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Mi salvavidas - por Ángel

Web: http://www.cadainstantecuenta.blogspot.com.es

No recuerdo bien quién, pero sé que alguien me dijo una vez que hay personas en este mundo que necesitan cerrar los ojos cuando escuchan una canción para verla. Así sienten, así comprenden, así viven.
No sé bien en qué momento me encuentro. No sé bien en qué momento una persona decide resquebrajar un pedazo de sí misma y regalarlo, confiar, creer, amar. No sé bien si llamarlo amor, no sé bien si puede existir alguna palabra en el diccionario que describa lo que se siente cuando camino por la calle y su perfume va conmigo.
He subido en montañas rusas de todo tipo, he querido bajar de golpe, subir de un impulso y a veces, incluso, no he querido volver. Pero algo así no puede compararse con prepararle café todas las tardes. No puede llamarse atracción, él es vicio.
Siempre fui la chica enamorada de las películas románticas que no para de vivir en una nube, que no para de soñar con que algún día la ficción pueda traspasar las pantallas y, por qué no, suceder. Siempre fui la chica que espera que ocurran cosas maravillosas hasta que sucedieron sus ojos.
Me confunde que odien mi mundo porque no puedo comprender que haya quien prefiera vivir en una triste realidad. Pero resulta que la confundida soy yo, que en la realidad hay un poco de yin y un poco de yan, que el mismo ascensor que te hace caer mil veces te puede alzar dos mil más y que la vida que vives tiene que tener tus propias riendas.
Cuando tenía 6 años y un tanto de uso de razón me mudé a un nuevo colegio y mi mayor preocupación era saber ponerme el uniforme, conocer a mi profesora y hacer amigos. Conocí a personas de las que aprendí y a personas que se dejaron conocer. Sin embargo, como en toda infancia, no todo era color de rosas, no puedes gustarle a todo el mundo. Siempre me costó abrirme al resto del mundo, pero nunca olvidé. Cuando pasan los años queda el olor a goma recién usada, las travesuras y el primer suspenso, el resumen de un recuerdo inagotable.
Recuerdo que cuando él me conoció todo temblaba. Temblaba la acera, temblaban mis huesos, temblaba sin remedio. Recuerdo cómo conocí también la calma, las conversaciones sin sentido. Recuerdo cómo desnudó mi escudo exterior para invadir el interior. Recuerdo la manera en que mi memoria volvía a grabar un recuerdo inagotable.
Siempre fui una chica sencilla, tan sencilla que puedo ser lo más complicado del mundo. También celosa, rechistona, cabezona y poco agradable cuando me lo propongo. Pero eso nunca lo frena a la hora de presumirme con su familia, con sus amigos, con la vecina, con el primero que se le cruce por la calle y sienta que no lo sepa porque, por alguna razón, quiere que el mundo se entere.
Cuando tocan el timbre del portal y dejo la puerta abierta sé que estoy en casa. Fregar los platos y sentir su respiración en la nuca es hablar en otros términos salvajes. Tirarlo del colchón de la cama al suelo a traición y morir de la risa es cosa de otro mundo cuando se trata de sus carcajadas y de su mirada asesina con sed de venganza.
No recuerdo bien quién, pero estoy completamente segura de que alguien me dijo una vez que las cosas cambian, que el tiempo pasa y no perdona, que hay momentos que no permanecen y que se olvidan, que los días pueden resultar frustrantes cuando no sabes qué es lo que pueda pasar. Ahí es cuando bajo un escalón en mi nube y pienso que sí, que es verdad.
Pero mientras tanto, él. Mientras tanto, su cuerpo desnudo y mi hueco en su espalda, mis mañanas lanzándome sobre él, las tardes perdidas en besos y escalofríos. Mientras tanto, su voz calmando mis pesadillas, mis manos jugando con su corazón. Mientras tanto, su nombre en las luces de la calle y el mejor de sus chistes. Mientras tanto, la vida no deja de pasar. Mientras tanto, él está aquí.
Mientras él quiera estar, qué importa el resto.
Mientras siga habiendo historias que recorran el mundo y reconstruyan cuerpos enteros y corazones rotos.
Mientras exista lápiz y papel, habrá algo, habrá esperanza, habrá comprensión, habrá nubes de película, quizás algo que para algunos sea vida.
Mientras tanto, yo en la mía.
Y mientras no deje de mirar su reflejo en mi espejo, cada atardecer, yo también (sobre)vivo.

