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¿Y si fuese él? - por Rosa

Cuando esa mañana de sábado Marisa se lavaba los dientes, después de tomarse el imprescindible café con leche, con leche desnatada y azúcar moreno, no podía ni imaginar que lo que encontraría en el metro de camino al trabajo iba a representar el principio de un gran cambio en su vida, algo que iba necesitando desde hacía ya demasiados años y que su subconsciente se negaba a admitir. A pesar de vivir con incomodidad el paso del tiempo Marisa se miraba por las mañanas en el romi del baño y sonreía, aunque detestaba el espacio que quedaba entre sus incisivos superiores. Se repetía que debía ser optimista, que la vida no estaba tan mal, a pesar de que tenía muchas cosas por hacer y muchos deseos por cumplir. Su trabajo no le gustaba, aunque intentaba hacerlo de buen humor, pero pagaba sus facturas y los lienzos y tubos de pintura que necesitaba durante el mes. Confirmó que le había puesto comida a Pancho, aunque era innecesario, porque recordó haberle rellenado el bol quince minutos antes. Verificó que las ventanas habían quedado bien cerradas y las luces apagadas y salió de casa tras besar al pequeño felino, que ni se inmutó cuando cerró la puerta.
Ya en el metro, sentada en un vagón de la línea roja, sacó el cuaderno de dibujo del bolso y un lápiz que había olvidado afilar. Se miró los pies hinchados ya de buena mañana, embutidos en unos zapatos negros desgastados, el único par medianamente decente que tenía. Si tenía que escoger entre comprar calzado y ropa o útiles de pintura se quedaba con lo segundo sin dudarlo. Al subir la vista del suelo vio a un hombre frente a ella, con la cabeza medio ladeada y caída sobre el pecho, que dormitaba. No le podía ver la cara pero le pareció que no tendría más de treinta años. Apenas le prestó atención porque a esas horas, las siete de la mañana, al imaginar el día que le esperaba, solo quería concentrarse en la cara de su abuela, a la que recordaba como si la tuviera delante, e intentaba dibujarla tan fielmente como sus manos y habilidad le permitían en el cuaderno que llevaba siempre consigo. Si cerraba los ojos y conseguía aislarse de los sonidos de su alrededor aún podía sentir las caricias de sus dedos arrugados en la nuca cuando le hacía la trenza. De eso hacía demasiados años. Demasiados años sin ella, sin el olor a picatostes los domingos por la mañana y a cocido los viernes.
El suelo del vagón se veía sucio. Algunas latas de cerveza vacías rodaban de un lado otro, buscando algo que las detuviera para poder descansar, y de unos metros más allá llegaba un fuerte olor a marihuana, proveniente de un grupo que permanecía sentado en el suelo, a pesar de haber muchos asientos libres. A saber con qué se encontraría esa mañana en el hotel. Además de tener una gobernanta que parecía no tener nada mejor que hacer que ir tras ella inspeccionando todo lo que hacía, tenía que limpiar cosas que no dejaban de sorprenderla y asquearla y confirmaba que la gente adinerada podía ser tan guarra como la que más.
Cuando volvió a subir la vista el hombre ya no estaba pero en su asiento había quedado algo negro y abultado. ¿Sería lo que estaba pensando que era?

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6 comentarios

  1. 1. Nina Latte dice:

    Hola Rosa, ya estoy en tu texto. Me ha gustado tu forma de introducir al personaje principal, con una historia aparentemente sencilla. Te comento algunos detalles, a ver si te sirven; pero te digo lo mismo que a Bruno, que solo comento como lectora ocasional.

    Algunas frases son demasiado largas para el lector. Por ejemplo, el inicio del texto:

    “Cuando esa mañana de sábado Marisa se lavaba los dientes, después de tomarse el imprescindible café con leche, con leche desnatada y azúcar moreno, no podía ni imaginar que lo que encontraría en el metro de camino al trabajo iba a representar el principio de un gran cambio en su vida, algo que iba necesitando desde hacía ya demasiados años y que su subconsciente se negaba a admitir.”

    Si la lees en voz alta, te darás cuenta de que no hay ni un respiro. La reescribo con algunos pequeños cambios de puntuación:

    “Cuando esa mañana de sábado Marisa se lavaba los dientes -después de tomarse SU imprescindible café con leche desnatada y azúcar moreno-, no podía ni imaginar que lo que encontraría en el metro de camino al trabajo iba a representar el principio de un gran cambio en su vida. Algo que iba necesitando desde hacía ya demasiados años y que su subconsciente se negaba a admitir.”

    Incluso la referencia al café se podría eliminar, a no ser que sea relevante para el texto. Por eso he cambiado “el imprescindible café” por “SU imprescindible café”. Si me lo permites, incluso cambiaría parte del texto:

    “Cuando esa mañana de sábado Marisa se lavaba los dientes -después de tomarse SU imprescindible café con leche desnatada y azúcar moreno-, no podía imaginar cómo su rutinario viaje en metro de camino al trabajo iba a representar el principio de un gran cambio en su vida. Algo que iba necesitando desde hacía ya demasiados años y que su subconsciente se negaba a admitir.”

    No hace falta que ya desveles que se va a “encontrar algo”; es suficiente con que anuncies que algo va a pasar.

    En las siguientes frases se repite “a pesar” y “muchos”:

    “A pesar de vivir con incomodidad […] a pesar de que tenía muchas cosas por hacer y muchos deseos por cumplir.”

