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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Volar juntos al fin - por María Kersimon

Cuando se cerraron las rejas del ascensor de aquella casa laberíntica de la Rue de Buci, esquina Boulevard Saint Germain, Julia se percató de que no estaba sola. La casa, otrora señorial, había sido transformada por un ruso, en los sesenta, en diminutos apartamentos alquilados a estudiantes y a pintores bohemios. Aquí Julia había vivido su juventud parisina, y le había parecido encantador alquilar su habitación de antaño, que ahora era parte de un hotelito acogedor, para asistir a la presentación de su libro "volar juntos al fin" publicado por Hachette.
Mientras la jaula metálica arrancaba rechinando, Julia, ansiosa porque el vetusto artefacto amenazaba en cada zarandeo con romper el cable y arrastrar la cabina entre chispazos a lo largo de la caja o descolgarse de cuajo para estrellarse en el fondo de la misma (¿tendría posibilidades de sobrevivir?), se percató de que el señor que había subido en el sexto (un viejo canoso de rostro aceitunado, algo encorvado dentro de un abrigo de paño azul marino con botones dorados) no le quitaba ojo. ¡Lo que le faltaba a estas alturas! Había criado dos hijos y ansiaba tener algún nieto que aún no llegaba pero permanecía esbelta y vital. Un traje falda ceñido realzaba sus piernas de gacela. El individuo la escrutaba. La recorría de arriba abajo con una mirada inquisidora que se le antojaba glauca, libidinosa y oscura.
El ascensor, al pasar por el quinto rellano, vibró y se sacudió con un siniestro crujido. Julia fingió no percatarse del movimiento que había hecho el extraño para iniciar un acercamiento subrepticio. Notaba su presencia asfixiante, la insoportable invasión de su espacio personal, el olor acre de su sudor de hombre y vio, por el rabillo del ojo, que él no desistía y la devoraba con los ojos. Notaba su aliento casi en la nuca cuando el cuarto rellano sacudió de nuevo la cabina con un rechinar de cadenas.
A Julia, las manos le empezaron a sudar, el pulso se le aceleró, se le crisparon las mandíbulas. Las piernas tensas pedían correr para huir y la espalda encorvada, al no poderlo hacer, interponía el gesto impotente del animal acorralado. El asediador ya había iniciado el asalto de captura y nada lo detendría.
—Julia. ¿Eres Julia?
Petrificada, los pies soldados al metal del suelo, suspendida la respiración, tardó varios segundos en encarar su interlocutor. Desencajada, la mandíbula inferior pendía rígida y abierta.
—Julia, soy Germán, —siguió articulando la voz dentro del abrigo—, Germán el aviador.
—Germán, Germán, repitió alelada sin darse cuenta de lo que decía. Un fogonazo en su cerebro superpuso los rasgos del aviador solitario a los del extranjero desafiante. De fauno libidinoso se transfiguró en un hombre de treinta años, curtido, la cabeza inclinada y una mueca ligeramente irónica en los labios, donde asomaba la ternura. Imperceptiblemente se tornó el Germán mayor con canas y ojeras, la piel más rugosa pero curtida y el brillo burlón de la mirada intacto. Iban por el tercer piso.
—¿Te fuiste a vivir a España, no, Julita?¿Te casaste?
—Recuerdo la bohemia, las noches en vela, escribiendo, conversando, caminando por los muelles sin fin para tomar de madrugada la soupe à l'onion en el mercado de Les Halles. No sabes cuánto lo eché de menos.
—Yo pasaba hambre en mi buhardilla bajo el zinc, pero tú más y algunos finales de mes te deslizaba un sobre por debajo de la puerta de tu chambre de bonne, del otro lado de la cour. Te observaba escribir desde mi ventana, seria, erguida, Julia inventando historias.
—¡Y con el diccionario abierto junto a la Olivetti! Había que comer de algo y más traducía que escribía, Germán. Tú servías mesas en la Brasserie Lipp para costearte las horas de vuelo.
—Tuve que volar en países lejanos: Sierra Leona, Venezuela… pero lo conseguí, Julia. Hace veinte años que soy comandante de Air France. Me alojo aquí cuando vuelo a Paris. Se había quitado el abrigo, descubriendo la chaqueta de piloto con cuatro galones dorados en las mangas.
—Nunca tuvimos un romance. Eras fiel a Genoveva en la distancia.
—Una noche te visité, Julia, y me pediste que me quedara. Me marché.
Asió las manos de Julia y la atrajo suavemente a sí. Julia se dejó ir.
—Hubiese sido una traición, Germán.
—¡Que gilipollas que fui"!
La espalda de Germán, bajo la ligera presión del cuerpo de Amanda, accionó los botones del ascensor que se paró con una sacudida y, acto seguido, reinició el ascenso renqueando y traqueteando.

