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El Arcángel. Capítulo primero. - por Adela

Corría el año Décimo. Aquella noche soldados del Vigésimo sexto Regente galopaban sin descanso en dirección a los acantilados del Norte. Sólo se permitían parar para cambiar las agotadas monturas ya que tenían que llegar a su destino antes de que arribara el Arcángel, el navío libre más veloz que surcaba los inmensos mares de la Desdicha.
Les faltaban aún dos jornadas para el encuentro cuando una feroz tormenta se desplomó sobre ellos haciendo su carrera imposible de prolongar, las rachas de viento eran huracanadas, los relámpagos mostraban un camino infranqueable y los caballos asustados estaban a punto de desbocarse. Tenían que encontrar refugio y esperar.
Tras la furiosa cortina de agua uno de los soldados apenas intuyó una candela titilante entre los árboles y tras un último esfuerzo llegaron frente a una pequeña fonda. Había un cartel colgado a un lado de la puerta que chirriaba histérico sujeto por unos goznes oxidados y donde se podía leer:La Fonda del Destino.
Sólo dos se apearon entrando en el lugar mientras los otros aguardaban pacientes sobre sus caballos. Al entrar y apenas sin descubrirse el rostro preguntaron por el posadero.
-¿Es usted el posadero?
-Es aquel que sale de la cocina con los cochinillos asados- Respondió un parroquiano.
-Buen hombre, ¿dispone usted de cama para unos viajeros esta noche?, partiríamos al alba si el tiempo nos lo permite.
– Éste no es un sitio adecuado si venís acompañando a una dama.
-No, sólo venimos unos humildes comerciantes…
El que en ese momento cargaba con dos grandes fuentes de comida humeante, era un hombre alto y fuerte, que parecía más bien un guerrero que un posadero. Con sus ojos pequeños y hundidos, casi ocultos por unas espesas cejas, les examinó brevemente enmascarando el recelo que le produjeron al instante, sus ropas empapadas y las armas que portaban eran de excelente calidad. No tuvo duda de que eran hombres del Regente.
Con el instinto de supervivencia que había desarrollado durante tantos años al frente de su establecimiento, el posadero dio la bienvenida a los viajeros, quizás más amable de lo que en él era habitual y pronto los seis hombres se acomodaron en una mesa próxima al hogar para calentar sus tensados cuerpos, con las cabezas bajas y poco habladores entre sí se mantenían ajenos a lo que les rodeaba.
Al mismo tiempo, en una pequeña estancia a la que sólo se accedía atravesando la cocina, se desarrollaba otra escena. Un pequeño grupo de personas se ocultaba a la espera de que mejorara el tiempo. Hablaban en voz baja temerosas de que algún oído curioso y mal intencionado pudiera escuchar lo que allí se decía y contando con la complicidad del posadero ya sabían de la llegada de los soldados a la posada.
-¿Pero estáis seguro de ello?- Preguntó el hombre delgado de cabellera rojiza que tapaba con un pequeño gorro.
-Tan seguro como que te estoy viendo engullir un plato tras otro- dijo el que parecía llevar la voz cantante. –Yo soy el único que sabe cuando y donde llegará el Arcángel. Aunque otros presuman de saberlo.
-¿Cómo puedes saberlo tú?- insistía el pelirrojo con cierto tono burlón. Otros dos hombres permanecían callados. Uno era el mayor de todos, que se distraía limpiando su espada corta, el otro grande y fuerte estaba de pie junto a un ventanuco observando la tormenta que lejos de calmarse parecía aún más violenta y ambos sonreían divertidos la discusión de sus amigos.

-¡Porque yo se lo dije!- La voz de la mujer resonó en la estancia y todos callaron. Iba vestida como ellos para ocultar su identidad aunque su hermosa cabellera, larga y negra recogida en una trenza y atada con cintas de cuero, delataba su origen –Esta noche continuaremos el viaje. Mañana habréis de escoltarme a los acantilados antes de que lleguen los soldados del Regente. Tengo que partir en el Arcángel antes siquiera de que eche anclas-.La autoridad de la mujer dejó en silencio a los cuatro hombres que la escoltaban.
No se habían enfriado aún sus cuencos de sopa ya vacíos cuando partieron en silencio por una puerta trasera de la posada desapareciendo bajo la implacable tormenta.

