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Un kiosquero con fantasías suicidas - por Juan Chukofis
Web: http://nadiesabeellugar.blogspot.com.ar/
Todos apiñados afuera, en el balcón; distraídos, a unos pocos pasos, el vacío.
Un departamento en el octavo piso de un barrio inundado de edificios altos. La vida vertical, la seguridad y sus paradojas, esos reflejos de luces que desnudan toda intimidad. Era una noche calurosa, de mediados de agosto. Imaginaba que desde el balcón el aire de alturas pondría en ridículo al fino vientito del ventilador en cámara lenta del living. Me acerqué al balcón con esa espantosa curiosidad y miedo de quien no puede dejar de ver lo peor de cada cosa, de quien no puede dejar de ver de lejos un perro tirado en la ruta cuando solo se trata de un parche de rueda de camión. Me había desafiado suficiente a mí mismo y volví rápido a la seguridad de un sillón gris, cómodo, en el que me fui hundiendo cada vez más. Me dejé llevar por distracciones mentales, un viento negro, una mano invisible que me arrastraba al precipicio y en el recorrido empujaba a otros sin control. Veía caer a dos o tres antes de enfrentarme al precipicio. El inútil grito espantado de la gente, la desesperación en la cara de Laura asomada a la baranda. El agudo sonido que de un momento a otro se apagaba. Casi sin tiempo para reaccionar me aferraba a la baranda con la punta de mis dedos pero algo, en un último impulso maligno, soltaba mi mano y caía sin más remedio al vacío.
La noche se hizo eterna, había un enano que no paraba de hablar. Un duende feo que vomitaba palabras con falsa educación y rabia contenida; al que era imposible no prestar atención: la acaparaba toda con esa voz chillona y falta de silencios. En un momento de la noche se sentó a mi lado un chino. No parecía sufrir la misma fobia que yo pero algo de miedo tenía porque me habló, le entendí muy poco y no le presté mucha atención e igualmente se quedó un largo rato. Vino después una pelirroja que creía haber visto, por lo menos un año atrás. Se sentó, cruzó las piernas apuntándome y tampoco dejó de hablar, de mirarme la boca y mojar sus labios cada dos frases largas de exactamente seis palabras. Labios que brillaban. No era amiga de Laura pero la conocía. La noche lenta contagió a mi boca, calculé todo para ir una sola una vez al baño y evitar la crisis. A Laura la vi perderse entre amigos que hacía mucho tiempo no veía y seguro no volvería a ver por mucho tiempo más. Quizás hasta el próximo cumpleaños de Guillermo, salvo que tenga un hijo, que es cuando, supongo, dejará de organizar estas reuniones entre amigos que no lo son tanto.
Me desperté en la oscuridad, en el sillón gris, solo; no había nadie cerca.
Hola Juan Chukofis,me acabo de quedar literalmente sin palabras. Me he sentido desconcertada ¿qué ha ocurrido?, me he preguntado nada más acabar, no sé si ha sido un sueño, si se ha quedado dormido durante la fiesta o si ha sido testigo de su propia muerte.He sacado un montón de ideas pero ninguna clara de adonde lleva la historia. Es como si el último párrafo fuese caos en estado puro, que desconcierta y hace que la primera parte no tenga mucho peso para el desarrollo de lo que narras, vuelves a insistir sobre el mismo miedo visceral, pero no lo aprovechas para detonar algo mucho más grande, como el que realmente alguien en plena borrachera caiga por ese balcón que tanto teme o, que al final de la fiesta Laura lo acabe de sumir más en soledad si cabe. Creo que necesitas pulir un poquito más ese desenlace, pues a mí, personalmente no me ha parecido que consiguieses el reto propuesto. Y es una pena, porque tienes un buen nivel de narración y, lo que cuentas es emoción visceral. En sí es una buena idea, pero que parece acabada con prisas y abruptamente.
Buenas Juan:
Me ha gustado el estilo de tu narración pero hay una cosa que creo falla: la historia.
No entiendo que me quieres contar, como diría yo le falta “chicha”.
Por lo demás esta muy bien. Me ha gustado lo del parche y el perro.
Soy el 240 por si te interesa
Estimado Juan Chukofis, para comentar tu relato lo dividiré en dos partes: principio y final. La parte inicial me ha gustado mucho, es una auténtica paranoia, realmente te atrapa porque no sabes qué está pasando. Las descripciones están muy bien y el ritmo narrativo también. Quizá falten puntos y a parte en algún momento. Al final ves que se acerca la conclusión del texto y no hay mucha conclusión, o no me lo parece.
La segunda parte, el final, me parece que acaba bien pero es muy escueto, ¿es una borrachera, una noche de drogas? ¿él era kioskero? No hay más referencias de kioskero en el texto. ¿Era relevante que fuese kioskero?. ¿Qué pasa con las fiestas de cumpleaños de Guillermo? ¿era su casa?. Esas dudas son las que me han dejado un poco fría.
Por lo demás muy bien, es interesante y la historia puede atrapar si se trabaja bien, la verdad. Es fácil de leer, dinámica, tiene ritmo. No he visto faltas de ortografía ni gramaticales así que estupendo.
Enhorabuena
Hola Juan Chukofis, Antes que nada, soy nueva en esto y no podré ayudarte mucho, pero voy a intentarlo. Como ya te han dicho más arriba, creo que te falta algo, tal vez un poco más sobre el personaje, ya que según el título probablemente sea un Kioskero. Por otro lado, has jugado muy bien con el principio, ya que para mi refleja el estado de tu personaje. En cuanto a faltas ortográficas y gramaticales no he visto nada. enhorabuena.
Hola Juan, me ha gustado tu relato, aunque debo decir, que me ha costado seguir la historia, y ni siquiera al final me ha quedado muy claro qué nos estás contando. Lo interpreto, no sé si correctamente, como un prólogo de la historia. Lo mejor sin duda, tu estilo, me gusta, es provocador, como si cada palabra escrita fuese un disparo hacia el lector. Muy bien
Tu historia está pidiendo a gritos más capítulos, así que espero continuidad.
Gracias por comentar mi texto, agradezco tus sugerencias.
Felicitaciones!