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24 comentarios

  1. ¡Hola, María!
    Me gustó el cuento. Me pareció original y muy bien escrito, si bien hay algunos errorcitos de tipeo. Por ejemplo:
    “—¡Que gilipollas que fui”!” (falta el acento en “qué” y hay un ” de más).

    No terminé de comprender esta frase: “bajo la ligera presión del cuerpo de Amanda”. ¿Es un error de tipeo también? ¿No debería ser Julia?

    ¡Saludos!

    http://www.viajarleyendo451.blogspot.com.ar/

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 14:51
  2. 2. María Kersimon dice:

    Muchas gracias, Luciano. Tienes toda la razón. La protagonista primero se llamaba Amanda y decidí cambiarle el nombre a última hora. Gracias por pasarte por mi relato.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 16:18
  3. 3. beba dice:

    Hola, María:
    Me gustaron la pulcritud de tu historia, lo ingenuo del argumento, y el buen manejo de la tensión emocional. Aplausos.
    A mi cuento “Mis musas están de parto” podrás leerlo en mi blog ahorayodigo.blogspot.com; también está “Los Hijos del Sol”, uno de los proyectos desechados y reencarrilados, de este mes.
    Cariños.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 19:22
  4. 4. Isaac dice:

    Buenas tardes, María.

    De tu relato me gustó mucho el vocabulario, la sencillez con que poco a poco narras la situación y la forma como acomodaste las palabras.

    Lo sentí muy depurado y ligero, invitando a avanzar más. Debo admitir que en la primera lectura me perdí un poco en los diálogos, aunque puede que esto sea más cosa mía que tuya.

    No me queda más que felicitarte porque has escrito algo que me parece interesante y, que por lo menos a mí, me dejó con ganas de un poquito más.

    Saludos y muchas gracias por tu comentario, siempre motiva a seguir escribiendo leer cosas así.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 23:46
  5. 5. Rinconillo y Cortadete dice:

    Hola María.
    Me gusta tu relato, aunque noto un principio con poco gancho, preocupado por situar la historia en París en lugar de empezar directamente con la acción. La atmósfera conseguida con tus descripciones y el lenguaje son admirables. Sin embargo, contrasta la edad del “viejo canoso” con que sea un piloto en activo de una compañía comercial. El ritmo y la acción crean interés por la lectura desde el momento en que vamos conociendo a los personajes, y la justificación del final me parece correcta.
    Me ha gustado leerte y disfrutar con esas palabras tan bien escogidas. Un saludo.

    Escrito el 19 marzo 2016 a las 08:53
  6. 6. Arameo dice:

    Hola María, me gustó mucho tu relato. Te agradezco haber pasado a comentar el mío. Aquí te dejo mis impresiones. Saludos!

