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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Más allá de la frontera - por tavi oyarce

Hace unos días bajaron de Sabaya, Bolivia quedó atrás. Chichero, el hombre que los guía se detiene unos segundos, agudiza el oído y espera:
─¿Sucede algo? ─pregunta Mamani
─¡Nada! ─responde Chichero.
Los hombres han resistido las álgidas noches del desierto y el sol lacerante que arde en cada poro de sus cuerpos. Devoran las distancias en silencio, interrumpido solo por el crujir de los guijarros a su paso. Chichero, alerta los sentidos, va unos metros adelante, los otros le siguen confiados en su experiencia, saben que doblegará cualquier obstáculo en esa aridez interminable, y con astucia, superará los pasos clandestinos. Para él, el desierto de Atacama es un enemigo al que no elude enfrentar.
Rodríguez, el más joven, obedece sin chistar las decisiones de Chichero. Mamani se lo ha advertido: «Al hombre se le obedece, muchacho, si no se quiere ser festín de los carroñeros»; él rostro huraño de Chichero, la cicatriz de la mejilla que luce como un trofeo, no deja dudas de su fiereza.
Con la llegada del amanecer Chichero los conduce hasta una saliente rocosa que domina el desierto.
─Aquí acamparemos ─ordena.
─¿Falta mucho? ─pregunta Mamani.
─Poco. ─Responde Chichero─ lo mismo dijo tres días atrás.
Los hombres saben lo que tienen que hacer y lo hacen en silencio. Se alimentan de fideos y dulces. Mastican hojas de coca mientras la claridad asciende desde los Andes. A media mañana tienden sus fatigados cuerpos sobre la arena.
A la noche siguiente, cuando llega la hora de reiniciar la travesía, Chichero no advierte la tormenta de lluvia y viento que se avecina; y terco como es, ordena continuar. Avanzan milímetro a milímetro. Desafiar la naturaleza en su rebeldía es un suicidio. Chichero advierte su error y ordena detenerse, ─las lluvias en el desierto bajan cada treinta o cuarenta años─, y eso lo ha desorientado. Sabe que un atraso puede ser fatal, pero no advierte a sus compañeros, «es mejor que así sea», piensa. La borrasca no da tregua esa noche ni la siguiente, solo al crepúsculo del tercer día se aleja hacia el Este y el trío reinicia su marcha.
A su paso vislumbran pueblos fantasmas, lumbres que Rodríguez no sabe si son espectros o reales. Se entierran en la arena cuando el zumbido de un avión amenaza y el avance se hace tenso, fatigoso. Después de dos noches la voluntad de Rodríguez decae, quisiera renunciar, devolverse a Sabaya; Mamani, intuye sus aprehensiones y lo recrimina:
─¡Ni lo pienses, muchacho! ─dice─, Chichero no distingue entre degollar un zorro salvaje, o arrancarle el corazón a un ser humano; le da lo mismo.
Rodríguez, prisionero de una decisión que no debió tomar, sabe que regresar es imposible, además, no sabría cómo hacerlo.
A la tercera noche una neblina fina sorprende al grupo.
─¿Qué sucede? ─Pregunta Rodríguez temeroso de enfrentar otra borrasca.
Nadie contesta. Kilómetros adelante, sin embargo, Chichero se detiene, y como si recién escuchara la inquietud de Rodríguez, masculla:
─La camanchaca.
Y por primera vez desde que salieron de Sabaya, pronuncia más de dos palabras:
─A partir de ahora, nos convertimos en sombra. ─dice secamente.
A medianoche los cerros costeros revelan la cercanía del mar. Una luna menguante deja el Pacífico frente a los ojos de Rodríguez. Él no tiene una referencia precisa del océano y no logra dimensionar en su cabeza el estruendo de las olas estrellándose contra los rompientes.
─¿Qué hacemos acá, Mamani?
─No lo sé, muchacho.
─¡Reponer energías! ─Interrumpe Chichero mientras se tiende sobre la arena y deja que el Pacífico cubra su cuerpo.
Los otros le imitan. El agua fría ahuyenta la fatiga y cada uno se entrega a sus propios pensamientos. La ansiedad, a partir de ese instante caminará con ellos. Están a una o dos jornadas de Arica, dependerá de las dificultades que se presenten. Chichero cree haber recuperado el tiempo perdido, de lo contrario, piensa: sería nefasto, y como si todo lo tuviera definido en su cabeza, camina hasta la cima de las dunas, los otros le siguen. El trío, ahorcajada sobre la arena semeja un grupo de oración.
Chichero se desprende de su bolso que a modo de bandolera protege como si fuera un sagrario; con una mística desconocida para los otros lo expone al reflejo lunar.
─Caminaremos lejos del Pacífico ─revela─. Si alguien es sorprendido, saben lo que tienen que hacer. Por ahora, permaneceremos aquí, ocultos de las patrullas fronterizas.
Los otros asienten. Después de superar los peligros del desierto, sus dotes de guía no se cuestionan.

