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La equivocación - por Rinconillo y Cortadete

Se colaron cuando ya se cerraba la puerta del ascensor. Acepté con resignación la pausa y me puse a examinarlos. Los dos eran jóvenes y llamaban la atención. Pero mi mirada se detuvo en ella.
Era alta, bastante más que él y que yo; vestía ropa de calidad, elegida para destacar su figura exuberante. La acompañaba un hombre de amplia musculatura y vestido de chándal, que no encajaba para nada con el aspecto de ella. Pensé, estuve seguro, que una mujer con ese atractivo tan bien expuesto y sin ambages, solo podía ser una prostituta. Eso sí, era una dama exquisita, de cabello rubio y cuidadoso peinado; con pendientes de oro y pequeños brillantes que resaltaban un rostro muy atractivo: bien maquillado y de piel suave, labios carnosos y rojos, larguísimas pestañas sobre ojos de un luminoso verde claro. Todo ello destacaba sobremanera sus facciones algo ingenuas, que eran de simetría y perfección tal, que me resultaban turbadoras. Ella estaba a años luz de un humilde visitador médico como yo. Pregunté si subían, igual que yo, al tercero.
El hombre, al responder con acento profundamente ruso que se dirigían a la consulta del doctor, me confirmó lo que ya sospechaba: ella era una víctima de esas redes de prostitución y su guardián la custodiaba en su visita al dentista argentino del tercero. Sin fijarme bien, con la imagen de ella superpuesta en mi mente, pulsé el botón. Mientras ascendíamos, me negué a imaginarla sentada en el sillón del extraño doctor que, en una ocasión, me informó de que sus técnicas con las prótesis dentales las perfeccionó en la Escuela de Mecánica de la Armada. Qué extraño me resultó oírlo en aquellos momentos, aquí en España, sabiendo todo lo que este lugar había significado en la historia reciente de su país. Este odontólogo, un hombre taciturno y de carácter agrio, conseguía su clientela gracias a atender las urgencias a cualquier hora, día o noche, festivo o no. Pero las instalaciones de su clínica no eran nada modernas; más bien eran obsoletas, con un torno antiguo cuyo motor se escuchaba hasta en la sala de espera. A todo esto, el ascensor subía dando tiempo a mis reflexiones. Pasamos el cuarto piso y subía.
Comprendí que me había equivocado al pulsar, y que no tenía idea del piso donde se detendría. Sin vacilar, movido por un impulso que todavía no comprendo, saqué el diccionario con traductor de frases para la Consulta Médica, que regalaba mi Laboratorio, y señalé la transcripción al ruso que rezaba: "El doctor está de vacaciones. La consulta está cerrada". Me miraron extrañados. Las puertas empezaron a abrirse en el piso noveno.
El ascensor se detuvo con una sacudida debida a escaso mantenimiento o por los muchos años de funcionamiento en este edificio oscuro y antiguo. Tuve tiempo de mostrarles, desde la puerta del ascensor, el silencio de los pasillos con pintura desconchada, olor a humedad y bombillas mortecinas. Mientras nos retiramos para dejar que las puertas del ascensor se cerrasen, saqué mi tarjeta de visitador médico. Creo que el lenguaje no verbal bastó, y sin usar de nuevo el diccionario comprendieron quien era yo: los envases de fármacos, los folletos y muestras que vieron al abrir mi maletín les bastaron. Así que tomé la iniciativa contando con la buena impresión causada por mi autoridad en la materia.
Pulsé a la planta baja sin dar explicaciones, y ellos no opusieron el menor signo de disgusto. La mujer estaba sin duda supeditada a su guardián, pues no abría la boca y miraba con indiferencia, y él me pareció dispuesto a rectificar. Le di la vuelta a mi tarjeta de visita y anoté el nombre y dirección de un doctor con una clínica mucho más moderna. Confiaba en que sería idóneo para tratar a esta exquisita mujer que nunca estaría a mi alcance, pero a la que había decidido ayudar. Siquiera llegué a pensar, entonces, en que hacía traición a mi cliente. Su clínica de 24 horas quedaba arriba, nosotros llegábamos al bajo y las puertas del ascensor se abrieron. Ella salió y volvieron a cerrarse lentamente.
Solo, busqué el botón del tercero con la mirada perdida.

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11 comentarios

  1. 1. David V. R. dice:

    Buenas Rinconcillo, ¿qué menos que devolverte tu trabajo al ser el primero en criticarme?