    Qué cuenta: Es el relato de Julia (Amanda) una escritora exitosa y su encuentro inesperado, con su pasado, en un elevador

    Lo mejor: El uso de las palabras y la elegancia de la forma. El final es espléndido. Se siente bien planeado ese desenlace

    Lo peor: El inicio se siente algo flojo. Los diálogos podrían simplificarse un poco, para parecer más naturales

    En una palabra: Genial

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 07:31
  7. 7. María Kersimon dice:

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Me sirven un montón para ver como se recibe lo que yo pienso y trato de expresar ya que no siempre se ve igual desde dentro que desde fuera. Rinconcillo, gracias por recordarme que hay que engaño bar desde la primera frase. El “viejo canoso” tiene alrededor de 60 años y los pilotos se jubilan a los 65. Verlo viejo y canoso es más una percepción de Julia al principio. De hecho tengo un conocido ( piloto) a quien le ha ocurrido una escena parecida aunque no en París ni en un ascensor.
    Arameo: Tienes razón. Algunas réplicas del diálogo son demasiado elaboradas y les resta espontaneidad.
    Gracias, lo pensaré y lo trabajaré en la próxima entrega.

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 11:44
  8. 8. María Kersimon dice:

    Quería decir que hay que enganchar al lector desde la primera frase.

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 11:45
  9. 9. Frida dice:

    Hola María. Gracias por pasarte por mi relato y obligarme con ello a descubrirte. Nunca te había leído hasta ahora. Coincido con los compañeros en la elegancia de tu narración. Quizás el principio sea lo menos atractivo del relato, más teniendo en cuenta lo bien que nos muestras a través del diálogo el pasado de Julia, se palpa una vida de bohême. De Julia, diré que ha ganado más personalidad con el cambio de nombre. Amanda es demasiado arrabalero para mi gusto, como la protagonista de una serie B.

    Menciono también que me gusta tu nombre o seudónimo, es a la vez cercano y sofisticado. Con cierta dosis de enigma y además sonoro.

    Felicidades por tan buen texto.

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 13:10
  10. 10. María Kersimon dice:

    Muchas gracias por animarme, Frida. Estoy de acuerdo en lo del arranque un poco lento. Nos leemos.

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 14:59
  11. 11. María dice:

    Me ha encantado tu relato. Al contrario que a mis compañeros, no me parece que el principio sea lento en absoluto. Al revés, me ha trasladado totalmente al escenario. Sin duda te volveré a leer.
    Un saludo y te invito a pasarte por mi blog 🙂
    http://inefaable.blogspot.com.es/

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 18:16
  12. 12. Wanda Reyes dice:

    Hola Maria, primero gracias por comentar mi relato. Fue un gusto leer tu relato el lenguaje y la descripciones fueron muy lindas. Todo se desarrollo a buen ritmo. Solo en el dialogo me perdi un poco, por lo que lo tuve que volver a leer. Muy buen relato.

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 18:49
  13. 13. Paola dice:

    Hola María

    Un relato lleno de ternura. Me ha gustado mucho.
    Los reencuentros son un tema que me pone el vello de punta porque pienso que cuando perdemos a alguien de vista, un pedacito de nosotros se va con él…

    como único apunte: un párrafo quizás demasiado largo el que empieza con “mientras la jaula metálica…” yo suelo leer en voz alta y me ha faltado el aliento.
    Por lo demás decirte que me ha gustado tu forma de escribir.

    He disfrutado con la lectura.

    Escrito el 21 marzo 2016 a las 12:55
  14. Es un tema interesante. La forma de tratarlo me parece correcta. Despiertas el interés y la información que das en un espacio tan corto es muy densa. El reencuentro de dos personas que en su juventud, y debido a sus situaciones particulares, convivieron momentos de intimidad que dejaron huella, aunque la vida los llevó por caminos distintos y el paso del tiempo llegó a diluir los recuerdos.
    Hasta el momento en que se reconocen los dos, me parece un relato lleno de tensión y emoción. Los recuerdos de Julia, la habitación que ha querido redescubrir, la prevención y el miedo de Julia frente a un desconocido que en su imaginación parece asediarla. Todo bien estructurado y con sentido. Ahora bien, a partir del momento en que Julia reconoce a Germán, me da la impresión que el relato pierde credibilidad. No creo que el diálogo que utilizan sea el de dos personas que de pronto se encuentran tras muchos años de no verse. Parece que el diálogo está más encaminado a informar al lector sobre qué hacían y quienes eran ellos dos, en aquellos tiempos, que a expresar el sentimiento y la emoción que pueda haber tras tantos años de no verse. La vuelta a la realidad con el ”qué gilipollas que fui”, seguramente expresa el sentir del noventa por cien de los miembros de una pareja, tras haber cohabitado un montón de años, o sea que es poco creíble y tal vez Germán dijera lo mismo caso de haberse emparejado en su juventud con Julia. Ahora sería ella la damnificada en lugar de Genoveva.
    De todas maneras me parece un buen relato, con el deseo de hurgar un poco en el alma humana, frente a las opciones que te ofrece la vida. Hay que elegir y siempre queda el recurso, al cabo de los años, de pensar en “lo gilipollas que fui”.
    Felicidades