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13 comentarios

  1. 1. K.Marce dice:

    Saludos Tavi, gracias por pasar por mi relato, tu gentil comentario y la sugerencia.
    Siendo honesta, no sé nada del desierto del Atacama, ni de las cordilleras o costas chilenas; pero me ha sido claro que son lugares en donde se puede perder la vida facilmente.
    La descripcuón del personaje de Chichero es muy clara y vívida, me he quedado con la duda del joven Rodríguez y Mamani, la relación entre ellos, y el porqué de su travesia que no es desvelada en esta parte.
    La lectura me ha sido clara, fácil, y por ponerle un punto fueron los incisos — dentro de la narrativa, que me confundieron pensando que eran guiones de diálogo, por lo que en mi caso, prefiero las comas, en lugar de estos o las () que tampoco me agradan en la literatura no técnica.
    Y por supuesto, queda la interrogante de hacia a dónde se mueve la historia… ese capítulo sería obligado para continuar la lectura. 🙂
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 04:11
  2. 2. Emma dice:

    Hola Tavi. De nuevo agradecerte que hayas pasado por mi relato, tus comentarios y tus desinteresadas rectificaciones.
    Me ocurre lo mismo que a K.Marce, no se nada de esos lugares que citas, pero me he propuesto, cuando tenga un ratito de lugar, buscar alguna información sobre ellos.
    Me encanta tu relato. Logras definir muy bien el carácter agrio y filibustero de Chichero.
    Solo una cosita: echo en falta saber algo más del porqué del viaje y de la relación entre los tres viajeros.

    Me atrevo a hacerte algunas correcciones:

    «Al hombre se le obedece, muchacho, si no se quiere ser festín de los carroñeros»; “Creo que sobra la primera coma”

    él rostro huraño de Chichero. Ese “el” sería sin acento al ser un artículo.

    ─Poco. ─Responde Chichero─ lo mismo dijo tres días atrás.

    Creo que se escribiría asi:
    ─Poco ─responde Chichero. Lo mismo dijo tres días atrás.

    Quizás tengas que repasar como se utilizan los guiones en los diálogos y los verbos dicendi.

    Me gusta leer tus relatos y recibir tu visita en el mio.
    Un abrazo.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 20:40
  3. 3. beba dice:

    Hola,Tavi:
    Me sentí acompañando a los incas que escapaban de Pizarro y compañía: sombras entre las sombras, obediencia ciega, estoicismo. Las dudas y el miedo son cosas de muchacho.
    Los diálogos, a lo Juan Rulfo: parquedad, esencia.
    Buenísimo. Muy pulcro tu relato.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 23:39
  4. 4. Juana Medina dice:

    Hola Tavi, se me adelant+o Beba, pero también yo tuve presente a Juan Rulfo. Excelente el clima creado en el desierto de Atacama y perfecta la personalidad del guía. Por supuesto que esto debe seguir y deseo poder leerlo algún día. Me conmovió.Cumplidas las consignas y más. Bello lenguaje.
    Te felicito de todo corazón.

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 01:40
  5. 5. Dianet dice:

    Hola tavi oyarce

    Me imagino la travesía y dificultades de los personajes de este capitulo interesante. Es una lectura clara y tiene muy buenos diálogos. Un saludo.

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 11:12
  6. 6. Paola dice:

    Hola Tavi

    Me encantan tus personajes, son muy reales aunque no los describas, gente dura, habituada a una vida que para mí es lejana. Me los figuro callados caminar pensativos y cabizbajos en un paisaje brutal.

    En esta entrada son justo los personajes los que atrapan al lector. No sabemos de se esconden y eso ya crea interés pero deberías darnos alguna miga de pan más para reforzar la intriga.
    Nos leemos

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 18:52
  7. 7. Oda a la cebolla dice:

    Hola, Tavi. ¡Toda una aventura! Un ‘viaje’ por el desierto muy bien narrado, con acertados personajes. Saludos y ¡nos leemos!

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 23:52
  8. 8. beba dice:

    Hola, Tavi:
    Aunque lo dejé en los comentarios, te cuento que “vientito” es muy argentino y “cordooobés”, alude a una brisa súbita y fresca después de un día muy caluroso.
    Saludos.

    Escrito el 20 febrero 2016 a las 02:54
  9. 9. Marcelo Kisi dice:

