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Muy diferentes. - por Paracelsus

Me sorprendió que el diseño del ascensor fuera simple, y a la vez elegante. Se asemejaba a los tubos neumáticos que se usaban a principios del siglo veinte para transportar documentos.
Las paredes del cilindro externo y de la cápsula interior estaban hechas con carbono diamantado. El compuesto transparente y virtualmente indestructible, fue la única tecnología que nos entregaron, que fuimos capaces de utilizar. Cinco años después, en marzo del 2151, el ascensor estaba construido. Ahora, podíamos transportar grandes cargas, en forma rápida y económica, entre la estación de superficie y la nave alienígena que orbitaba a nueve mis seiscientos kilómetros de altura.
Al fin podía observar un medusoide de cerca y pensé: “realmente les queda bien el apodo”. La criatura levitaba, custodiando el acceso a la cápsula. Tenía una cabeza que parecía una campana, con ocho tentáculos. Su piel era negra y estaba repleta de pequeños órganos luminosos que destellaban, formando intrincados patrones de colores y cadencias. Uno de sus tentáculos accionó el comando del ascensor, y la pantalla emitió una luz rojiza. Era la señal inequívoca que nuestro viaje estaba por comenzar. Mi compañera se acercó a la criatura, y luego de unos segundos, me habló.
— ¡Siéntese!, el ascensor comenzará a acelerar.
Había cuatro sillones, los cuales, además de su función obvia, eran una completa unidad de tratamiento médico. La mujer se sentó en el sillón de enfrente. Su traje anti-gravedad, diseñado para minimizar los efectos de la aceleración, destacaba su escultural figura. El mío era demasiado honesto con mi sedentaria anatomía.
La partida fue casi imperceptible. Me percaté de la enorme velocidad a la que viajábamos, cuando en pocos minutos, el azul que nos rodeaba, se transformó en infinita oscuridad.
— ¿Es usted Nataly Pearson? —Pregunté.
—Sí. —Contestó. —Soy la asistente en esta misión. Usted es el doctor Milton Esteves. Especialista en exo-psicología. —Afirmó secamente. “Creo que la hora de viaje se me hará eterna con semejante compañía”, pensé.
—Ningún humano es experto en este campo, dada la extrema “timidez” de nuestros amigos. —Le respondí.
—Doctor, no se menosprecie, su trabajo ha llamado la atención de la agencia. ¡Felicidades! — Dijo con ironía. —Tranquilícese y tómelo como un viaje de fin de semana.
—No suelo pasar mis fines de semana a nueve mil seiscientos kilómetros de altura, viajando con mujeres desconocidas, y rara vez conduzco a diecinueve mil doscientos kilómetros por hora. —Contesté
—Nataly —dije, mientras la observaba con detención—. ¿Es verdad que la agencia proporciona supresores emocionales a sus empleados que les permitirían asesinar a traición a todo su equipo, sin vacilar? —dije sonriendo.
—Milton, sólo soy una secretaria con un biochip-diccionario implantado en el cerebro. Es más, hace un siglo preparar café sería una de mis obligaciones. Lo demás, es sólo leyenda urbana. —respondió.
“¡Una traductora humano-medusoide! ¿Qué clase de persona permitiría que le implantaran una computadora alienígena en el cerebro?”
—Milton, siempre me he preguntado: ¿por qué ha sido tan difícil la comunicación con los alienígenas?
—La equivalencia. —Contesté. — Existe una inmensa diferencia en nuestros sistemas perceptivo-cognitivos. Por ejemplo, suponemos que poseen más de diez mil patrones lumínicos, sólo para describir la fuerza de gravedad. El diccionario que tenemos, tiene menos palabras que el vocabulario de un niño de tres años.
—Recuerdo que, en uno de sus artículos, afirma que la comparación de estresantes bio-sicológicos, incrementaría enormemente el diccionario.
—Es verdad, pero tal procedimiento ha sido descartado. Sería éticamente impracticable, ya que causaría el colapso del sistema sensorial del individuo.
— Entonces… llegamos al viejo dilema: ¿el fin justifica los medios? —dijo.
En ese instante, me sentí mareado. En el brazo derecho del sillón se encendieron una serie de luces, y una ola de tranquilidad se extendío por mi cuerpo. Mi consciencia se desvanecía, mientras miraba la infinita oscuridad del espacio. Cuando recuperé mis sentidos, Nataly se encontraba junto al medusoide.
— ¡Señorita Pearson! —grité aterrorizado. — ¿Por qué no puedo mover mis extremidades? —Ella pareció ignorar mi pánico.
—No se preocupe, Milton. En unos pocos minutos llegaremos. Nuestros anfitriones me aseguraron que no necesitará sus funciones motoras.
Horrorizado, miré directamente a sus ojos, y eran negros… Tan oscuros e inescrutables como el oscuro infinito.
— ¡Siéntase orgulloso, doctor! Los alienígenas son grandes admiradores de su trabajo. La historia lo recordará como el hombre que dio su vida para completar el diccionario. El cual llevará a la humanidad a su soñada edad de oro. — Ahora entendí el interés de los alienígenas por la raza humana. A pesar de las apariencias, resultó, que en el fondo, éramos especies hermanas.