    Escrito el 21 marzo 2016 a las 14:27
  15. 15. María Kersimon dice:

    Gracias Paola y Manuel por vuestros comentarios. La frase de Germán, no sé sin se ha entendido bien. Él dice “Qué gilipollas que fui” porque una noche Julia le había invitado a quedarse con ella y él nunca había accedido por ser le fiel a una mujer ausente. Con el tiempo se arrepintió de esta elección.

    Escrito el 21 marzo 2016 a las 18:01
  16. 16. Clau Cruz dice:

    Hola María.
    Me ha gustado tu relato. Ver a lo largo del tiempo las decisiones que pudiste tomar y por una u otra razón no lo hiciste es algo bastante real. ¡Cuantos habremos pasado por algo similar!.
    Felicidades muy bien logrado.

    Espero nos sigamos leyendo.
    Saludos.

    Escrito el 22 marzo 2016 a las 17:45
  17. 17. Laia Gabue dice:

    ¡Hola Maria!

    De entrada muchas gracias por dedicarle un ratito a mi relato.

    El tuyo me ha gustado mucho. En general comparto los comentarios realizados por mis compañeros. Es una historia interesante, elegantemente contada. También creo que es cierto lo que comenta Manuel sobre los diálogos, yo también tuve la sensación de que no sonaba como una conversación real.

    Al principio del relato usas el parentesis para hacer dos acotaciones, lo que no se si es demasiado correcto.

    “…y arrastrar la cabina entre chispazos a lo largo de la caja o descolgarse de cuajo para estrellarse en el fondo de la misma (¿tendría posibilidades de sobrevivir?), se percató de que el señor que había subido en el sexto (un viejo canoso de rostro aceitunado, algo encorvado dentro de un abrigo de paño azul marino con botones dorados) no le quitaba ojo.”

    Yo en la primera frase usaría comillas, ya que entiendo que es el pensamiento de Julia y en la segunda simplemente usaría las comas ya que se trata de una frase aclaratoria. Aunque no soy ninguna experta y podría estar equivocada, creo que así estaría mejor.

    Además en la frase “—Germán, Germán, repitió alelada…” se te ha perdido un guión de diálogo, debería ser “—Germán, Germán —repitió…”

    Quitando estas minucias es un muy buen relato. ¡Enhorabuena!

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 23 marzo 2016 a las 11:26
  18. 18. Caciba dice:

    Hola, María.

    Lo primero, agradecerte tu comentario sobre mi relato.

    El tuyo está muy bien escrito. Los diálogos, al principio, me confundieron un poco sobre quién estaba hablando (bueno, fue un momento solo, enseguida me di cuenta). Te digo esto para que sepas la primera impresión que me causó, aunque a lo mejor solo ha sido a mí y es cosa mía.
    Me ha gustado mucho la transformación de la escena de un “viejo verde” acosador y la sensación de presa de Julia a una escena emotiva, un joven piloto y una amistad que pudo ser más.

    Enhorabuena, me parece que está muy bien escrito también.

    Un saludo

    Escrito el 23 marzo 2016 a las 23:48
  19. 19. Caritobel dice:

    Hola María.

