Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El Otero Alto - por Otilia

No pensaba abrir la puerta, el reloj de la torre daba las siete de la mañana y además era domingo, pero los fuertes e incesantes golpes, le levantaron de la cama. Cuando José la abrió allí estaba Felisa la mujer de Ronchatejas, su vecino. Su desencajada cara le explicó todo. Cogió la moto con la que todos los días repartía el correo por los pueblos y salió en busca del médico.
A la media hora, Don Esteban, médico rural de la zona entraba en casa de los Ronchatejas. Para entonces los vecinos se arremolinaban en la calle preguntándose qué habría pasado para que Juan que parecía derrochar salud necesitara un médico.
Algunos de ellos, los más cercanos a la vivienda, le habían oído salir alrededor de las cuatro de la mañana a trabajar su tierra; era verano y había que segar antes que el sol apretara. Sin embargo, no habían pasado dos horas, cuando otros habían visto de vuelta el carro desbocado con un Juan pálido como un cadáver y que, como su mujer Felisa les había dicho, ni hablaba ni se movía, solo su mirada fija en el infinito parecía decir que estaba aterrorizado.
No era la única comidilla a tratar. El día anterior ya se había roto el aburrimiento que la rutina instala en los pequeños pueblos. Hacia las ocho de la tarde en la otra punta del pueblo, la familia de los Golones había salido en busca del hijo pequeño que no había aparecido por casa.
La alarma la dio su hermano Matías, un chaval de trece años, que no había visto a Pedrito jugando en la plaza del pueblo como era la costumbre. Después de preguntar a los amigos y recorrer todo el pueblo salieron al campo, miraron las acequias y se dirigieron al rio.
Los Golones ya sabían de desgracias, el abuelo de Matías y Pedro murió en el campo cuando estaba cazando. Otro cazador le pegó un tiro pensando que era una pieza. Así quedó resuelto el accidente en el juicio. En el pueblo, en cambio, se decían otras cosas, como que los Golones se quedaron, después de la guerra, de mala manera con las tierras de los Ronchatejas. Lo que estaba claro es que los Ronchatejas y los Golones no se hablaban desde hacía muchos años, por lo que cuando se produjo el accidente y dado que Juan Ronchatejas con dieciocho años mató de un tiro a Matías el Golon, todo el pueblo pensó que había sido una venganza.
Pero volvamos a la tarde del sábado. Los Golones seguían la búsqueda del pequeño Pedro.
A la una de madrugada cuando ya la negrura de los campos no dejaba ver ni la desesperación de los padres, decidieron descansar y seguir al amanecer.
El cansancio venció a la madre, pero el padre siguió repasando lugares del pueblo: las bodegas, el campanario, las orillas del rio, y así cayó en una duermevela que rompió el reloj dando las tres. Las campanadas fueron las que recordaron a Julio las otras campanas que habían sonado por el tío Félix, las que le recordaron que la tarde en la que desapareció Pedro le habían enterrado, eso era, ¡el cementerio! No habían mirado en el cementerio.
Julio se puso las botas, cogió un carburo y llamo a su hijo Matías, los dos se encaminaron a las afueras del pueblo. A casi un kilómetro se encontraba el cementerio a la sombra del otero alto, testigo de todas las historias sucedidas a lo largo de los años en este pueblo castellano y guardián de sus gentes en la última morada.
Cuando llegaron la puerta estaba cerrada, Julio salto la tapia mientras Matías quedaba esperándole. Dentro recorrió el camposanto que conocía desde niño y al final en una de las tumbas como si fuera la cama encontró a su hijo dormido.
Fuera, Matías en la oscuridad empezó a oír un ruido que al ir acercándose le fue familiar, era un carro; estaba intentando ver quién iba en él, cuando oyó la voz de su padre:
-¡Matías cógele!
Y luego más fuerte,
-¡Matías cógele!
En ese momento el carro salió corriendo como alma que lleva el diablo y a punto estuvo de atropellar a Matías cuando éste pretendía ayudar a su padre que encaramado en la tapia con Pedro en brazos esperaba que cogiera al pequeño.
Al final lo consiguieron y los tres llenos de alegría corrieron hacia el pueblo a que la madre abrazara a su hijo.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