    Aquí quitaría la aclaración de que “intentaba hacerlo de buen humor”, así el lector no se despista y se fija en que lo importante para ella son los lienzos y la pintura:

    “Su trabajo no le gustaba, (aunque intentaba hacerlo de buen humor), pero pagaba sus facturas y los lienzos y tubos de pintura que necesitaba durante el mes”
    Esta frase sí que la cambiaría:

    “Confirmó que le había puesto comida a Pancho, aunque era innecesario, porque recordó haberle rellenado el bol quince minutos antes. Verificó…“

    Primero “confirma”, pero es innecesario; queda artificial. Añadiría “a su gato Pancho”, porque yo pensé que era un perro y luego lo del felino me descolocó. También se repiten dos verbos (confirmó y verificó) al inicio de dos frases seguidas, que resultan repetitivos.

    En el segundo párrafo, nombras el “cuaderno” al principio y después dices “en el cuaderno que llevaba siempre consigo”. Yo lo pondría en la primera frase, para destacar que siempre va dibujando.

    Me ha gustado mucho cuando cuentas los recuerdos de la abuela y cómo describes el vagón y lo relacionas de forma muy natural con su trabajo.

    El final me ha resultado raro: el hombre desaparece (¿en un vagón de metro?) y la descripción del objeto (algo negro y abultado) no da ninguna pista al lector, así que no sabemos lo que ella está pensando.

    No sé si te cambia mucho la historia, porque no sé cómo sigue, pero podría estar concentrada dibujando y llegar a una parada. Levantar la vista y ver que el hombre ya se ha bajado, pero que se ha olvidado algo en el asiento y que a ella no le dé tiempo a avisarle. Se quedaría con la duda de cogerlo o no. Y ahí dejas el capítulo y empiezas el siguiente.

    El título, “¿Y si fuese él?” se me queda descolgado. Ella encuentra un objeto, no a un hombre, ¿no? Seguro que tiene relación con el resto de la historia, pero con este texto me ha resultado extraño (el único hombre que hay y resulta que desaparece)

    Pero repito que me ha gustado mucho tu historia y que espero que la continúes.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 12:27
  2. 2. Rosa dice:

    Hola, Nina.

    Gracias por tus comentarios. Estoy de acuerdo contigo en muchas de las cosas (frases demasiado largas, palabras que se repiten…) pero no siempre en la manera de solucionarlas.

    Si este es el primer capítulo de una novela (y es posible que lo sea) quiero ir dando la información poco a poco. Un ejemplo sería lo del gato. Tú has pensado que era un perro, era lo normal, pero luego doy otra información y queda claro que es un gato. Está hecho expresamente. Que funcione o no es otro tema. Si no funciona, se habrá de cambiar.

    El título está puesto deprisa y casi sin pensar. El original era “La cartera” y pretendía que fuese un relato corto. Es lo que se olvida el hombre del metro. El que le puse a este texto es por cómo sigue la historia, porque habrá una relación entre ellos, aunque con tan pocos datos el lector no puede ni sospecharlo. Evidentemente, no ha desaparecido, se ha bajado del vagón y ella no lo ha visto irse. La información queda colgada porque se supone que es un cliffhanger, algo que te deja con la curiosidad por saber más. Era el reto del mes. ¿Lo he conseguido?

    Tendré que ver bien si toda la información que se da es necesaria. A veces no es necesaria para la historia pero sí para caracterizar a los personajes (sus costumbres, sus gustos… dan información indirectamente).

    El lunes presentaré el texto en la escuela de escritura donde voy, porque ha de ser de caracterización de personajes. Antes, le daré un repaso con los comentarios que hagáis.

    Muchas gracias. Hay observaciones muy acertadas.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 17:13
  3. 3. beba dice:

    Hola, Rosa:
    Es una buena situación para iniciar una novela. Seguramente le sacarás buen fruto. Tu lenguaje es pulcro.
    Lo mismo que a Nina, yo encontré demasiado largos e imprecisos tus párrafos, en especial, el primero.Concuerdo en que hay demasiadas repeticiones muy cercanas.
    No me pareció mal que no dejes otra pista del hombre, que decir “algo negro y abultado”. Después vendrá la curiosidad, la sorpresa…
    Saludos.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 19:20
  4. 4. Nina Latte dice:

    Rosa, espero que no te haya parecido mal que te pusiera algunos ejemplos. Si es así, lo siento de veras, no era mi intención. Sólo quería mostrar cómo pueden cambiar algunas frases con diferentes puntuaciones; pero el trabajo final es tuyo, por supuesto, con tu estilo único, que es una de las cosas que más me han gustado.

    Espero que continúes la historia porque es muy prometedora. Y te “seguiré” en el Taller, me ha gustado mucho leerte.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 21:54
  5. 5. Rosa dice:

    Beba, gracias por tus comentarios. Todo ayuda.

    Nina, ni de coña me he tomado a mal tus comentarios. Cuando envías un texto al taller es para que te lo critiquen y aprender, no para que te adulen e inflar tu ego.

    Solo digo que no estoy de acuerdo en algunas cosas, pero no pasa nada. Las opiniones son subjetivas, sino no serían opiniones.

    Gracias y nos leemos.

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 10:14
  6. 6. Marazul dice:

    Hola Rosa, pues precisamente yo he entrado a leer tu texto por el título. Es verdad que después de leer el capítulo no veo que tenga mucha relación, pero claro, estamos hablando de un primer capítulo en donde puede pasar lo que quiera su autor. Si le hubieses cambiado el título y le hubieras puesto “la cartera” nos habrías dado demasiada información. Dicho esto, está claro que me gusta el título jajajjajja….
    Me ha parecido que tienes un estilo muy correcto y que aciertas en las descripciones.
    Me gustaría seguir leyendote.
    Un saludo

    Escrito el 26 febrero 2016 a las 21:26

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