pregunta si está sola?, creo que en realidad pretendías decir: Con la boca pequeña se preguntó, puesto que es una duda que ella misma se plantea y se origina en su cabeza sobre otra persona, pero la cual no hace a nadie en particular.

    Y ya pasando al texto en sí, me siento como ante una novela en la que me van a revelar un antiguo amorío de Rosa, a la cual, déjame decirte que le has puesto un nombre un tanto telenovolesco, lo cual creo que casará muy bien con la historia que en mente tienes. Veo a una protagonista un tanto anodina con un pasado turbulento, pues K no parece que sea una muy buena compañía. Saludos y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 12:28
  2. 2. Noemi dice:

    Hola Endika, al leer tu texto siento que le falta gancho,y la causa me parece que está en que te pierdes entre los detalles.Los primeros párrafos son esenciales al comienzo de una novela,tu desperdicias seis en decir que Rosa recibe una carta.La introducción está bien, nos ubica,tenemos un buen panorama de la protagonista y su situación social. Pero inmediatamente tendríamos que tener acción, un conflicto planteado, pero tu nos cuentas no nos muestras a los personajes actuando.No se si me explico, pero releyendo el texto puedes dinamizarlo y volverlo más interesante.Pones muchas preguntas trata de contestártelas y que tu personaje actúe en consecuencia.Espero seguir leyéndote. Si quieres encontrarme te espero en el 110 Un abrazo.

    Escrito el 21 febrero 2016 a las 00:28
  3. 3. Endika dice:

    Hola, gracias por vuestros comentarios,

    Frida, las faltas que me comentas la verdad que no las conocía, te lo agradezco y lo tendré en cuenta para el futuro. La frase “con la boca pequeña le preguntó” tiene un error, sería se, como bien indicas, gracias de nuevo con las aclaraciones. Y si, el nombre es un poco telenovelesco 🙂

    Noemi, te explicas bien, es un poco complejo a lo que te refieres, pero te he entendido y lo he visto claro, de hecho uno de los puntos positivos de tu texto es ese dinamismo que falta en este, hay que seguir practicando, gracias por comentar, saludos.

    Escrito el 21 febrero 2016 a las 10:53
  4. 4. José Nuñez dice:

    1 La Forma.
    Mira, de los tres textos que leí, este es el mejor. Empleas las palabras justas, la ambivalencia entre la simpatía y el temor a la manipulación. La economía de las palabras te honra. Buen monólogo interior. Algún que otro acento, pero bien. También bien creada la atmosfera del lugar y la escena tiene equilibrio.
    2. El Contenido.
    En un libro escrito por Ingermanson, en inglés, él habla de siete herramientas para darle a tu texto experiencias emocionales: (1), acción, (2) monólogo interior, (3) emociones internas, (4) descripción, (5) flashbacks, (6) resumen narrativo, y (7) emoción interior. Creo que las has usado todas, siendo un relato tan corto.
    3. Comentario personal.
    Me gustó. Has dejado la puerta abierta para que R.A.A.G.G. (suena fatal!!) nos muestre cómo cambiará su vida en el marco de lo fue su pasado tan enigmático.
    Pásate (si quieres) por el 151 y hazme una crítica de esas…tu me entiendes… ¡y viva España, rediós! José, desde Argentina.

    Escrito el 21 febrero 2016 a las 22:45

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