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Impresiones de un difunto - por Manuel Pla Martí

Web: http://plamarti.wordpress.com

Se ha cerrado la puerta del ascensor con un chirrido de hierro viejo. El golpe seco de la puerta y el descenso hacia la oscuridad han sido simultáneos.
“He sentido un leve vacío en el estómago y de inmediato mi mujer preguntándole en voz baja a mi hijo, que quién se hace cargo de los gastos del sepelio. Por encima de la voz de ellos dos se distingue la voz del oficial de la funeraria diciéndole al ayudante que pensó en un principio que la cosa iba a ser más complicada. El ayudante tiene voz de vicetiple y contesta a las palabras del oficial con un: puf, pues mira. Mi mujer insiste en los gastos del sepelio y mi hijo, parece hacerse el desentendido, contestando con otra pregunta. ¿Qué quién va a hacerse cargo, qué es lo que tú crees? Yo no, ha dicho mi mujer. ¡A pues!, ¿entonces?, contesta mi hijo. El oficial dice que en casos como ese a veces es complicado bajar el muerto. Puf, pues mira. ¿Por qué, ha preguntado mi hijo?, dando la vuelta. Hombre, si el ascensor no funciona, o no cabe el cajón, tenemos que bajarlo por las escaleras, y desde un séptimo piso, ya le digo. Bueno aquí tenemos dos ascensores, claro que el grande casi nunca funciona, contesta mi mujer, con una risita de zorra que no viene al caso. Puf, pues mira, ahí está el problema. El problema, ataja el oficial, es encontrarte con un muerto de cien kilos en un ataúd de treinta o cuarenta kilos; ¿a ver cómo te las arreglas para bajarlo por unas escaleras estrechas en un edificio viejo como este?, este es el problema. Bueno, corta mi hijo, pero lo estamos bajando, ¿no? Puf, pues mira. Ese del puf me está poniendo nerviosa, dijo mi mujer bajando la voz y dirigiéndose a mi hijo, no sabe decir otra cosa. Yo te decía lo del sepelio porque con todo el dinero que he sacado ya no queda nada. ¿Cómo así?, pregunta mi hijo. Pues así…, siempre hay gastos extras. ¿Cuáles gastos?, pienso yo, que he tenido una muerte suave, sin sobresaltos. Bueno, ya arreglaremos, dice mi hijo. Claro que arreglarán, ¿acaso no llevaban meses arreglando? A mí se me hinchan las venas y las pelotas dentro de ese cajón, un cajón de los baratos, recostado de medio lado contra la pared del ascensor, cuando oigo todo eso”.
“Me morí ayer a las dos de la tarde y a las tres ya estaba amortajado con ese traje ridículo que me consiguieron para el día de la boda. Mira que les tenía dicho que quería que me enterraran con el traje de sargento, el que utilizaba para ir a misa todos los doces de octubre, que para eso había servido durante cincuenta años en el ejército, pero nada; mucho sí, sí, sí, pero al final a joderse. ¿Tú has visto algún bandera?, yo tampoco. Mi hijo, mi nuera, vaya cabrones. Toda la vida dándoles de comer y mi hijo que no sirve ni para taco de escopeta sólo pensando en la herencia. Cuando no puede caminar, pagándola yo, me pusieron una cuidadora, una vieja gorda, ella y su hijo, sí, uno que anda recogiendo colillas por las calles, y los pusieron a dormir al lado de mi alcoba. ¡Alfonsa!, gritaba yo; ven y cámbiame y ella venía y me cambiaba. También le decía que me tocara, que alegrara mi vejez, y ella venía y me tocaba, pero daba lo mismo, porque eso no se movía, era un caracol muerto. Luego vino el casamiento. Tenía que haber buscado la Star de reglamento y haberles pegado cuatro tiros. Una traición a mis principios, pero me casaron con la Alfonsa. Buscaron mi libreta de ahorros por detrás de la biblioteca, el mueble de la sala como dicen ahora. Yo la tenía guardada en un diccionario falso, pero la encontraron. Y luego le dijeron a la Alfonsa que se casara conmigo, como me iba a morir pronto arreglarían las cuentas con la pensión de viuda que le iba a quedar. ¡Qué cabrones! Aceptó y prometí no morirme nunca, pero a todos nos llega la hora, y ahora, cuando ya he pelado el moco, voy camino del cementerio”.
Y en eso el ascensor ha llegado a la planta baja, la puerta se abre y el oficial y el ayudante sacan el ataúd y lo colocan sobre una tarima con ruedas, mientras un grupo de fisgones se agolpa en la puerta del edificio.