    Hola TAvi!
    De nuevo gracias por tu visita a mi relato!
    Me gustó mucho el tuyo, engancha con ganas de seguir leyendo esta apasionante aventura. Está llena de tensión, y quedamos tomándonos de la silla desde el primer párrafo.
    A las correcciones de los compañeros te agrego un par más:
    En “A su paso vislumbran pueblos fantasmas, lumbres que Rodríguez no sabe si son espectros o reales”, estás comparando un sustantivo (espectros) con un adjetivo (reales). Lo correcto es lo uno o lo otro. O bien: “…no sabe si son espectros o poblados reales” (sustantivos), o: “…no sabe si son fantasmagóricos o reales” (adjetivos).
    “A la tercera noche una neblina fina sorprende al grupo.” No es un error, sino una sugerencia. Hay un laberinto de cuenta de noches y días. Aquí, ¿”a la tercera de noche” a partir de cuándo? La tormenta había durado tres noches o días, y también dijiste “al tercer crepúsculo”. Conviene revisar ese asunto, quizás unificar la cuenta de días a partir del inicio de toda la travesía.
    También coincido en el tema de los diálogos:
    En: “─¿Qué sucede? ─Pregunta Rodríguez temeroso de enfrentar otra borrasca.”, el “pregunta” va con minúscula, porque sigue siendo parte de la misma oración, aun cuando hay un signo de pregunta que teóricamente la cierra.
    Cuando puedas evitar (como lo hacés en “─La camanchaca.”) las acotaciones del narrador, hazlo. Sobre todo si ya habías dicho quién habla:
    “Y por primera vez desde que salieron de Sabaya, pronuncia más de dos palabras:
    ─A partir de ahora, nos convertimos en sombra. ─dice secamente.” Aquí, el “─dice secamente.” sobra por completo, porque ya habías dicho que Chichero era quien pronunciaba más de dos palabras. Y ya sabemos que es un seco al hablar…
    “─¡Reponer energías! ─Interrumpe Chichero…” interrumpe va también con minúscula.
    “Ahorcajada” no existe como una sola palabra, es “a horcajadas”, pero es la posición de estar montado/a sobre algo: una moto, un caballo o incluso una persona. Tus personajes estaban seguramente de rodillas en posición de rezar, a menos que hubieran hecho cada uno una montañita de arena y se hubieran montado a horcajadas en ella 😉
    Como una última sugerencia, me hubiera gustado un gancho final, tipo: “Pero apenas dijo esto, una luz de linterna se asomó por la duna. Esta vez, seguro, era real”. O: “No sabían que esas dotes serían puestas a prueba una vez más, ya al día siguiente”, o cualquier cosa así. Obviamente esto excede aquí límite de palabras, pero cuando escribas la novela no tendrás esa limitación. Ojalá lo hagas, aquí estaremos esperándolo! 🙂

    Escrito el 20 febrero 2016 a las 11:27
  10. 10. Tavi Oyarce dice:

    Gracias por los valiosos comentarios que han llegado.

    Marcelo en esta dirección de la RAE me respaldé para usar el termino “ahorcajar”, es cierto que para otros diccionarios la palabra no existe. Seguiré investigando.

    http://www.wordreference.com/es/en/frames.aspx?es=ahorcajada

    Lo demás muy acertado.

    Gracias de nuevo a todos

    Escrito el 20 febrero 2016 a las 15:02
  11. 11. Earendil dice:

    Saludos Tavi Oyarce.
    Me ha gustado mucho tu relato: es original y está muy bien narrado, a excepción de la cuenta de días y noches, que lía un poco, como bien te ha señalado Marcelo Kisi.
    El definir el carácter de los personajes con tanto detalle denota un buen trabajo de preparación de cara a una posterior novela. Tener tan claro su personalidad desde el principio facilita un buen argumento, pues las acciones venideras pueden estar relacionadas o planteadas de cara a esa peculiaridad.
    En cuanto al tema de los diálogos, ya te lo han dicho todo, aunque están bien narrados no lo están tan bien puntuados.
    Solo te doy un par de anotaciones más:
    * En la frase: “una saliente rocosa que domina el desierto”, la palabra saliente es un sustantivo masculino, por lo que deberías haber escrito “un saliente rocoso”.
    * La otra duda la he tenido con: “El trío, AHORCAJADA sobre la arena semeja un grupo de oración.” El verbo ahorcajarse es un verbo pronominal, es decir, se conjuga con un pronombre átono en todas sus formas. La frase hubiese quedado así: “El trío se ahorcaja sobre la arena…”, o bien “El trío, a horcajadas sobre la arena, semeja un grupo en oración”.
    Espero haberte ayudado con mi comentario.
    El mío es el 76, por si quieres pasar a dejar tus impresiones.
    Nos leemos.

    Escrito el 25 febrero 2016 a las 18:57
  12. Chichero es un personaje muy bien logrado. Le da un aura de misterio al relato. Es cierto que se quedan muchas preguntas sin respuesta pero eso es bueno para la segunda parte. Esta bueno el relato. La descripción del ambiente me parecio la justa para poder imaginar todo paso a paso. En cuanto a correcciones, ya te han mencionado las pocas que descubrí así que no abundaré más.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 2 marzo 2016 a las 16:03
  13. 13. Nina Latte dice:

    Hola Tavi, te devuelvo la visita (un poco tarde).

    La ambientación, los personajes, el guía, son excelentes. Me metí dentro de tu relato con naturalidad. Espero que continúes la historia y te “seguiré” en el Taller. Enhorabuena

    Escrito el 4 marzo 2016 a las 21:15

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