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4 comentarios

  1. 1. Lesly Bosco dice:

    Los signos de puntuación en los diálogos son incorrectos, se debe utilizar la raya larga.

    – “Al entrar y apenas sin descubrirse el rostro preguntaron por el posadero.
    -¿Es usted el posadero?”: Creo que sobra la pregunta, o la explicación precedente.

    Me parece un texto muy bien ambientado, la forma de describir el entorno y lo que está pasando es muy visual y por la historia se intuye que seguro que daría para una novela muy interesante. Me ha gustado mucho tu forma de narrar y te deseo mucho éxito.

    Saludos

    Escrito el 17 febrero 2016 a las 20:48
  2. 2. Luis Ponce dice:

    Adela: tiene razón Lesly con lo de la raya al inicio de los diálogos. Eso es fácil de corregir. Igual la pregunta por el posadero, existe una reiteración, si la eliminas está solucionado.
    Dejando todo eso a un lado, me parece un primer capítulo bien tramado. Claro que el número de palabras no se presta para hacer una descripción más detallada del escenario, pero creo que con una ampliación de la extensión estaría solucionado. Me gusta el lenguaje, el ritmo que le pones y el gancho final que nos hace esperar una continuación.
    Nos leemos.

    Escrito el 21 febrero 2016 a las 00:46
  3. 3. Cryssta dice:

    Hola Adela, coincido con lo que te han dicho los compañeros. Te voy a decir las cosas que he visto yo:

    – “vigésimo sexto” con minúscula
    – una coma tras “se desplomó sobre ellos” y un punto tras “imposible de prolongar”
    – sustituye “apenas intuyó” por “distinguió”
    – “tras un último esfuerzo” entre comas
    – “histérico” no es un buen adjetivo para un cartel, lo sería para una persona
    – te falta una separación tras los “:” y debes poner el nombre de la fonda entre comillas
    – una coma tras “Solo dos se apearon”
    – entre comas “y apenas sin descubrirse el rostro” porque aunque lleva una “y” es una aclaración
    – Para arreglar lo del posadero puedes decir “Al entrar, y sin descubrirse el rostro del todo, preguntaron por el posadero a un parroquiano, el cual señaló a un hombre que salía de la cocina con unos cochinillos asados”, a continuación tendrías que poner: –Buen hombre, ¿dispone usted de camas para unos viajeros esta noche? –dijo uno de ellos–. Partiríamos al alba si el tiempo nos lo permite.
    – tras “alto y fuerte” sobra la coma
    – “Con ojos pequeños y hundidos” ya sabemos que son “sus” ojos, no va a mirar con los ojos de otro
    – entre comas “quizás más amable de lo que en él era habitual” porque es una aclaración
    – tras “sus tensados cuerpos” yo pondría punto y coma
    – coma tras “entre sí”
    – coma tras “hablaban en voz baja”
    – “Preguntó un hombre delgado” no puedes poner “el” porque no has hablado antes de él
    – “cuándo y dónde” llevan tilde en este caso
    – tras “cierto tono burlón” un punto y aparte
    – “Uno era el mayor de todos y se distraía”
    – un punto tras “su espada corta”
    – “grande y fuerte” entre comas
    – “lejos de calmarse” entre comas
    – “divertidos ante la discusión de sus amigos”
    – coma tras “identidad”
    – “larga y negra” entre comas
    – tras “delataba su origen” tienes que poner algo más que indique el origen, algo como “su origen celta” o “su origen español”… eso ayuda al lector a situar al personaje
    – “Tengo que estar en el Arcángel antes siquiera de que leve anclas” y además aquí un punto y aparte
    – “la puerta trasera de la posada” y después una coma

    Creo que tendrías que decir algo de los hombres que entraron en la posada para finalizar el capítulo.

    Espero haberte ayudado y que sigas escribiendo la novela.

    Un abrazo.

    Escrito el 24 febrero 2016 a las 14:01
  4. 4. Adela dice:

    Gracias por vuestras correcciones y por los ánimos que me dais porque después de leer otros relatos me siento un pico achicada….Por otro lado quiero deciros que por motivos personales no he podido dedicar tiempo a comentar vuestros relatos. Gracias de nuevo y hasta pronto.

    Escrito el 25 febrero 2016 a las 21:24

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