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Apariencias - por Ursula Fustero

Si hubiera habido una cámara en aquel ascensor, podríamos haber visto al pobre vendedor de seguros trajeado apretando el botón del piso número trece y volviéndose hacia el espejo mientras la cabina subía lentamente. En su maletín, unos cuantos papeles y el pequeño diccionario del vendedor que leía afanoso en sus ratos libres.

Repetía la misma operación en todas las casas. Subía al último piso en ascensor y luego iba bajando mientras llamaba en las puertas de todos los rellanos e intentaba vender un innovador pack multiseguros a un precio imposible de rechazar.

Mientras se miraba en el espejo, le gustaba comprobar que ningún pelo estaba fuera de su sitio y que aquella gomina barata que su madre le había comprado en el bazar de la calle Ricardo del Arco, cumplía perfectamente su función. Hubiese considerado una pequeña traición que el flequillo estuviese despeinado cuando todavía no eran las doce de la mañana.

Siguiendo con el procedimiento, pues era un chico metódico, el joven se peinó con el dedo anular cada una de las cejas, comprobó la suavidad de sus mejillas y por último, sonrió exageradamente para verificar que tenía los dientes impecables.

Llevaba dos horas recorriendo aquella maldita urbanización de edificios iguales en la que vivía una panda de estirados a los que denominaba peyorativamente “ricocós”, el tipo de gente que podía permitirse los packs, pero que no le habían comprado ni una triste póliza.

Como os decía, si hubiera habido una cámara en aquel ascensor, podríamos haber visto a nuestro joven comercial de seguros sujetándose en la barra que había delante del espejo cuando el ascensor aceleró su velocidad. Un instante más tarde, la cabina se detuvo en un golpe seco acompañado de un sonido metálico y seguidamente comenzó su descenso.

En esta maniobra, el chico no pudo mantener la estabilidad y cayó al suelo golpeándose la cabeza contra una de las paredes del ascensor. Acto seguido, el aparato se detuvo de nuevo en seco y las luces se apagaron.

En la más absoluta oscuridad, tardó unos segundos en moverse, pues temía que en cualquier momento el ascensor volviera a ponerse en marcha. Se palpó la frente golpeada asegurándose de que no tenía ninguna brecha y nervioso pasó sus manos por su cabello destrozándose el peinado.

Unos segundos más tarde, comenzó a buscar los botones del ascensor, que estaban en el lado izquierdo de la puerta. Cuando los encontró, fue apretando uno por uno, hasta que dio con la campana de emergencia que pulsó con desesperación durante un buen rato. Al otro lado, una grabación con voz femenina le comunicaba que el sistema estaba fuera de servicio, lo que el chico no sabía es que nadie contestaría porque la comunidad no había pagado el mantenimiento del ascensor.

Cuando se cansó de llamar al botón buscó el móvil en el bolsillo interior de su americana pero lamentablemente no tenía cobertura. Con el teléfono en la mano, se estiró, se agachó y recorrió cada centímetro del ascensor hasta que encontró una mínima rayita de cobertura con la que pudo llamar a los bomberos para que lo sacaran de aquel infierno.

Cuando al otro lado del teléfono le pidieron la dirección en la que se encontraba, el pobre desgraciado no supo contestar, pues no sabía exactamente en que portal estaba. Les dio la dirección de la urbanización y acto seguido, la cobertura volvió a perderse.

Llevaba cinco horas sentado en la oscuridad del ascensor, cuando finalmente los bomberos lo sacaron de allí. Aparentemente estaba bien.

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5 comentarios

  1. La redacción y la ortografía, impecables y el manejo de los tiempos, en mi opinión, están muy bien marcados. Lo que trataría de mejorar en la historia es la parte en la que llegas al climax intentando aumentar el suspenso, puesto que al llegar a la caída del vendedor podrías sacarle más jugo al relato.

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 12:45
  2. 2. Ursula dice:

    Gracias por tu comentario Jemel, lo tendré en cuenta para futuros relatos. Me gusta mucho leer vuestras opiniones y críticas constructivas. En cuanto tenga un ratito me paso a leer el tuyo.

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 13:57
  3. 3. yubany checo dice:

    Me gusta la trama y como la evolucionas. Creo que puedes sacarle mas a la parte psicologica del personaje que esta atento a su cabello perfectamente arreglado. Quizas introducir un elemento contradictorio en este vendedor…un conflicto que lo haga aun mas interesante en el momento en que falla el ascensor

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 22:28
  4. 4. Crines dice:

    Hola
    me gusto mucho la historia, me atrapo de principio a fin.

    pásate si puede por mi relato 177

    saludos!!!

    Escrito el 21 marzo 2016 a las 03:51
  5. 5. Sergio Mesa dice:

    hola Ursula,
    aunque en general el relato está bien ejecutado, con la salvedad del abuso de los adverbios acabado en “mente”, que en todos los casos los puedes sustituir por otra expresión y en general (sobretodo cuando hay nueve en un texto tan pequeño) ensucian la redacción. también deberías tener cuidado con las enumeraciones excesivas cuando describes una secuencia de acciones (“un instante más tarde”, “acto seguido”, “unos segundos más tarde”), son muletas que te hacen falta.
    pero mi principal problema es con la trama. me parece que el relato no cumple con la norma de tener una estructura de planteamiento-nudo-desenlace. nos presentas al protagonista, nos dices algunas cosas sobre él y su circunstancia, un evento aleatorio lo pone en un aprieto y al final sale del apuro. no hay trama. puede que intentando cumplir las exigencias de la propuesta del taller y superar el reto se te pasara cuidar los detalles de la historia.
    en cualquier caso se nota que tienes para la narración, seguro que volvemos a leernos 😉
    un saludo,
    Sergio Mesa
    http://miesquinadelring.com/

    Escrito el 21 marzo 2016 a las 21:04

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