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10 comentarios

  1. 1. Laura dice:

    Hola Manuel. Texto interesante,muy rico en el diálogo y luego en las reflexiones del difunto, aunque veo que no has usado convenciones del diálogo, mezclándose pensamientos, lo que dicen y las acotaciones.
    ¿Cómo fue el casamiento, entre la conveniencia y la obligación por ambas partes? Y su hijo y nuera no se opusieron si es que había una herencia? O les dijeron que se casen para evitar tener que pagar a la mujer por la atención del hombre, con el señuelo de la herencia?
    De todos modos, me gustó mucho el relato.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 10:12
  2. 2. Frida dice:

    Hola Manuel. Como bien apunta Laura, el texto es muy interesante, el punto de vista de un muerto. Me ha gustado, es original y fresco, pero creo que puede pulirse, mejorarse mucho más.

    1.Lo veo muy denso, entiendo que es un monólogo y que como tal lo has hecho todo y seguido, pero creo que ganaría más si los diálogos se escribiesen convencionalmente. Aunque seguro Torrente Ballester disentiría en este punto mostrándonos como ejemplo su Saga/fuga de JB.Y es que el pensamiento es todo un bloque, sin puntos a parte en los que diáologos y reflexiones se mezclan en el mismo párrafo.

    2. En la siguiente oración que escribes: “Por encima de la voz de ellos dos se distingue la voz del oficial de la funeraria diciéndole al ayudante que pensó en un principio que la cosa iba a ser más complicada”, la veo demasiado larga, creo que una coma en medio le vendría bien.

    3. En un momento en el que rememora el protagonista un diálogo, dices “¿Por qué, ha preguntado mi hijo?,”, supongo que aquí te equivocaste, pero la interrogación debería cerrarse tras qué, no tras la aclaración de que ha sido el hijo quien pregunta.

    4. Sé que quizás, has escrito el texto así, a propósito, con ánimo de mostrar el pensamiento humano, pero si este es el caso, he de hacer hincapié en los diálogos, ya que tal y como lo escribes ahora, te ves obligado a repetir mucho las palabras : mi hijo y mi mujer. Te recomiendo que intentes sustituirlos u omitirlos cuando se pueda, para no incurrir en tanta reiteración.

    Vuelvo a repetir, el texto en sí es una idea magnífica, tan solo necesita una revisión. Te felicito por tu idea tan original.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 17:51
  3. 3. María Kersimon dice:

    Hola Manuel,
    Gracias a que viniste a comentar mi texto he leído el tuyo. Mira que tenía justo encima. Pues el primer impacto es “qué bueno, qué original”. Acabo de hacer una primera lectura y no tropecé con nada que me estorbara la lectura. Al principio me costaba entender quien era el muerto, hasta que a la mitad del texto empezó ya a sospechar…y por fin caí en la cuenta de que se trataba del monólogo en forma de flujo de palabras del difunto que yace en la caja de pino barato echado de costado contra la pared del ascensor. Buenísimo. Me hizo recordar en algo el monólogo de la viuda de “Cinco horas con Mario” de Delibes, salvando las distancias porque allí es la viuda la que le dice de todo al difunto. Allí tampoco hay signos de diálogo ya que se trata de un monólogo y tienen lugar numerosas repeticiones de palabras como “Mario, cariño”, “Mario, esto”, ” Mario lo otro”…
    A mi me parece adecuada la forma del relato.
    Ahora, al hacer una secunda lectura veo un pequeño error de tipo en “cuando no pude (pusiste puede) caminar… Me pusieron una cuidadora…” es el único error que veo. La verdad es que produce una tremenda indignación pero a la vez es crudo y “real como la vida misma”. ¡Qué cabrones! Pensé. Es un texto meticulosamente trabajado y muy ingenioso, con rasgos de realismo que hacen que te lo creas. Vaya, es buena literatura, sí señor.
    P.D. Acepto la crítica a mis diálogos porque es cierto que van más a dar a conocer la historia al lector, sino serían más espontáneos pero menos comprensibles.
    Me alegra haberte leído.