    Mira, sencillamente, poco que reprochar a tu texto. Me ha parecido muy bien escrito. No peca ni de las faltas de repaso que señalas en el mio, ni de la complejidad que no permite observar la trama. No me queda más que felicitarte.

    En cuanto al apartado de fallos atómicos, tendría que irme al campo de mi experiencia como lector y mi perfil como consumidor de textos de ficción. Desde aquel pequeño páramo, podría permitirme decirte que es un texto algo manido en descripciones, situación y -sobre todo- reflexiones. Estoy algo cansado de hombres de mediana edad que con algo de hastío observan la vida a su alrededor y comentan al lector las bellas mujeres que pasan a su alrededor. En cierta medida, me recuerdas a Houellebecq con esos personajes masculinos que rozan la misoginia y que se mueven por un mundo de desilusiones sin esperanza a la vista.

    ¿Qué me podrías responder? Pues lo que te diría yo si tuviese la suerte de ser el autor de este texto, que en pocas líneas mejor ir a ciertos campos del imaginario colectivo, caminar hacia la escritura eficiente y tocar una historia sencilla con toques personales. Si es eso, nada más que añadir. Si eres ambicioso, creo que ha llegado el momento de que arriesgues más, porque me parece que este nivel ya lo tienes pillado.

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 21:18
  2. 2. Rinconillo y Cortadete dice:

    David, te agradezco mucho tus consejos. Me cuesta entender ese camino por el que avanzar, que dices que sería arriesgar más que el solamente contar una historia sencilla con toques personales. Ojalá encontrase ese tema que merezca ser contado, al que añadirle una percepción nueva y trasformar molinos en gigantes. Un abrazo.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 09:31
  3. 3. Guiomar de zahara dice:

    Hola:
    Tu relato es, en principio, inquietante.
    ¿Por qué el visitador presupone que la mujer es prostituta? ¿por qué piensa que va al dentista?
    El observador hace comentarios como si fuera un narrador omnisciente.
    por lo demás la historia se lee con fluidez.
    Un saludo.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 10:25
  4. 4. Isolina R dice:

    Hola, Rinconillo:
    El relato está bien, pero yo te pediría un poquito más tanto en el plano del contenido como en el plano de la expresión.
    Respecto a la expresión te voy a retar. Aparece el verbo “ser” nueve veces. Creo que deberías dejarlo en dos, como mucho. Busca otras formas de decir lo mismo sin repetir “era-eran”. También convendría que redujeses el número de las reiteraciones de “ascensor”.
    “comprendieron quién era yo”.
    Me ha gustado leer tu relato.
    Espero que mis sugerencias te sirvan.
    Saludos.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 21:08
  5. 5. María Kersimon dice:

    Buenas noches Rinconcillo y Cortadete,
    Leí tu historia con interés y no me planteé demasiado la congruencia o la racionalidad porque creo que todo puede ser en esta vida y que la realidad muchas veces supera la ficción. Simplemente me dejé llevar y me pareció estar asistiendo al devaneo un tanto quijotesco (haciendo honor a tu nombre artístico) de un señor que idea la fantasía de salvar a una dulcinea del malvado que la tiene prisionera y juega su papel de noble caballero hasta llegar a traicionar sus propios intereses.
    Si me lo permites, te señalaré un par de detalles que me han parecido mejorables dentro de mi manía de la exactitud:
    “pendientes de oro… que resaltaban un rostro muy atractivo”, yo preferiría “realzaban” porque no lo hacen resaltar por contraste sino que le dan más gracia.
    “todo ello destacaba sobremanera sus facciones algo ingenuas”, creo que quedaría mejor “todo ello contrastaba sobremanera con sus facciones algo ingenuas”.
    “con la imagen de ella superpuesta en mi mente”, no sé, no me acaba de pegar ¿”con su imagen aún impresa en mi mente”?
    Perdona, mi neura detallista. Un relato chulo. Si quieres pasarte por el mío, está en el piso 37. ¡Un saludo!

    Escrito el 19 marzo 2016 a las 00:03
  6. 6. DavidRubio dice:

    Buen relato
    Todo un buen samaritano el visitador. Se lee bien, si bien, ten en cuenta lo que te ha comentado Isolina y los demás. Respecto al fondo quizá lo que más chirría es que deduzca sin más que es prostituta, una posible solución que podría ampliar tu historia es que él hubiera frecuentado burdeles y reconociera en ella a las prostitutas a las que acudía. De esa manera conseguirías un personaje contradictorio, con más aristas.
    Un gusto leerte

    Escrito el 19 marzo 2016 a las 18:44
  7. 7. beba dice:

    Hola, Rinconillo y Cortadete:
    Gracias por la visita al blog y el buen comentario.
    Al igual que María, yo pienso que todo puede ser en esta vida, y que la realidad supera a la ficción; ahora bien tu narrador es demasiado omnisciente; sus suposiciones son como el “Hágase” de la Biblia: pienso, pensé y pim, pam pum.
    Ya metidos en la magia que propones el cuento está bien narrado, salvo pequeños detalles que ya te comentaron.
    Creo que has mostrado habilidad para realizar los retos, con un relato de fácil lectura y buena escritura.
    Saludos.