5 comentarios

  1. 1. Roger/NHICAP dice:

    Hola Otilia,
    De tu relato me ha gustado tu manera de narrar, con oraciones claras, concisas y breves; un estilo apropiado para una historia que sitúas en Castilla. Me gustó la figura retórica: “…cuando ya la negrura de los campos no dejaba ver ni la desesperación de los padres…”.Me parece una excelente metáfora para transmitir el sentimiento de los padres ante la desaparición de Pedro.
    Una observación: demasiados personajes, me refiero a nombres, para un relato tan corto, es un agobio para el lector.
    Otra observación: no me parece el primer capítulo de un novela, le falta claridad para que el lector averigüe de que trata la novela ¿La saga de los Ronchatejas y los Golones?
    Como te he dicho lo mejor es la narración, con un lenguaje sencillo, claro y una buena redacción. Un estilo muy definido e interesante.
    Suerte y un abrazo.

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 10:12
  2. 2. CARMELILLA dice:

    Hola Otilia:
    Un buen relato, con historia original que salvo equivocación en la interpretación, maneja y entrelaza las venganzas entre familias con la “cancha” que en historias puede dar.
    Te recomendaría párrafos algo más cortos y que diferencies en ellos los distintos sucesos de las dos familias que, de momento, aparecen, porque algo me ha confundido.
    Me gusta el lenguaje, sencillo y con algunas expresiones muy buenas.
    Me gusta la historia.
    Me falta un final de capítulo realmente “sorprendente y provocador”
    ¡Bien hecho!

    Escrito el 20 febrero 2016 a las 17:17
  3. 3. Maria Kersimon dice:

    Hola Orilla, me ha gustado tu relato. Lo leí del tirón pues la redacción es amena y te lleva a seguir leyendo. Vas construyendo el suspense rememorando hechos anteriores, antiguas pasiones, rencillas familiares. Uno esperaría que el suspense durase más.Cuando el padre encuentra al niño dormido, se rompe la tensión que tan bien habías acumulado. No digo que lo tuvieran que haber encontrado muerto sino que tal vez tendrías que haber esperado más antes de que apareciera y así mantenido la tensión. Aún así abres una nueva incógnita con el coche que aparece a toda prisa y casi arrolla al hermano, lo que te permite cumplir con el reto del cliffhanger. Sin embargo para entonces la expectación ha perdido intensidad, pues saber lo que le pasó al niño hubiese podido tejer en vilo al lector durante muy no tiempo.
    Un relato de lectura agradable. Enhorabuena, continúa así.

    Escrito el 22 febrero 2016 a las 17:34
  4. 4. Maria Kersimon dice:

    Perdón, quise decir Otilia pero el corrector…

    Escrito el 22 febrero 2016 a las 17:35
  5. 5. Carmen Serrano dice:

    Buenas noches Otilia. En general el texto está escrito muy bien. Los dos primeros párrafos captan la atención del lector y crea suspense. Esto promete, pienso. Pero a partir de aquí, aunque sigues utilizando un lenguaje más que correcto y fluido, no puedo imaginar la conexión entre las dos historias: el niño perdido y la enfermedad de Ronchatejas. Lo siento pero me he perdido. Cuando narras la historia del abuelo muerto por un accidente de caza dices que fue OTRO CAZADOR el causante de la muerte para a continuación decir que fue Juan Ronchatejas. Se supone que esto es el precedente de lo que ocurre con el niño. Intuyes pero no dices. Me pregunto si Juan R. es el causante de la desaparición del niño entiendo su huida del cementerio lo que no me explica es el porqué llega a su casa como un cadáver.
    Quizás no he captado la esencia del texto.
    Sigo leyéndote en próximas escenas. Un saludo.

    Escrito el 26 febrero 2016 a las 01:37

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.