El piso del tercero - por Wynda

El piso del tercero

Las puertas se cerraron, el sofocante calor del mes de agosto se podía sentir en el ambiente y Adela solamente pensaba en escuchar los frenos del ascensor al acercarse a su piso del tercero. No podía soportar la sensación de sentir la sola presencia de Alex detrás de ella; la respiración de éste rozaba su nuca y le hacía estremecerse.

– ¿Puedes prestarme el diccionario de Paula? Lucía no encuentra el suyo y lo necesita para hacer los deberes de inglés que le mandaron como refuerzo – era la voz de Alex.
Adela no contestó, estaba inmersa en sus pensamientos.

Adela, soltera y con una niña, se había mudado hacía 2 años al 3ºC, justo debajo de donde vivía Alex con su mujer e hija Lucía. Las 2 niñas iban a la misma clase, mismas extraescolares, … se convirtieron en las mejores amigas por lo que sus padres comenzaron a verse muy a menudo esperándoles a la salida del colegio, de las clases de danza…

Una tarde de invierno, apenas un año atrás, Paula y Lucía pidieron a sus padres poder cenar juntas para después poder ver la nueva película de Frozen que le habían regalado a Lucía por su cumpleaños. Adela no pudo negarse y le dejó a su pequeña subir a casa de su mejor amiga. La mujer de Alex tenía una cena de amigas por lo que fue él quién se quedó al cargo de las niñas; de hecho fue el único que pudo ver el final de la película ya que ambas cayeron rendidas a la media hora de comenzar.
Sobre las diez de la noche Adela subió en busca de la pequeña Paula y con la excusa de que las niñas estaban dormidas, Alex le invitó a pasar. Aquella noche, en la soledad de la cocina, ambos pudieron decirse lo que llevaban guardado desde el momento en que se cruzaron por primera vez. Desde aquella noche y durante los meses siguientes, ambos disfrutaron de una relación incomparable a ninguna otra de las que habían tenido anteriormente.

Adela deseaba estar con él en cada minuto del día pero escuchar desde su piso como se reía con su mujer, entre otras cosas, le hacía derrumbarse cada dos por tres. Alex, aunque le prometía la luna y las estrellas seguía posponiendo el momento de dejar a su mujer.

El tiempo seguía adelante pero la relación no le acompañaba, ambos sabían que estaban traicionándose a si mismos y a sus familias pero no podían luchar contra aquel deseo que surgía cada vez que se miraban.

Aquella mañana de verano, los dos juntos habían ido a acompañar a sus hijas al cursillo de natación al que les habían apuntado. Seguramente sería como cualquier otra mañana como las que pasaban acurrucados en el piso del tercero mientras la mujer de Alex trabajaba, pero aquella mañana Adela se había despertado con un pensamiento diferente. No podía vivir mas tiempo sufriendo de esa manera, ella se merecía algo mejor.

Los frenos del ascensor comenzaron a sonar, se estaban acercando al tercero.
– ¿Adela? ¿Me podrás dejar ahora el diccionario? Así esta tarde Lucía se pone con los deberes porque no queda nada para que comiencen las clases. – insistía Alex.
En ese momento se abrieron las puertas y Adela sin contestar a la pregunta de Alex salió del ascensor. Éste siguió sus pasos pero Adela paró en seco y se giró para mirarle fijamente. En sus ojos había una mirada que Alex nunca antes había visto; era una mezcla de dolor, arrepentimiento y valentía.
– Adiós Alex – esas fueron las únicas palabras que Adela pronunció. Ambos sabían lo que querían decir, aquella fantasía había llegado a su fin, su cuento de hadas tenía fecha de caducidad y esa mañana de verano era el día que aparecía en la tapa del envase.

Las puertas comenzaron a cerrarse, Alex desde el interior del ascensor y Adela desde el descansillo, se miraron fijamente hasta que estas chocaron la una contra la otra