    Escrito el 21 marzo 2016 a las 17:53
  4. 4. Clau Cruz dice:

    Hola Manuel.
    Tu relato me ha parecido muy interesante, creo que muy pocos nos hemos puesto alguna vez a pensar en lo que diría el muerto al que estamos velando, ¡Muy original de tu parte! y también muy real.
    Fuera de los dos errorcillos que ya te han mencionado las compañeras, no he encontrado nada más que agregar como observación.
    Me ha gustado en verdad ¡Felicidades!
    Espero nos sigamos leyendo.
    Saludos.

    Escrito el 22 marzo 2016 a las 17:20
  5. Gracias a todas por haber dedicado un tiempo en la lectura de mi relato. Me aventuré con lo del difunto como narrador porque mientras estuvo vivo supo muchas cosas, pero una vez muerto supo muchas más. Había que hacer algo que encajara en los requisitos de la escena y la única manera era dotarlo de esa virtud extrasensorial que a pesar de estar muerto le permitiera escuchar a quienes tenía al lado. Licencias literarias al fin y al cabo. Creo que todos hemos hecho lo posible para que ese ascensor, ese diccionario y esa traición encajaran de la mejor forma posible. El reto no ha sido fácil y se percibe en la gran variedad de soluciones que han aparecido en los relatos. Para quien quiera dar el salto a la novela este taller le sirve de entrenamiento, y muy bueno por cierto.
    Gracias, repito y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 22 marzo 2016 a las 22:23
  6. 6. Wiccan dice:

    Buenas Manuel,

    Me paso por tu relato agradeciéndote enormemente tus palabras hacia el mío y para encontrarme una historia que, ya en la forma, me parece una genialidad y un derroche de valentía. Y es que a medida que iba leyendo el texto solo podía pensar que estaba todo seguido, que no había guiones de diálogo o que se repetían palabras y que, precisamente por todo ello, era un texto buenísimo. Incluso esa forma de escribirlo me hacía sumergirme en ese ambiente claustrofóbico con los operarios, la mujer, el hijo y el ataud. Yo soy muy ordenadito para la escritura y me resultaría casi imposible plantearme un relato así aún sabiendo que, como en tu caso, es la mejor solución.
    Creo que consigues transmitir perfectamente las actitudes, pensamientos y sentimientos de todos los que se encuentran en ese ascensor, no solo el narrador (me encantan los, “puff, pues mira” del operario, es una figura tan real).
    La idea de la historia también me ha gustado, cuantas cosas sabes en tu vida y te callas, y cuantas podríamos descubrir si pudiesemos saber lo que pasa una vez morimos, es un enfoque muy interesante. Solo hay una cosa que no entiendo, si el difunto no quería casarse con la Alfonsa, ¿como es que al final se casó?
    En temas de forma, aunque pueda estar de acuerdo con los compañeros creo que en este caso todos esos “fallos” son intencionados para dar una atmósfera diferente a la historia así que no te los puedo criticar.
    En definitiva, me ha gustado mucho. Muchas gracias por compartirlo!!!
    Un saludo!!!

    Escrito el 23 marzo 2016 a las 16:58
  7. Hola Wiccan: gracias por tus palabras, son un estímulo para seguir explorando.
    En respuesta a tu pregunta sobre por qué se casó el difunto, cuando estaba vivo, claro, la explicación que yo me dí es que ya no estaba en condiciones de afirmar ni negar nada. Podía tener Alzheimer o demencia senil en vida, pero una vez muerto entró en un estado de gracia que le permitió visualizarlo y escucharlo todo. Literatura al fin y al cabo.
    Saludos

    Escrito el 23 marzo 2016 a las 19:06
  8. 8. Miriam Torres dice:

    Buenas tardes Manuel.

