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Tensión en el piso treinta y siete - por Fernando Caporal

El ascensor cerró las puertas automáticas y comenzó a subir. Sentí que el sello de las dos placas metálicas me aislaba de toda posibilidad de salvarme; cada segundo que pasaba me daba la sensación de que corría un riesgo mayor, y mi cuerpo reaccionaba en consecuencia. El corazón latía fuerte dentro de mi pecho, y la respiración se me entrecortaba; el sudor caía frío sobre la frente, y mientras el endiablado aparato vertical ascendía a una velocidad tortuosamente lenta, la vista se me nublaba. “No lo voy a lograr”, pensé en varias ocasiones. La cabina era pequeña, y sobre la parte posterior, el espejo que cubría la pared de piso a techo y todo el ancho del vehículo, reflejaba mi cara de desesperación. La luz tenue del techo parecía iluminar con desdén, uno de los tubos fluorescentes estaba quemado y el otro casi agotado. “Podría utilizar la penumbra en mi favor”, pensé, y mientras el maldito ascensor subía, me convencía cada vez más. “Sí, lo voy a hacer, no lo voy a dudar un solo instante más” Mi mente aseguraba la voluntad de transgredir toda regla. En el piso trece, cuando estaba dispuesto a terminar con la tortura de manera definitiva e inequivoca, me preparé a ejecutar un viaje sin retorno. Me paré frente al espejo, me miré y pude ver la imagen de un hombre abatido, dolorido, sudoroso y desbordado de temor, entonces quité de mi diccionario la palabra pudor, y me dispuse a entregarme a la locura.

Pero algo sucedió que hizo que me detuviera justo un segundo antes de comenzar la única opción que tenía para mi propia salvación. El ascensor llegó al piso diecisiete y un sacudón hizo que trepidara toda la cabina, la velocidad se redujo drásticamente hasta detenerse, y las puertas se abrieron. “Maldición, justo ahora tenía que subir gente” pensé. Mi mente volvió a bloquear el dolor mientras los turistas entraban con tanta pasividad que estuve a punto de insultarlos. “¿No se dan cuenta que estoy desesperado, que me siento terrible?” Tenía ganas de gritarles en la cara, pero no me entenderían; ninguno de ellos hablaba mi idioma. Quizá si vieran mi rostro podrían imaginarse el estado de locura al que estaba a punto de acceder, y de seguro se asustarían, lo que provocaría que más de uno intentara detener el ascensor, generando un desperfecto al tocar todos los botones juntos, y quedaríamos atrapados entre pisos. La sola idea de que algo así sucediera fue como una traición a mi subconsciente; sencillamente, moriría. No podía suceder semejante desgracia. Por Dios, no, no debía siquiera moverme, debía permanecer quieto al punto de que nadie notara siquiera que todavía estaba vivo, que aún respiraba, así no los asustaba. Debía asegurarme de llegar al último piso a como diera lugar, y la escalera no era una opción, treinta y siete pisos son demasiados hasta para un atleta bien entrenado. Lejos de serlo, además, en mi estado no lograría siquiera subir los primeros diez escalones.

Piso veintidós. Falta menos. La transpiración continuaba cayendo sobre mi frente, y ahora también comencé a sentir la nuca húmeda, mojando el cuello de la camisa. En todo momento luchaba contra mi propio equilibrio psicológico. No era posible que esto me estuviera sucediendo, tenía que ponerle un final, aunque fuera una decisión drástica.

Piso veintinueve. Está bien, me detengo, no voy a cometer ninguna locura, tan solo faltan ocho, pronto bajaré del ascensor y en segundos me sentiré mejor. Piso treinta y dos. Ya casi llegamos, puede que lo logre. Piso treinta y cinco. ¡Oh Dios, ahora sube más gente! ¿No podían usar la escalera por dos malditos pisos?

Piso treinta y seis. Mi mente clavada en el display espera con ansiedad ver el paso al piso siguiente. Y por fin, piso treinta y siete.

Me estremecí. La gente se agolpó en la salida del vehículo vertical y comenzó a saludar a quienes los esperaban en la recepción de la terraza del hotel, mientras que yo luchaba por huir a empujones. “Lo siento” dije en varias ocasiones, aunque no me entendieran. Me abrí paso como pude, hasta que alcancé la puerta que me daría la salvación, al otro lado del salón. La crucé arrojándome hacia el interior. Sentí que mi cuerpo iba a explotar. “Un segundo más, tan solo un segundo más” Me metí en el primer cubículo que encontré, bajé mis pantalones, y entonces el momento de gloria tan ansiado llegó; por fin pude orinar.