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6 comentarios

  1. 1. Camilo MK dice:

    Hola Paracelsus, primero que todo gracias por comentar mi relato (el 165). te felicito por ser capaz de plantear un mundo nuevo en tan corto espacio y de hacerlo creíble. Escribes muy bien. Pienso eso sí, que hay algunos errores tontos (comas de más como en “dije, mientras la observaba con detención”) que los podrías haber corregido dejando enfriar el relato y releyéndolo unos días después. Saludos.

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 16:08
  2. 2. Caritobel dice:

    Hola Paraselsus.

    Has roto el molde- al menos en cuanto a los relatos que he leído- y como dijo Camilo MK, tiene mucho mérito tu trabajo, ya que crear el escenario que creaste en 750 palabras, es una hazaña, que llevaste a buen puerto.

    Aqui: “Afirmó secamente” creo que es “Afirmo”, sin tilde. Porque es presente del modo indicativo.

    En mi país son las 5.21 a.m, así que se me pueden escapar cosas. Pero no vi nada incorrecto en cuanto a forma. Por ahí como dijo Camilo, el tema de las comas.

    Te felicito, me gusto mucho tu historia.

    Si quieres pasante por mi relato, es el 194

    Te dejo un saludo. Nos leemos la próxima.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 09:20
  3. 3. B.M. Donald dice:

    Hola, Paracelsus
    Interesante y extraño el relato.
    Alguna letra se ha escapado, como al poner los kilómetros “mis” en lugar de mil y algún acento.
    Escritura fluida, quizá alguna puntuación de más.
    Posiblemente por ser en un año tan lejano hay cosas que no termino de comprender; un final complicado para mí.
    Por lo general muy entretenido.
    Gracias

    Escrito el 19 marzo 2016 a las 17:06
  4. 4. Crines dice:

    Hola

    Me gusto tu relato, me parecio claro y entretenido, da para mas la historia, calculo que con esa creatividad te quedaron muchas cosas afuera del relato. Me gusto mucho !!! Gracias por pasar por mi relato el 177.

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 14:25
  5. 5. Basilisa Nogales dice:

    Hola, Paracelsus:
    Una muy buena historia.
    En el plano formal he visto alguna que otra cosilla.
    Te sugiero que uses menos los verbos “ser” y “estar”. También que revises el post de Literautas sobre los diálogos. A veces no colocas bien la raya respecto a la palabra, ni el signo de puntuación correspondiente. Iria lo explica muy bien. Con frecuencia pones en mayúscula los verbos de habla y deben ir en minúscula.
    “se extendió”
    “señal inequívoca de que nuestro viaje”
    “Lo demás es solo leyenda urbana”
    “nuestro diccionario tiene” (queda mal “tenemos, tiene”)
    Deseo que esto te resulte útil.
    Un saludo.

    Escrito el 23 marzo 2016 a las 15:22
  6. 6. Coral Mané dice:

    Hola Paracelsus, soy tu vecina del 162, así que si te apetece pasarte a tomar café y leer un “buen” relato, ya sabes dónde estoy…
    Bueno, centrándome en tu historia, la trama me ha gustado. No soy muy amiga de la ciencia ficción, prefiero la fantasía, pero la verdad es que no me ha dejado indiferente. Para ser un campo que ya está muy tratado, has aportado ideas originales y que cuadran con lo que nos pedían en el reto. Me gustaría algo más de protagonismo para la palabra traicion, las otras dos sí que son más visibles.
    En cuanto a la forma, ya te la han comentado, así que poco más puedo añadir.
    Un saludo!

    Escrito el 23 marzo 2016 a las 18:18

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