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Esa segunda piel. - por Clau Cruz

Esa segunda piel.

Son las ocho cuarenta y cinco de la mañana y en la planta baja del edificio ya empiezan a reunirse todos los que tienen que llegar a checar la entrada antes de las nueve.
Se abren las puertas del ascensor y se apresuran a entrar, no pueden esperar a la siguiente tanda, de seguro ya no llegarán a tiempo.
Suben con rapidez: una chica vestida de manera muy fresca con unas sandalias rojas que dejan ver gran parte de sus bien cuidados pies; un señor un tanto mayor con una pinta formal y un portafolio en la mano; una señora regordeta con un delantal y sus cabellos bien acomodados bajo una malla que cubre toda su cabeza, entra con tremendas bolsas en cada mano ¡no cabe ninguna duda están llenas de comida!, el olor invade inmediatamente todo el espacio; y por último, y casi a la fuerza logra entrar un joven con un celular en la mano y unos audífonos en los oídos que dejan escapar el murmullo de la estruendosa música que viene escuchando.
Todos se ven con indiferencia, en un total silencio. De inmediato, el señor del portafolio se coloca en la esquina izquierda con la mirada puesta en el techo. La chica de las sandalias se mueve para ayudar a la señora del delantal a acomodar sus bolsas, a manera que el joven de los audífonos pueda estar más cómodo. La señora se mueve apenas unos centímetros y hace una mueca de desagrado a la chica, quien se queda observando a cada uno con interés.
Los conoce a todos, los ha visto cada mañana cuando han tenido que coincidir. Sin embargo, cada rostro le parece tan familiar y desconocido a la vez.
El señor del portafolio frunciendo el ceño, se ha llevado a la cara la mano que tiene libre cubriéndose la nariz. ¡Se ve que no la está pasando nada bien! La señora del delantal se da cuenta de su expresión y se mueve incómoda, dirigiendo la mirada hacia su carga. Mientras tanto, el joven de los audífonos que ha quedado frente a los botones de activación, pulsa el número cuatro y sin más cierra los ojos y empieza a mover la cabeza de una manera extraña, lo cual hace suponer que intenta llevar el ritmo de lo que escucha. Las puertas se cierran y el aparato empieza el ascenso, la señora del delantal le pide al joven que presione el número dos, pero él no la escucha, el del portafolio extiende su brazo y lo pasa por detrás del joven para pulsar el número seis, regresando después a su postura inicial… ¡Ninguno se ha tomado la molestia de marcar el piso al que se dirigen las dos mujeres!
La chica de las sandalias un tanto molesta le da un ligero golpe en el hombro al joven para llamar su atención y le pide casi con señas que presione el dos y el cinco, éste lo hace sin más y vuelve a cerrar los ojos.
La chica entonces recuerda una frase que leyó hace poco tiempo y con la que en ese momento sintió no estar de acuerdo: “En verdad aún está por nacer el primer ser humano desprovisto de esa segunda piel a la que llamamos egoísmo, mucho más dura que la otra, que por nada sangra”.
El ascensor se detuvo en el segundo piso y la señora del delantal se apresuró a bajar, lanzando al aire una maldición.
¡Egoísmo!, ¡Egoísmo! Se repetía la chica, pero en realidad ¿Qué es el Egoísmo?
Volvió a detenerse ahora en el cuarto nivel y el joven de los audífonos cruzo la puerta sin decir palabra.
La chica sacó de su bolso el celular y busco en la web la página del “Diccionario de la Lengua Española”.
Habían llegado por fin al piso cinco…
“Egoísmo: Del lat. ego 'yo' e -ismo. Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás”.
Sintiendo en el pecho una emoción contenida, similar a la que se experimenta ante una traición, la chica antes de dar un paso fuera del ascensor exclamó:
—¡Dios!¡Qué triste verdad!

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5 comentarios

  1. 1. Saldivia dice:

    Hola Clau. Retratas muy bien ese cáncer terrible que destruye las relaciones y la convivencia humana, que es el egoísmo. Yo he estado en ascensores, en reuniones, en colas, donde nadie se saluda, donde solo hay actitudes hoscas y autodefensivas. Claro, vivo en un país muy afectado por rapiñas, carencias y enfrentamientos, pero antes de estos terribles años, también se veía ese tipo de patrones, que derivan de la gente que por algún motivo se cree que no vale la pena tratar con el otro.

    Con un relato aparentemente ligero me has tocado una fibra sensible, un mérito bien logrado.

    Espero seguirte leyendo, éxitos!

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 18:10
  2. 2. Frida dice:

    Hola Clau,nos expones una escena cotidiana en la que el alud de la sociedad nos envuelve en egoísmo. Al contrario que Saldivia, vivo en un país poco conflictivo, en una región más bien poco poblada y, aún así, este tipo de hostilidades se viven muy a menudo. Siempre digo que es el precio que hemos tenido que pagar a cambio de librarnos de, ese espécimen en vías de extinción que, son las beatas de doble moral, esas que te tendían supuestamente la mano y luego clavaban el puñal.

