Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Defensa o traición - por Matilde

Ambrosium, cargando con su pesado maletín negro, entró en el ascensor panorámico en la planta ochenta y cinco del edificio Lundimar. A medida que bajaba, podía contemplar las vistas maravillosas del mar: los grandes barcos que iban y venían al cercano muelle; las plataformas petrolíferas que esperaban, ancladas, a ser reparadas; las gaviotas surfeando en las bravas olas…

A sus pies, encajonado entre la playa y la autopista, se extendía un colorido caserío que en su primera existencia fue de pescadores. En su parte norte, se divisaba un "fuerte" defensivo construido siglos atrás para defender la isla de los piratas que la asolaban; ahora con la marea llena, parecía flotar en el agua. Junto a él, resguardada de miradas, reconoció la barca que, camuflada como de pesca, servía para el transporte de la mercancía ilegal con la que traficaban.

Al llegar a la planta principal, se abrieron las puertas y la gente salió en tropel. La sorpresa que le causó reconocer a los dos hombres que lo esperaban, le hizo retroceder e intentó volver a entrar en el ascensor. Estos lo agarraron y, mientras lo apretaban con fuerza, sonreían a las gentes con las que se cruzaban. Lo forzaron a salir del edificio y a subirse a un coche de gran lujo que esperaba en la entrada.

Se dirigieron por la autopista en dirección al sur de la isla. Cercanos al polígono industrial, donde estaba su guarida, se detuvieron en el punto de recarga para cargar la batería del coche. Ambrosium aprovechó el momento para escaparse, pero el maletín colgado de su mano fue un impedimento y le hizo caer. Uno de los hombres, agarrándolo por el cuello, le dislocó varios huesos. Lo metió a empellones en el coche y condujeron hasta su destino.

Dentro del almacén ya lo esperaba el mandamás. Esta era la primera vez que Ambrosium lo veía. Entre el equipo de traficantes se decía: “¡cuídate de tener que ver al jefe porque será la primera y última vez que lo hagas!”. El hombre, vestido con una camisa blanca y pantalones grises, se acercó a él. Llevaba el pelo largo atado en una coleta. Sus ojos de conejo y el rostro con barba corta hacían su sonrisa burlona y chulesca. Blandía un diccionario y con voz ronca e intimidante le preguntaba: “¿dónde está la mercancía?”. Le acusaba de traición.

Toda la banda traficaba con libros de papel. Corría el año 2099 y en la tierra solo quedaban algunos árboles, en las alturas más elevadas de las montañas, donde el hombre no tenía acceso, por lo que los libros de papel eran una antigüedad exótica que se pagaban a precios desorbitados. No se había inventado nada mejor que reemplazara la celulosa de madera para fabricar papel.

Ambrosium con el primer golpe que recibió supo que no saldría con vida de allí.

Con el segundo, borrosamente, vio la biblioteca de su abuelo: estanterías repletas de libros, clasificados por temas. De niño, le gustaba esconderse en ella a leer. Sin necesidad de viajar, recorría el mundo exterior y protagonizaba el personaje que vivía las aventuras más rocambolescas. Sentía lejana la voz: “¿dónde están los libros que faltan?”.

Con el tercer golpe llegó la inconsciencia total. La voz: “queremos los libros”. Su último pensamiento: <<los libros están a salvo>>.

El jefe, exasperado, gritaba y maldecía. No esperaba un desenlace final sin resultados positivos. Se escuchó como se hacían añicos los cristales de la claraboya en el tejado y por su hueco entró un dron. Bien comandado, fue directo a la coleta del jefe, la apresó con la pinza agarradera, lo elevó y fue dándole vueltas en el aire. Los hombres de su guardia corrieron a ayudarle, pero mientras el jefe giraba y giraba, sus pies, extendidos, servían de arma y, como si de un “mangual” medieval se trataran, los iban derribando uno a uno.