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6 comentarios

  1. 1. Jisaen dice:

    Me gustó mucho. Las primeras líneas describen vívidamente la escena, lo que hace inevitable compartir la angustia del personaje el resto de la historia. El ritmo es el adecuado, acelerando a medida que crece la desesperación, y el vuelco de la historia, de lo dramático a la comedia en las últimas líneas, sorprende y agrada.

    Felicitaciones

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 21:47
  2. 2. Jose Luis dice:

    Hola
    Gracias por leer mi relato. Voy a leer el tuyo y a presentar mi reseña.
    En cuanto a la forma, he hallado esto:
    Para reflejar los pensamientos de un personaje, es preferible el uso de las comillas españolas en lugar de las inglesas.
    inequivoca ——– inequívoca

    En cuanto al contenido, me ha parecido una historia muy sutil, con un final inesperado. La tensión dramática se describe de tal manera que parece que va a suceder cualquier otra cosa… Un cuento entretenido, bien narrado.
    Un saludo

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 14:54
  3. 3. Wiccan dice:

    Hola Fernando,

    Antes de nada muchas gracias por tu comentario a mi relato.

    En cuanto al tuyo muy bueno, me ha gustado mucho, está muy bien llevado el juego de la historia entre la tensión del desarrollo y la sorpresa del final. Y ya de paso, cuentas una historia cargada de verdad, porque yo me he encontrado alguna vez en esa situación y es increible la desesperación a la que se puede llegar, jejeje. Vamos, que muy original.

    Sobre la forma creo que está muy bien escrito, las “críticas” que le podría poner son principalmente de puntuación, por ejemplo:
    – En “vehículo, reflejaba”: quitaría la coma.
    – En “cabina, la velocidad” y en “temor, entonces”: Cambiaría coma por punto.
    – En “más” Mi mente” y “gente” pensé”: Aunque sean pensamientos tendría que tener el punto en el primer caso y la coma en el segundo.
    – A inequívoca le falta la tilde.

    Fuera de esto hay una cosa que me pareció rara en el texto pero no se si es correcta, por lo que lo comento por si algún compañero me lo puede clarificar. En realidad el texto está escrito en base a los pensamientos del protagonista sobre sus sentimientos y en cuanto a la acción, pero en cualquier caso siempre son sus pensamientos así que ¿es correcto marcar con comillas unos pensamientos en concreto cuando, tal y como yo lo entiendo, la mayor parte del texto son los pensamientos del protagonista durante ese trayecto? En los momentos en que tras el pensamiento se dice “pensé” me parece más lógico pero en los demás momentos no lo veo tan claro. Es una tontería pero me entró la duda.

    En cualquier caso un gran texto. Nos leemos.

    Un saludo!!!

    Escrito el 19 marzo 2016 a las 00:33
  4. Muchas gracias a todos por sus comentarios, con respecto a los pensamientos, Wiccan, es cierto, no lo había visto de esa forma, pero tenes razón, en realidad el relato entero es pensamiento. Quizá mi intensión debe haber sido enfatizar esos que entrecomillé, como si los hubiera dicho para sí, pero lo cierto es que el relato entero es un pensamiento. Quizá como señala José, lo más indicado para esos énfasis sean las comillas españolas.
    En cuanto al contenido, muchas gracias por sus amables comentarios, me alegra mucho saber que se han divertido leyendo el relato.
    Nos leemos… Gracias y éxitos

    Escrito el 24 marzo 2016 a las 05:05
  5. 5. María Esther dice:

    Hola Fernando,soy Maritel, del 155, por si te interesa pasar después.
    Me gustó tu relato.Ya es el segundo que leo con la aplicación de la técnica narrativa del monólogo.Creo muy acertada la misma, ya que al ser en primera persona,el narrador puede mostrar todos los pensamientos del personaje. Además puedes cumplir perfectamente con el reto.Está muy bien lograda la tensión,aunque por momentos resulta un poco excesiva.Quizás porque no logramos descubrir el motivo.
    Solo hay algo que me llama la atención, al final,y es que el protagonista se baja los pantalones para orinar.
    Saludos. Nos leemos.

    Escrito el 29 marzo 2016 a las 02:48
  6. Fernando, inevitable decirte: ¡qué buen final! ¡qué bien contando!
    Me encantó la tensión y la forma en cómo ibas generando en mi interior posibles e irremediables finales, jajaja, realmente casi lo esperé, pero solo cuando llegaba casi al final jajajajaja. Me encantan ese tipo de finales. Felicataciones!!!!
    Si algún comentario de forma podría hacerte es en esta frase: “… que aún respiraba, así no los asustaba”, me parece más conveniente así no los asustaría.
    Gracias por pasar por mi relato, y seguimos en esta de escribir y disfrutar los talentos de otros.
    Un abrazo

    Escrito el 30 marzo 2016 a las 16:35

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