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LA MUERTE VIVIENTE - por DIASPORA

LA MUERTE VIVIENTE
CAPITULO I
El anciano le habló a su entrañable compañero: “Amigo, hoy nos escaparemos de la ciudad”
Después de deambular por calles y avenidas, tomó la decisión de entrar a una terminal de buses. Se acomodó en la sala de espera, y empezó a mirar el itinerario de las diferentes rutas. Impulsado por un acto maquinal compró un tiquete para el bus de las 8a.m, sin darle mucha importancia al rumbo. Entre el barullo de voces de pasajeros y comerciantes improvisados, esperó su salida.
Cada cual abordaba sus respectivos transportes, y la sala se despejó poco a poco. Andrés Batres sosteniendo su pasaje en la mano miró el reloj de pared que marcaba las 8:30 a.m. Aún así pensó: “Todavía hay tiempo, mi bus sale hasta las 9”.
Llegó el momento en que la sala quedó prácticamente vacía, con solo un pasajero esperando su turno. Uno de los empleados de un puesto de comidas se acercó a él para preguntarle:
—Señor, ¿a qué hora sale su bus?
—Más tarde —respondió agitando la mano que sostenía el papel.
—Déjeme ver el tiquete —insistió el joven.
—Aquí lo tiene, ¿se refiere a esta hojita con letras y números?
—Ay abuelo, —sonrió el muchacho— este bus hace rato se fue.
—No importa —gruñó Batres— conseguiré cualquier otro para aprovechar lo que pagué.
Apoyándose en su bastón se levantó y fue hasta la boletería.
—Muchacha, ¿me puede cambiar este pasaje para las 10 de la mañana?
—¿Para dónde va Ud. señor? —preguntó la joven.
—Eso no importa, yo solo quiero irme de aquí.
—Señor escúcheme, el bus de esa hora no va para Santa Cruz, va directo a Playa Tamarindo, y debe pagar una diferencia —agregó la empleada.
—No se preocupe, —sacando un arrugado billete del bolsillo tartamudeó— cóbrese.
Regresó a la misma banca a esperar.
—Ves mi querido amigo —dirigiéndose a su bastón— vamos bien y sin contratiempos. Espero que no te ofendas por llamarte amigo. Hasta el momento eres el único que me escucha pacientemente y sin interrupción. Por otra parte, eres discreto porque cuando me equivoco no me censuras y jamás se te ocurre reírte cuando hago el ridículo. Ah, y encima de todo te has convertido en mi auxilio cuando me flaquea una de las piernas.
Así entre uno y otro monólogo consumía el tiempo Andrés Batres mientras esperaba la nueva hora de salida. Al acercarse ese momento el joven del pequeño restaurante le recordó abordar el bus. El conductor revisó el tiquete y al haber observado que el pasajero subía con dificultad le preguntó:
—Abuelo, ¿con quién viaja usted?
—Con este amigo —replicó el anciano y le enseñó el bastón.
—Está bien, pase señor. Su asiento es el número 18.
Diez minutos después arrullado por el ronroneo del motor, Andrés Batres dejó el mundo consciente y se quedó profundamente dormido. En vez de roncar como es lo usual en personas mayores, empezó a emitir pequeños quejidos. El inconsciente tomó control de su mente y salieron a flote algunos episodios de su vida.
Escuchaba la risa de sus familiares cuando una tarde guardó sus pantuflas en el refrigerador. Repetidas veces olvidaba tirar de la cadena cuando iba al baño, y esto causaba molestia en los demás. Si salía de una habitación olvidaba apagar la luz, entonces se ganaba una mirada poco amistosa. Su percepción del mundo estaba cambiando, pues su identidad empezaba a desgajarse del árbol genealógico, dejando en las tinieblas el invaluable tesoro de sus recuerdos.
Una señora de mediana edad que ocupaba el asiento número 21, pasillo de por medio, se volteó para preguntarle:
—Señor, ¿le duele algo?
Despertándose Batres y abandonando su oscuro mundo onírico volvió la vista a su alrededor.
—Señor —insistió la señora— lo oí quejarse, ¿se siente bien?
—No sé, —respondió el anciano en un destello de lucidez— no hay nada que pueda hacer, durmiendo o despierto mi batalla es la misma. Si el sueño no me da el descanso que deseo, ha de ser que mi libertad está más allá—. Dicho esto, la somnolencia lo venció de nuevo.
A las 4p.m el bus se detuvo en Playa Tamarindo. Al escuchar las olas romper a la orilla del oceáno, Andrés Batres empezó a vagar atraído por la arena y seducido por los vistosos acantilados.
A 250 kilómetros de distancia, en la ciudad capital los familiares habían perdido el rastro del anciano, y hablaban de ser más vigilantes y cambiar algunas actitudes. Ahora lo primero era encontrar al abuelo.