    El mensaje es claro y contundente, pero en mi opinión, al principio he debido leer dos veces las descripciones de los protagonistas; es un relato corto y has introducido a los personajes todos juntos, tantos datos concentrados en un mismo párrafo, pueden apabullar al lector. Creo que mejor se vería si nos presentases a dos ahí y los otros poco a poco. Desde mi perspectiva, la protagonista es la joven de las sandalias rojas. Personalmente, hubiese comenzado el relato con las sandalias rojas caminando hacia el ascensor, pues ese es el rasgo más significativo de tu protagonista, uno de los datos que más impresos quedan en la memoria del lector tras leer tu narración. Luego de presentarla, hablaría de que va a ticar y que, durante su trayecto se para a hablar con la señora de las bolsas, un diálogo chiquitito en el que tan solo se ofreciese a llevarle una bolsa para aliviarle el peso, un diálogo que muestre sin necesidad de mucha descripción. Luego continuaría diciendo que esta señora de las bolsas,es una de las personas habituales con las que suele coincidir. Entonces es el momento justo de que nos presentes al joven de los auriculares, tal y como lo has hecho es perfecto, entrando a última hora. Durante el trayecto, al tener que pulsar uno de los botones, es cuando finalmente presentaría al hombre del portafolio.

    En cuanto a cómo está escrito, no soy la más indicada para decirte esto, puesto que yo misma siempre tengo muchos problemas con las comas, pero me ha parecido que faltaban algunas. Como digo, no voy a señalártelas, pues a mí siempre han de corregírmelas, pero convendría repasases las aclaraciones, estas siempre van entre comas.

    Por último mentarte la siguiente frase:
    “¡Se ve que no la está pasando nada bien!”. El la que has introducido incurre en el laísmo, se vería más normal decir: “Se ve que no lo está pasando nada bien”.

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 10:33
  3. Hola Clau Cruz: Acabo de leer tu relato y me parece interesante. Relatas una escena cotidiana en un edificio de oficinas de una ciudad. Cada uno anda a lo suyo sin interesarse ni empatizar para nada con quien tiene a su lado. Esa es la triste realidad que se da en las grandes aglomeraciones, y no tan grandes. Gentes carentes de fibra ética, absortas en sus problemas, sin importarles lo más mínimo las necesidades e inquietudes del prójimo, ese prójimo invisible, a pesar de verlo todos los días. Siempre hay una excepción, se podría decir, y en este caso es la chica de las sandalias que parece hacer frente común, será por corporativismo femenino, con la señora de las bolsas. El contenido de la escena me parece interesante y es como un “flasch” de ese momento de la mañana en que tanta gente se encamina a su trabajo. Lo de buscar en el diccionario del móvil la palabra egoísmo me parece un poco forzado para cumplir con los requisitos de la escena. Los últimos párrafos dan esa sensación: había que introducir como fuera las palabras diccionario y traición. Lo has conseguido y está bien, pero para mi gusto lo veo un poco forzado.
    En cuanto a la forma no tengo nada que decir, me parece correcta, tal vez haya algunos errores y falta de comas, pero yo creo que la única forma de aprender a colocarlas, las comas, es leyendo mucho y escribiendo mucho, y con todo siempre hay dudas, al menos yo las tengo a cada momento. Una cosa me ha llamado la atención: en todo el relato utilizas el tiempo presente, sin embargo a partir de: “El ascensor se detuvo en el segundo piso…“, te cambias al pasado y así hasta el final. En el párrafo anterior sí que utilizas el pasado y es correcto porque hace referencia a una frase que la muchacha leyó hace tiempo. Al situarte en el presente durante todo el relato y luego brincar al pasado, al menos a mí, me ha descolocado.
    Felicidades por el relato. Saludos y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 22 marzo 2016 a las 21:55
  4. 4. CARMELILLA dice:

    Hola Clau, muchas gracias por pasarte por mi relato y pedirte perdón por no haberme adelantado yo a leer el tuyo. De verdad que me halaga el interés que muestras por leerme.
    Dicho esto, sobre tu trabajo, creo que estás mejorando considerablemente.
    Has creado una escena que aunque algo corta y con un lenguaje muy sencillo, consigues retratar los miles de momentos que ocurren en nuestra vida, llenos de desinterés por lo que nos rodea y por quién nos rodea.
    Cierto que la puntuación hay que mejorarla, pero quién soy yo para decirte eso, que sigo metiendo la pata una y otra vez, insistiremos en mejorar.
    Sobre los verbos, quizá te ha faltado repaso o lectura en alto, aunque a veces por más que leemos nuestro trabajo no encontramos lo que otros en una primera lectura sí encuentran.
    Las palabras clave, algo forzadas en el último momento, pero…ahí están, las has conseguido colocar con sentido.
    Clau me quedo con tu evolución positiva y tu relato realista.
    ¡Buen trabajo! y nos vemos en el siguiente relato.
    Saluditos.

    Escrito el 22 marzo 2016 a las 22:19
  5. Original. Debido a algunos problemillas con la puntuación y lo comentado por los compañeros, la lectura se ralentiza. Nada que no pueda resolverse con una revisión más. Un saludo.

    Escrito el 4 abril 2016 a las 16:29

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