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4 comentarios

  1. 1. Jose Luis dice:

    Hola
    Me he pasado por tu relato para leerlo y comentarlo.
    En cuanto a la forma
    color de rosas ——— color de rosa
    En cuanto al contenido, creo que tu relato no cumple con el reto, por lo que no comprendo por qué lleva la “R”. El reto era narrar un cuento que tuviera lugar íntegramente dentro de un ascensor. Por otro lado, creo que tenemos gustos diferentes en cuanto a cuentos se refiere. Más que un cuento, o un relato, tu texto es poesía en prosa, y pretende más evocar sensaciones y sentimientos que contar una historia con un principio, un nudo y un desenlace. No sé de qué va el relato, y una chica manifestando sus pensamientos y lo que le pasa con su novio no me dice nada. No hay acción, no sucede nada. Pero está muy bien escrito, eso sí, casi impecable.
    Un saludo

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 19:59
  2. Hola Ángel. Me realmente difícil hacerte un comentario, pero voy a intentarlo. Y no creas que es porque no me ha gustado el relato, todo lo contrario, me dejó con la boca abierta.
    Primero, teniendo en cuenta tu nombre, imagino que sos varón, y tu cuento está contado por una mujer, en primera persona. Si es así, creo que has logrado que tu personaje sea absolutamente creíble y convincente, debo reconocer que varias veces a lo largo de la lectura, me pregunté acerca del género del autor. Increíble, genial.
    Tu relato es del tipo de los que llevan al lector a volar, a atravesar mundos inusitados, a transformar la realidad cotidiana en una suerte de magia de palomas y galeras… Lográs transportar a quien te lee a otro plano.
    No tengo más que palabras de elogio para tu relato. A tal punto de que si tuviera que darte una sugerencia, no me atrevería.
    Con respecto al reto opcional, está embebido en un mensaje sutil, imagino que tiene que ver con un “subir y bajar en el ascensor de la vida”, algo más metafóciro que el vehículo físico así como lo conocemos.
    Sin más palabras que felicitarte, me saco el sombrero ante tu relato, simplemente genial.
    ¡Exitos!

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 21:51
  3. 3. A.R.Payán dice:

    Hola Ángel!!
    La verdad es que tu relato me a parecido raro en cuanto a la manera de escribir, quizás tenga razón Jose Luis en cuanto a que es una poesía en prosa, es por ello que me ha gustado bastante.
    El texto está bien cuidado y sin nada malo a reseñar.
    Muy buen relato.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 17:12
  4. 4. Wiccan dice:

    Buenas Ángel,
    Antes de nada, muchas gracias por pasarte por mi relato y por tus amables palabras.
    En cuanto a tu relato, tengo que decir que como relato me ha gustado, es muy evocador, sin embargo, puedo entender los comentarios de los compañeros en relación a que no se define realmente sobre que nos está tratando de hablar el personaje principal. En general parece que habla sobre su relación con ese hombre, pero incluso tras leerlo varias veces no llego a tener claro si es una relación feliz o no, parece algo que la protagonista quiere pero hay pequeños toques (lo considera un “vicio”; ese “(sobre)vive”) que hacen pensar lo contrario. Si tu intención era sembrar esa duda lo has conseguido.
    En cuanto a la forma creo que está muy bien escrito, lo he leido varias veces y no he encontrado ningún error que me parezca importante comentarte. Lo que si te diría aunque de entrada no es incorrecto es que se repiten mucho las construcciones (“no recuerdo”;”no se bien”;”siempre fui”;”recuerdo”;…). Está claro que es intencionado en general, y sirve para darle un matiz al relato, pero desde mi punto de vista al hacerlo en tantas construcciones en un texto tan pequeño se pierde un poco esa sensación melancólica que podría dar.
    Muchas gracias por compartirlo!!!
    Un saludo.

    Escrito el 9 abril 2016 a las 02:58

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