Nadie sabe cómo el hijo de Ambrosium, un mozalbete enclenque, se hizo con el aparato rescatador: derribó las imponentes puertas del local, entró y rescató a su padre. Con el aire fresco, Ambrosium recobró el conocimiento y su primer pensamiento fue para el maletín que se había quedado en el interior del almacén. Regresaron a buscarlo. Cuando ellos entraban, salía el dron con algo colgando de su pinza. Abrieron el maletín; Ambrosium respiró con alivio y su corazón saltó de alegría. Dentro estaba su tesoro del que no se separaría nunca: una primera edición de la novela “Moby-Dick” de Herman Melville.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

5 comentarios

  1. 1. Cryssta dice:

    Hola Matilde, me ha gustado mucho tu relato, me encanta eso de que el protagonista defienda los libros, para mí que amo la lectura es algo muy importante.

    Te diré ahora lo que yo veo mejorable:

    – ya que el edificio se llama “Lundimar” yo diría “las vistas maravillosas del océano” para que no haya rima
    – la expresión “iban y venían al cercano muelle” no está bien porque si “iban al” “venían del”
    – una coma tras “defensivo”
    – “con la marea llena” entre comas
    – “camuflada de pesca”, el “de pesca” puedes ponerlo entre comillas si quieres pero sobra el “como”
    – “coche de lujo” sobra el gran
    – dices que le dislocó varios huesos ¿del cuello? si es así puede hasta tener una lesión medular, piensa bien qué es lo que quieres decir, que si luego encima le atizan con un diccionario probablemente lo maten con el primer golpe
    – “con el primer golpe que recibió” entre comas
    – es mejor poner frases en positivo, en vez de “No esperaba un desenlace final sin resultados positivos” es mejor decir “Esperaba un desenlace final con resultados positivos”
    – “los iba derribando uno a uno”
    – ya que luego dices “rescató” creo que queda mejor si quitas la palabra “rescatador”
    – una coma tras “Dentro estaba su tesoro” o bien no poner la coma pero decir “Dentro estaba el tesoro del que no se separaría nunca”

    Espero haberte ayudado con mis comentarios.

    Un abrazo.

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 13:58
  2. 2. María Esther dice:

    Me gustó mucho la historia por lo original.Más allá de los detalles en cuanto a la forma y que por supuesto comparto con Cryssta, el relato atrapa desde su presentación.Es hermosa la vista desde el ascensor panorámico,mostrando rápidamente tantos elementos que armonizan entre si.
    Luego el contraste con las escenas siguientes,donde entra directo al nudo del asunto.
    Nos encontramos con mucha tensión.
    Pienso que el final ha sido bien resuelto y que todos los amantes de los libros y la buena lectura,estamos satisfechos.
    Felicitaciones!

    Escrito el 18 marzo 2016 a las 20:25
  3. 3. Dante Tenet dice:

    Hola Matilde.
    Un buen relato de acción, donde el ascensor sirve de introducción.
    La resolución me trajo dos ideas;
    Una , que estaba en la presencia de una novela juvenil.
    La otra, un recuerdo de Fahrenheit 451 y el cuidado de los libros de papel.
    espero seguir leyendote, te invito a pasar por el mio (N°5)

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 21:59
  4. 4. Clau Cruz dice:

    Hola Matilde.
    Un relato muy original. Me encantó al igual que a Cryssta, que la trama fuera justamente la defensa de los libros impresos.

    A los comentarios de los compañeros, sólo tengo uno más que agregar:
    Me parece que has caído sin querer, en un pleonasmo en la frase “No esperaba un desenlace final sin resultados positivos”, ya que las palabras “desenlace” y “final” son sinónimos.

    En general buen trabajo, ¡Felicidades!

    Fue un gusto leerte.
    Saluditos.

    Escrito el 23 marzo 2016 a las 20:06
  5. 5. Laura dice:

    Hola Matilde

    No entiendo por qué pusiste entre comillas la palabra “fuerte” ¿porque lo fue y de fuerte sólo queda la palabra ya que no tiene más esa utilidad?
    Y ¿Por qué el jefe de la banda blandía un diccionario? era uno antiguo? me quedó un poco raro
    De todos modos, un relato muy intenso, con una hermosísima descripción de la biblioteca del abuelo.
    Nos seguimos leyendo y comentando con onda para mejorar

    Escrito el 24 marzo 2016 a las 12:05

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.