    En lo técnico ya te mencionaron las pocas fallas. Creo haber aprendido dos o tres palabras nuevas con vos.
    Voy directo a lo bien subjetivo. Me encantó esa manera que tenés de describir,me llevaste hacia donde querías con las palabras. Aunque (como a mi también me pasó), creo que las descripciones se hubiesen lucido más en un relato mucho más largo. Creas un gran ambiente de sensaciones y de evocaciones muy fuertes.
    Si bien se distinguen dos ritmos bien marcados, cuya división es el inicio del diálogo (con un tiempo menos fluido), que como otros ya mecionaron no es el tipo de diálogo que se daría entre dos muy antiguos conocidos que no se ven hace tanto tiempo, el conjunto no se menosprecia.
    El diálogo es demasiado descriptivo e informativo, debería ser más sensorial, expresar esas emociones (buenas o malas) del reencuentro inesperado.

    Pero es una historia con mucha carga emocional. Si la tuviera que describir en una única y palabra, seria «evocativa».

    Me gustó. Te felicito.

    Saludos.

    Escrito el 27 marzo 2016 a las 04:27
  20. 20. María Kersimon dice:

    Gracias a todos por vuestras valoraciones que para mi son una oportunidad de mejorar y un gran aliciente para seguir escribiendo. Me alegro mucho de haber entrado a formar parte de este grupo y de poder compartir con vosotros.

    Escrito el 27 marzo 2016 a las 11:40
  21. 21. Marazul dice:

    Hola María
    Me ha encantado tu relato. Ese cambio en donde el acosador pasa a ser un reencuentro me parece fantástico. Consigues llevar al lector al huerto gracias a la facilidad narrativa que tienes.
    Al mismo tiempo tu estilo es claro y atractivo.
    También me ha gustado mucho la ambientación parisina. Muy chic…..
    Un placer leerte

    Escrito el 27 marzo 2016 a las 22:53
  22. 22. Wolfdux dice:

    Interesante relato, primero nos haces creer que pasará algo malo y luego es un reencuentro de jóvenes enamorados. Salvo el desliz con el nombre, nada más que comentar. Un saludo.

    Escrito el 28 marzo 2016 a las 22:07
  23. 23. Oliver Sierra dice:

    Hola María Kersimon.

    Un realto elegante, planteando un reencuento de esos que te descolocan. Me gusta.

    Al mentar el título del libro que publica, lo hubiera escrito con mayúsculas “Volar Juntos al Fin”. Otra cuestión son las “y” a continuación de una coma, siempre que las leo me resultan chocantes.

    Cuando dices: (¿tendría posibilidades de sobrevivir?), quería resaltar que la posibilidad es sobrevivir o no. Por tanto, habiendo escogido ya una de ellas, sobrevivir, la pregunta es si tendría probabilidades de sobrevivir. Curiosamente, es un error muy común.

    Ese primer párrafo lo dividiría en dos, aunque supongo que es más una cuetión de estilo.

    Con la primera lectura,al principio del diálogo me cueta un poco seguir las voces. Quizás algún inciso aclararía ese aspecto.

    Me ha gustado mucho el intercambiar palabras en francés durante el diálogo. Yo viví un tiempo en Francia y con otros españoles hacíamos igual. Me ha transportado a esos días y me has sacado un sonrisa. Solo un apunte, soupe à l’oignon.

    Espero sea de ayuda.

    Un abrazo.

    Escrito el 31 marzo 2016 a las 13:11
  24. 24. Lesly Bosco dice:

    No estoy segura de si las mandíbulas se pueden crispar, y creo que solo tenemos una… por lo que se debería usar en singular y la aclaración de “inferior” sobra.

    Al final hay dos cosas que me chirrían, que Germán diga esa palabrota, ya que ha pasado de ser un acosador sexual a una especie de gentleman, y al final cuando dice “reinició el ascenso renqueando y traqueteando”, yo quitaría traqueteando porque en este caso son sinónimos prácticamente.

    A parte de eso, está muy bien narrado, me parece original y me ha gustado mucho el giro aunque no sé por qué me lo olía, aunque eso no le quita interés a la historia.

    saludos

    Escrito el 6 abril 2016 a las 22:03

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