    Gracias por pasarte a comentar mi texto. Tus valoraciones son de las más estrictas que recibo pero eso me supone una motivación extra para mejorar en cada uno de los retos que se proponen en este taller.

    Creo que como te comento en casi todos los textos que publicas, a pesar de que me encantan en contenido y estilo, la puntuación no es tu fuerte. El primer párrafo donde se mezcla el diálogo de los familiares y el señor del Ayuntamiento con los pensamientos del difunto, resulta un poco confuso. Nada que no solucionen unas comillas. El segundo párrafo es más Manuel. Esa forma desenfada de describir las emociones de los personajes, llamando a las cosas por su nombre, que es lo que me gusta ver.

    Nos seguiremos leyendo, seguro!

    Escrito el 24 marzo 2016 a las 20:12
  9. Hola Miriam.
    Te agradezco el que hayas leído mi relato. Tengo en cuenta todos tus comentarios y acepto las críticas. Para eso participamos en el taller, para que cada uno opine sobre lo que cree que son los puntos débiles de los textos. No deseo que me consideres estricto para con tus escritos, antes bien los busco, los leo y los valoro con mucho cariño. Creo que escribes muy bien, pero expongo mi opinión sobre algunos puntos y puede ser que mis comentarios sean acertados o no. La literatura es muy subjetiva. En todo caso trato de ser sincero.
    Respecto al concepto que te merece mi escrito, voy a exponer mi defensa.
    Fíjate que el texto se compone de cuatro párrafos. En el primero aparece un narrador omnisciente y no va entre comillas. El segundo y el tercero son simples monólogos del difunto, por eso los he encerrado entre comillas. El nos cuenta lo que dicen los personajes que van dentro del ascensor, por eso he obviado los signos convencionales de los diálogos. Son simples monólogos, que sí, se confunden con la conversación que tienen los que están vivos. Pero no es una conversación. Se trata de alguien que explica lo que dicen otros. Aparece un narrador en primera persona que es el difunto. En el último párrafo, vuelve a aparecer el narrador omnisciente y no aparecen comillas.
    Este ha sido el enfoque que he querido dar al relato. De hecho tuve mis dudas a la hora de organizarlo. Tal vez no haya resultado excesivamente claro y se preste a confusión. En todo caso seguiremos probando. Agradezco tus palabras y nos seguimos leyendo.
    Saludos

    P.D. a título personal, y tal vez vaya a contracorriente de la opinión de la mayoría, te diré que entiendo una narración como un río que fluye, agua que discurre por el lecho de un río, palabras que fluyen por el lecho de una páginas, pensamientos que fluyen por el lecho de la vida, ideas que se han de convertir en verdades inapelables en la mente del lector, y en algún momento los signos convencionales sirven de estorbo más que de ayuda. Distraen más que ayudan. De todas formas lo difícil es saber, y en esto está la maestría de los grandes autores, cuando son necesarios y cuando no.

    Escrito el 24 marzo 2016 a las 23:19
  10. Hola Manuel, la idea del relato es curiosa. Hasta que no he relacionado quien era el narrador andaba un poco perdido.

    Lamento discrepar con el resto, pero a mi no me ha gustado el formato que has elegido. Pese a tratarse de un monólogo creo que la sola visión del relato en un megabloque tira para atrás. En uno de tus comentarios hablas sobre la división en cuatro párrafos, si que es cierto que en medio hay un gran párrafo entrecomillado, pero visualmente solo me he percatado de ello cuando lo has mencionado.

    De igual modo creo que el relato ganaría mucho colocando los diálogos en estilo directo.

    PD: Me ha gustado (y he odiado) al hombre que repetía “puf” sin parar, jeje. Creo que le da un toque muy bueno al texto, pero a la vez lo hubiera metido de cabeza al ataúd.

    Un saludo.

    Escrito el 1 abril 2016 a las 08:32

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