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 00:09
  8. 8. Luis Ponce dice:

    Hola Rinconcillo:
    ¿Al buen visitador a médicos no le falla el olfato? podría ser, pero, ¿si el tránsfuga era ruso, ella también lo era?
    ¿Si el guardaespaldas pudo explicar que iban donde el dentista, porqué no entendió una explicación en castellano?
    ¿Si apretó el botón despreocupadamente, cómo pudo llegar al piso desocupado?
    ¿Si iban al tercer piso, y la pareja lo sabía, como llegan al noveno?
    ¿Cómo un mafioso ruso se deja mangonear por un visitador a médicos?¿ Y sigue vivo?
    Creo que podrías adentrarte en la personalidad de uno de los dos: el visitador o la chica y podrías conseguir algo más interesante.
    El tema da para una película o por lo menos para algo más extenso.
    Nos leemos.

    Escrito el 21 marzo 2016 a las 01:29
  9. Hola:
    Escribes bien y tienes soltura a la hora de hacerlo. Algunos errores y algunos adjetivos mejorables. La forma es correcta, según mi punto de vista, pero el contenido se queda corto. Demasiadas suposiciones, demasiadas casualidades y un narrador en primera persona que a veces se comporta como narrador omnisciente. Me parece que el visitador médico queda tan impresionado con la belleza de la mujer que a partir de ahí empieza a desbarrar. El mafioso, suponiendo que lo sea, demuestra ser más ingenuo que una hermanita de la caridad y la prostituta, suponiendo que lo sea, no aporta nada a la historia, bueno, al menos enciende la imaginación del visitador. ¿Cómo no se van a dar cuenta de que están en el noveno y no en el tercero? En la vida real pasan cosas muy raras, pero si uno en literatura utiliza esas cosas raras para crear historias, la historia no cuela. Creo que es lo que ha pasado en este relato. Por lo demás debo decir que tienes capacidad para crear y escribir una buena historia, pero en esta concretamente, te has dejado llevar por los imposibles.
    Mi comentario en ningún momento pretende ser grosero, porque yo que también escribo se lo difícil que resulta a veces crear algo coherente y con sentido.
    Animo y a insistir, que en eso estamos todos.

    Escrito el 21 marzo 2016 a las 22:50
  10. 10. Rinconillo y Cortadete dice:

    Gracias a todos, lo que decís son cosas tan evidentes que ahora veo muy claras mis equivocaciones.
    Un gran saludo y de nuevo agradezco la ayuda.

    Escrito el 22 marzo 2016 a las 18:47
  11. 11. Alicia dice:

    Hola Rinconillo,
    No quería dejar pasar mis comentarios porque me enriquece aprender de ustedes. Me gustó tu relato desde lo reflexivo, diría incluso: con nostalgia y soledad. Por eso tu personaje se adentra en la vida de otros tan profundamente. Por supuesto es una percepción.
    Me surgen algunos aspectos a revisar de tu parte, contando que yo apenas empiezo, entonces solo tengo muchas dudas:
    – ¿Por qué la llamas prostituta desde un inicio y luego dama?; pareciera incongruente, aunque ella sea linda, pulcra y bien vestida.
    – Creo que faltó una coma (,) o le da más fuerza al texto en:
    …responder, con acento profundamente ruso, que se dirigían…
    – en el párrafo cuando escribes: …que, en una ocasión, me informó… Yo eliminaría la última coma (,).
    – la frase: “qué extraño…reciente historia de su país”, me quedó con la duda del tiempo en el cual escribas, aunque se sepa de qué va, porque todos los lectores no tenemos la misma información y formación.
    – Al final del texto dices que ella sale ¿y él?

    Espero te sea útil y gracias por publicar. Yo soy la número 135 por si te interesa. Aunque ese texto lo subí erróneamente y sin una corrección profunda pero por supuesto acepto sugerencias para la próxima.

    Saludos,

    Escrito el 4 abril 2016 a las 19:44

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