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6 comentarios

  1. 1. DIASPORA dice:

    Autocorrección: Debí haber escrito océano en lugar de oceáno

    Escrito el 17 febrero 2016 a las 22:51
  2. 2. Isolina R dice:

    Hola, Diaspora:
    El abuelo perdido… Has empezado bien la novela. Me gusta.
    Algunas sugerencias:
    1.- Los números mejor con letras.
    2.- Revisa el uso de la coma porque te faltan algunas: “Impulsado por un acto maquinal, compró un tiquete”, “Andrés Batres, sosteniendo su pasaje en la mano, miró el reloj de pared”, “Apoyándose en su bastón, se levantó”, “—¿Para dónde va Ud., señor?”, “—Señor, escúcheme”, “sacando un arrugado billete del bolsillo, tartamudeó” , “Ves, mi querido amigo”, “El conductor revisó el tiquete y, al haber observado que el pasajero subía con dificultad, le preguntó”, “Está bien, pase, señor”, “Diez minutos después, arrullado por el ronroneo del motor”, “En vez de roncar, como es lo usual en personas mayores, empezó a emitir pequeños quejidos”, “Si salía de una habitación, olvidaba apagar la luz. Entonces se ganaba una mirada poco amistosa”, “Despertándose Batres y abandonando su oscuro mundo onírico, volvió la vista a su alrededor”, “—Señor —insistió la señora—,”.
    3.- La palabra “CAPÍTULO” debe llevar tilde y en: “Aún así” te sobra la tilde de “aún”.
    4.- Al final de la primera línea te falta un punto.
    5.- Debería ser: “mi bus no sale hasta las nueve”, te has comido “no”.
    6.- Si dices que tartamudeó, deberías poner alguna palabra con una sílaba repetida: “Cocóbrese”.
    7.- La palabra “tiquete” en España no se usa, así que me suena rara.
    Ánimo. Sigue con la novela.
    Espero que mis sugerencias te sirvan.
    Saludos.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 01:27
  3. 3. Frida dice:

    Hola Diaspora. Más de la mitad de lo que apunta Isonlina R yo no lo ví, así que es una suerte el que ella haya pasado por aquí dejando un comentario tan enriquecedor. En cuanto al texto, como siempre es un placer leerte. Me ha gustado que hayas elegido como protagonista a un abuelito, pues muchas veces olvidamos este tipo de personajes en detrimento de otros más jóvenes, cuando en verdad, ellos también pueden aportarnos mucha riqueza. Me quedo con esas ansias de luchar y vivir que trasmites al final. Me ha resultado en verdad muy emotivo.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 20:51
  4. 4. DIASPORA dice:

    HOLA, ISOLINA R:
    Como puedes observar, empecé bien. Estoy usando de manera correcta la coma en la frase “HOLA, ISOLINA”. Te agradezco el tiempo que has empleado en leer y comentar mi relato. Lo tomo como una lección gratis de una persona que le gusta compartir sus conocimientos. Has logrado que me interese más en estas reglas gramaticales. Prometo que de ahora en adelante le pondré atención a estos detalles. Gracias, profesora.

    Escrito el 21 febrero 2016 a las 17:09
  5. 5. Diaspora dice:

    Hola, Frida:
    Gracias por comentar mi relato. Tenés razón, es una ventaja cuando Isolina pasa por un relato con bisturí en mano.

    Te agradezco las palabras en cuanto a mi historia.

    Escrito el 25 febrero 2016 a las 11:37
  6. 6. Wolfdux dice:

    Hola Diaspora, coincido con Frida, la mitad de las cosas que comenta Isolina, ni me fijé… La historia que saques de aquí puede ser muy interesante. Muy bien escrito y con un personaje muy definido.

    Un saludo.

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 21:53

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