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DESCENSO - por Mónica Kofler

Web: http://dialogandoconmisombra.blogspot.com

Mientras esperaba que el ascensor terminara de atiborrarse de gente, aplastándome cada vez más contra el fondo, me cuestioné a mí misma por haber llegado tan temprano. Si hubiera tardado cinco minutos más, ya todos estarían dentro del edificio y yo podría subir sola, o al menos no tan rodeada del estrés matutino de los que van a trabajar. Pero es mi costumbre cometer pequeños actos de traición en contra de mí misma y de mis principios. Si jamás llegué temprano a ningún lugar, por qué me obligué a hacerlo hoy, justamente hoy que es cuando más yo misma debería ser. Quizás no me había obligado a hacerlo, sino que simplemente me ganó la ansiedad, esa ansiedad que hace mucho no sentía.
Algo había florecido en mí esa mañana, me había impulsado a levantarme de la cama con la fuerza de quien tiene un nuevo proyecto. Había tomado una decisión de esas que se toman pocas veces a lo largo de la vida, quizás una sola, y que tiene la entidad de marcar y definir un camino para todo lo que resta. La palabra “ironía” vino a mi mente. Y una voz escondida tecleó su significado como si se tratara de un diccionario parlante. Sonreí. Fue la primera vez que una de las voces escondidas me provocaba una sonrisa en vez de torturarme. Quizás me relajó la certeza de que todo estaba a punto de acabar.
El ascensor continuaba subiendo. En cada piso en que abría sus puertas, alguien descendía y dejaba más liberado el aire. Suspiré profundamente. “infelices” pensé. Cada día es igual al anterior, las mismas caras, las mismas presiones, el mismo sinsentido de trabajar para vivir una vida que nadie quiere. Me atreví a burlarme de ellos con mi media sonrisa de costado, solo porque ese día era diferente para mí, por fin sentía un motor encendido dentro de mi pecho, por fin iba a hacer algo que lo cambiara todo.
Piso 20: el chico más hermoso del mundo me miró a los ojos. Luego bajó. Cuando las puertas del ascensor estaban a punto de cerrarse, giró a mirarme una vez más. Ojalá me hubiese encontrado antes con él. Pero nunca había llegado hasta el piso 20. De todos modos qué importa, seguro no hubiese sido más que un encuentro clandestino, o unas cuantas noches de sexo hasta descubrir que es un idiota más…o hasta que él descubriera las voces en mí. Podría haber disfrutado de esas cuántas noches… lástima.
El ascensor llegó al último piso y se detuvo. Bajé de un salto, no quería correr el riesgo de arrepentirme. La voz en mi cabeza me preguntó qué se sentiría al caer desde tan arriba. Por primera vez no la escuché. Le había permitido arruinar mi vida, no le daría el derecho de arruinar también mi muerte.

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3 comentarios

  1. 1. Paracelsus dice:

    Hola Mónica:

    Felicidades por tu historia. Un relato opresivo y con un final trágico. Algunos comentarios:
    -Me parece que falta definir mejor el conflicto. ¿cuáles son las causas que llevan a la protagonista a tomar esa decisión?. No queda claro si es un hastío existencial, una patología mental tipo esquizofrenia (por las voces) o una combinación de ambas.
    -Describes bien la atmósfera opresiva del ascensor, pero las reacciones que producen en la protagonista debieran ser “mostradas” y no sólo mencionadas. Por ejemplo.”simplemente me ganó la ansiedad, esa ansiedad que hace mucho no sentía.” Sería mejor describir las manifestaciones físicas de esa ansiedad.
    -Respecto a las voces. Creo que sería mejor “oírlas”, más que sólo mencionar que existen.
    En la forma:
    -Algunas comas de menos.
    – Un término un poco rebuscado: ” entidad de marcar ” (tuve que consultar el diccionario para comprobar si estaba correctamente utilizada… y lo estaba)

    Bueno felicitaciones. si deseas puedes leer el mío. el 164. saludos

    Escrito el 19 marzo 2016 a las 13:23
  2. 2. Emyl Bohin dice:

    Hola Mónica Kofler:
    Me ha encantado tu relato y la utilización que haces de la voz interior. Se nota que tienes un gran dominio del lenguaje, pero voy a pasar a comentar lo que a mi parecer le resulta más llamativo.

    – La historia nos la cuenta el protagonista en pasado, eso me obliga a preguntarme desde donde me la está contando. ¿Se arrepintió, y nos la cuenta desde el mundo de los vivos? Pero entonces podría volver a ver si encuentra al chico del ascensor. Si no se arrepintió ¿es un fantasma el narrador?
    – Una cosilla, bajar o descender del ascensor son verbos de uso común, y seguro que correctamente utilizados, pero que mientras el ascensor subía la gente descendía, puede crear una imagen confusa en el lector, seguro que hay un verbo de acción que se adecua mejor.
    – Dices:
    Suspiré profundamente. “infelices” pensé.
    Aquí pensé actúa como verbo de dicción, creo que por una vez pasas al estilo directo y eso requiere el uso de la raya, o seguir con el estilo indirecto y añadir un “que”

    En definitiva, una buena historia y bien desarrollada en los límites del relato corto.

    Saludos

    Escrito el 21 marzo 2016 a las 16:25
  3. 3. tyess dice:

    Me gusta como va revelando todo a cuentagotas. Me entristece que la voz haya ganado, por decirlo así, y es aterrador que ella desborde entusiasmo y seguridad, el enfoque positivo que da a una decisión terrible.
    En cuanto a forma me sonó raro lo de teclear, en donde hablas de ironía. Todavía no decido si es un raro bueno o tiene pinta de error.
    La expresión del final está muy bien elegida.

    Escrito el 22 marzo 2016 a las 07:42

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