Deudas por pagar - por Lenalee Mond

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Miller con un fuerte trancazo cerró la puerta de su coche que resonó por todo el estacionamiento. En ese momento su celular comenzó a sonar y en el indicador de llamadas pudo ver que se trataba de su hermana Elisa.
-¿Qué quieres?-respondió con tono arrogante
-¿Esa es la manera de tratar a tu hermana?-decía una dulce voz que provenía del celular.
-Habla de una vez.
-¿Ya decidiste lo de trabajar conmigo?-preguntó.
-Eso aún no lo sé.
-No tienes mucho que pensar. Es una buena oferta de trabajo ¿No pensaras seguir independiente?
-De esta manera me va muy bien. De no ser así no tuviera tantas ofertas de trabajo.
-Un punto a tu favor. Aunque trabajas para cualquiera que te lo pida. Cosa que no veo muy segura.
Miller llevaba unos cuantos meses de haberse graduado en Ingeniería Mecatrónica. Aun estando en la universidad comenzó su pequeño negocio ofreciendo un servicio específico, lo cual era la creación de bombas. No solo un solo tipo de bomba, el pedía algo de información de para que se utilizaría y así decidía el tamaño, cableado y estructura de la misma. Es el mejor en el trabajo y las hacía para casi cualquier persona.
Debido a eso tenía muchas ofertas de trabajo y su hermana no quería quedarse atrás. Ella trabaja para el FBI y quería a su hermano en su división como artificiero lo cual consistía en manejar proyectiles y materiales explosivos.
-¿Te parece si conversamos sobre esto en la cena?
-Si no voy ¿Me dejaras en paz con esto?-pregunto Miller mientras se alejaba del auto para entrar en el edificio.
-Puede que no-respondió-. Nos vemos en el restaurante de siempre a las 7:30pm.
-Está bien. Adiós-dijo y sin darle tiempo a una respuesta colgó.
Entro al edificio y con un gesto de la cabeza saludo al vigilante. Llego hasta el ascensor donde pulso el botón de subida. En unos instantes el ascensor abrió sus puertas y de él salieron dos vecinos de su piso y una chica pelirroja que jamás había visto. Aunque eso no era extraño, muchas veces ha venido gente desconocida todo el rato, visitando a sus familias. Entro en el ascensor y pulso el botón que indica el piso 8, este cerró sus puertas y dando una pequeña movida se puso en marcha.
Al llegar a su piso su celular comenzó a vibrar. Lo ignoro. Camino por el pasillo y del bolsillo de su chaqueta saco una llave. La introdujo en la cerradura y abrió la puerta. Sus ojos no podían creer lo que veían. El departamento era un total desastre. Estaba todo revuelto, los muebles movidos, papeles por el suelo, la lámpara caída. La radio encendida ¿Por qué iba estar la radio encendía? Acaso el saqueador quería escuchar algo de buena música.
-Joder-farfullo mientras ponía la mano sobre la radio
“…I wonder how, I wonder why, yesterday you told me 'bout the blue blue sky, and all that I can see, is just a yellow lemon tree. I’m turning my head up and down…”
Decidió dejarla encendida. Comenzó a arreglar aquel desastre mientras revisaba si faltaba algo.
Ya había arreglado la mayor parte del departamento. Tomo el diccionario y un libro que ponía de título “Elogio de la traición” y los coloco en sus respectivos estantes. Todo parecía estar allí, pero luego recordó la caja fuerte que estaba en el baño, justo detrás del espejo del lavamanos, el cual removió. La caja no parecía haber sido abierta. Al meter la combinación esta hizo un sonido metálico al abrirse. Dentro, además de las cosas que guardaba allí, se encontraba un documento. Era una factura de una bomba que había hecho hace un año para un tipo de una empresa de armas. Pero el no guardaba las facturas allí. ¿Sería que su saqueador lo metió allí? ¿Pero cómo? Era extraño que no se hubiera llevado nada.
Tomo su celular para enviarle un mensaje a su hermana “Debes ayudarme con algo, en la cena te explico”. Dejo el celular en la mesa de noche y fue al cuarto de baño para preparase para la cena.
Ya estaba listo para salir, tomo su mochila, las llaves del carro y su celular. Se dirigía a la salida cuando se le olvido algo. Se regresó y apago la radio, al darse media vuelta escucho ese típico sonido, tan familiar para él. Era el pitido que da una bomba en los últimos 3 segundos cuándo va a explotar.
-Mierda.
El departamento había explotado.